7.- REMEDIOS  PARA  EL  DESAMOR.

 

El amor conyugal está en crisis porque los resortes del hombre contemporáneo se han vuelto frágiles. Se vive sin asideros, sin soportes sólidos, en una existencia que tiende al vacío, o a la superficialidad o al ritmo vertiginoso de vida, pero sin rumbo. Muchas vidas carecen de sentido: en ella ondea la bandera del absurdo y del nihilismo. Desde ellas se hace dificil y costoso entender que el amor - darlo y recibirlo - se aprende y que necesitas, además de esfuerzos, renuncias y sacrificios.

No hay auténtico progreso humano que no tenga un fondo moral. El vacío de ideales constituye la más amarga de las carencias. Deja al hombre flotando en un nihilismo, en las proximidades del tedio, la apatía, la dejadez, el abandono, la deriva; hombre deshabitado que tira por la borda su proyecto vital.

Es mucho más dificil mantener un amor que conquistarlo. Conseguir un amor duradero hoy implica ante todo conocer la metodología  del amor para que éste se vuelva amable y penetre paulatinamente en el interior de uno, saber que el amor no se agota en el sentimiento, sino que se completa y se engrandece por la voluntad, la inteligencia y el compromiso.

 

Primer remedio:  borrón y cuenta nueva.

 

Para empezar a arreglar una situación conyugal dificil es necesario esforzarse por asumir y digerir el pasado.

La incapacidad para superar un pasado dificil y / o traumático es la llave que abre la puerta de la neurosis. Concluyendo en un cuadro semiobsesivo de dificil arreglo.

Un sujeto psicológicamente sano debe tener resortes suficientes para digerir el pasado, aceptarlo y mirar hacia el futuro. Una personalidad frágil, endeble, inconsistente, incapaz de sobreponerse a los avatares previstos e imprevistos que habrá de atravesar una vida, suele terminar mal e interpretar la vida desde un ángulo imposible.

La facultad de mirar a lo lejos le hace al hombre escoger posiciones moderadas y conciliadoras, que a la larga, le engrandecen.

Se suele utilizar la "técnica de la neutralización discursiva", por la que se enumeran los puntos biográficos conflictivos a superar, y se refuerzan con mensajes positivos "convertirme en una persona rencorosa es mal camino", "todos los amargados viven recuerdos dolorosos", "veo claro que se inicia una nueva etapa: libro en blanco, ahora empiezo a pesar de todo...".

 

Segundo remedio:  Esforzarse por no sacar la lista de agravios.

 

La lista de agravios es ese inventario de pequeños y grandes errores, fallos, defectos, y fracasos que se acumulan tras la convivencia. Suele dificultar seriamente el diálogo.

Las razones que se podrían dar para evitar la lista de agravios son:

1)      No es constructivo.

2)      Hace vivir el pasado en el presente de modo recurrente, lo que impide mirar hacia delante.

3)      Es neurotizante: vuelve a las personas complicadas, heridas, acomplejadas, tensas, etc.

4)      Puede hacer que alguien quede seriamente impedido para establecer una futura convivencia.

 

Tercer remedio:  El respeto mutuo en tres direcciones.

 

El respeto quiebra por tres flancos distintos pero complementarios: palabra, obra y gestos. Los tres tienen una raíz común: la consideración en el trato debe basarse en el aprecio y la dignidad de la persona.

-El respeto de palabra tiene una gran fuerza: aprender a controlarse, ser dueño de uno mismo y no perder la calma.

En las crisis conyugales graves o en aquellas otras crónicas con gran deterioro de la convivencia, las palabras duras, fuertes, hirientes, venenosas, cargadas de acusaciones y descalificantes van a dejar una honda huella en quien las recibe.

-El respeto de obra, el maltrato o sevicias: trato cruel, con ensañamiento, salvaje, indigno de un ser humano.

La conducta cruel descalifica al que la practica lo deja al descubierto.

-El respeto de los gestos. Gestos de desprecio, caras largas, aspavientos sistemáticos de desaprobación, maneras desafiantes, modales estereotipados negativos, posturas de hastío, etc, ahogan cualquier posible reconciliación. El daño que ocasiona suele ser mayor que las palabras más fuertes y descalificantes.

 

Cuarto remedio:  para estar con alguien hay que estar primero con uno mismo.

Hay vidas cuyo eje, cuya constante de desarrollo ha sido la inestabilidad afectiva, lo que denota inmadurez. De ahí que la terapia a aplicar sea el replanteamiento de las principales características de la propia personalidad y el deseo operativo de cambiar. Ya que aquella persona que no sabe lo que quiere, que no tiene las ideas claras sobre los temas capitales de la vida, inestable, con criterios cambiantes, que se apunta a lo último que conoce, o que oye o que le llega como novedad; persona con gran facilidad para perder el control, poco realista con sus posibilidades (quiere demasiadas cosas a la vez, estar en muchas empresas humanas al mismo tiempo) y siempre insatisfecha.

Este sería su perfil psicológico. La síntesis de este sujeto, llevado a un punto extremo, sería: "No me aguanto a mí mismo, me desprecio como persona, no me soporto...."

 

Quinto remedio:  la vida conyugal tiene que ser argumental.

 

El aburrimiento es uno de los grandes enemigos de las parejas modernas.

La vida humana tiene que ser argumental: ha de tener unos objetivos, un programa, unos proyectos, ilusiones y motivos para andar juntos.

 

Sexto remedio:  evitar discusiones innecesarias.

 

De las fuertes discusiones no surge la verdad ni la aproximación de la pareja, por lo cual es importante saber callar en ciertos momentos dificiles.

Hay que distinguir: diálogo, diferencia de criterios y discusión.

Dialogar  es conversar, hablar de uno y mil temas, intercambiar experiencias y opiniones.

Diferencia de criterio se da cuando nuestras propias ideas se matizan, se refuerzan o debilitan según los argumentos recíprocos.

Discusión  supone un fondo de desacuerdo, que se intenta vencer por la fuerza o por la habilidad de la descalificación.

 

Séptimo remedio:  tener una vida sexual sana, positiva y centrada en la comunicación.

Por sexualidad sana debemos entender aquella que se desarrolla lejos de conductas patológicas como el sadismo, la satiriasis, el onanismo, o el masoquismo; aquella que se mueve en las coordenadas de la comunicación afectivo - sexual, con la variabilidad y plasticidad de todo comportamiento, pero siempre dentro del marco de la dignidad humana. Lo contrario degrada, no conduce a constituir una comunidad de amor por mucho que se utilice esa palabra y convierte a la pareja en depravada.

Por ello es preciso alcanzar una educación sexual que sea a la vez educación de los sentimientos y de todo lo que se mueve a su alrededor, y así conducir su desarrollo dentro de los parámetros de la dignidad humana. Actualmente el tema cobra unos matices muy complejos por la vía de la permisividad que está haciendo estragos en el mundo moderno. Se ha distorsionado tanto la libertad que en su nombre el ser humano se ve arrastrado a situaciones insólitamente degradantes. Desde ahí tiene un largo trecho hasta recobrar su calidad y grandeza como hombre.

El tema de la sexualidad es interminable, siendo preciso insistir en que se viva con espontaneidad, naturalmente, dentro de una atmósfera de comunicación.

 

Octavo remedio:   hacer repetidos esfuerzos de voluntad por mejorar y pulir las dificultades de la convivencia.

 

Hay que llevar a cabo una "educación de la voluntad".

La voluntad es energía, decidida disposición, empeño, tesón, firmeza, tenacidad, insistencia que no se doblega ante las dificultades, que es capaz de crecerse ante los obstáculos. Facultad que conduce hacia lo mejor, aunque en principio signifique una renuncia costosa.

El que lucha está siempre alegre, porque nunca da batallas por perdidas.

Quien no tiene voluntad, o quien la tiene frágil y quebradiza, de algún modo nos recuerda a la imagen del "niño mimado", que al no tener educada la voluntad se convierte en una marioneta de las circunstancias, traído y llevado por un sinfín de estímulos que le llevan de acá para allá. El resultado nos muestra una persona caprichosa, inconstante, voluble, frívola, mudable, irresponsable, con poco contenido, que solo hace lo que le apetece, mal criada, echada a perder. Con éstas alforjas no llegará muy lejos, ni en el amor ni en ninguna otra empresa grande y seria.

 

Noveno remedio:   echarle a la vida sentido del humor.

 

Hay parejas que se pasan la vida dramatizando, que han aprendido a agrandar los sucesos y a sacarlos de su perspectiva real. Viven la vida de forma trágica, y la convivencia llega a hacerse insoportable, pués siempre todo está destilando infortunio, desastre.

Hay que girar en sentido contrario. Cultivar el sentido del humor no es otra cosa que ver el lado divertido de la vida; hay que ejercitar la risa, la ironía, y la gracia para poder tomarse las cosas con filosofía y desdramatizar las pequeñas y grandes incidencias de la vida. Estas estrategias combaten eficazmente el desaliento.

Cuando se tiene sentido del humor se domina la vida y se pueden superar las adversidades. Su carencia, vuelve a las personas suspicaces, hipersensibles, etc.

 

Décimo remedio:  aprender a remontar momentos, días o situaciones difíciles.

También aquí rigen las leyes del aprendizaje: se necesita tiempo para adquirir ciertas destrezas; todo entrenamiento sigue un camino de ida y vuelta, de avances y retrocesos. Es la ley del efecto de Thorndike: toda respuesta se fortalece si aplicamos estímulos "satisfactores" y se debilita por estímulos "perturbadores".

Para que la comunicación sea efectiva se requiere que sus componentes verbales y no verbales sean congruentes, que el mensaje emitido sea claro, nítido, sin ambigüedades y que los contenidos no verbales apoyen a los verbales. Se pueden y deben decir cosas fuertes pero cuidando los modales.

 

Undécimo remedio:  saber escuchar, aprender a dialogar y adquirir habilidades en la comunicación.

 

Toda comunicación está basada en un juego subterráneo de transacciones; es un intercambio de comportamientos verbales y no verbales, de sentimientos y reacciones vivenciales.

Para mejorar la comunicación, el terapeuta puede diseñar una "guía de discusión" según el siguiente esquema:

1)      Cada comunicante es a la vez emisor y receptor de mensajes.

2)      Hay que conseguir que el mensaje sea claro, concreto y reconocible.

3)      Hay que partir de un principio: querer buscar una solución.

4)      Aprender a eludir las áreas sensibles.

5)      Aprender a centrarse en el tema.

 

 

 

 

 

Duodécimo remedio:  saber utilizar la mano izquierda.

 

Se refiere a la diplomacia, habilidad en el trato, artesanía de las relaciones humanas, cortesía, tacto, saber callar a tiempo y conocer cuándo se debe hablar.

A veces evitar ir de frente y escoger un camino colateral puede ser muy beneficioso para que la convivencia fluya mejor.

 

Decimotercer remedio:   los días rosas.

 

Se trata de que uno de los cónyuges un día cada dos semanas o al mes procure hacer todo lo posible por agradar a la otra persona; esforzándose al máximo. Es pués un mecanismo de refuerzo de conducta, empezando por lo que es más facil, y siempre una vez superados los serios problemas entre ambos.

Los días rosas se contraponen a esa tendencia a centrarse en lo negativo, en vertientes destructivas, sobre todo cuando existe cierta inundación de conflictos que se disparan ante el más pequeño estímulo.

 

Decimocuarto remedio:  saber que la vida tiene activo y pasivo.

 

Cualquier evolución biográfica sola y / o compartida tiene notas positivas y negativas, luces y sombras, transparencias y opacidades, bonanzas y oleajes.

Las personas muy apasionadas, con tendencia a dramatizar o con una visión sesgada y escotomizada de su vida son incapaces de reconocer todo lo bueno que ha circulado por ellos, y se detienen especialmente en los apartados dolorosos y se recrean muchas veces en sus contenidos.

En algún caso puede ser interesante "hacer balance" con cada uno para ilustrar el pasado y llevar a cabo cierta educación retrospectiva que enseñe a valorar sus segmentos y sus parcelas.

 

Decimoquinto remedio: frenar la tendencia a controlar vigilar e inspeccionar al cónyuge.

 

Por lo general suele tratarse de una crítica menuda, poco importante, pero persistente, casi diaria, que se acompaña de enfrentamientos paulatinos. Lo más grave es que conduce a sentirse observado y, por tanto, mantenerse en guardia, perdiendo espontaneidad.

La conducta se autoanaliza moviéndose en base a bloqueos intermitentes. Por esta línea sólo va a haber naturalidad cuando no se esté junto al cónyuge, quien fiscaliza todo su funcionamiento y mecanismos psicológicos. Este hecho, en apaciencia insignificante, se va convirtiendo en una verdadera tortura, que puede llevar a un final imposible y sin salida si no se arbitran unas medidas a tiempo.

La capacidad para respetar la libertad de acción refleja un espíritu liberal en quien lo practica y una aceptación del otro tal como es; aceptación que comporta ayudarle a mejorar, pero de otro modo, con otros resortes, con más tacto, usando la delicadeza como pieza intermedia.

 

 

 

 

Decimosexto remedio:  frenar el lenguaje interior negativo del cónyuge.

La ""psicología cognitiva" se ocupa del procesamiento de la información a nivel cerebral. Sus principales estructuras son la atención, la memoria, las imágenes de la mente, las representaciones, el pensamiento y todos los procesos intelectuales complejos.

En nuestro cerebro se van archivando imágenes y esquemas de nuestras experiencias, desarrollados a partir de hechos anteriores. En una pareja en crisis o con dificultades intermitentes es relativamente frecuente que se vayan elaborando "estructuras cognitivas del cónyuge críticas", negativas, acusatorias......, algo así como opiniones progresivamente peyorativas que van dañando la imagen de la otra persona, aunque tengan un derrotero casi exclusivamente interior.

¿Cómo se fabrican esos conceptos distorsionados?.

1)      Tendencia a hacer generalizaciones negativas continuas.

2)      Centrarse en un detalle negativo y agrandarlo, sacándolo de contexto.

3)      Maximalización y minimación.

4)      Pensamiento absolutista dicotómico.

5)      Adelantarse en negativo.

 

De esas ideas, pensamientos y recuerdos marcados por la hipercrítica del otro van a ir emergiendo sentimientos negativos que modificarán la vida afectiva en esa línea. Se genera un "modelo de esquema" del otro malo, pobre, al que se le escamotea todo plano positivo.

 

8.-  CONCLUSION.

 

Como epílogo a lo anteriormente expuesto podemos sintetizar una serie de conductas y actitudes que a modo de decálogo faciliten la convivencia conyugal, según el siguiente esquema que nos sugiere el prof. Enrique Rojas:

 

a)      Decálogo para la convivencia conyugal:

 

1.      Estar siempre dispuesto a dar y recibir amor.

2.      Tener muy en cuenta que lo importante es lo pequeño.

3.      Luchar por no ser tan hipersensible en la convivencia.

4.      Procurar evitar discusiones innecesarias.

5.      Tener capacidad de reacción tras momentos/ratos/días difíciles.

6.      Cuidar el lenguaje verbal y no verbal; atendiendo al respeto, comprensión y delicadeza.

7.      Poner el máximo empeño para que no salga la "lista de agravios".

8.      Tener el don de la oportunidad.

9.      Todo comportamiento necesita de un cierto aprendizaje.

10.  Es necesario adquirir habilidades para la comunicación.

 

b)      Diez conductas "verbales" positivas.

 

1.      Lenguaje habitual claro: emisor ->  mensaje ->  receptor.

2.      Tener siempre una visión positiva de la vida conyugal.

3.      Gratificaciones orales frecuentes: pequeños elogios, palabras amables, comentarios positivos, etc.

4.      Procurar que exista un buen número de conductas asertivas.

5.      Evitar fórmulas categóricas, tajantes: nunca, jamás, intolerable, inaguantable, etc.

6.      Expresar más y mejor los sentimientos de afecto, y hacerlo de forma tácita y explícita.

7.      Sinceridad, pero evitando la crudeza.

8.      Aprender a no dramatizar, a no convertir las dificultades en asuntos insalvables. Cuidar el volumen de la voz y el tono.

9.      Que los hijos reciban siempre de sus padre los mismos códigos de conducta (consecuencia de que están de acuerdo en la forma en que han de ser educados).

10.  Respetar a los hijos también de palabra, obra y gestos.

 

c)      Diez conductas "no verbales" positivas.

 

1.      Aprender a poner buena cara, a tener gestos faciales positivos.

2.      Cuidar expresiones faciales de afecto: caras tranquilas, sonrisas acogedoras, miradas simpáticas.

3.      Después de un enfado, situación de tensión o disgusto, evitar silencios muy prolongados.

4.      Es conveniente realizar algún gesto de aproximación.

5.      Acompañar el diálogo y el seguimiento del discurso del otro con gestos de atención y aprobación.

6.      Cuidar el aspecto físico, desde la higiene personal al vestido.

7.      Frenar los hábitos cognitivos negativos.

8.      Procurar que exista siempre una estrecha relación entre estímulo -> respuesta.

9.      Tener el don de la oportunidad.

10.  Tener un esquema psicológico y biográfico de la otra persona adecuado a la realidad.

 

V.- CUANDO LA VIOLENCIA SE INSTALA EN LA FAMILIA Y EN LA PAREJA.

 

"La agresión maligna no es instintiva sino que se adquiere, se aprende. Las semillas de la violencia se siembran en los primeros años de la vida, se cultivan y desarrollan durante la infancia y comienzan a dar sus frutos malignos en la adolescencia. Estas simientes se nutren y crecen estimuladas por los ingredientes crueles del medio, hasta llegar a formar una parte inseparable del carácter del adulto".

                                    (Luís Rojas Marcos)

 

1.-Objetivo - hipótesis.

 

El presente trabajo pretende profundizar en las causas de la violencia, y más concretamente en los factores que influyen en el aprendizaje de una pautas de comportamiento basadas en el abuso de poder y cómo se desarrolla la violencia, sobre todo la violencia hacia la mujer en el recinto del hogar.

Esto nos ha puesto en la pista del hecho que ha llevado a un numeroso número de mujeres a acudir a los dispositivos de ayuda de la Administración Pública, en concreto, el puesto en marcha por la Dirección General de la Mujer de la Comunidad Autónoma de Murcia, a través del dispositivo de urgencias del 061. Todo ello con la finalidad de conocer los factores de riesgo que desembocan en agresión familiar, para en su caso, poder sugerir medidas sociales que resulten paliativas, a través de un posible programa de prevención de la violencia familiar y más concretamente de la violencia que tiene por víctima a la mujer, o incluso a los hijos.

Al aproximarnos al tema de la mujer maltratada, podríamos plantearnos la siguiente cuestión respecto del problema objeto de estudio: ¿ qué tienen en común, qué condiciones comparten estas mujeres?.

Lo que nos ha llevado a formular la siguiente hipótesis:  "La mayor dependencia de la mujer de su pareja, es determinante de los malos tratos".

Entendemos por "dependencia" la falta de autonomía de la mujer respecto de su pareja, tanto en el aspecto económico, laboral, cultural y emocional.

De la anterior hipótesis formulada se pueden deducir:

-         Variable independiente: la dependencia de la mujer.

-         Variable dependiente: los malos tratos.

Para responder a esta pregunta formulada, y verificar en la realidad la hipótesis enunciada, hemos hecho un estudio bibliométrico de diversos autores de diferente ideología que tratan este tema y nos servirá de fundamento para dar luz al mismo y extraer conclusiones.

 

2.-Muestra de sujetos.

 

Con el pertinente permiso, pudimos acceder a la estadística del Servicio de Atención a la Mujer Maltratada de Murcia (061), de donde pudimos deducir el siguiente perfil de las mujeres que demandaron asistencia del servicio en un tramo temporal correspondiente al primer semestre del año en curso, siendo sus características las siguientes:

-         Poseen edades comprendidas entre los 25 y 40 años.

-         Nivel de estudios básicos.

-         Situación de desempleo. Sólo trabajo doméstico.

-         Nivel socio-económico bajo.

-         Procedencia urbana, con especial incidencia de personas domiciliadas en Murcia, y su periferia metropolitana.

-         Estado civil casadas, con casos de ausencia de vínculo conyugal.

-         La mayoría sin hijos, si bien aproximadamente 1/3 con hijos.

-         Motivaba su demanda un maltrato físico y psicológico.

-         La mayoría cursaban denuncia contra el agresor.

-         La mayoría demandaba asistencia jurídica, psicológica y social; en algunos casos, médica.

-         Aproximadamente 1/3 de las demandantes de asistencia, requerían realojamiento urgente.

 

Todo el trabajo de campo, revela en un elevadísimo porcentaje de la muestra un alto índice de dependencia de su pareja, en los distintos ámbitos anteriormente apuntados.

 

3.-Fundamentación teórica.

 

a)      Factores que incrementan la desigualdad y conducen a los malos tratos.

Una de las causas más frecuentes de desigualdad correspondería a la división sexual del trabajo. La mujer se dedicó desde siempre a las necesidades puramente de protección de la especie, para asegurar la supervivencia de la prole. Esto ha llevado a un reparto de tareas, que hoy en día no justifica su prolongación en el tiempo a esas mismas condiciones de las que nacieron, sino a la obtención de ese beneficio por parte del varón, pues la conquista del poder y del conocimiento, asi como la obtención de riqueza requieren de una libertad y autonomía que le viene asegurada por las tareas que la mujer cubre respecto a los hijos y al hogar y que de esta manera le es posible alcanzar a él.

Actualmente es precisamente este factor de ausencia de un trabajo remunerado lo que le hace a la mujer depender totalmente de su marido. Factor que agrava todavía más el caso de las mujeres maltratadas pues sin autonomía económica la posibilidad de evitar situaciones de conflicto o de amenazas se reduce.

Los factores estresantes producidos como consecuencia de cubrir ella sola las tareas domésticas y crianza de los hijos sin ayuda en general del marido, conlleva agotamiento, incomunicación, se siente desbordada, sola especialmente en las grandes ciudades donde el tipo de construcción hace que mucha gente viva junta pero que no se conozca. Por el contrario, si antes la mujer en las ciudades rurales y tradicionales todavía estaba más empleada en las tareas domésticas, esta sin embargo se hallaban más repartidas con otros miembros femeninos de la familia llamada patriarcal. Esto hacía que el ama de casa estuviese más acompañada y que los trabajos cotidianos fueran rodeados de una convivencia y rituales unidos a la naturaleza y a las estaciones del año, aportándoles la riqueza del diálogo, de la convivencia de la que hoy carecen. Por ello, en la actualidad existen un caldo de cultivo más propenso a problemas de pareja, depresión, etc....

Por supuesto un factor desencadenante de desigualdad entre ambos sexos y que comenzaría ya siendo maltrato psicológico sería la educación sexista de signo masculino fomentada desde el hogar y también por algunos grupos sociales.

 

 

 

b)Personalidad del maltratador.

 

¿Por qué en el marco familiar se producen estos sucesos violentos?. ¿No se nos ha presentado histórica y culturalmente el núcleo familiar como el sitio idóneo donde cristalizar nuestras expectativas de felicidad y en el que se han de desarrollar los sentimientos de amor y respeto mútuo?.

¿Por qué hombres que aparentemente son corteses y amables y flexibles fuera de su familia, no se muestran así dentro de ella?.

Según el Prof. Luís Rojas Marcos, la familia constituye el compromiso social más firme de confianza, el acuerdo más resistente de convivencia, protección y de amor que existe entre un grupo de personas, y sin embargo aunque nos ofrece el lugar donde cobijarnos del mundo y sus agresiones, es también en él donde se ponen en marcha, por crearse una situación de cautiverio, las más terribles de las pasiones y brutalidades.

Dos tipos de factores están influyendo, el personal que hace referencia a la patología del que maltrata, y los que se derivan de la base en la que está estructurada la sociedad con su reparto injusto y desequilibrado del poder. Nos estamos estamos refiriendo al culto al "macho" creado por nuestra cultura para justificar la agresión humana, es decir, rasgos como fortaleza, agresividad, autosuficiencia, etc..., que se propagan a través de los medios de comunicación y van calando en la sociedad y en personalidades con excesivo dominio del entorno. Actúan muchas veces sin patología conocida sino por incapacidades propias para encajar las frustraciones de la vida (problemas sociales, culturales, laborales, económicos, etc....) y es cuando mediante la agresión a la mujer se desvía la verdadera causa del conflicto y se ofrece al hombre la posibilidad de mostrar su agresividad, entendida esta como muestra de su virilidad. El ansia irracional de control y de poder es la fuerza principal que alimenta la violencia doméstica.

En cuanto a los factores patológicos que influyen en la personalidad del maltratador, podemos destacar ciertas patologías descritas en el DSM IV como: personalidad paranoide, límite, neurótica y pasiva - compulsiva. Otras enfermedades que pueden desencadenar la violencia es la depresión, por la tristeza e insatisfacción que produce no tener la propia vida bajo control; uso de sustancias tóxicas, abuso de alcohol, etc...

Según el Prof. Rojas Marcos, la agresión sádica se produce en situaciones de cautiverio, cuando la víctima, incapaz de escapar de su verdugo, es dominada por fuerzas físicas o psicológicas superiores. Esta condición se da dentro del recinto de la familia. Los seres humanos tenemos una alta probabilidad de ser torturados en el hogar a manos de personas supuestamente queridas. Desde siempre las mujeres y los niños han sido víctimas de la agresión maligna. Su menor fortaleza física les hace objeto de explotación y abuso.

El maltratador corresponde a un hombre cuya apariencia externa suele ser de absoluta normalidad, a excepción de casos patológicos. Incluso atractivo, amable, atento con los demás y educado. Suele perder sus formas cuando por un tercero se siente descubierto en la relación con la víctima. Es común a todos ellos un fondo de inmadurez afectiva.

En el proceso que se sigue en los malos tratos, el hombre manifiesta su carácter violento en menor medida en el noviazgo o bien queda solapado por unas manifestaciones amorosas en demasiada exclusividad respecto a la mujer, que no son malinterpretadas por ella puesto que son los comienzos y pueden hasta vivirse con aprecio.

Posteriormente la mujer descubre que el marido le va imponiendo el alejamiento de los amigos, de la familia y le va cortando toda relación exterior para tenerla bajo su exclusivo dominio. Luego comienza un maltrato psicológico en el que abundan los insultos, malos modos, desprecio a cualquier opinión, forma de vestir, hablar, se ve obligada a ceder constantemente y a que las cosas se tienen que hacer como él diga.

La mujer vive esta situación como una anulación de su persona. La baja autoestima aumenta. El papel de los hijos en un primer momento es de defensa de la madre, molestando en muchos casos al padre si tiene una personalidad celosa, y acaban siendo también objeto de malos tratos.

Los hijos al tener como modelo al padre, terminan por tratar de igual modo a la madre. Esto es lo que hace a muchas mujeres decidirse a poner la demanda de separación. Sin embargo, estas representan una mínima parte ya que temen represalias del marido. Estas que no denuncian acaban viviendo la situación como si se tratara de un secuestro y para soportar el sufrimiento se identifican con el agresor y se anulan totalmente. Caen en las promesas del marido de que aquella será la última vez y no volverá a ocurrir pero terminan atrapadas en esta red. Los estudios demuestran, el último de ellos en 1999 que el 90% de las demandas de separación corresponden a mujeres.

Ante tal situación es imposible salir si no es con ayuda externa y cuando la mujer plantea la idea de la separación sufre en muchos casos amenazas de muerte.. Si la separación es conseguida aparecen amenazas y persecuciones que muchas veces llegan a cumplirse.

Estas situaciones se pueden dar en todos los estamentos sociales pero son sufridas con mayor intensidad por las capas desfavorecidas económicamente ya que una ruptura matrimonial conlleva carencias de todo tipo si a esto añadimos los malos tratos, la situación se agrava mucho más.

Un motivo más de maltrato corresponde precisamente al aspecto económico por ser de capital importancia para la independencia de la mujer ante la separación. Debido a esto es usado por el hombre como arma para obstaculizar dicha separación.

 

c)La violencia sexual.

 

Especial mención queremos hacer en los malos tratos a la agresión sexual.

Según Jane Dowdeswell en su libro "la violación", constata que en más del 50% de las violaciones la víctima conoce al agresor (compañeros de trabajo, esposo, novio, miembros de la familia....).

Los datos estadísticos de los estudios en Nueva Gales del Sur, San Francisco y Reino Unido, demuestran que la proporción de violaciones en el matrimonio está entre 1 de cada 7.

La agresión sexual en la intimidad de la pareja no había sido reconocida hasta ahora como violación debido a que la doctrina legal española consideraba el concepto de débito conyugal como yacimiento obligado entre los cónyuges y por lo que respecta a la mujer, debía estar siempre dispuesta por razón del vínculo matrimonial que les unía. Pero en la práctica se trataba de un derecho del marido y del consiguiente deber de la mujer. Por lo tanto, quedaban ocultas las violaciones que en el interior del hogar se producían.

Posteriormente depurada la ley española en esta materia tan íntima y personal, lo que hoy puede quedar es el lastre machista de aquella mentalidad.

Actualmente es un delito también en España, el forzamiento sexual de la esposa por su marido: el delito de violación en el que queda incurso todo aquel marido que en la intimidad doméstica agrede sexualmente a su mujer, delito no menor que aquel que cualquier otro varón que sin mediar vínculo matrimonial cometa el mismo acto. Un trabajo de la Asociación de Asistencia a Mujeres Violadas escrito por las psicólogas Soledad Galiana y Elena de Marianas pone de relieve la importancia que para la recuperación de la víctima de violación tiene el comportamiento de la familia bajo el influjo del concepto que la propia familia tenga de la violación. El estudio permite afirmar que en aquellas familias en las cuales se conserva la idea de que la mujer ha de ser responsable exclusiva de su integridad sexual, perciben la violación como un fallo grave de la víctima y una vergüenza para todo el grupo familiar. En consecuencia, esta mentalidad lleva a los miembros de la familia a ocultar el delito cometido. La víctima tiene así una fuerte resistencia natural a hablar del suceso, sentimientos de culpabilidad, y su recuperación es mucho más dificil que si se sintiera apoyada por su familia.

Según el profesor Rojas Marcos, al describir los efectos de la violación dice:

"La mujer se siente profundamente vulnerable y atemorizada ante un marido que percibe hostil y peligroso, al mismo tiempo experimenta hondos sentimientos de vergüenza, degradación, miedo, rabia y desconcierto. Muchas víctimas padecen el síndrome postraumático, sufren los efectos de pesadillas constantes o de imágenes muy vividas. Ha de enfrentarse con frecuencia a la duda que sobre su actuación durante la agresión suelen tener hasta sus seres más queridos. El cuestionamiento de su credibilidad llega a aturdir a la mujer especialmente cuando tiene que afrontar la dispar interpretación que dista entre su experiencia durante el ataque y la que suelen albergar las demás personas sobre lo ocurrido".

Las actitudes convencionales de la sociedad suelen culpabilizar a la víctima porque creen que las mujeres no se las puede violar si ellas no se dejan. Esta creencia provoca en la víctima el dilema de expresar con toda su crudeza el hecho ocurrido como si tuviera que convencer a los demás o por el contrario distanciarse. La víctima puede también venirse abajo si en la denuncia advierte actitudes de suspicacia y reserva por parte de policías, abogados, jueces, etc..., por ello es de capital importancia no poner en duda la veracidad de los comentarios que la mujer realiza ante los actos violentos de su marido. Tampoco ridiculizar ni frivolizar, pues todo ello contribuye a silenciar la gravedad de actos de este tipo y a eludir la responsabilidad que tenemos todos como miembros de la sociedad. Como dice Elia Wiesel, premio nobel de la paz de 1983: "el silencio estimula al verdugo no a la víctima".

En el fondo todas las violaciones dentro o fuera del matrimonio responden a un comportamiento sádico de dominio y de poder.

En aquellas comunidades donde el nivel social del sexo femenino no se considera por no darle valor, es donde se produce mayor número de delitos sexuales.

En España, los datos registrados no hacen diferencia entre violaciones producidas dentro del matrimonio o fuera del mismo pues se limitan a recoger el número de violaciones denunciadas entre los años 1989 y 1992, según los datos recogidos del Instituto de la Mujer. La cifra ascendía a un total de 16.443 violaciones. Hay que tener en cuenta que los datos manejados representan una mínima parte ya que las mujeres no se atreven a denunciar el delito, sea por temor al agresor, sea por la vergüenza al tener que exponer el suplicio sexual que han sufrido.

En nuestro trabajo hemos recogido malos tratos físicos y/o psíquicos porque ellas mismas lo expresaron, pero las consecuencias de uno y otro género de acciones son las mismas, si bien a veces la humillación contínua, el silencio mortificante, el enjuiciamiento o descalificaciones constantes pueden incluso llegar a producir alteraciones aún más graves en la personalidad de la mujer.

 

d)      Consecuencia de la violencia familiar en los hijos.

 

Desde el principio de la civilización, los menores han sido objeto de malos tratos, sobre todo por sus progenitores y personas cercanas al ámbito familiar.

Durante siglos las necesidades emocionales y afectivas de los pequeños eran totalmente ignoradas. Eran objeto de utilidad. Pasados los ocho años eran usados como mano de obra. No faltan relatos y leyendas en las que los padres asesinaban a us hijos.

A partir del siglo XVIII, uno de cada cinco recién nacidos era abandonado por sus progenitores en orfanatos, o deshauciados por pobreza o defecto físico y sobre todo si eran niñas.

No fue hasta principios de siglo, cuando empezó a humanizarse la actitud hacia los niños, y el problema de los niños maltratados no empezó a tenerse en cuenta hasta los años 60 concretamente con el doctor Henry Kempe, médico pediatra quien describió el hecho como "síndrome del niño maltratado".

La dependencia absoluta de los niños respecto de los adultos, el uso del poder y fuerza sobre los más débiles y que todo se produzca en el recinto del hogar, hace que los niños sean presa facil para una amplia gama de agresiones. Aunque existe relación entre los factores: pobreza, desempleo, conflictos de pareja, abuso de drogas, alcohol, embarazos no deseados, enfermedades físicas y emocionales de los niños, no siempre se produce causa - efecto entre los factores sociales y los malos tratos. Muchos padres con estos problemas tratan a sus hijos con bondad y comprensión.

Estas agresiones a los niños ocurren en todas las clases sociales y en todo tipo de estados mentales, lo que ocurre es que salen más a la luz pública los casos pertenecientes a hogares pobres o enfermos mentales, y acontecen a puerta cerrada en los hogares de clase media - alta.

Lo que sí es común entre los adultos que cometen malos tratos, es que fueron ellos también maltratados por sus progenitores o abusaron de ellos.  Otra característica, es la falta de empatía para vivenciar con afecto las circunstancias de los niños.

En los Estados Unidos, a pesar de las medidas preventivas con padres agresivos y las leyes vigentes contra el abandono y malos tratos a los menores, 1 de cada 100 niños es enviado a los Servicios Sociales por sospecha de malos tratos y en el 90% de los casos los agresores son sus padres.

A partir de los datos presentados en el libro "El menor en España", de un total de 10 millones de niños menores de 16 años que hay en España, medio millón están sufriendo abusos físicos y la cifra se duplica cuando se trata de malos tratos psicológicos.

Dentro de la violencia a los niños queremos destacar el "abuso sexual" como tortura especialmente cruel a los pequeños. Gracias al hábito creado de denunciar en los últimos años parece que han aumentado los casos, sin embargo siempre se han producido estas atrocidades.

Aproximadamente el 30% de las mujeres y el 18% de los hombres dicen haber sufrido abuso sexual en la infancia.

Los efectos psicológicos de estas agresiones en los niños que viven en estos ambientes son: viven aterrorizados; con sentimientos de angustia y miedo por verse amenazada su integridad física; terror a ser aniquilado. Estos últimos síntomas se denominan "trastorno por estrés postraumático". A partir de entonces el niño vive en un estado continuo de alerta, como si el peligro pudiera volver en cualquier momento.

Otro efecto psicológico sobre el menor, es que tienen la necesidad de no perder la fe en los adultos indignos de su confianza que son sus padres, y como son incapaces de protegerse y ampararse se desconectan del mundo y se distancian de la realidad para finalmente perder su propia identidad. Esto ocurre por que después de sucesivas agresiones, los mecanismos de defensa y de adaptación de la persona quedan alterados. A estos niños objeto de abusos y malos tratos, como les es imposible eludir la realidad que viven, tratan de crear explicaciones a lo que están viviendo y la mayoría de ellos acaban culpándose a sí mismos pensando que ellos son malos y sus progenitores buenos. Las consecuencias más comunes son que terminan siendo adultos con trastornos emocionales graves, con depresiones crónicas, alteraciones del carácter, alcoholismo, abuso de drogas, y a veces personalidad múltiple. Siendo así como se va creando un círculo cerrado. El niño que fue agredido acaba convirtiéndose en adulto agresor, igual que la niña, pero ésta a su vez por observación, reproduce el papel de víctima que su madre adoptó. De esta manera la mujer produce elecciones erróneas de pareja por las condiciones de baja autoestima que vivió y por la repetición de esquemas familiares que ya conoce.

Sin embargo, afortunadamente podemos decir que los datos más recientes desde 1989 sobre el índice de violencia doméstica conyugal en los países de Occidente, ha descendido a una media anual del 5%. Igualmente los índices generales de casos de niños maltratados están descendiendo lentamente.

El Dr. Luís Rojas Marcos atribuye este descenso a causas como son la evolución de la condición de la mujer y el ímpetu feminista sobre los métodos de control de natalidad. Por otro lado, la igualdad de oportunidades entre los sexos, ha contribuido al proceso liberador de la mujer y este a su vez, a que se produzca una mayor apertura en la mentalidad del hombre y en sus pautas de comportamiento. Así  la mujer ha ayudado al hombre a adaptarse a una nueva y más igualitaria dinámica de pareja. Estos modelos de relación se prestan menos a la violencia por basarse en expectativas de igualdad.

Podemos decir, que al haberse incrementado la edad media para contraer matrimonio, el resultado es una pareja con más madurez a la hora de la elección de los cónyuges y de la crianza de unos hijos, y es sobre todo una pareja más igualitaria y respetuosa mutuamente.

Esta apreciación expuesta, se confirma también con los datos recogidos en nuestro trabajo sobre las características comunes de las mujeres que hicieron uso del Servicio de Atención a la Mujer Maltratada, ya que prácticamente la totalidad de ellas pertenecían  niveles  culturales bajos, sin trabajo fuera de casa, o sea que dependían económicamente de sus maridos, y las edades están comprendidas entre 25-45 años. Se puede deducir que la relación de pareja no está basada ni mucho menos en un concepto igualitario, y posiblemente, si se completara el estudio, al investigar en la relación de pareja de sus padres, esta sería seguramente del mismo tipo.

 

 

 

 

 

VI.- ANTIDOTO A LA VIOLENCIA.

 

El carácter se empieza a forjar desde el primer día de vida. Nacemos con un temperamento, con un potencial y unos instintos y tendencias vitales que están programadas en nuestro equipaje genético.

Las influencias físicas, psicológicas, y sociales del medio, contribuyen a moldear nuestra manera de ser. De pequeños imitamos e incorporamos al propio carácter muchos de los rasgos que vemos en las personas del entorno inmediato. Paralelamente, las circunstancias y experiencias, que vivimos durante la niñez guian nuestra adaptación y nos ayudan a construir la personalidad.

Las normas sociales y las tradiciones culturales suponen una aportación más para forjar los ideales, valores, aspiraciones y costumbres que definirán un día la esencia de nuestras actitudes y comportamientos.

Los expertos coinciden en que la formación normal del carácter requiere la satisfacción razonable de ciertas necesidades esenciales: alimento, seguridad, protección de las inclemencias del medio ambiente, calor humano, afecto y estímulo.

Igualmente importante es la presencia estable de adultos que sirvan de modelos y proporciones apoyo, ánimo, comprensión, sentido de disciplina, dirección y que enseñen al menor a discriminar entre el bien y el mal. Desde los primeros instantes, si las necesidades biológicas y emocionales se satisfacen, el pequeño comienza a desarrollar el sentido de seguridad, la confianza en sí mismo y en los demás. Un entorno hogareño, escolar y social saludable estimula la autoestima, el sentimiento de pertenencia a un grupo, el placer del juego en equipo, el sentido de hermandad, de justicia y la capacidad de empatía, o sea , la aptitud de ponernos con afecto en las circunstancias ajenas. Es decir, que para el desarrollo sano de la personalidad hay que tener en cuenta el axioma básico de que el "amor engendra más amor", y por el contrario, como hemos visto anteriormente, la "violencia engendra más violencia".

Tradicionalmente, la prevención de actos violentos se ha llevado a cabo a través de medidas penales, pero esto no es suficiente, es necesario trabajar para minimizar los factores individuales, familiares, sociales y culturales que se sepa contribuyen a la creación de actitudes violentas entre las personas.

El Dr. Rojas Marcos, ha puesto en práctica un "programa de prevención" basado en el modelo de salud pública, según los siguientes pasos:

1) Definir los comportamientos violentos que se intentan prevenir.

2) Analizar las causas primarias de estas conductas.

3) Identificar los grupos sociales de riesgo (tanto los perpetradores como las víctimas).

4) Formular los métodos y mensajes preventivos específicos.

6)      Evaluar los resultados de la intervención.

 

Sin embargo, en Estados Unidos, el índice de abusos sexuales infantiles y de mujeres maltratadas ha disminuido gracias a las estrictas leyes penales contra los perpetradores de violencia doméstica.

Rojas Marcos, al hacer un estudio de los factores que contribuyen a formar una personalidad violenta, apunta como estrategias preventivas, comenzar con una planificación familiar para minimizar embarazos no deseados, sobre todo en medios adolescentes y personas inmaduras para afrontar la crianza. Nosotros añadiríamos unos procedimientos de apoyo como la terapia familiar, y la formación humana, para grupos considerados de riesgo, principalmente.

Otros factores preventivos de personalidades violentas serían: cuidados prenatales y durante el parto; tratamiento precoz de los problemas infantiles del desarrollo como trastornos del aprendizaje; impulsividad, tendencia a robar o engañar; crueldad con los animales, etc...

La efectividad de estos programas está garantizada para edades comprendidas entre 4 - 12 años, antes de que los hábitos se hayan consolidado y todavía es fácil reforzar en sus personas actitudes naturales como la compasión, desinterés, altruismo, tolerancia, solidaridad, sentido de autocrítica y superación, empatía, etc.

El complemento perfecto a estos programas estaría en orientar a los padres y ayudarles a que valorasen su papel tan primordial a la hora de crear focos de valores antiviolentos en sus hogares, para contrarrestar con una sociedad que premia el poder de los fuertes sobre los débiles, como valor de masculinidad; el consumismo; el sexo unido a la violencia, y el desprecio a la mujer.

 

CONCLUSIONES:

 

A la vista de los factores comunes que poseen las mujeres referidas por la estadística aportada en el presente estudio, que a su vez hicieron uso del servicio de ayuda a la mujer maltratada, podemos concluir que cuanto menor es el nivel socio-económico y cultural de la mujer, mayor es la probabilidad de que ella permita en su relación conductas vejatorias  y menos resortes personales y reales (dependencia económica del marido) posee para prevenir dichas conductas. Por el contrario, podemos deducir que a mayor nivel socio-económico y cultural, mayores estrategias posee la mujer para evitar situaciones que dañan su dignidad como persona, empezando desde la correcta elección de pareja hasta si se diera el caso, la ruptura de pareja y acudir a métodos más civilizados como es la mediación donde se facilita resolver una situación familiar de ruptura de forma positiva y no violenta, pues esta no tiene cabida en mediación.

Por ello, la importancia de elevar el nivel cultural de la persona en su programa de prevención de malos tratos , así como la utilización de técnicas adecuadas de Terapia y Mediación Familiar, que favorezcan la comunicación de la pareja, en momentos difíciles, de crisis, y aún en los más graves de ruptura de la misma, que posibiliten en todo caso, el entendimiento de las partes en beneficio especialmente de sus descendientes e incluso de ellos mismos, al dar conclusión a su unión parental, de forma civilizada y racional, pudiendo así asumir ellos mismos su propio destino y el de sus hijos, sin que decida un tercero por ellos, ante su propia incapacidad para ponerse de acuerdo en lo que les conviene.

Con todo lo cual podemos concluir, que se ve refrendada por la realidad de los hechos la hipótesis enunciada anteriormente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

            BIBLIOGRAFIA

 

 

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