DICHOS DE SAN ANTONIO SOBRE CRISTO

entresacados de sus sermones

El jardín es el alma, en la que Cristo, como jardinero, planta los misterios de la fe, y la riega, cuando le infunde la gracia de la compunción. Prólogo

¡Ay de mí! ¡Cuántos religiosos abandonan el "túmulo de la vida contemplativa"... con judas traidor - que era ladrón y tenía su peculio (Jn 12, 6) - abandonan la escuela de Cristo (Jn 13, 29-30)... Domingo de Septuagésima

La tierra, que deriva del latín tero pisar, triturar, es el cuerpo de Cristo, que, como dice el profeta Isaías (53, 5), "fue triturado a causa de nuestros pecados". Domingo de Septuagésima

Y esta "tierra" (el cuerpo de Cristo) fue excavada y arada con los clavos y con la lanza; y de ella se dice: "La tierra excavada dará fruto a su tiempo. La carne de Cristo, traspasada, dará el reino de los cielos. Domingo de Septuagésima

En el firmamento, o sea, en Cristo ya glorificado con la resurrección, hubo dos lumbreras: el esplendor de la resurrección simbolizada por el sol, y la incorruptibilidad de la carne simbolizada en la luna; pero hay que tener presente la condición del sol y de la luna antes de la caída de nuestros primeros padres, porque, por causa de su desobediencia, todas las criaturas soportan un daño. Domingo de Septuagésima

El sembrador es Cristo, o su predicador; la semilla es la palabra de Dios; el camino representa a los lujuriosos; la piedra, a los falsos religiosos; las espinas, a los avaros y a los usureros; la buena tierra, a los penitentes y a los justos. Domingo de Sexagésima

"Isaac" se interpreta "gozo", y es figura de Cristo, que es el gozo de los santos, los que -como dice Isaías- "alcanzarán gozo y alegría" (35, 10): gozo por la humanidad glorificada de Cristo, alegría por la visión de toda la Trinidad. Domingo de Sexagésima

En esta tierra de Gerar, o sea, en este mundo, Cristo sembró tres especies de semillas: la santidad de su vida ejemplar, la predicación del reino de los cielos, la realización de los milagros. Domingo de Sexagésima

Cristo, para el día del ardor, o sea, de su Pasión, con su espíritu de rigor, o sea, inflexible en sufrir la pasión, mientras colgaba de la cruz, meditó cómo pudiera derrotar al diablo, arrancar de su poder al género humano, y a los pecadores obstinados infligirles la pena eterna. Domingo de Sexagésima

Ahora, ya sabes con certeza que el sembrador es Cristo. Salió, pues, Cristo a sembrar su semilla; salió también para construir su iglesia, "con tablas cepilladas", o sea, con santos, puros y perfectos; y la calafateó con la brea de la misericordia y de la bondad, "por dentro" con el afecto, y "por fuera" mediante el ejercicio de las obras. Salió, pues, Cristo del seno del Padre y vino al mundo para sembrar y para construir su iglesia, en la cual se conservará una semilla que no se marchita, sino destinada a durar por los siglos de los siglos. Domingo de Sexagésima

Presta atención a las palabras: el mar, o sea, este mundo, lleno de amargura; es grande por las riquezas, y espacioso por los placeres, porque "espacioso es el camino que lleva a la muerte" (Mt 7, 13). Pero, ¿para quiénes? No ciertamente para los pobres de Cristo, que entran por la puerta estrecha, sino para, las manos de los usureros, que ya se adueñaron del mundo entero. Domingo de Sexagésima

Las sandalias son las obras muertas, que debes quitarte de los pies, o sea, de los afectos de tu mente, porque la tierra, o sea, la humanidad de Cristo, en la que estás por medio de la fe, es santa y te santifica a ti, pecador. Domingo de Quincuagésima

Vete, pues, o soberbio, a aquella tierra, considera a la humanidad de Cristo, observa su humildad y destruye la hinchazón de tu corazón. Domingo de Quincuagésima

En sentido alegórico, el pez es Cristo, asado por nosotros en la parrilla de la cruz. Domingo de Quincuagésima

El bocado es el momentáneo y pequeño placer de la carne, que debes mojar en el vinagre, o sea, en la amargura de la pasión de Cristo. Domingo de Quincuagésima

Cristo, en efecto, sólo por amor llevó a la cruz en su cuerpo el peso de nuestros pecados. Domingo de Quincuagésima

El hipócrita desprecia y escarnece al Señor: lo desprecia, cuando predica al Crucificado, pero no lleva las llagas del Crucificado; y lo escarnece, cuando se esconde bajo la gloria de la piel (apariencia), para poder engañar a los miembros de Cristo. Domingo de Quincuagésima

Ese hombre con su boca blasfema y con el martillo de la lengua golpea y azota a Cristo en sus miembros. Domingo de Quincuagésima

¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Todo el cuerpo místico de Cristo, que es la iglesia, es de nuevo crucificado y matado! En este cuerpo algunos son la cabeza, otros las manos, otros el cuerpo. Domingo de Quincuagésima

¡No hay de qué maravillarse! "Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirán persecuciones" (2Tim 3, 12). Domingo de Quincuagésima

Acumula tesoros en el cielo el que da a Cristo. Y da a Cristo el que da al pobre. Miércoles de Ceniza

La mujer fuerte, con el tiempo y el ojo penetrante de la razón, ve y comprende que es un buen negocio "vender todo lo que tiene y dar el importe a los pobres"; y entonces, despojada de todo, seguir a Cristo desnudo. Domingo II de Cuaresma

Con la misma táctica con que tentó a Adán en el paraíso terrestre, tentó también a Cristo en el desierto, y tienta a todo cristiano en este mundo. Domingo II de Cuaresma

Así Cristo: "Al ser maldecido, no maldecía; y, al padecer, no amenazaba venganza" (1Pe 2, 23). Domingo II de Cuaresma (II)

Esta escala estaba apoyada en la tierra, cuando Cristo se dedicaba a la predicación y obraba milagros; y tocaba el cielo, cuando, como dice Lucas, pasaba las noches en oración al Padre" (6, 12). Domingo II de Cuaresma (II)

En verdad, Pedro quedó desnudo, cuando, a las palabras de la criada, "negó a Cristo", pero luego se revistió de la túnica, cuando reconoció la culpa de su triple negación. Domingo III de Cuaresma

Por la inmensa caridad con que nos amó, Cristo se entregó a sí mismo por nosotros, ofreciéndose en sacrificio de suave olor. Domingo III de Cuaresma

Sólo Cristo fue el verdadero "fuerte", que ató al fuerte diablo. El más fuerte es Cristo, de cuyas armas escribe Isaías: "Se revistió de la justicia como de una coraza, puso en su cabeza el yelmo de la salvación, se ciñó con los vestidos de la venganza y se cubrió de celo como de un manto" (59, 17). Domingo III de Cuaresma

Como David derrotó a Goliat con la honda y con la piedra, así Cristo derrotó al diablo con la honda de su humanidad. Domingo III de Cuaresma

Cristo es nuestro José que, como en una cárcel, con las manos y los pies atados, fue crucificado con los clavos entre dos ladrones. Domingo III de Cuaresma A decir la verdad, el buen ladrón, además de ser un santo confesor que, mientras Pedro negaba a Cristo, él lo reconoció, fue un verdadero copero. Domingo III de Cuaresma

Cristo, mientras mamaba la leche, obraba nuestra salvación. Domingo III de Cuaresma

Cristo es llamado "pontífice de los bienes futuros". Vino, pues, Cristo, cercano a nosotros como pontífice, que hizo de sí mismo un puente desde la orilla de nuestra mortalidad a la orilla de su inmortalidad, para que por ese puente, como por una pasarela que cruza, pudiéramos llegar a la posesión de los bienes futuros. Cristo, pues, vino para perdonar los pecados, y como pontífice de los bienes futuros, para darnos los bienes eternos. Domingo IV de Cuaresma

Cristo no niega sino que acepta, porque es el custodio: "No duerme ni dormita el que guarda a Israel" (Salm 120, 4), y vigila sobre su grey. Cristo es llamado "vara vigilante", porque como el ladrón vela de noche y hurta en la casa de los que duermen, sustrayendo las cosas con la vara en la que hay un garfio; así Cristo, con la vara de su humanidad y el garfio de su cruz, hurta almas al diablo. Domingo IV de Cuaresma

Cristo no fue prestamista, porque no encontró entre los judíos a persona alguna a la cual prestar la suma de su doctrina; y nadie le prestó a El, porque no quisieron multiplicar con las buenas obras el tesoro de sus enseñanzas. Domingo IV de Cuaresma

Siempre, hablando de Cristo, dice Jeremías: "Frente a mi pueblo llegué a ser el escarnio de todos los días" (Lm 3, 14); y de nuevo: "Ofrecerá su mejilla al que lo golpea y será saciado con ignominias" (Lm 3, 30). Domingo IV de Cuaresma

En el día de la natividad, una fuente, o sea, Cristo, brotará de la casa de David, o sea, del vientre de la bienaventurada Virgen, y regará el torrente de las espinas, o sea, nos levantará del cúmulo de nuestras miserias, que todos los días nos punzan y hieren. Domingo IV de Cuaresma

El tercer día Cristo resucitó de los muertos y con El nos resucitó también a nosotros, en una resurrección conforme a la de El, porque como El resucitó, nosotros creemos que resucitaremos en la resurrección general. Domingo IV de Cuaresma

¿Por qué, pues, nosotros, tan miserables, nos alejamos de El y nos olvidamos de El por tan largo tiempo? Pero el alma, esposa de Cristo, virgen por la fe y la caridad, no puede olvidarse de su ornamento, o sea, del amor divino, del cual se halla como adornada, ni del cinturón de su pecho, o sea, de la conciencia pura, con la que se siente tranquila. Domingo IV de Cuaresma

María, pues, o sea, el amor de la gloria celestial, con una libra de nardo genuino, o sea, con la fe de los doce apóstoles, ungió la cabeza de la divinidad y los pies de la humanidad, reconociendo que Cristo es Dios y Hombre, que nació y sufrió la pasión. Domingo de Ramos

Miran hacia el propiciatorio, o sea, hacia el mismo Jesucristo, que es "propiciación por nuestros pecados" (Jn 4, 10); miran, diré más, a Cristo recostado en el pesebre, colgado de la cruz, colocado en el sepulcro. Domingo de Ramos

Por causa de ellos, Cristo en su pasión fue despojado de sus vestiduras y su carne fue crucificada con los clavos. Domingo de Ramos

Y el bienaventurado Bernardo dice de Cristo: "Tanto apreció la obediencia, que prefirió la obediencia a la vida, hecho obediente al Padre hasta la muerte y la muerte de cruz". Domingo de Ramos

Y tú, oh Cristo, eres bendito de manera peculiar, porque tú vienes en el nombre del Padre, o sea, en honor del Padre; tú vienes, o sea, que un día vendrás. Domingo de Ramos

Como te das cuenta, Cristo hoy cumplió cuatro cosas: lavó los pies de los apóstoles, les entregó su cuerpo y su sangre, les brindó un largo y precioso discurso, y oró al Padre por ellos y por todos los que creerían en El. La Cena del Señor

Es lo que hace hoy la iglesia universal, para la cual Cristo preparó hoy en el monte Sión un banquete espléndido y suntuoso, con una doble riqueza: interior y exterior, y abundante. La Cena del Señor

Al imperio de las palabras: "Esto es mi cuerpo", el pan se transustancia en el cuerpo de Cristo, que confiere la unción de una doble riqueza a aquel que lo recibe dignamente: mitiga las tentaciones y suscita la devoción. La Cena del Señor

La uva es la humanidad de Cristo, que, exprimida en el lagar de la cruz, esparció por todas partes su sangre, que hoy dio a beber a los apóstoles: "Esta es mi sangre, que por ustedes y por la multitud será derramada para la remisión de los pecados". La Cena del Señor

La unción (cualidad espiritual), que enseña al hombre todas las cosas que le son necesarias, se prepara con dos elementos: el vino y el aceite; el vino, que fluye de la verdadera vid, exprimida por el lagar de la cruz, y el aceite, con el cual fue ungida la Iglesia primitiva, el día de Pentecostés, o sea, la sangre de Cristo y la gracia del Espíritu Santo. Con estos dos elementos el boticario debe preparar los ungüentos para poder ungir, junto con las tres mujeres, los miembros de Cristo, que son los fieles de la iglesia. La Pascua del Señor

Entonces, el que quiere recibir dignamente el cuerpo de Cristo, ciña los riñones con el cinturón de la castidad, proteja los afectos de la mente con los ejemplos de los santos y traduzca las palabras en obras; y así con los auténticos israelitas celebrará la verdadera pascua, para pasar de este mundo al Padre. La Pascua del Señor

La remoción de la piedra nos recuerda la revelación de los sagrados misterios de Cristo, que estaban tapados por el velo de la letra de la ley. La Pascua del Señor

Si quieres que sea removida la piedra del pecado, que te impide levantarte, reúne alrededor de Cristo a las ovejas, o sea, los buenos pensamientos. La Pascua del Señor

Con esos aromas ustedes pueden ungir los miembros de Cristo con la amabilidad de la palabra y el perfume del buen ejemplo. La Pascua del Señor

La humanidad de Cristo, por medio de la cual la divinidad ejercía su potencia, tuvo origen de Sión, o sea, del pueblo judío, porque "la salvación, o sea, el Salvador, viene de los judíos" (Jn 4, 22). La Resurrección del Señor

Y dice el Apóstol que "Cristo es el primogénito de los que resucitan de los muertos" (Col 1, 18), porque resucitó primero. La Resurrección del Señor

El gozo que experimentaron los apóstoles por la resurrección de Cristo, superó cualquier otro gozo que ellos tuvieron, cuando Jesús estaba todavía con ellos en su cuerpo mortal. La Resurrección del Señor

Ellos hacen esperar largo tiempo a su puerta a los pobres de Cristo, que imploran y piden la limosna con voz lagrimosa, y finalmente, sólo después que ellos se hartaron y no pocas veces se embriagaron, ordenaron que se les dé algunas sobras de su mesa y los enjuagues de la cocina. Esta es también la respuesta del avaro a los pobres de Cristo, que le piden limosna. La Resurrección del Señor

Recuerda que la carne del hombre floreció en el paraíso antes del pecado, desfloreció después del pecado, refloreció en la resurrección de Cristo y "superflorecerá", o sea, florecerá perfectamente en la resurrección final. La Resurrección del Señor

Lo primero que resalta en este evangelio, es el triple saludo: " ¡Paz a ustedes! ", a motivo de la triple paz que Cristo estableció entre Dios y el hombre, reconciliando al hombre con el Padre por medio de su sangre; entre el ángel y el hombre, asumiendo la naturaleza humana y elevándola por encima de los coros de los ángeles; y entre el hombre y el hombre, reuniendo en sí mismo, como piedra angular, al pueblo de los judíos y al de los gentiles (paganos). La Resurrección del Señor

En cambio, ahora Cristo pobre santificó la pobreza en su cuerpo y a los suyos no les promete cosas temporales, sino celestiales". La Resurrección del Señor

Las manos de Cristo fueron el papel, su sangre la tinta y sus clavos la pluma. Cristo nos escribió en las palmas de sus manos... La Resurrección del Señor

Estos dos, que creyeron en Cristo, prefiguraban a la iglesia de los gentiles (paganos), que creería en el nombre de Jesucristo y seria regenerada a través del sacramento del bautismo. La Resurrección del Señor

Con toda razón Cristo puede decir: "Yo soy", porque para El nada es pasado y nada es futuro, sino que todo le es presente. Domingo II de Pascua

Pastor deriva del verbo pasco, apacentar y alimentar; y Cristo diariamente, en el sacramento del altar, nos apacienta con su cuerpo y su sangre. Domingo II de Pascua

La predicación de Cristo posee la virtud del agua, porque lava. Domingo II de Pascua

El rostro de Cristo son los buenos prelados de la iglesia y todos los santos, por medio de los cuales, como por medio del rostro, conocemos a Cristo. Domingo II de Pascua

En su primera venida, Cristo trajo consigo la cuerda flexible de la misericordia, para conquistar a los pecadores; pero en la segunda venida golpeará con el leño de la justicia, y dará a cada uno según sus obras (Mt 16, 27). Domingo II de Pascua

A Cristo, Dios y Hombre, le fue dada una corona con respecto a la humanidad, con la cual lo coronó su madre en el día de sus desposorios. Domingo II de Pascua

La puerta es Cristo: no entra por Cristo el que busca sus cosas y no las de Cristo. Domingo II de Pascua

El hisopo es una hierba apropiada para purificar los pulmones: nace entre las piedras, a las que adhiere con las raíces, y simboliza la fe en Jesucristo, quien, como dice el Apóstol, "purificó los corazones mediante la fe" (Hech 15, g), Esta fe está arraigada y fundada en el mismo Cristo. Domingo II de Pascua

Las ovejas son los fíeles de la iglesia de Cristo, que todos los días, en el altar de la pasión del Señor y en el sacrificio del corazón contrito, se ofrecen a sí mismos como "hostia pura, santa y agradable a Dios". Domingo II de Pascua

Cristo es el regalo óptimo, porque nos fue dado por el Padre, del que es sumo y coeterno Hijo. Domingo IV de Pascua

Con toda razón Cristo es llamado "todo óptimo regalo", porque, cuando el Padre nos lo dio, por medio de El llevó a cabo todas las cosas. Domingo IV de Pascua

Cristo, en el invierno de la infidelidad y en el hielo de la persecución del demonio, descendió en el seno de la humildísima Virgen y habitó en este mundo pobre y abyecto, como un ave sin pluma. Domingo IV de Pascua

Cristo descendió entre nosotros para gemir y llorar -jamás se lee que haya reído-, para enseñarnos también a nosotros a gemir y a llorar. Domingo IV de Pascua

Cristo tuvo una doble herencia: una de parte de la Madre, o sea, trabajos y dolores; y otra, de parte del Padre, o sea, gozo y reposo. Domingo IV de Pascua

La lengua hiere el cuerpo de Cristo, pero no lo traspasa después de muerto, sino que lo mata traspasándolo. Domingo IV de Pascua

El espíritu de pobreza y la herencia de la pasión son más dulces que la miel y el panal para el corazón del verdadero amante de Cristo. Domingo V de Pascua

Roguémosle con las palabras del Profeta: "Oh Dios, nuestro protector, dirige tu mirada y mira al rostro de tu Cristo" (Salm 83, 10), como si dijera: "Si no quieres mirarnos a nosotros por nuestro amor, mira al rostro de tu Cristo, que por nosotros fue golpeado por las bofetadas, ensuciado por los escupitajos, empalidecido por la muerte. Domingo V de Pascua

¿Y cuál Padre no miraría al rostro de su hijo muerto? Por esto, también tú, oh Padre, míranos a nosotros, porque por nosotros, que fuimos la causa de su muerte, Cristo, tu Hijo, murió. Domingo V de Pascua

Con toda razón dice Cristo: "Yo rogaré al Padre por ustedes; el Padre los ama, porque ustedes me amaron y creyeron que yo salí de Dios". Domingo V de Pascua

Cristo, en virtud de su divinidad, penetra hasta la división de las coyunturas y de las médulas, porque conoce perfectamente el principio, el desarrollo y la conclusión de los pensamientos, a qué cosa tiendan, en qué modo se relacionen uno con otro, y de qué manera y con cuáles procesos la compunción salga del corazón. Domingo V de Pascua

¿Qué significa salir del mundo e ir a Cristo, sino dominar los vicios y unir el alma a Dios con los vínculos del amor? Domingo V de Pascua

Cristo compró las almas, exponiendo a la muerte su alma; y por ende el diablo hace todo esfuerzo para engañar a tan excelso Comprador, cuando quiere matar nuestras almas. Domingo VI de Pascua

Asimismo, Cristo envió al Espíritu contra el pecado, para dar vida al alma. Domingo VI de Pascua

En el corazón de los fieles el Espíritu de verdad da testimonio de la encarnación de Cristo, de su pasión y de su resurrección. Y también nosotros debemos dar testimonio a todos los hombres, que Cristo se encarnó de veras, de veras padeció y de veras resucitó. Domingo VI de Pascua

El que se escandaliza en la tribulación, con el escándalo de su impaciencia, se separa de los discípulos de Cristo. Domingo VI de Pascua

Cristo dice: "Yo soy la verdad" (Jn 14, 6). El que predica la verdad, anuncia a Cristo. En cambio, el que en la predicación la calla, niega a Cristo. Domingo VI de Pascua

En tal noche debes ir a Cristo, tu amigo, y decirle: "Amigo, préstame tres panes". Rogaciones o letanías

La zarza, "que ardía y no se consumía" (Ex 3, 2), simboliza a la humanidad de Cristo, que, cubierta por las púas del sufrimiento, ardió en el fuego de la pasión, pero no se consumió: "Se secó como una teja mi vigor" (Salm 21, 16). Rogaciones o letanías

El diablo teme al hombre desnudo, o sea, al pobrecillo de Cristo, despojado de las cosas temporales; en cambio, cuando ve a un hombre vestido, o sea, codicioso y enfrascado en las cosas temporales, lo ataca, o sea, lo asalta con fuertes tentaciones y, en cuanto le sea posible, le inocula el veneno. Rogaciones o letanías

Dice el Apóstol: "Si uno está en Cristo, es una nueva criatura; las cosas viejas pasaron; he aquí, todas las cosas fueron renovadas" (2Cor 5, 17). Entonces las obras viejas, o sea, las obras y el arraigado comportamiento de los cinco sentidos pasan, se alejan y se renuevan en Cristo, para que el hombre "ya no viva para sí, sino para Cristo que por él murió" (2Cor 5, 15). Ascensión del Señor

"Cristo subió al cielo", para elevar consigo a la tierra y hacerla cielo. Ascensión del Señor

Cristo tuvo siempre en sus manos el bastón de la cruz: antes de la pasión lo tuvo en sus obras; en la pasión fue clavado con sus manos en la cruz; y después de la pasión conservó en sus manos las heridas, para mostrárselas al Padre por nosotros. Ascensión del Señor

El papel fue la mano de Cristo; la pluma, el clavo; y la tinta, la sangre. Ascensión del Señor

Con el bastón de la cruz, Cristo, solo, pobre y desnudo, pasó de la orilla de nuestra mortalidad a la orilla de su inmortalidad, a través del río del juicio -esto significa el nombre del jordán-, o sea, a través del derramamiento de su sangre, con la cual juzgó al diablo, o sea, lo condenó y destruyó su poderío. Ascensión del Señor

Cristo, en su pasión, con los clavos y con la rienda de su humanidad labró un freno, para domar y frenar al diablo, para que no corriera a su gusto, sino que, más bien, regresara por el camino por el cual había venido. Debió regresar; y lo que pérfidamente había arrebatado, lo perdió por medio de Maria, Cristo y el madero de la cruz. Ascensión del Señor

Las diversas lenguas son los distintos testimonios, que podemos dar a Cristo, como la humildad, la pobreza, la paciencia y la obediencia; y llegamos a hablar en estas "lenguas", o virtudes, cuando las mostramos a los demás en nuestra vida práctica. Domingo de Pentecostés (I)

En el bastón está representada la cruz de Cristo, en las cinco piedras el conocimiento del Antiguo Testamento, en la alforja la gracia del Nuevo Testamento y en la honda la justa balanza del juicio. David, o sea, el predicador, debe tomar el bastón, o sea, la cruz de Cristo, para que se apoye en ella y soporte más fácilmente la fatiga del camino. Domingo I después de Pentecostés

Escuchemos a Moisés y a los profetas; pero sobre todo hemos de creer en Cristo, resucitado de entre los muertos y sentado a la derecha del Padre; y, creyendo, hemos de amarlo. Domingo I después de Pentecostés

En efecto, después del sacrificio de Cristo, el ingreso en el reino celestial está abierto. Domingo II después de Pentecostés

La abertura del reino fue lograda, gracias a la Pasión de Cristo. Domingo II después de Pentecostés

Quien, pues, tiene riquezas de este mundo, y, después de reservar lo necesario para el alimento y el vestido, ve que su hermano, por el cual Cristo murió, padece necesidad, debe darle lo que le sobra. Domingo II después de Pentecostés

¡Ay de aquellos que tienen la bodega llena de vino y el granero lleno de trigo y que tienen dos o tres pares de vestidos, mientras los pobres de Cristo con el vientre vacío y el cuerpo semidesnudo claman ayuda a su puerta! Y si algo se les da, se trata siempre de poco, y no de las cosas mejores, sino de las peores. Domingo II después de Pentecostés

Así los penitentes deben decir a Cristo: "¡Ten compasión de nosotros y perdona nuestros pecados, porque somos tu carne y tus huesos! Por nosotros los hombres te hiciste hombre, para redimirnos. Domingo III después de Pentecostés

El rey es Cristo, que rige a los pueblos con cetro de hierro, o sea, con inexorable justicia. Domingo III después de Pentecostés

La onza es figura de Cristo, el cual, siendo "uno" con el Padre y el Espíritu Santo, abarca en su unidad el universo de las creaturas. Domingo III después de Pentecostés

El día es Cristo; las doce horas son los apóstoles, los cuales, por su santidad y por la infusión del Espíritu Santo, son nombrados con el número doble. Domingo III después de Pentecostés

También Cristo subió a su habitación, o sea, a la cruz, y allí lloró sobre Adán y sobre toda su descendencia, matados por Joab, o sea, por el diablo, con tres lanzas: la gula, la vanagloria y la avaricia. Domingo IV después de Pentecostés

También Cristo lloró, diciendo: "¡Hijo mío, Adán! ¿Quién me concediera morir por ti? ¿o sea, que mi muerte te sirva de provecho?". Domingo IV después de Pentecostés

Los pobres dan a Cristo los lechos, en los que se duerme, o sea, la tranquilidad de una conciencia pura, en la cual Cristo mismo descansa con el alma; dan tapices de distintos colores, o sea, la variedad de las virtudes; vasos de arcilla, o sea, se dan a sí mismos, cuando se humillan y se reconocen frágiles y amasados de barro. Domingo IV después de Pentecostés

Dan a Cristo el trigo, o sea, la doctrina del evangelio, y la cebada, o sea, las enseñanzas del Antiguo Testamento; y la harina, o sea, la confesión, hecha con la precisión de todas las circunstancias de los pecados. Dan a Cristo el grano tostado de la paciencia; y las habas de la abstinencia, y las lentejas de la propia insignificancia. Dan a Cristo los garbanzos tostados de la compasión hacia el prójimo; y la miel y la manteca de la vida activa y de la contemplativa. En fin, dan a Cristo las ovejas de la inocencia y los novillos gordos de la mortificación del propio cuerpo gordo. Si tú das estas cosas, también a ti se te dará; y oirás al verdadero David, Cristo, que te dice: "Ven conmigo, y descansarás y estarás seguro en la Jerusalén celestial". Domingo IV después de Pentecostés

En efecto, el pueblo sigue a Cristo, que va adelante hacia la pasión; y los discípulos siguen al maestro, para experimentar su misericordia. Domingo IV después de Pentecostés

El hisopo es una planta pequeña, que adhiere a la piedra, y simboliza la humildad de Cristo, el cual disertó desde el cedro hasta el hisopo, porque desde las alturas de la gloria celestial descendió hasta la humillación de la carne. Cristo discute desde el cedro hasta el hisopo, porque juzga los corazones de los soberbios y de los humildes. Domingo V después de Pentecostés

Cristo habló de los animales, cuando dijo: "Miren por ustedes mismos, para que sus corazones no se carguen con glotonerías, embriagueces y afanes de esta vida" (Lc 21, 34). Domingo V después de Pentecostés

"Ustedes que fueron bautizados en Cristo, fueron revestidos de Cristo" (Gal 3, 27). Domingo V después de Pentecostés

El primer árbol fue Cristo, plantado en el jardín de las delicias, o sea, el seno de la bienaventurada Virgen. Domingo V después de Pentecostés

¡Oh vana presunción, oh humildad fructuosa! Los que antes no habían apresado nada, en la palabra de Cristo capturan una gran cantidad de peces. Domingo V después de Pentecostés

La divina Majestad está presente, donde se halla el cuerpo de Cristo, gloria de los ángeles; donde se hallan los sacramentos de la Iglesia; donde se administran los santos misterios. Domingo V después de Pentecostés

Cristo, el gigante que tiene en sí mismo las dos naturalezas y el ágil corredor que devora sus caminos, se lanzó con gozo a recorrer su camino y a llevar a cabo el cometido por el cual había venido. Domingo V después de Pentecostés

La mano, en latín manus, suena como munus, don, ayuda, y es la gracia de Dios, que, cuando está en el hombre, le infunde una ayuda tan grande que, con los lomos ceñidos, puede correr por medio de la castidad y, hecho pobre y desnudo por la pobreza, seguir a Cristo pobre y desnudo Domingo V después de Pentecostés

El que está "sin tierra", o sea, sin el apego a las cosas terrenales, en las que se hallan la inmundicia de la lujuria, la insaciabilidad de la avaricia, la oscuridad de la ira y de la envidia y la fragilidad de la inconstancia, éste, sin duda, santifica en su corazón al Señor como humilde siervo y a Cristo como auténtico cristiano. Domingo V después de Pentecostés

En la resurrección de Cristo los apóstoles recibieron la solidez, y en la venida del Espíritu Santo, una fuerza que jamás se desvanecería. Domingo VI después de Pentecostés

Observa que "del costado de Cristo salieron sangre y agua": el agua del bautismo y la sangre de la redención Un 19, 34). Domingo VI después de Pentecostés

Como Cristo, sufriendo el suplicio de la cruz, tuvo los miembros estirados y clavados, reposó en el sepulcro y fue sustraído a las miradas humanas, así también nosotros, sobrellevando la cruz de la penitencia, debemos tener los miembros clavados por medio de la continencia, para no retornar a los pecados pasados, de los cuales debemos apartarnos completamente, en tal modo que no conservemos ni su imagen ni su recuerdo. Domingo VI después de Pentecostés

"Como Cristo resucitó de los muertos Como Cristo, después de su resurrección, se apareció a los discípulos y cambió su tristeza en gozo, así también nosotros, resucitando de las obras muertas a la gloria del Padre, debemos alegrarnos junto con el prójimo y caminar juntos en la vida nueva. Domingo VI después de Pentecostés

Donde hay la semejanza de la muerte de Cristo, allí hay también el aborrecimiento del pecado. Domingo VI después de Pentecostés

El mandamiento de Cristo no es contrario a la Ley, sino que contiene una ampliación de la Ley, El que no se irrita, no mata; pero no es verdad lo contrario: el permiso de irritarse puede ser causa de homicidio. Domingo VI después de Pentecostés

Si nuestro hombre viejo, o sea, los impulsos instintivos, es crucificado con los clavos del temor de Dios, una vez que esté crucificado, ya no seremos más esclavos, del pecado, o sea, de la iracundia, porque no nos enojaremos más contra nuestro hermano, sino que lo veneraremos en el mismo Cristo crucificado. Domingo VI después de Pentecostés

El hombre pobre es Cristo: hombre según la divinidad y pobre según la humanidad. Domingo VII después de Pentecostés

Y ésta es el alma, que Cristo rescató con su sangre de la esclavitud del diablo. En esa alma Cristo se hospeda, mientras le da vida; y pasa adelante sustrayéndole su gracia para que se humille, cuando ella tiene de sí misma un concepto demasiado alto. Domingo VIII después de Pentecostés

Y si somos hijos, somos también herederos: herederos de Dios y coherederos con Cristo" (Rom 8, 16-17). Domingo VIII después de Pentecostés

El pobre, o sea, la naturaleza humana, y el rico, o sea, la naturaleza divina, están unidas en Cristo, para que el hombre pobre fuese liberado de las penas y de las culpas con las que estaba atado. Domingo IX después de Pentecostés

En la primera venida Cristo tuvo las riquezas, o sea, la pobreza y la humildad, que expuso en nuestros mercados, para que las compráramos, y sin las cuales no podemos ser ricos. Domingo IX después de Pentecostés

Los prelados de nuestro tiempo, que no son discípulos de Cristo sino del anticristo, despreciada la legítima consorte, no se avergüenzan de unirse a una concubina que, constatando estar encinta, desprecia a su señora (Gen 16, 4). Domingo IX después de Pentecostés

En las curias episcopales los bribones hacen resonar la ley de Justiniano, no la de Cristo; cuentan historietas, pero no según tu ley, oh Señor, ley que ya está abandonada y tomada en odio. Domingo IX después de Pentecostés

Los ricos de este mundo, que con embrollos acumulan riquezas de iniquidad, o sea, haciendo desigualdades (en latín hay una asonancia entre iniquidad y desigualdad), no podrían tener amigos más cercanos, si lo entendieran bien, que las manos de los pobres, que son el tesoro de Cristo. Domingo IX después de Pentecostés

Oh rico, da a Cristo lo que El mismo te dio. Domingo IX después de Pentecostés

Los canónigos defraudan la regla de oro del bienaventurado Agustín, y así podríamos proceder en particular para cada religioso, "que cuidan sus intereses y no los de Cristo (Filp 2, 21). Domingo X después de Pentecostés

Cristo, sabiduría y potencia de Dios, penetra en todas partes: en el cielo sacia a los ángeles con la visión de sí, en la tierra espera misericordioso a los pecadores para que hagan penitencia, y en el infierno atormenta a los demonios y a los pecadores que no quisieron esperar en El. Domingo X después de Pentecostés

Y el que vende o compra estos dones, debe ser expulsado de la iglesia, como Cristo expulsó del templo a los vendedores y a los compradores. Así los avaros y los simoníacos hoy bailan y juegan, como sátiros y faunos, en la iglesia de cristo, de rostros rubicundos, bien vestidos y gordos. Domingo X después de Pentecostés

El evangelio que Cristo y los apóstoles predicaron, es la humildad. Y por medio de la humildad se llega a la gloria. Domingo XI después de Pentecostés

Este medicamento, o sea, la humildad de Cristo y la mortificación de la carne, el hombre sabio no lo desprecia; sólo el soberbio mentiroso e insensato lo rechaza. Domingo XI después de Pentecostés

Oh hijo, lleva con Cristo, el Hijo de Dios, el yugo de la obediencia. Domingo XI después de Pentecostés

En el estaño y en el plomo está simbolizada la humanidad de Cristo, que fue de estaño en la natividad. La humanidad de Cristo fue de plomo en la pasión: "Se echó a perder el fuelle, y el plomo se quemó por el fuego" (Jer 6, 29). Domingo XII después de Pentecostés

Cristo, con el madero de su pasión, con el hierro del temor y con la pluma de su amor, hiere los corazones de los penitentes, los que cada día progresan y, como la buena semilla, crecen cada día de virtud en virtud. Domingo XII después de Pentecostés

Cuando Cristo extendió sus manos en la cruz y, después de haberlas extendido, las abrió a los clavos, entonces, a través del agujero de los clavos, derramó un tesoro de misericordia y llenó de bendiciones a todo viviente. Domingo XII después de Pentecostés

Oh Padre, no mires nuestros pecados, sino mira el rostro de tu Cristo, que por nuestros pecados fue ensuciado con escupitajos y fue hinchado por las bofetadas y las lágrimas, para reconciliarnos contigo a nosotros pecadores. Domingo XIII después de Pentecostés

No dice: a tus descendientes, como si se tratara de muchos, sino "a tu descendencia", como a uno sólo; y ésta es Cristo" (Gal 3, 16), quien, como grano de mostaza, fue sembrado en el jardín de la bienaventurada Virgen. Domingo XIII después de Pentecostés

En la lámpara se designa la predicación, en la cabeza la mente, en la leche la compunción de las lágrimas; en los pies los afectos del corazón, en la piedra Cristo, en el aceite la gracia del Espíritu Santo. Domingo XIII después de Pentecostés

Amémosle, pues, como a Dios y Señor y amémosle también como prójimo; y amemos también al que es imitador de Cristo. Domingo XIII después de Pentecostés

"La sombra de muerte", o sea, la muerte de Cristo según la carne, que destruyó nuestra doble culpa. Domingo XIII después de Pentecostés

Por eso existe la costumbre de que los penitentes públicos se detengan delante de las puertas de la iglesia con el cilicio puesto y rueguen a los fieles que entran en la iglesia y les digan: "Nosotros, indignos pecadores, los suplicamos a ustedes, fieles de Cristo, que imploren por nosotros la misericordia divina, porque nosotros no somos dignos de entrar en la iglesia y de participar en la asamblea de los fieles". Domingo XIV después de Pentecostés

La sabiduría de Cristo quebranta el dominio del diablo. El antiguo adversario no fue vencido por la fuerza sino por la sabiduría, mientras temerariamente acometía contra Cristo, en el cual no había nada que le concerniese; y así con razón perdió al hombre, sobre el cual tenía casi algún derecho de dominio. Domingo XV después de Pentecostés

Cristo dio su testamento a los hijos, cuando dijo: "Este es mi mandamiento, que se amen los unos a los otros, como los amé" (Jn 15, 12). Domingo XV después de Pentecostés

En el costado de Cristo el justo hallará pastos, y entonces podrá decir: "Mi delicia es estar con el Hijo del hombre, colgado del patíbulo de la cruz, clavado con clavos, abrevado con hiel y vinagre y con el costado traspasado". Domingo XV después de Pentecostés

Por esto Cristo se gloria de ser una flor del campo, como se lee en el Cantar: "Yo soy la flor del campo" (2, 1). "Les digo que ni Salomón. El sapientísimo Salomón indica aquí a los sabios de este mundo que, con su gloria frívola y pasajera, con toda su ciencia que hincha, con toda su elocuencia engañosa, no están vestidos como uno de estos pobres de Cristo. Domingo XV después de Pentecostés

Con esta segunda parte del evangelio concuerda la segunda parte de la epístola: "Los unos lleven las cargas de los otros; y así cumplirán la ley de Cristo" (Gal 6, 2). Si eres ave del cielo y lirio del campo, entonces podrás llevar las cargas, o sea, las tribulaciones y las debilidades del prójimo, como si fueran tu bagaje; y así cumplirás la ley de Cristo, o sea, el amor de Cristo, "que llevó nuestros pecados en su cuerpo en el madero de la cruz" (1 Pe 2, 24). Domingo XV después de Pentecostés

La justicia del reino consiste en observar todo lo que Cristo nos enseñó. Domingo XV después de Pentecostés

Así Cristo eliminó la mancha de corrupción que se manifestaba en nuestra figura; y por ende mereció oír para sí y para sus bautizados: "Este es mi Hijo dilecto, en el cual me complazco" (Mt 3, 17). Domingo XVI después de Pentecostés

El amor de Cristo, que nos amó hasta el fin, fue superior a todo conocimiento de los hombres. Domingo XVI después de Pentecostés

Entonces el alma besa la cúspide del cetro, cuando se une inseparablemente al amor de Cristo; y entonces puede decir con el Apóstol: " ¿Quién me separará del amor de Cristo?". (Rom 8, 35). Domingo XVI después de Pentecostés

En cambio, el Apóstol dice: "Todo lo consideré como estiércol con el fin de ganar a Cristo" (Filp 3, 8). Domingo XVII después de Pentecostés

Cristo vino a traer a la tierra el fuego, porque a la frialdad y al hielo de la soberbia contrapuso el calor de la humildad. Domingo XVIII después de Pentecostés

El pobre en el espíritu es el corredor ligero, que corre con el gigante de la doble naturaleza (Cristo). Domingo XVIII después de Pentecostés

No se les reprocha a los judíos, porque afirman que Cristo es hijo de David, sino porque no creen que Jesús es también el Hijo de Dios. Domingo XVIII después de Pentecostés

El que da su corazón a Dios es de veras "cristo", o sea, el ungido por la gracia, e hijo de David. Domingo XVIII después de Pentecostés

Dice el Apóstol: "Delante de Dios, somos el buen perfume de Cristo que se difunde en todo lugar" (2Cor 2, 14-15). Domingo XVIII después de Pentecostés

Cristo fue pobre, porque no tenía dónde reposar la cabeza (Mt 8, 20), sino en la cruz, en la que, "inclinada la cabeza, rindió el espíritu" (Jn 19, 30); y Cristo fue silencioso, porque fue llevado a la muerte como una oveja y, "mientras lo maltrataban, no abrió su boca" (ls 53, 7). Domingo XIX después de Pentecostés

Nada debe interponerse entre la pasión de Cristo y la vida del predicador, para que éste pueda decir con el Apóstol: "Por Cristo el mundo fue crucificado para mí y yo para el mundo" (6, 14). Domingo XIX después de Pentecostés

¿Por qué hoy acaece que casi todos dicen falsedades a su prójimo, sino por avaricia que divide entre ellos a los que deberían ser miembros de Cristo? Domingo XIX después de Pentecostés

La obediencia es la mejor consejera, porque enseña a mortificar la propia voluntad, que es el camino que lleva al infierno, y a cumplir la voluntad de aquel que es el camino para el cielo (Cristo). Domingo XIX después de Pentecostés

Por esto, Cristo es llamado también abeja, porque tiene la miel de la misericordia y el aguijón de la justicia. Domingo XX después de Pentecostés

Dice el Salmo: "Tú protegiste con la sombra mi cabeza en el día de la batalla" (13,9, 8), o sea, al tiempo de la prosperidad mundana, que hostiliza reciamente a los pobres de Cristo. Domingo XX después de Pentecostés

¿Cómo podría participar en las bodas del Hijo de Dios y de la bienaventurada Virgen, el que no se viste con el traje de lino de la castidad? ¿Cómo puede pretender entrar en la Iglesia, unirse a la comunidad de los fieles y participar en la preparación del cuerpo de Cristo, el que sabe que no tiene el traje de lino cándido y espléndido, o sea, la castidad interior y exterior? El rey le dirá sarcásticamente: "Amigo, ¿cómo entraste aquí sin el traje nupcial?" (Mt 22, 12). Domingo XX después de Pentecostés

El reino de Cristo es la vida del justo. Domingo XXII después de Pentecostés

¡He ahí cuáles son los miembros del cuerpo de Cristo, que es la iglesia: los avaros y los lujuriosos!. Ellos no son la iglesia de Cristo, sino la sinagoga de Satanás. Domingo XXII después de Pentecostés

Bajo los pies de Cristo, o sea, bajo su humanidad, están puestas, como escabel, las mentes de los justos. Las mentes de los justos, sometidas a la humanidad de Cristo con la fe y la humildad, son como un precioso trabajo de piedra de zafiro. Domingo XXII después de Pentecostés

Como Cristo perdonó los pecados de manera absoluta y sin condiciones, así la Iglesia tiene el poder de perdonarlos incondicional y definitivamente. Domingo XXII después de Pentecostés

Sin embargo, esta razón fue deformada por el pecado del hombre; y por ese pecado el hombre perdió su semejanza con Dios, pero con la gracia de Cristo esa semejanza fue restablecida. Domingo XXIII después de Pentecostés

Cristo en defensa de los suyos, es como un muro de fuego que destruye a los enemigos, y en medio de ellos será una gloria que los alienta. Domingo XXIII después de Pentecostés

Ellos a Cristo, pendiente de la cruz y sediento, no ofrecieron un vaso de agua fresca sino vinagre mezclado con hiel; y Cristo, después de haberlo probado, no quiso beberlo, porque quiso probar la amargura, o sea, la pena de la culpa, pero no quiso asimilarse nuestros pecados. Lo mismo hacen hoy con Cristo los falsos cristianos, peores que los judíos. Domingo XXIII después de Pentecostés

Cuando un fiel cristiano se mezcla con el agua del placer carnal, muy pronto se convierte en el vinagre del pecado mortal que, en cuanto dependa de él, ofrece a Cristo, no digo colgando de la cruz, sino que ya reina en el cielo. Domingo XXIII después de Pentecostés

Los cristianos tomamos el nombre de Cristo, y no de otro. Domingo XXIII después de Pentecostés

Esta soga está en las manos de Cristo, que da la gracia de la confesión a quien quiere, según la elección de su misericordia. Domingo XXIII después de Pentecostés

Dice el Apóstol: "Despierta, tú que duermes, y Cristo te iluminará" (Ef 5, 14); o sea, despiértate por medio de la contrición, sal por medio de la confesión de los muertos, o sea, de las obras de muerte; y "Cristo será tu luz". Domingo XXIII después de Pentecostés

Dice el Apóstol: "Los que son de Cristo, crucificaron su carne con sus vicios y sus concupiscencias" (Gal 5, 24). Domingo XXIII después de Pentecostés

La sangre de la pasión de Cristo detiene la sangre de nuestra malicia. Domingo XXIII después de Pentecostés

El fruto de la penitencia es sublime, cuando el penitente es humilde y se humilla frente al verdadero Sol, sublime y humilde, o sea, Cristo, que cubrió con un velo el esplendor de su luz con el cilicio de nuestra mortalidad. Domingo I de Adviento

Cristo, con los brazos abiertos en la cruz, como dos alas, acoge a cuantos acuden a El y en el refugio de sus llagas los esconde de las amenazas de los demonios. Domingo I de Adviento

La sangre de Abel grita venganza, la sangre de Cristo implora misericordia. Domingo I de Adviento

En cambio, del humilde Cristo dice Isaías: "El no gritará, ni hará resonar su voz por las calles" (42, 2). Domingo II de Adviento

En Cristo hubo la pobreza, la obediencia y la humildad. Los que se escandalizan de estas cosas, se escandalizan de Cristo. Domingo II de Adviento

Como Cristo acogió a los ciegos para iluminarlos, a los cojos para hacerlos caminar, a los leprosos para limpiarlos, a los sordos para restituirles el oído, a los muertos para resucitarlos y a los pobres para evangelizarlos, así debemos acogernos los unos a los otros. Domingo II de Adviento

Si tu prójimo está ciego por la soberbia, en cuanto depende de ti, procura iluminar sus ojos con el ejemplo de tu humildad; si anda cojo por la hipocresía, enderézalo con la acción de la verdad; si está leproso por la lujuria, límpialo con la palabra y el ejemplo de la castidad; si está sordo por la avaricia, muéstrale el ejemplo de la pobreza de Cristo; si murió por sus glotonerías y sus ebriedades, resucítalo con el ejemplo y la virtud de la abstinencia; y evangeliza a los pobres, enseñándoles la vida de Cristo. Domingo II de Adviento

Así los que destruyen la vejez del pecado mediante la piedra, que es "Cristo", mueren al mundo y rejuvenecen en Dios. Domingo II de Adviento

"La paz de Cristo sobrepasa todo entendimiento", tanto de los ángeles como de los hombres. "Esa paz guarde sus corazones", para que la obra de la justicia sea la paz; "y sus inteligencias", para que el fruto de la justicia sea la tranquilidad, "en Cristo Jesús", Señor nuestro. Domingo III de Adviento

Juan representa al prelado o al predicador de la santa Iglesia, que debe ser "hijo de Zacarías", cuyo nombre se interpreta "memorial del Señor", para que tenga siempre en su mente "el memorial" de la pasión de Cristo. Domingo IV de Adviento

¿Cuál es la voz, quién es el que grita y qué es el desierto? La voz es el predicador; el que grita, es Cristo; el desierto es su cruz. Domingo IV de Adviento

El ánfora es la humanidad de Cristo, formada de tierra virgen y quebrada en la pasión. Domingo IV de Adviento

Desde la caída de Adán hasta la llegada de Cristo fue tiempo vacío. Natividad del Señor

Observa que Cristo, tanto al principio como al fin de su vida, fue envuelto en pañales. Natividad del Señor

Sara se interpreta "princesa" o "carbón", y es figura de la gloriosa Virgen, princesa y nuestra reina, inflamada por el Espíritu Santo como el carbón por el fuego, Hoy Dios le dio la sonrisa, porque de ella nació nuestra sonrisa: "Les anuncio un gran gozo", porque nació la sonrisa, porque nació Cristo. Natividad del Señor

Cristo quiso ser llamado "niño" por muchas razones; pero, por amor a la brevedad, voy a exponer una sola. Si ofendes a Cristo con un pecado mortal y si le haces cualquier otra injuria, pero después le ofreces la flor de la contrición o la rosa de una confesión bañada en lágrimas -"las lágrimas son la sangre del alma" (Agustín)-, El no se acuerda más de tu ofensa, perdona la culpa y corre a tu encuentro para abrazarte y besarte. Natividad del Señor

Cristo se preparó en el seno de la Virgen un vestido variopinto, o sea, la humanidad, adornada con los dones de la gracia septiforme; y "era betlemita", porque hoy nació de la Virgen en Belén. Natividad del Señor

La llave es la cruz de Cristo, con la cual El nos abrió la puerta del cielo. Natividad del Señor

Cuando algún mundano se convierte y llega a ser "niño" de Cristo, con el júbilo del corazón y la alegría en la voz, debemos prorrumpir diciendo: "Nos ha nacido un niño". Natividad del Señor

Observa que la gallina se enferma, cuando los polluelos se enferman; al llamarlos a comer, chilla tanto hasta hacerse ronca; los cobija bajo las alas y los defiende del milano con las plumas erizadas, Así Cristo, Sabiduría del Padre, por nosotros enfermos se hizo enfermo. San Esteban protomártir

Así, hoy en día, la doctrina de Cristo no tiene la voz melodiosa de la adulación, porque no halaga a los pecadores ni promete ventajas temporales, sino que resuena ásperamente, porque enseña a mortificar la carne y a despreciar el mundo; y por esto no es escuchada de buena gana. San Esteban protomártir

Esposa de Cristo son los clérigos, que engordaron con su patrimonio y que más que otros aborrecen su aliento, o sea, su predicación, que procede de lo profundo de su ser, porque, como dice Job, "escondido y profundo es el lugar de donde se la extrae" (28, 18). San Esteban protomártir

Las sendas de la rectitud son la pobreza y la obediencia, por las que Cristo, pobre y obediente, te guía con su ejemplo. San Juan Evangelista

O también: El cedro incorruptible es figura de la humanidad de Cristo, que no conoció corrupción, y cuya médula es la divinidad. San Juan Evangelista

En la cruz hay la humildad contra la soberbia del diablo; hay la pobreza de Cristo contra la avaricia del mundo; y allí hay la crucifixión con los clavos contra la lujuria de la carne. Santos Inocentes

Los Magos, que adoran a Cristo y le ofrecen dones, representan a los penitentes que, iluminados por la estrella de la gracia, adoran en espíritu y verdad y ofrecen el triple don de la penitencia. Santos Inocentes

Y Cristo, después de tres días, o sea, después de los tres tiempos: de la naturaleza, de la ley y de la gracia (o sea, de Adán a moisés, de Moisés a Jesús y de Jesús para adelante), se hirió a sí mismo, o sea, permitió que otros lo hirieran, y con su sangre roció a sus hijos muertos y los hizo revivir. Santos Inocentes

Sin embargo, como la misericordia del mismo Cristo es más grande que la aridez de los huesos y de su dureza, añade: "Yo haré entrar en ustedes el espíritu y vivirán. Domingo I después de Navidad

El tiesto, que suena casi como tostado, es figura del falso cristiano: tostado (quemado y endurecido al fuego), porque carece de devoción; frágil, porque está hecho de arcilla; y se opone a su Alfarero (que lo plasmó), o también a Cristo, que lo modeló con sus manos clavadas en la cruz, que lo restableció en el honor de su primitiva dignidad y lo hace permanecer (en el ser y en el obrar). Domingo I después de Navidad

Las manos de Cristo son llamadas "torneadas", o sea, labradas por el torno de la pasión; y fueron perforadas con los clavos como por un torno; adornadas de oro por la pureza de las obras; y están llenas de jacintos, o sea, con los premios de la vida eterna. Domingo I después de Navidad

La pasión de Cristo es llamada "exceso", porque sobrepujó el dolor y el martirio de todos los santos. En su pasión Cristo sobrepujó toda tristeza y todo dolor. Domingo I después de Navidad

"Cristo fue circuncidado sólo en el cuerpo, porque nada había que circuncidar en su espíritu, porque "El no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca" (1Pe 2, 22). Circuncisión del Señor

Cristo es Dios y también hombre; pero de por sí "suena" en cuanto es Dios, pero no "suena" en cuanto es hombre, porque la divinidad conservó el derecho de la personalidad al asumir la humanidad; pero la humanidad, al ser asumida, no recibió el derecho de la personalidad, (porque no la persona asumió a la persona, ni la naturaleza asumió a la naturaleza, sino que la persona asumió a la naturaleza). Circuncisión del Señor

Y recuerda que toda la vida de Cristo fue marcada por la sangre: comenzó con la sangre del día octavo y concluyó con la sangre. Circuncisión del Señor

Como el sol en su salida y en su ocaso se muestra de color rojo, así Cristo al principio y al término de su vida fue ensangrentado. Circuncisión del Señor

Cristo es la estrella resplandeciente en la iluminación de la mente, y es estrella de la mañana en el conocimiento de la verdad. Epifanía del Señor

El templo es figura de la humanidad de Cristo o también la vida de cada justo. Epifanía del Señor

Cristo fue como una semilla de mostaza, la más pequeña por su humildad; pero creció y se hizo un gran árbol, entre cuyas ramas anidan las aves del cielo (Mt 13, 31-32), o sea, los que contemplan las cosas celestiales. Domingo I después de la octava de Epifanía

El monte de Esaú simboliza las dignidades de los clérigos, que en la iglesia de Cristo son montones de piedras. Domingo II después de la octava de Epifanía

La fe en Cristo se enerva en la molicie de la carne. Cuando nuestra carne se enerva en los placeres, la fe en Cristo se debilita en nosotros; y así el alma, sentada a popa, cierra los ojos, porque, entregada a los placeres, no medita en la miserable conclusión de su vida. Domingo III después de la octava de Epifanía

Sin duda, perece aquel en el cual no se halla la fe de Cristo; y debe ser despertada aumentando la devoción, gritando los pecados en la confesión y llevando a cabo obras buenas. Domingo III después de la octava de Epifanía

En su primera venida, Cristo fue como la lluvia que descendió en el seno de la Virgen. Anunciación de María

Cristo fue también la abeja que se posa en la flor, o sea, en la bienaventurada Virgen en Nazaret, nombre que significa "flor". Anunciación de María

La natividad de Cristo fue como el perfume de un campo, lleno de flores, porque guardó intacta la flor de la virginidad de la Madre, cuando de ella vino a la luz. Anunciación de María

¿Qué les diré de los afeminados prelados de nuestro tiempo, que se acicalan como mujeres destinadas a las bodas y se revisten de pieles variopintas, y cuyos excesos se manifiestan en monturas pintadas y en arreos y en espuelas de caballos, que enrojecen de la sangre de Cristo? ¡He aquí a quien está confiada hoy la esposa de Cristo, quien fue envuelto en pañales y recostado en el pesebre. Anunciación de María

Ante todo, lo ofreció su Madre, según las prescripciones de Moisés; y después Cristo se ofreció a sí mismo en sacrificio a Dios Padre, para la reconciliación del género humano. Purificación de María

La dichosa María es llamada hermana de Cristo por la comunión de la carne. Purificación de María

En la estaca, que sirve para cerrar la tienda, se indica la virginidad de la bienaventurada María; y en el martillo, que tiene la forma de tau (T), se designa la cruz de Cristo. Purificación de María

Lleva a Cristo en los brazos aquel, que acoge la palabra de Dios no sólo con la boca, sino con obras de caridad, como hacía Job, cuando decía: "Dilacero mis carnes con mis dientes y llevo mi alma en mis manos" (13, 14). Purificación de María II

La cera nueva es la carne de Cristo, asumida de la carne inmaculada de la gloriosa Virgen; y en ella hay la miel de la divinidad, indicada en el oro. Purificación de María II

La cera es la carne de Cristo; la estopa, su pasión; y la llama de fuego es la Potencia de su divinidad. Purificación de María II

El carbón apagado es el pobre de Cristo, cuyo rostro se puso negro por el hambre y la sed, por la fatiga y el sudor; y por esto en la plaza del mundo, que es la gloria humana, no se le conoce. Purificación de María II

De esa manera Cristo es concebido en la humildad, nace en la caridad, que es la casa del pan, y es crucificado en una elevación. Anunciación de María II

Y en aquel momento fue concebido Cristo de la Virgen, hombre perfecto en el alma y en la carne, aunque todavía no se pudiera distinguir con la mirada las formas del cuerpo y de los miembros. Anunciación de María II

Cristo destruyó en los apóstoles no sólo el nombre, sino también los restos de la propiedad; y no sólo esto, sino también el germen, o sea, la tentación de poseer, y la estirpe, o sea, la voluntad de poseer. conversión de san pablo

Son más miserables que todos los hombres aquellos religiosos, que lo abandonan todo, pero no siguen a Cristo. conversión de san pablo

Son muchos los que abandonan sus cosas; y, sin embargo, no siguen a Cristo, porque, por decirlo así, se tienen a sí mismos (o se bastan). conversión de san pablo

El que desfallece de amor por Cristo, le ofrece el vino de la compunción. conversión de san pablo

La gracia de la confesión no debes atribuírtela a ti mismo sino a Cristo, del cual viene todo lo que hay de bueno en ti. conversión de san pablo

Cristo resplandeció del Padre, como esplendor de luz, corno palabra de la boca, como sabiduría del corazón". la cátedra de san pedro

Todo hombre que nace en este mundo, es iluminado en orden a la vida eterna únicamente por medio de la fe en Cristo, el cual dice: "Yo soy la vid verdadera" (Jn 15, 1). la cátedra de san pedro

Porque "nadie puede colocar un fundamento distinto del que fue puesto, que es Cristo" (1Cor 3, 11), sobre el cual está edificada la iglesia. la cátedra de san pedro

En efecto, el que acoge con amor, en lo íntimo de su corazón, la fe en Cristo, supera con facilidad todo lo que le acomete desde fuera. la cátedra de san pedro

Pero si está edificada en el amor de Cristo, en contra de ella jamás podrán prevalecer. la cátedra de san pedro

La máxima sabiduría de Cristo se reveló en la cruz, cuando con el anzuelo de la divinidad capturó al diablo, que quería arrojarse sobre el cebo de la humanidad. la cátedra de san pedro

De la misma manera, Cristo nos preparó el lugar y el reposo de la vida eterna, pero antes nos preparó el camino para llegar. Felipe y Santiago

Cristo, la verdad, nació de una tierra virgen; la verdad de la misma fe nace de la madre iglesia. Felipe y Santiago

Esta puerta es Cristo humilde, y por ella no pueden entrar ni el soberbio ni el avaro con la joroba, porque el que quiere entrar por esta puerta, debe ante todo abajarse y deponer su joroba (su carga), para no tropezar con la puerta. Felipe y Santiago

¡Oh! ¡Cuántos vivirían hoy de muy buena gana y por mucho tiempo en la pobreza más rigurosa, si supieran con absoluta certidumbre que después recibirían el reino de Francia o de España! En cambio, hoy no hay nadie que quiera vivir en la auténtica pobreza de Cristo, para que después pueda poseer el reino de los cielos. Felipe y Santiago

Nacieron de la semilla del verdadero Abraham, o sea, Cristo, tanto de la mujer libre como de la esclava". hallazgo de la santa cruz

Por eso Cristo, para sí mismo y para todos los bautizados, oyó decir: "Este es mi hijo dilecto" (Mt 3, 17). hallazgo de la santa cruz

En efecto, Cristo no bajó del cielo para no permanecer en el cielo, porque no se hizo hombre para dejar de ser Dios; sino que fue "rico y pobre a la vez" (Salm 48, 3), Dios y hombre a la vez, engendrado de Dios antes de los siglos, hombre nacido de hombre en el tiempo. hallazgo de la santa cruz

Cristo subió al cielo por virtud propia; todos los demás son llevados por obra de los ángeles. hallazgo de la santa cruz

La serpiente de bronce es Cristo, Dios y Hombre; el bronce, que, a pesar del paso del tiempo, no se consume, simboliza su divinidad, y la serpiente su humanidad, que en el madero de la cruz fue levantada como si no de nuestra salvación. hallazgo de la santa cruz

¿Y para el hombre hay algo más querido que la vida? La vida del cuerpo es el alma; y la vida del alma es Cristo. hallazgo de la santa cruz

El madero despreciable es el madero de la cruz, porque "maldito sea todo el que pende del madero" (Gal 3, 13), en el cual Cristo, Sabiduría de Dios el Padre, fue despreciado y escarnecido: "¡Oh tú, que destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, sálvate a ti mismo!"; y "Si es el rey de Israel, descienda ahora de la cruz" (Mt 27, 40 y 42). hallazgo de la santa cruz

La corona de espinas, la cruz, los clavos, la lanza y todos los demás martirios de Cristo constituyen la delicia del justo, el cual halla en ellos más consolación que en todas las riquezas de este mundo. Natividad De San Juan Bautista

El olivo simboliza la humanidad de Cristo, de la cual en el lagar de la cruz manó, como aceite, su sangre, con la cual curó las llagas del herido. Natividad De San Juan Bautista

Símilmente, reniega de Cristo con la lengua aquel, que destruye la verdad con la mentira o calumnia al prójimo. Apóstoles Pedro Y Pablo

Pilato, que se interpreta "boca del forjador", es figura de la mentira y de la calumnia, en cuya presencia niegan a Cristo los que niegan la verdad con la mentira y con su boca calumniadora golpean y destruyen la caridad hacia el prójimo. Estos tales piden que les sea indultado el bandido Barrabás, o sea, el diablo, y que Cristo sea crucificado. Apóstoles Pedro Y Pablo

Ese tal es de veras un ídolo, o sea, un dios falso, porque tiene los ojos dirigidos hacia la vanidad del mundo y no ve las miserias de los pobres; tiene oídos abiertos a las adulaciones de sus criados, y no oye el clamor de los pobres; tiene las narices sobre los frascos de perfumes, como la mujer, pero no percibe el perfume del cielo ni el hedor de la gehena; tiene las manos para acumular riquezas, y no para acariciar las cicatrices de las llagas de Cristo; usa los pies para fortificar los campamentos y para recaudar los tributos, y no para ir a predicar; y en su garganta no hay el canto de la alabanza y la voz de la confesión. Apóstoles Pedro Y Pablo

¡Oh amor de Cristo, tú vuelves dulces las cosas amargas! El martirio de los apóstoles fue espantoso y amargo; sin embargo, el amor de Cristo lo hizo agradable y dulce, tanto que lo buscaron con impaciencia y lo acogieron con placer. Apóstoles Pedro Y Pablo

Te suplicamos, Señor Jesús, que nos hagas tierra buena, para que podamos recibir la semilla de tu gracia y podamos "dar frutos dignos de penitencia" (Mt 3, 8); y así mereceremos vivir eternamente en tu gloria, Domingo de Sexagésima

Y a nosotros, tan desgraciados, ¿ qué nos queda por hacer sino ir y morir con El? Sácanos, oh Señor Jesús, del barro de la hez con el anzuelo de tu cruz, para que podamos correr, no arrastrados por el perfume, sino por la amargura de tu pasión. Domingo de Quincuagésima

"¿Qué quieren darme?". Y ¿qué pueden darte? Si te dieran Jerusalén, la Galilea y la Samaría, ¿podrían quizás comprar a Jesús? Si te dieran el cielo y a los ángeles, la tierra y a los hombres, el mar y todo lo que contiene, ¿ podrían quizás comprar al Hijo de Dios, "en el cual están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia?" (Col 2, 3). Domingo de Quincuagésima

Oh Padre, la cabeza de tu Hijo Jesús, que infunde temblor a los arcángeles, es golpeada con una caña. ¡A ti la alabanza, a ti la gloria, porque de los salivazos, de las bofetadas y de los puñetazos de tu Hijo Jesús sacaste para nosotros un antídoto, para expulsar el veneno de nuestras almas!. Domingo de Quincuagésima

¡No hay de qué maravillarse! "Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirán persecuciones" (2Tim 3, 12). Domingo de Quincuagésima

Oh Señor Jesús, quita, quita estas dos palabras: "¡Dame, dame!", de los prelados de tu iglesia, que se pavonean en el monte de las dignidades eclesiásticas y derrochan tu patrimonio que conquistaste con las bofetadas, los salivazos, los flagelos, la cruz, los clavos, el vinagre, la hiel y la lanza. Domingo II de Cuaresma

También tú, que crees en Jesús y de Jesús esperas la salvación, toma contigo a Pedro, o sea, el conocimiento de tu pecado, que consiste en tres cosas: la soberbia del corazón, la concupiscencia de la carne y el apego a las cosas mundanas. Domingo II de Cuaresma (II)

Jesús echa al demonio de los pecadores, cuando graba en su corazón el sello de su amor y el signo de su pasión. Domingo III de Cuaresma

Cuando con el ojo de la fe contemplo a mi Dios, a mi esposo, a mi Jesús, colgado en la cruz, crucificado con clavos, abrevado con hiel y vinagre y coronado con una corona de espinas, toda dignidad, toda gloria, todo honor, toda magnificencia transitoria se me transforman en escualidez; y yo todo lo considero como nada. Domingo III de Cuaresma

Ante todo, Jesús llegó a Betania, o sea, asumió carne humana de la Virgen, para después dedicarse a la predicación. Domingo de Ramos

"Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: "Vayan a la aldea, que está enfrente de ustedes; y en seguida hallarán un asna atada y un pollino con ella. Oh Señor Jesús, ¿qué es lo que dices? ¿Quién podrá desatar las cadenas de los clérigos y de los falsos religiosos, las riquezas, los honores y los placeres que los tienen enredados, derribar su soberbia y llevarlos a ti? "Todos -dice Jeremías- son como un caballo que corre impetuosamente" (8, 6). Domingo de Ramos

En Nazaret Jesús se "coronó" de carne humana, como una diadema; en Belén fue envuelto en pañales, como una púrpura. Domingo de Ramos

E Isaías: "Y sobre sus hombros se estableció el principado" (9, 6); y el Apóstol a los hebreos: "Hemos visto a Jesús coronado de gloria y honor, a causa del suplicio de la muerte" (2, 9). Domingo de Ramos

En cambio, la bienaventurada Virgen María, después de la sepultura de su Hijo Jesús, jamás se alejó, según la opinión de algunos, sino que siempre permaneció allí velando en lágrimas, hasta que mereció ser la primera en verlo resucitar. La Pascua del Señor

El mismo Jesús, partícipe de nuestra naturaleza, nos haga también a nosotros partícipes de aquellos bienes, El que es el Dios bendito por los siglos. ¡Amén! ¡Así sea! Ascensión del Señor

Te rogamos, pues, Señor Jesús, nosotros que somos tus pobres y tus mendigos, que con el mendigo Lázaro nos hagas morir en el pequeño nido de nuestra pobreza, para ser llevados después por los ángeles al seno de Abraham. Domingo I después de Pentecostés

Con razón dice "mi salvador", porque Jesús, para salvarme, tomó de mí lo mío, o sea, mi carne, y la exaltó por encima de los coros de los ángeles. Domingo II después de Pentecostés

Te rogamos, pues, oh buen Jesús, Maestro y Señor, que ilumines a los ciegos, que enseñes a tus discípulos y que les muestres el camino de la vida. Domingo IV después de Pentecostés

El que se reconoce pecador, se echa a las rodillas de Jesús. Y en este episodio debemos considerar dos cosas: el temor causado por los pecados, cuando dice "se echó"; y la esperanza en la misericordia del Redentor "a las rodillas de Jesús". Domingo V después de Pentecostés

Jesús llamó a los discípulos y les dijo: "Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer. He ahí cuán grave es el hambre en la Iglesia, que está representada en aquella turba, de la que se habla en el evangelio de hoy: "Había junto a Jesús una gran multitud, y no tenían qué comer". Domingo VII después de Pentecostés

¿El misericordioso Jesús, que siempre tuvo misericordia de los miserables?. Domingo VII después de Pentecostés

Jesús entra en el templo, cuando cada día visita a su iglesia y observa los actos de cada uno y expulsa a los que, mezclados con sus santos, o fingen hacer el bien o abiertamente hacen el mal. Domingo X después de Pentecostés

Ayuda, pues, hermano, ayuda a Jesús, "porque si compartes sus sufrimientos, compartirás también sus consuelos" (2Cor 1, 7). Domingo XI después de Pentecostés

Te rogamos, Señor Jesús, que seamos pobres humildes, ricos sinceros y ancianos sabios; y así mereceremos llegar a las delicias y a las riquezas eternas. Domingo XI después de Pentecostés

Te rogamos, pues, Señor Jesús, que con los dedos de tu encarnación abras nuestros oídos y con la sabrosa saliva de tu sabiduría toques nuestra lengua, para que podamos obedecerte, alabarte y bendecirte, y un día merezcamos llegar a ti, que eres el bendito y el glorioso. Domingo XII después de Pentecostés

Te rogamos, Señor Jesús, que nos ligues con el amor hacia ti y hacia el prójimo, para que te amemos "con todo el corazón", tan profundamente que nada nos distraiga de tu amor; "con toda el alma", o sea, con sabiduría, para no ser engañados por otros amores; "con todas las fuerzas y con toda la mente", o sea, con tanta dulzura, para no ser jamás seducidos a separarnos de tu amor; y para amar al prójimo corno a nosotros mismos. Domingo XIII después de Pentecostés

Por ende, si el prelado de la iglesia o el predicador bebe en el oro de la sabiduría, si lleva la púrpura de la pasión del Señor y si ata su voluntad con la hebilla de oro, entonces podrá de veras subir a la barca con Jesús, pasar a la otra orilla y llegar a su ciudad, como está escrito en el evangelio de hoy: "Jesús subió a una barca. Domingo XIX después de Pentecostés

La humildad y la pobreza, la paciencia y la obediencia son las cuatro virtudes que presentan a Jesús el alma que yace deshecha en los placeres de la carne. Domingo XIX después de Pentecostés

¡Increíble humildad de Jesús! Llama hijo a aquel enfermo, despreciado por los hombres y deshecho en todos sus miembros! Por cierto, lo llama así porque le fueron perdonados sus pecados. Cuatro son las virtudes que llevan el alma paralítica a Jesús: la humildad y la pobreza, la paciencia y la obediencia, con las cuales derrotamos los cuatro pecados, de los que habla el Apóstol. Domingo XIX después de Pentecostés

El que es rico en la pobreza de espíritu, puede realmente orar por los perseguidores y decir con Jesús: "Padre, perdónales". El que quiere conservar la pureza del corazón, para ver a Dios, es necesario que ponga fin a todo pecado, para decir con Jesús: "¡Todo está cumplido!". Domingo XXIII después de Pentecostés

"El saco de cilicio", o sea, los pobres pañales, en los que Jesús fue envuelto, y el humilde lugar del pesebre, donde Jesús fue recostado, nos invitan a despertarnos del sueño y a alejar las vanas fantasías. Domingo I de Adviento

Jesús, con las manos clavadas en la cruz, derrotó al diablo y arrancó de sus manos al género humano. Domingo II de Adviento

Debes enviar a Jesús la esperanza y el temor, para preguntarle: "¿Eres tú el que me creó y me recreé? ¿Eres tú el que me hizo y me redimió? -Y de ello nace en mí la esperanza en tu misericordia-. Domingo II de Adviento

Jesús que en su primera venida fue humilde, será terrible en la segunda, y será amable y suave, deseable y bendito por los siglos eternos. Domingo IV de Adviento

Fue un gran gesto de amor que sólo él posara la cabeza sobre el pecho de Jesús, "en el cual están contenidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia" (Col 2, 3). Observa que Jacob descansó sobre una piedra, y Juan sobre el pecho de Jesús: el primero, mientras estaba de viaje, y Juan durante la cena. Y entonces en esa cena de la eterna saciedad, reposaremos también nosotros, con Juan, sobre el pecho de Jesús. San Juan Evangelista

¡Oh amor de Jesús! ¡Oh tesoro escondido en el amor, oh sabiduría de inestimable sabor y ciencia que todo lo conoce! San Juan Evangelista

"Tus hijos", oh buen Jesús, son estos cristianos , que engendraste con los sufrimientos de tu pasión. Santos Inocentes

Oh hombre, aprende a amar a Jesús y entonces sabrás dónde está la sabiduría. Domingo I después de Navidad

¡Oh bienaventurado Jesús! ¿Dónde te buscaré? ¿Dónde te hallaré? ¿Dónde, después de haberte hallado, hallaré bienes tan grandes? ¿Dónde, después de poseerte, poseeré bienes tan excelsos? Domingo I después de Navidad

¡Oh estrella del mar! ¡Oh humildad del corazón, que conviertes el mar amargo y tempestuoso en leche dulce y sabrosa! ¡Qué dulce es la amargura para el humilde! ¡Qué leve es el sufrimiento, soportado por el nombre de Jesús! Fueron dulces a Esteban las piedras, la parrilla a Lorenzo, los carbones encendidos a Vicente: por Jesús chuparon como leche las inundaciones del mar. Domingo I después de Navidad

La pobreza y la humildad llevan a Jesús, pobre y humilde. Domingo I después de Navidad

Lleva a Jesús el que, por amor de El, soporta con paciencia todas las adversidades que encuentra. Domingo I después de Navidad

La pobreza lleva a Jesús en los hombros, la humildad contra el pecho, entre los brazos. Domingo I después de Navidad

Pues bien, la pobreza y la humildad llevan a Jesús al templo, o sea, hasta que lleguen al templo, no hecho a mano, de la Jerusalén celestial. Adquiere estas virtudes y hallarás la sabiduría de Dios y la fortaleza de Dios, Cristo Jesús. Domingo I después de Navidad

Dice Jesús: "No puede pasar un camello por el ojo de la aguja" (Mt 19, 24); o sea, un avaro no puede vivir en la pobreza de Jesucristo. Domingo I después de Navidad

Jesús, parado, con las manos abiertas en la cruz, con su muerte llenó (de dones, gracias y bendiciones) todas las cosas, que habían sido vaciadas por la desobediencia del primer hombre. Domingo I después de Navidad

Así también el nombre de Jesús, por su excelencia, está por encima de los nombres de los hombres y de los ángeles, porque "en el nombre de Jesús toda rodilla debe doblarse" (Filp 2, 10). Circuncisión del Señor

Los padres de Jesús eran José y Maria: José se interpreta "aumento" y María "mar amargo", no porque haya tenido el amargo gemido de la penitencia, sino porque tuvo en suerte el nombre de amargura casi por un presentimiento de la pasión de su Hijo. Domingo II después de Navidad

¡He ahí la consolación: escuchar e interrogar! Cuando la mente se halla en la tranquilidad y en silencio, entonces Jesús escucha los sentimientos del corazón, que hablan a su oído, y después interroga con el estímulo de la benévola corrección. Domingo II después de Navidad

Por esto ustedes, que con María y José buscan a Jesús y desean hallarlo, "no se conformen a la mentalidad de este siglo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente" (Rom 12, 2). Domingo II después de Navidad

¡Oh descarada soberbia, que te afanas por subir por encima de las nubes, por levantar tu trono por encima de las estrellas del cielo y por sentarte en el monte de la alianza (ls 14, 13-14), desciende, te lo ruego, porque Jesús descendió! Domingo II después de Navidad

El Hijo, el buen Jesús, delante del Padre jugaba, cuando era traicionado por el discípulo; cuando, atado a la columna, era flagelado; cuando era escarnecido por Herodes y coronado de espinas; cuando era maltratado con bofetones y puñetazos; cuando ensuciaban su rostro con los salivazos y cuando lo cubrían con un velo; cuando le golpeaban la cabeza con la caña y cuando le arrancaban la barba. Domingo II después de Navidad

¡Se derrita toda soberbia, se disuelva toda arrogancia y se humille toda desobediencia, cuando oye estas palabras: Y Jesús les estuvo sujeto"!. Domingo II después de Navidad

¡Bienaventurada el alma que puede decir a Jesús lo que le dijo Rut a Noemí: "Adonde tú vayas, iré yo también; y donde tú mores, moraré yo también"! (1, 16). Domingo III después de la octava de Epifanía

Cuando Jesús en la cruz se durmió en el sueño de la muerte, sus discípulos, no dando ninguna importancia a la cruz, desfallecieron en la firmeza de la fe; pero luego lo despertaron, cuando ansiaron su resurrección. Domingo III después de la octava de Epifanía

Por eso, cuando somos tentados, con toda la devoción de la mente debemos decir: "En nombre de Jesús Nazareno, que mandó a los vientos y al mar, yo te mando, oh diablo, que te alejes de mí". Domingo III después de la octava de Epifanía

La bienaventurada Virgen fue "Marta", cuando envolvió al niño Jesús en pañales, cuando lo recostó en el pesebre, cuando lo amamantó con su pecho lleno de cielo, cuando con El huyó a Egipto y cuando con El regresó a la patria; y fue "María", cuando, como dice Lucas, "conservaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón" (Lc 10, 38 . ; y 2, 19). Asunción de María

Oh dulce Jesús, ¿qué cosa es más dulce que tú? Dulce es tu recuerdo, más que la miel y que todas las demás dulzuras. Purificación de María II

¿Y qué significa Jesús, sino Salvador? ¡Oh buen Jesús, justamente por ti mismo sé para nosotros Jesús! Ya que nos diste el comienzo de la dulzura, o sea, la fe, danos también la esperanza y la caridad, para que, viviendo y muriendo en ellas, merezcamos llegar a ti. Purificación de María II

Los apóstoles, abandonado el peso del mundo, ligeros, en las alas del amor, vuelan en pos de Jesús. conversión de san pablo

La ciencia perfecta consiste en amar a Jesús y caminar en pos de El. conversión de san pablo

He aquí, pues, que los pobres con el pobre Jesús, hijo de la Virgen pobrecilla, juzgarán con justicia a todo el mundo (Salm 9, 9). conversión de san pablo

Porque sería cínico el que no tuviera en cuenta su honor, por eso Jesús interroga acerca de lo que los hombres digan de él, para informarse y para mejorar si hay algo que deba ser corregido. la cátedra de san pedro

No hay que asombrarse si Pedro, el iletrado, es llamado "sapientísimo", porque él había estado con Jesús, la sabiduría del Padre, y lo amó más que los demás; y en la escuela de Jesús, Pedro no aprendió la sabiduría del mundo, sino la del cielo. la cátedra de san pedro

Si la Iglesia es defendida por la mano del Verbo encarnado, permanece segura. Domingo XII después de Pentecostés

Pero el Señor, grande y poderoso, que mira a los humildes y destrona a los soberbios, echará a este caballo de la Jerusalén celestial, en la que nadie entrará, si no se humilla como un niño, como se humilló El mismo hasta la muerte y la muerte de cruz. Domingo de Ramos

Cosechemos, pues, para nosotros los frutos del árbol más hermoso, o sea, la pobreza y la humildad de la Virgen María; las espatas de las palmeras, o sea, la fe, la esperanza y la caridad de los apóstoles; las ramas del árbol de densas frondas, o sea, la misericordia y la obediencia, la paciencia y la perseverancia de la pasión de Jesucristo; y los sauces del torrente, o sea, las lozanas obras de todos los santos; y exultemos delante del Señor Dios nuestro, Jesucristo, aclamando con la gente y con los niños de los hebreos: "¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en lo más alto de los cielos!". Domingo de Ramos

Como el niño chupa la leche de los pechos de la madre con gran avidez y deleite, así nosotros debemos chupar de la vida de Jesucristo las inundaciones del mar, o sea, las amarguras de su pasión y de sus tribulaciones. Domingo XIV después de Pentecostés

Nuestro Niño, envuelto en pañales, recostado en el pesebre, con la mano de su potencia arrancó al áspid y a la serpiente del agujero y de la cueva, o sea, de la conciencia de los pecadores. Domingo I de Adviento

¿Qué significa: "Hallarán a un niño", sino: "Hallarán la sabiduría balbuciente, la potencia débil, la majestad rebajada, lo inmenso hecho niño, el rico hecho pobre, el rey de los ángeles recostado en un establo, el alimento de los ángeles casi pasto de los animales, el ¡limitado recostado en un angosto pesebre? Esto, pues, les servirá como señal, para que no perezcan con los egipcios ni con los habitantes de Jericó. Natividad del Señor

Este Dios se hizo por nosotros niño y hoy por nosotros nació. Natividad del Señor

Cristo quiso ser llamado "niño" por muchas razones; pero, por amor a la brevedad, voy a exponer una sola. Si haces una injuria a un niño, si lo provocas con un insulto, si lo golpeas; pero si después le muestras una flor o una rosa o algo semejante, y mientras se la muestras se la entregas, ya no se acuerda de la injuria sufrida, se le pasa la ira y corre a tu encuentro para abrazarte. Natividad del Señor

Sin embargo, lo que es más doloroso y deplorable, "mata a los niños en Belén", que se interpreta "casa del pan". Sus niños son matados, cuando los religiosos se corrompen con la incontinencia de la carne. Santos Inocentes

"Te hemos seguido a ti", nosotros criaturas hemos seguido al Creador, nosotros hijos al padre, nosotros niños a la madre, nosotros hambrientos al pan, nosotros sedientos a la fuente, nosotros enfermos al médico, nosotros cansados al sostén, nosotros desterrados al paraíso. conversión de san pablo

 Gentileza de http://www.franciscanos.net
para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL