CONFESIÓN DE AUGSBURGO
DicEc
 

En 1530 se presentó en la Dieta de Augsburgo ante el emperador Carlos V una profesión de fe. Escrita con cierta colaboración de Lutero (que comentó un primer borrador), fue casi enteramente obra de Philip >Melanchthon y tenía por finalidad salir al paso de las acusaciones de Juan Eck (1486-1543) de que el luteranismo estaba reviviendo antiguas herejías. Tenía en cuenta las posiciones de >Zwinglio y se oponía a las doctrinas >anabaptistas. Consta de veintiocho artículos. Los veintiún primeros son de tono irenista: Dios (1); pecado original (2); el Hijo de Dios (3); justificación (4); ministerio eclesial (5 y 14); nueva obediencia (6); Iglesia (7-8); sacramentos (9-13); ritos eclesiásticos (15); asuntos civiles (16); escatología (17); libre albedrío (18); causa del pecado (19); fe y buenas obras (20), y veneración de los santos (21). La segunda parte, escrita primero, es más dura y trata de los abusos percibidos en la Iglesia del tiempo: comunión bajo las dos especies (22); matrimonio de los sacerdotes (23); la misa (24); confesión (25); las comidas, el ayuno y la abstinencia (26); votos monásticos (27), y poder eclesiástico (28). Los teólogos del Emperador en la Dieta redactaron una réplica, la Confutatio pontificia, que aprobaba totalmente nueve artículos, aceptaba seis en parte o con aclaraciones, y rechazaba trece. Melanchton elaboró una réplica o Apología, que el Emperador se negó a aceptar.

La Confesión de Augsburgo ha sido siempre un documento básico del luteranismo. En torno a la década de 1950 en el movimiento luterano Die Sammlung se propuso una interpretación más católica del texto, aunque en realidad sin grandes consecuencias. Con ocasión del 450 aniversario de la Confesión se celebraron congresos y aparecieron numerosos estudios. Algunos católicos empezaron a preguntar si su Iglesia no podría aceptar el documento como expresión auténtica de una fe común: algunos respondieron positivamente, pero luego se echaron atrás; otros dieron también una respuesta positiva, pero añadiendo diferentes matices; otros respondieron negativamente. También otras Iglesias estudiaron sus implicaciones".

La eclesiología de la Confesión se encuentra principalmente en los artículos 5, 7, 8, 14 y 28, aunque la palabra ecclesia aparece 83 veces en el texto latino, y Kirche y sus derivados 54 veces. La principal afirmación sobre la Iglesia está en el art. 7: «La Iglesia una y santa permanecerá para siempre. Ahora bien, esta Iglesia es la congregación de los santos, en la cual el evangelio es enseñado rectamente (pure docetur/rein gepredigt) y los sacramentos son rectamente (recte/ gereicht) administrados. Y para esta unidad de la Iglesia basta coincidir en la doctrina del evangelio y en la administración de los sacramentos. No es necesario que las tradiciones de los hombres, o los ritos o ceremonias instituidos por los hombres, sean en todas partes los mismos...» (cf 5, sobre la predicación). El significado de la expresión «santos» es el que tiene en el Nuevo Testamento (por ejemplo, en Flp 1,1) y en el credo, y no está claro que Melanchthon quisiera decir más de lo que dice LG 15, que afirma que, para la plena comunión, son necesarias la gracia y la fe, cuando dice en el art. 8, refiriéndose directamente al donatismo: «La Iglesia es propiamente (proprie sit/eigentlich nicht anders ist dann) la congregación de los santos y de los verdaderos creyentes (...) que están mezclados con los hipócritas y los pecadores (admixti sunt/bleiben)». Por otro lado, las palabras «en la cual» del art. 7 implican una Iglesia visible, de la que no está excluido el ministerio.

En relación con la ordenación eclesiástica, la Confesión exige que uno sea llamado al orden para enseñar y administrar los sacramentos (14). En la conclusión hay una larga sección absolutamente negativa en relación con el abuso del poder episcopal, especialmente en asuntos seculares (28), aunque Melanchthon defendía una jurisdicción episcopal claramente delimitada.

Dado el deseo de unidad y el hecho de que el texto pertenezca a los primeros momentos de la Reforma, puede entenderse que el documento guarde silencio en relación con materias que más tarde serían causa de división, como el papado, la transubstanciación, el purgatorio y la Virgen María. Pero se omiten también otros temas que pertenecen a la exposición completa de la verdad católica, por ejemplo algunos sacramentos (cf 9-13, que tratan sólo del bautismo, la cena del Señor y la confesión). Por otro lado, hay que admitir que son posibles dos lecturas del texto: una más protestante y otra más católica. Pero, a diferencia de posteriores documentos de la Reforma, «este admite claramente un cristianismo en el que la salvación está mediada por la Iglesia y no simplemente por el evangelio»". También es verdad que las lecturas evangélicas de la Confesión, en relación por ejemplo con el aspecto fiducial de la fe, tendieron por lo general a ser descuidadas por la teología católica polémica de los siglos posteriores. Como presentación católica del cristianismo evangélico, todavía hoy sigue teniendo valor para el diálogo ecuménico. [Dado el lugar simbólico de Augsburgo en esta ciudad se firmó una Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación el 31 de octubre de 1999 de las Iglesias luterana y católica.]