Virtud
La virtud constituye un concepto fundamental de la antropología griega e idealista, y
expresa sobre todo la calidad ética del hombre, su valor o su capacidad en el orden moral.
El término griego capital de ápexr\ [arete] apunta a un reconocimiento que responde a
los hechos y a una conducta que impresiona positivamente. A diferencia de la idea
filosófica de virtud, ávéyKÁntoQ [anenkletos] está presuponiendo el foro jurídico de una
corte de justicia que acusa, y designa una conducta irreprochable, contra la que no se
puede levantar ninguna acusación. Procedentes de la esfera cúltica, contamos también
con los términos ápLÍuycoQ [amiantos], sin mancha, y aomXo<; [áspilos], inmaculado,
referidos originalmente a la limpieza ritual cúltica, más tarde también a la integridad
moral y que por ello trataremos en el art. anenkletos. Cf. también -> justicia; -> limpio;
-> recto.
avéyKÁrjtoQ [anenkletos] íntegro, intachable; áfiía.vTOQ [amiantos], sin mancha;
cüficofiog[ámómos]
sin defecto; aaniÁoz [áspilos] sin tachaI 1. Anenkletos se compone de 'éyKAnp.a [énklema] a) acusación, reproche; b) trasgresión, culpa, y de aprivativa.
Consiguientemente en el griego profano (desde Platón) designa una persona o cosa contra la que no se
puede levantar acusación ninguna, o bien, que está libre de culpa, y por esto el término originalmente se entiende
en el sentido jurídico de irreprochable, inocente (Platón, Leg. 5, 737a). Se usa frecuentemente en el lenguaje
corriente, como atestiguan algunos papiros de la época anterior y posterior a Cristo (PSoc 541, 6: s. III a. C; BGU
1347, 8: s. II a. C; PMagd 15, 3: s. III d.C). El significado original fue perdiendo quilates y se transformó en un
concepto de ética burguesa (integro) (en los LXX sólo en 3 Mac 5, 31; cf. Josefo, Ant. 10, 281; 17, 289).
2. Por el contrario, amiantos, sin mancha, es un término cúltico, así como áspilos, sin tacha, y
amonios, sindefecto,
término usado espec. en Lv (p. ej. 3, 1.6) y Nm (p. ej. 6, 14), referido a la ausencia de partes o pormenoresdefectuosos en los animales destinados al sacrificio, y empleado también en los salmos en sentido moral; mientras
que á/j.ánnTOQ [amómetos], irreprochable, era originariamente una alabanza expresa, significando casi lo mismo
que anenkletos. Lo mismo se puede decir de Sipíp.moc; [ámemptos, intachable, palabra a la que falta sin embargo el
trasfondo jurídico y que posee más bien un carácter afectivo.
II El uso que hace de anenkletos el NT no está influido teológicamente por el AT, o por los LXX; el término se
encuentra solamente en 3 Mac 5, 31. (Amiantos sólo en Sab y 2 Mac; áspilos no se encuentra; solamente ámemptos
está frecuentemente atestiguado, espec. en Job, donde viene a significar lo mismo que
dmawz [díkaios], justo,honrado, cabal
y KaSxpóc [katharós] limpio, puro; Job 11, 4; 12, 4).III 1. Anenkletos irreprochable, intachable, se halla en el NT junto a los términos
afines mencionados en I, 2. A pesar de su variado origen, estos términos se han ido
igualando en lo esencial, si atendemos a su contenido teológico. Al uso que hace el
lenguaje griego corriente, corresponde el que se hace de anenkletos en las cartas pastorales
(Tit 1, 6 s; 1 Tim 3,10). Se trata en esos pasajes de las condiciones que se presuponen
para ser llamado al servicio de la comunidad como diácono, presbítero, obispo. Los
adjetivos que hay en el contexto apuntan al significado de irreprochable en el sentido de
buena reputación ciudadana, haciendo así que, junto a las condiciones de tipo espiritual,
también se tengan en cuenta puntos de vista «burgueses» para poner a uno al servicio de
la comunidad, ya que se tiene como meta la buena fama de la comunidad en el mundo.
También en otros casos esta aceptación de pensamientos helenístico-estoicos caracteriza
la orientación teológica de las cartas pastorales.
2. En 1 Cor 1, 8 y Col 1, 22, aparece anénklétos en el sentido jurídico original.
a) 1 Cor 1, 8 habla del día escatológico del Señor. A los creyentes se les promete de
parte de Dios la certidumbre (PefaicboEi [bebaiósei]) de que en el día del Señor
nadiepodrá acusarles,
es decir, de que serán hallados inocentes. Ese no poder ser acusados nohay que entenderlo mal como si se tratase de una cualidad ética o del resultado del
esfuerzo propio, sino que es consecuencia de la -> llamada que se les hizo a ser solidarios
de Jesucristo (v. 9); el no poder ser acusados en el día del Señor resulta del seguir siendo
solidarios de Jesucristo hasta el
fin (ZÉAOC, /"télosjj (v. 8).b) Algo parecido afirma Col 1, 22. También este pasaje habla de una situación de
juicio. De nuevo la obra de Cristo (es decir: la -> reconciliación llevada a cabo por su
muerte) es la base de ese no poder ser acusados los cristianos. El autor de la carta habla
de la justificación o rehabilitación. Para ello, junto al término
anénklétos, sin reproche,irreprochable,
procedente del pensamiento original, jurídico-moral del helenismo, empleaámómos, procedente del pensamiento cúltico judío, que significa sin defecto, sin tacha (p.
ej. Flp 2, 15; Ef 5, 27; 1 Pe 1,19). Ambos términos están alejados de su origen helenístico o
cúltico-judío, si atendemos a su nuevo contenido.
La liberación de la acusación de pecado iniciada en la actualidad (v. 22 nyní, ahora)
por la fe en Jesucristo (v. 23) apunta (v. 22 napxazfjaai [parastésai], para presentaros,
¡infinitivo final!) al afianzamiento de ese no poder ser acusados en el día del Señor
(Konevámiov avroü [katenópion autoú] a sus ojos; cf. Rom 8, 33 s).
H. Wáhrisch
ápETtj [arete] virtud
I El sustantivo arete está estrechamente relacionado con el verbo
(xpapíaKw [ararískd], ajustar, adaptar,encajar, y
procede de la raíz api- [ari-], que encontramos también en apéoKOJ [aréskó], agradar; ápEoróc, [arestós],agradable, y ápiarov [aristón], lo mejor.
Originalmente designaba la cualidad específica que se adecúa a un objetoo a una persona.
1. En la primitiva época griega el término arete abarcaba una amplia gama, y se aplicaba, tanto a cosas y
animales como a hombres e incluso a dioses. (Herodoto III, 88; Platón, Resp. 335b). En Homero se habla de la
arete de los dioses y de sus muestras de poder (II. 9, 498; -» fuerza, art. /irá [bía]j. Este uso religioso de la palabra se
encuentra todavía en la época helenística (Filón, Som. 1, 256; Spec. Leg. 1, 209; Josefo, Ant. 17, 130; 18; 266). Sin
embargo, la mayoría de las veces se mencionan cualidades humanas, p. ej. la arete de los pies, de la lucha, de la
razón (Homero, II. 15, 642; 20, 411); así pues, la arete se refiere a todo el hombre, a sus capacidades corporales e
intelectuales. En esta línea arete designa la calidad de las mujeres (Homero, Od. 2,206) o la valentía de los hombres
(Jenofonte, An. 1,4, 8; latín virtusj. Este término empleado de una manera tan extraordinariamente variada, puede
expresar también, de un modo más general, la dicha (Homero, Od. 8, 329; 13, 45; Hesíodo, Op. 313) y la
gloria(dóíx [dóxa];
Sófocles. Phil. 1420). a la que todos aspiran.2. En Sócrates el término de virtud recibe una significación restrictiva; para él arete ya no designa las
cualidades externas de todo el hombre, sino solamente la moralidad. Su racionalismo ético individualista desliga la
arete de la relación con la polis; él fundamenta la virtud en la tendencia del hombre hacia el bien y llega a la tesis de
que la virtud se aprende: quienquiera que con sinceridad conoce lo que es bueno, lo hace (Platón, Prt. 329 s; Ap.
25c).
Platón ve la virtud condicionada por el alma y en su doctrina del alma (Resp. 353, 376e) desarrolla la jerarquía
de las cuatro virtudes «clásicas»;
GO<PÍC/L [sophía], sabiduría; ávópcícc [andreía], valentía; owtppoovvn [sóphrosyne]moderación; y diKouoavvn [dikaiosyne] justicia
(Resp. 433). Este esquema de las cuatro virtudes cardinales fueadoptado también por la Sabiduría (cf. infra II, 2) y por Cicerón (De officiis). En contraposición con la psicología
platónica, Aristóteles entiende la virtud como É'CÍC [héxis], facultad, hábito, es decir: la conducta cualificada de los
hombres que descansa sobre las cualidades y la decisión propia (cf. su definición en Eth. Nic. II, 4 s p. 1106 a 14 ss).
El distingue entre las virtudes éticas o prácticas, entre las que enumera la valentía, la moderación y la generosidad.
y las dianoéticas, es decir, talantes teóricos de la razón, entre los que están la perspicacia o sagacidad, la sabiduría,
la ciencia y el arte (cf. Eth. Nic. 1130 ss). Ontológicamente la virtud viene determinada por ser un punto medio
entre dos extremos (doctrina de la mesótés, posición intermedia, Eth. Nic. 1107a).
Virtud (ápstrj) 372
3. La Stoa acentúa la conformidad de las virtudes con la naturaleza humana (tcoaá tpóaiv (ijv = K«T' dpexrjv
£>/v [katá physin zén = kat' arelen zén]). No sirven a ningún fin extraño a ellas mismas, como el estado oíos dioses;
más bien son un fin en sí mismas, el cual, mediante el conocimiento y el ejercicio, realiza la meta de la eudaimonia, la
felicidad (Séneca, Epist. 66, 31 s; Cicerón, De Leg. I, 8; 16; cf. también Diog. Laert. VII, 81 ss; X, 132 ss). El esquema
platónico de las cuatro virtudes cardinales sirve de base a las compilaciones de virtudes, llamadas catálogos de
virtudes (Epicteto, Diss. II, 16, 45; III, 2, 3.14; 22, 13 y passimj. Parecidos catálogos de virtudes también se
encuentran en Filón (Sacr. AC 22, 27; Leg. All. I, 86; Spec. Leg. III, 63), en Qumrán (cfr. infra II, 3) y en el NT (cf.
infra III, 3).
II 1. La lengua hebrea no tiene ningún equivalente de la palabra griega arete. Únicamente en algunos
pasajes del Deuteroisaías los LXX traducen t'hilláh, el hecho glorioso, la gesta de Yahvé, por arete (Is 42, 8.12; 43,
21; 63, 7). Además solamente otras veces se traduce hod, vigor, majestad, con arete: Hab 3, 3 referida a Yahvé, y Zac
6,13, referida a Josué (Zorobabel, el mesías sacerdotal designado. En todos estos pasajes se trata de un corrimiento
de significado, que no debería ser minusvalorado y que va desde la comprensión histórica veterotestamentaria de
los hechos de Yahvé (espec. Dtls), hasta la concepción griega de la cualidad.
2. En los libros de los Macabeos (espec. 4 Mac) se habla frecuentemente de la arete. En 2 Mac 6, 31 a la muerte
testimonial de Eleazar, se la llama memorial de su arete (cf. 4 Mac 1, 8.10). En 4 Mac arete designa a menudo la
fidelidad a ¡aje típica de los mártires, los cuales se mantuvieron firmes hasta la muerte en medio de los sufrimientos
y torturas (4 Mac 7, 22; 9, 8.18; 10, 10; 11, 2; 17, 12.17). Pero junto a eso se encuentra también el modo griego de
entender la arete como valentía (2 Mac 15, 17), arrojo varonil (4 Mac 17, 23), astucia (4 Mac 1, 2) o razón (4 Mac 1,
30). También en la Sabiduría se advierte el influjo griego; en 5,13 se contrapone la virtud al vicio, y en 4, 1 se dice
que es imperecedera. En Sab 8, 7 se mencionan las cuatro virtudes cardinales platónicas.
3. De modo parecido a lo que ocurre en la Stoa, en las reglas de la comunidad de Qumrán se encuentran
también catálogos de virtudes o de vicios, que, empalmando con el esquema veterotestamentario de los dos
caminos (cf. Jer 21, 8b) y dentro del horizonte de la concepción dualística del mundo típico de la secta contraponen
el obrar del justo y el del malvado (1QS IV, 3-8.9-14; X, 22.25s). Son virtudes características de los hijos de la luz la
pureza (1QS IV, 5), la perspicacia (1QS IV, 6), el amor (1QS II, 24; V, 4) la humildad (1QS II, 24; VIII, 2) y la
fidelidad a la ley (1QS VIII, 2; X, 25 s), mientras que a los múltiples vicios de los hijos de las tiniebas pertenecen
sobre todo la impureza y prostitución (1QSIV, 10; CD VIII, 5; XIX, 17), la mentira (1QSIV, 9; X, 20) y el odio (CD
VIII, 6; XIX, 18).
III El término de arete no juega un papel predominante en el NT. Aparece
solamente una vez en Pablo (Flp 4, 8), una vez en 1 Pe 2, 9 y 3 veces en 2 Pe (1, 3.5). Más
importancia tienen los catálogos de virtudes y vicios, en los que se desarrollan las
«virtudes» de los cristianos (y los vicios de los no cristianos).
1. En 1 Pe 2, 9 y 2 Pe 1, 3 se habla de la arete divina. Dado que 1 Pe 2,9 cita Is 43, 21
LXX, en ambos el acusativo pl. ápexác, [arelas] hay que traducirlo por proezas, que el
antiguo y el nuevo pueblo de Dios debe publicar. La frase de 2 Pe 1, 3 s, en la que junto a
arete se mencionan también (cf. supra I, 1) dóxa, esplendor, y dynamis poder, deja traslucir
mayor carga de pensamiento griego. Por arete se entiende aquí calidad de la perfección
divina, que mediante sus demostraciones de poder (óvvájieig [dynámeis]) ha otorgado a
los hombres dones, con los que ellos (como formula el v. 4) deben hacerse partícipes (cf.
Mt 5, 48) de la naturaleza divina (SEÍOÍQ (púoewc, [theías physeos]), es decir, de la virtud
divina de la perfección (cf. Mt 5, 48). Como telón de fondo está ahí la idea griega del
parentesco entre la naturaleza divina y la humana (cf. también Hech 17, 28).
2. Los otros dos pasajes atestiguados, Flp 4, 8 y 2 Pe 1, 5, hablan de la virtud
humana. En ambos casos el término arete se halla como un eslabón dentro de la
enumeración de un amplio catálogo de virtudes. De ambas series enumerativas existen
paralelos griegos (de Flp 4, 8: Cicerón, Tusculanae Disputationes V, 23,67; de 2 Pe 1, 5 ss:
Orientis Graecae Inscriptiones, Hg. WDittenberger n.° 438). En ambos pasajes arete no
designa, como en 4 Mac (cf. supra II, 2), la fidelidad a la fe (así Bauernfeind, ThWb 1,460),
sino que abarca la conducta buena y recta del cristiano.
373 Vocación
3. No se puede negar la conexión existente entre algunos conceptos de virtud del
NT y las correspondientes enumeraciones griegas. Así p. ej. Pablo habla sin prejuicios de
lo bueno (Rom 12, 9), de lo respetable, lo justo, lo limpio, lo estimable, lo de buena fama
(Flp 4, 8), de cualquier virtud o mérito que haya y a la que los cristianos deben aspirar.
Por tanto, el cristianismo primitivo reconoce sinceramente que en los «paganos» existen
cosas buenas, e incluye la -> conciencia (Rom 2, 14) y las virtudes en la predicación
cristiana. Por otra parte no hay que pasar por alto las diferencias entre los catálogos de
virtudes estoicos y los del NT, entre el modo de entender las virtudes de los griegos y el
del NT. En los catálogos de virtudes del NT no se encuentra el esquema platónico de las
cuatro virtudes cardinales (cf. supra I, 2), en su lugar, todas las «virtudes» (que una por
una, al menos en gran parte, están exactamente tomadas de las listas griegas) se hallan
ordenadas y subordinadas al punto de vista central del amor (Gal 5, 22; Ef 4, 32-5, 2; Col
3, 12) o bien de la fe (Ef 4, 2 ss; 2 Pe 1, 5). Tampoco conoce el NT la distinción aristotélica
entre virtudes teóricas y prácticas (cf. supra I, 2), sino que acentúa el carácter totalmente
fáctico y obediencial del obrar. Finalmente, y sobre todo, es totalmente extraña al NT la
auto presentación autónoma del estoico en sus virtudes (cf. supra I, 3); en el NT las
«virtudes» son frutos del espíritu (Gal 5, 22), que sirven al amor mutuo y a la glorificación
de Dios. Por esta razón las «virtudes» del NT no se hacen derivar ya de la armonía del
alma (Platón) o de las cualidades del hombre (Aristóteles), sino que se las entiende como
dones gratuitos (xápi<jp.a [charisma]) del espíritu divino; son signos distintivos y
realizaciones de las nuevas creaturas de Dios.
4. La escasa presencia del término arete y espec. la diversa fundamentación y
desarrollo de los catálogos de virtudes indican que en el NT (y por consiguiente en
cualquier teología auténticamente cristiana) sólo impropiamente se puede hablar de
«virtudes». La unión de la doctrina griega de las virtudes y la teología cristiana, tal como
se ha venido intentando desde Ambrosio (De officiis ministrorum I, 24-29), pasando por
Agustín (De libero arbitrio I, 27) y Tomás de Aquino (Summa theol. II/I 55 ss; II/II 58,10)
hasta Scleiermacher, y los más recientes intentos católicos (JPieper), ha sido y sigue
siendo muy problemática. En efecto: en la teología paulino-evangélica, en lugar de la
virtud autónoma ético-racional, está la libertad, operada por el espíritu, de los cristianos,
la cual se desarrolla y conserva en el amor.
H.-G- Link/A. Ringwald
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