COMUNIÓN DE LOS SANTOS
DicEc
 

La expresión «comunión de los santos» (communio sanctorum/koinónia tón hagión) aparece por primera vez en el siglo IV. Pero la realidad subyacente es más antigua. En el mismo Nuevo Testamento a los miembros de la Iglesia se les llama «> santos» y la noción de comunión está bien desarrollada. Ambas ideas se encuentran en los Padres prenicenos.

La ambigüedad del genitivo plural, que en griego y latín puede ser masculino o neutro, hace que pueda significar «de las personas/cosas santas». En su uso griego más antiguo parece referirse a la participación en la eucaristía, un significado que se encuentra también en Occidente. Sin embargo, en Occidente se refiere más comúnmente a personas santas, por lo general designando a las que están en la gloria, las que están en la tierra y después, ocasionalmente, también a las que están en el >purgatorio. J. N. D. Kelly afirma que entre los siglos V y VIII su significado primario es «comunión con personas santas», quedando en un plano secundario los significados sacramentales, quizá a causa del aparente silencio sobre los sacramentos, especialmente la eucaristía, en los credos. Para Agustín la clave de la comunión de los santos es su idea del Cristo total (totus Christus).

Para ser operativa en la teología actual y especialmente en el diálogo moderno, la noción de comunión de los santos necesita cierta explicación. Está relacionada con varios temas eclesiológicos: la Iglesia como >sacramento de la salvación; la vida trinitaria compartida por sus miembros; su dimensión comunitaria; los tres estados de la Iglesia: cielo, tierra, purgatorio (LG 49); el papel de >María, madre, modelo e intercesora.

En la Reforma el término «comunión de los santos» se conservó en cierto modo. La referencia a la comunión de los santos en el credo de los apóstoles se mantiene en el Catecismo menor de Lutero y es desarrollada en su Catecismo mayor, donde se interpreta como una comunión santa (ein heilige Gemein), en el sentido de los santos que forman la Iglesia y que están dotados de dones espirituales usados en amor y concordia. Calvino sostiene una doctrina parecida, rechazando explícitamente la intercesión de los santos. La >Confesión de Augsburgo habla de la Iglesia como de «la congregación de los santos y de los verdaderos creyentes» (art. 8), pero rechaza el culto a los santos (art. 21)". El Catecismo de Heidelberg responde a la pregunta 55, «¿Qué entiendes por comunión de los santos?»: «En primer lugar, que todos y cada uno de los creyentes, como miembros de Cristo, participan de él y de todos sus tesoros y dones. En segundo lugar, que todos han de sentirse obligados a usar sus dones, con diligencia y alegría, en beneficio y para provecho de los otros miembros». La comunión de los santos figura también en el Catecismo anglicano de 1549 y 1662, la Confesión de fe de Westminster (1647) y los Artículos de fe de la Iglesia presbiteriana de Inglaterra (1890). En la Declaración de Llandaff de 1980 los anglicanos y los ortodoxos alcanzaron cierto grado de consenso en torno a la comunión de los santos. Las dificultades de la posición católica desde el punto de vista de los luteranos a pesar de todo siguen siendo sustantivas.

El sentido de la comunión de los santos es muy fuerte en la Ortodoxia, aunque la expresión parece originariamente occidental. Se la ve en la solidaridad entre los miembros de la Iglesia, la mutua participación en la fe, los sacramentos, el amor, la oración; los que están en el cielo comparten también con los que están en la tierra. Mientras que en Occidente se nos advierte que las imágenes religiosas no deben distraernos de la celebración litúrgica, en Oriente el carácter central que desempeña en la liturgia el iconostasio recuerda poderosamente que los santos, lejos de ser una distracción, están profundamente implicados en la celebración litúrgica. Es especialmente la anaphora (la plegaria eucarística) en Oriente y en el Occidente católico la que recoge principalmente la experiencia de la comunión de los santos: la eucaristía se celebra en conmemoración explícita de María y de los santos, haciendo memoria de los muertos, así como de los vivos.

Una de las consecuencias más importantes de la doctrina de la comunión de los santos es una rica teología de la intercesión y del intercambio de méritos. Esta se opone además a la tendencia a considerar la salvación como un asunto puramente personal. La doctrina de la comunión de los santos da origen a la idea del >tesoro de la Iglesia, que es a su vez el fundamento de las >indulgencias. Una comprensión profunda de la comunión de los santos contribuiría a integrar las dimensiones vertical y horizontal de la Iglesia; encierra además posibilidades de abrir nuevas perspectivas para el diálogo ecuménico en torno a la persona y el papel de la Virgen María.