AVISOS
ESPIRITUALES
San Juan de la Cruz
1.
Dichos de luz y amor
PRÓLOGO
También,
¡oh Dios y deleite mío!, en estos dichos de luz y amor de ti se quiso mi alma
emplear por amor de ti, porque ya que yo, teniendo la lengua de ellos, no tengo
la obra y virtud de ellos, que es con lo que, Señor mío, te agradas, más que
con el lenguaje y sabiduría de ellos, otras personas, provocadas por ellos, por
ventura aprovechen en tu servicio y amor, en que yo falto, y tenga mi alma en qué
se consolar de que haya sido ocasión que lo que falta en ella halles en otros.
Amas
tú, Señor, la discreción, amas la luz, amas el amor sobre las demás
operaciones del alma. Por eso, estos dichos serán de discreción para el
caminar, de luz para el camino y de amor en el caminar.
Quédese,
pues, lejos la retórica del mundo; quédense las parlerías y elocuencia seca
de la humana sabiduría, flaca e ingeniosa, de que nunca tú gustas, y hablemos
palabras al corazón bañadas en dulzor y amor, de que tú bien gustas, quitando
por ventura delante ofendículos y tropiezos a muchas almas que tropiezan no
sabiendo, y no sabiendo van errando, pensando que aciertan en lo que es seguir a
tu dulcísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, y hacerse semejantes a él en la
vida, condiciones y virtudes, y en la forma de la desnudez y pureza de su espirítu.
Mas dala tú, Padre de misericordias, porque sin ti no se hará nada, Señor.
1.
Siempre el Señor descubrió los tesoros de su sabiduría y espíritu a los
mortales; mas ahora que la malicia va descubriendo más su cara, mucho los
descubre.
2.
¡Oh, Señor Dios mío!, ¿quién te buscará con amor puro y sencillo que te
deje de hallar muy a su gusto y voluntad, pues que tú te muestras primero y
sales al encuentro a los que te desean?
3.
Aunque el camino es llano y suave para los hombres de buena voluntad, el que
camina caminará poco y con trabajo si no tiene buenos pies y ánimo y porfía
animosa en eso mismo.
4.
Más vale estar cargado junto al fuerte que aliviado junto al flaco: cuando estás
cargado, estás junto a Dios, que es tu fortaleza, el cual está con los
atribulados; cuando estás aliviado, estás junto a ti, que eres tu misma
flaqueza; porque la virtud y fuerza del alma en los trabajos de paciencia crece
y se confirma.
5.
El que solo se quiere estar, sin arrimo de maestro y guía, será como el árbol
que está solo y sin dueño en el campo, que, por más fruta que tenga, los
viadores se la cogerán y no llegará a sazón.
6.
El árbol cultivado y guardado con el beneficio de su dueño, da la fruta en el
tiempo que de él se espera.
7.
El alma sola, sin maestro, que tiene virtud, es como el carbón encendido que
está solo: antes se irá enfriando que encendiendo.
8.
El que a solas cae, a solas se está caído y tiene en poco su alma, pues de sí
solo la fía.
9.
Pues no temes el caer a solas, ¿cómo presumes de levantarte a solas? Mira que
más pueden dos juntos que uno solo.
10.
El que cargado cae, dificultosamente se levantará cargado.
11.
Y el que cae ciego, no se levantará ciego solo; y, si se levantare solo,
encaminará por donde no conviene.
12.
Más quiere Dios en ti el menor grado de pureza de conciencia que cuantas obras
puedes hacer.
13.
Más quiere Dios en ti el menor grado de obediencia y sujeción que todos esos
servicios que le piensas hacer.
14.
Más estima Dios en ti el inclinarte a la sequedad y al padecer por su amor que
todas las consolaciones y visiones espirituales y meditaciones que puedas tener.
15.
Niega tus deseos y hallarás lo que desea tu corazón. ¿Qué sabes tú si tu
apetito es según Dios?
16.
¡Oh dulcísimo amor de Dios, mal conocido! El que halló sus venas descansó.
17.
Pues se te ha de seguir doblada amargura de cumplir tu voluntad, no la quieras
cumplir, aunque quedes en amargura.
18.
Más indecencia e impureza lleva el alma para ir a Dios, si lleva en si el menor
apetito de cosa del mundo, que si fuese cargada de todas las feas y molestas
tentaciones y tinieblas que se pueden decir, con tal que su voluntad razonal no
las quiera admitir. Antes el tal entonces puede confiadamente llegar a Dios por
hacer la voluntad de Su Majestad, que dice: Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados y yo os recrearé (Mt.11,28).
19.
Más agrada a Dios el alma que con sequedad y trabajo se sujeta a lo que es razón,
que la que, faltando en esto, hace todas sus cosas con consolación.
20.
Más agrada a Dios una obra, por pequeña que sea, hecha en escondido, no
teniendo voluntad de que se sepa, que mil hechas con gana de que las sepan los
hombres. Porque el que con purísimo amor obra por Dios, no solamente no se le
da nada de que lo vean los hombres, pero ni lo hace porque lo sepa el mismo
Dios; el cual, aunque nunca lo hubiese de saber, no cesaría de hacerle los
mismos servicios con la misma alegría y pureza de amor.
21.
La obra pura y entera hecha por Dios en el seno puro hace reino entero para su
dueño.
22.
Dos veces trabaja el pájaro que se asentó en la liga, es a saber: en desasirse
y limpiarse de ella. Y de dos maneras pena el que cumple su apetito: en
desasirse y, después de desasido, en purgarse de lo que de él se le pegó.
23.
El que de los apetitos no se deja llevar, volará ligero según el espíritu,
como el ave a que no falta pluma.
24.
La mosca que a la miel se arrima impide su vuelo; y el alma que se quiere estar
asida al sabor del espíritu impide su libertad y contemplación.
25.
No te hagas presente a las criaturas si quieres guardar el rostro de Dios claro
y sencillo en tu alma; mas vacía y enajena mucho tu espíritu de ellas y andarás
en divinas luces, porque Dios no es semejante a ellas.
Oración
del alma enamorada.
26.
¡Señor Dios, amado mío! Si todavía te acuerdas de mis pecados para no hacer
lo que te ando pidiendo, haz en ellos, Dios mío, tu voluntad, que es lo que yo
más quiero, y ejercita tu bondad y misericordia y serás conocido en ellos. Y
si es que esperas a mis obras para por ese medio concederme mi ruego, dámelas tú
y óbramelas, y las penas que tú quisieras aceptar, y hágase. Y si a las obras
mías no esperas, ¿qué esperas, clementísimo Señor mío?; ¿por qué te
tardas? Porque si, en fin, ha de ser gracia y misericordia la que en tu Hijo te
pido, toma mi cornadillo , pues le quieres, y dame este bien, pues que tú también
lo quieres.
¿Quién
se podrá librar de los modos y términos bajos si no le levantas tú a ti en
pureza de amor, Dios mío?
¿Cómo
se levantará a ti el hombre, engendrado y criado en bajezas, si no le levantas
tú, Señor, con la mano que le hiciste?
No
me quitarás, Dios mío, lo que una vez me diste en tu único Hijo Jesucristo,
en que me diste todo lo que quiero. Por eso me holgaré que no te tardarás si
yo espero.
¿Con
qué dilaciones esperas, pues desde luego puedes amar a Dios en tu corazón?
27.
Míos son los cielos y mía es la tierra; mías son las gentes, los justos son míos
y míos los pecadores; los ángeles son míos, y la Madre de Dios y todas las
cosas son mías; y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y
todo para mí. Pues ¿qué pides y buscas, alma mía? Tuyo es todo esto, y todo
es para ti. No te pongas en menos ni repares en meajas que se caen de la mesa de
tu Padre.
Sal
fuera y gloríate en tu gloria, escóndete en ella y goza, y alcanzarás las
peticiones de tu corazón.
28.
El espíritu bien puro no se mezcla con extrañas advertencias ni humanos
respetos, sino solo en soledad de todas las formas, interiormente, con sosiego
sabroso se comunica con Dios, porque su conocimiento es en silencio divino.
29.
El alma enamorada es alma blanda, mansa, humilde y paciente.
30.
El alma dura en su amor propio se endurece.
31.
Si tú en tu amor, ¡oh buen Jesús! no suavizas el alma, siempre perseverará
en su natural dureza.
32.
El que la ocasión pierde, es como el que soltó el ave de la mano, que no la
volverá a cobrar.
33.
No te conocía yo a ti, ¡oh Señor mío!, porque todavía quería saber y
gustar cosas.
34.
Múdese todo muy enhorabuena, Señor Dios, porque hagamos asiento en ti.
35.
Un solo pensamiento del hombre vale más que todo el mundo; por tanto, sólo
Dios es digno de él.
36.
Para lo insensible, lo que no sientes; para lo sensible, el sentido; y para el
espíritu de Dios, el pensamiento.
37.
Mira que tu ángel custodio no siempre mueve el apetito a obrar, aunque siempre
alumbra la razón; por tanto, para obrar virtud, no esperes al gusto, que bástate
la razón y entendimiento.
38.
No da lugar el apetito a que le mueva el ángel cuando está puesto en otra
cosa.
39.
Secado se ha mi espíritu,porque se olvida de apacentarse en ti.
40.
Eso que pretendes y lo que más deseas no lo hallarás por esa vía tuya ni por
la alta contemplación, sino en la mucha humildad y rendimiento de corazón.
41.
No te canses, que no entrarás en el sabor y suavidad de espíritu, si no te
dieres a la mortificación de todo eso que quieres.
42.
Mira que la flor más delicada más presto se marchita y pierde su olor; por
tanto, guárdate de querer caminar por espíritu de sabor, porque no serás
constante; mas escoge para ti un espíritu robusto, no asido a nada, y hallarás
dulzura y paz en abundancia; porque la sabrosa y durable fruta en tierra fría y
seca se coge.
43.
Cata que tu carne es flaca y que ninguna cosa del mundo puede dar fortaleza a tu
espíritu ni consuelo; porque lo que nace del mundo, mundo es, y lo que nace de
la carne, carne es; y el buen espíritu sólo nace del espíritu de Dios, que se
comunica no por mundo ni carne (Jn. 4, 6).
44.
Entra en cuenta con tu razón para hacer lo que ella te dice en el camino de
Dios, y valdráte más para con tu Dios que todas las obras que sin esta
advertencia haces y que todos los sabores espirituales que pretendes.
45.
Bienaventurado el que, dejado aparte su gusto e inclinación, mira las cosas en
razón y justicia para hacerlas.
46.
El que obra razón es como el que come sustancia, y el que se mueve por el gusto
de su voluntad, como el que come fruta floja.
47.
Tú, Señor, vuelves con alegría y amor a levantar al que te ofende y yo no
vuelvo a levantar y honrar al que me enoja a mi.
48.
¡Oh poderoso Señor!, si una centella del imperio de tu justicia tanto hace en
el principe mortal, que gobierna y mueve las gentes, ¿qué hará tu omnipotente
justicia sobre el justo y el pecador?
49.
Si purificares tu alma de extrañas posesiones y apetitos, entenderás en espíritu
las cosas; y si negares el apetito en ellas, gozarás de la verdad de ellas
entendiendo en ellas lo cierto.
50.
¡Señor, Dios mío!, no eres tú extraño a quien no se extraña contigo; ¿cómo
dicen que te ausentas tú?
51.
Verdaderamente aquél tiene vencidas todas las cosas que ni el gusto de ellas le
mueve a gozo ni el desabrimiento le causa tristeza.
52.
Si quieres venir al santo recogimiento, no has de venir admitiendo sino negando.
53.
Yéndome yo, Dios mío, por doquiera contigo, por doquiera me irá como yo
quiero para ti.
54.
No podrá llegar a la perfección el que no procura satisfacerse con nonada, de
manera que la concupiscencia: natural y espiritual estén contentas en vacío;
que para llegar a la suma tranquilidad y paz de espíritu esto se requiere; y de
esta manera el amor de Dios en el alma pura y sencilla casi frecuentemente está
en acto.
55.
Mira que, pues Dios es inaccesible, no repares en cuanto tus potencias pueden
comprehender y tu sentido sentir, porque no te satisfagas con menos y pierda tu
alma la ligereza conveniente para ir a él.
56.
Como el que tira el carro la cuesta arriba, así camina para Dios el alma que no
sacude el cuidado y apaga el apetito.
57.
No es de voluntad de Dios que el alma se turbe de nada ni que padezca trabajos;
que, si los padece en los adversos casos del mundo, es por la flaqueza de su
virtud, porque el alma del perfecto se goza en lo que se pena la imperfecta.
58.
El camino de la vida, de muy poco bullicio y negociación es, y más requiere
mortificación de la voluntad que mucho saber. El que tomare de las cosas y
gustos lo menos, andará más por él.
59.
No pienses que el agradar a Dios está tanto en obrar mucho como en obrarlo con
buena voluntad, sin propiedad y respetos.
60.
A la tarde te examinarán en el amor; aprende a amar como Dios quiere ser amado
y deja tu condición.
61.
Cata que no te entremetas en cosas ajenas, ni aun las pases por tu memoria,
porque quizá no podrás tú cumplir con tu tarea.
62.
No pienses que porque en aquél no relucen las virtudes que tú piensas, no será
precioso delante de Dios por lo que tú no piensas. 63. No sabe el hombre
gozarse bien ni dolerse bien, porque no entiende la distancia del bien y del
mal.
64.
Mira que no te entristezcas de repente de los casos adversos del siglo, pues que
no sabes el bien que traen consigo ordenado en los juicios de Dios para el gozo
sempiterno de los escogidos.
65.
No te goces en las prosperidades temporales, pues no sabes de cierto que te
aseguran la vida eterna.
66.
En la tribulación acude luego a Dios confiadamente, y serás esforzado, y
alumbrado y enseñado.
67.
En los gozos y gustos acude luego a Dios con temor y verdad, y no serás engañado
ni envuelto en vanidad.
68.
Toma a Dios por esposo y amigo con quien te andes de continuo, y no pecarás, y
sabrás amar, y haránse las cosas necesarias prósperamente para ti.
69.
Sin trabajo sujetarás las gentes y te servirán las cosas si te olvidares de
ellas y de ti mismo.
70.
Date al descanso echando de ti cuidados y no se te dando nada de cuanto acaece,
y servirás a Dios a su gusto y holgarás en él.
71.
Mira que no reina Dios sino en el alma pacífica y desinteresada.
72.
Aunque obres muchas cosas, si no aprendes a negar tu voluntad y sujetarte,
perdiendo cuidado de ti y de tus cosas, no aprovecharás en la perfección.
73.
¿Qué aprovecha dar tú a Dios una cosa si él te pide otra? Considera lo que
Dios querrá y hazlo, que por ahí satisfarás mejor tu corazón que con aquello
a que tú te inclinas.
74.
¿Cómo te atreves a holgarte tan sin temor, pues has de parecer delante de Dios
a dar cuenta de la menor palabra y pensamiento?
75.
Mira que son muchos los llamados y pocos los escogidos (Mt. 22, 14), y que, si tú
de ti no tienes cuidado, más cierta está tu perdición que tu remedio,
mayormente siendo la senda que guía a la vida eterna tan estrecha (Mt. 7, 14).
76.
No te alegres vanamente, pues sabes cuántos pecados has hecho y no sabes cómo
está Dios contigo, sino teme con confianza.
77.
Pues que en la hora de la cuenta te ha de pesar de no haber empleado este tiempo
en servicio de Dios, ¿por qué no le ordenas y empleas ahora como lo querrías
haber hecho cuando te estés muriendo?
78.
Si quieres que en tu espíritu nazca la devoción y que crezca el amor de Dios y
apetito de las cosas divinas, limpia el alma de todo apetito y asimiento y
pretensión, de manera que no se te dé nada por nada. Porque, así como el
enfermo, echado fuera el mal humor, luego siente el bien de la salud y le nace
gana de comer, así tú convalecerás en Dios si en lo dicho te curas; y sin
ello, aunque más hagas, no aprovecharás.
79.
Si deseas hallar la paz y consuelo de tu alma y servir a Dios de veras, no te
contentes con eso que has dejado, porque por ventura te estás, en lo que de
nuevo andas, tan impedido o más que antes; las deja todas eso tras cosas que te
quedan y apártate a una sola que lo trae todo consigo, que es la soledad santa,
acompañada con oración y santa y divina lección, y allí persevera en olvido
de todas las cosas; que, si de obligación no te incumben, más agradarás a
Dios en saberte guardar y perfeccionar a ti mismo que en granjearlas todas
juntas; porque ¿qué le aprovecha al hombre ganar todo el mundo si deja perder
su alma? (Mt 16, 26).
2.
Puntos de amor, reunidos en Beas
7.
Intimo deseo de que Dios la dé lo que Su Majestad sabe que le falta para honra
suya.
18.
El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa.
22.
Los trabajos los hemos de medir a nosotros, y no nosotros a los trabajos.
23.
El que no busca la cruz de Cristo, no busca la gloria de Cristo.
28.
Toda la bondad que tenemos es prestada, y Dios la tiene por propia obra; Dios y
su obra es Dios.
30.
Todo para mí y nada para ti.
31.
Todo para ti y nada para mí.
32.
Déjate enseñar, déjate mandar, déjate sujetar y despreciar y serás
perfecta.
3.
Avisos copiados por Magdalena del Espíritu Santo, en Beas
4.
Avisos conservados por la M. María de Jesús
1.
Levantarse sobre sí, no hacer asiento en cosa en nada.
2.
Estar vuelta contra sí, airada y jamás parada.
3.
Huir con el pensamiento de cabe ellas, cerrando la puerta a todas.
4.
Limpio de todas aficiones, pensamientos e imágenes.
5.
El dulce canto suspires con compunción y lágrimas.
5.
Avisos procedentes de Antequera
2.
Quien supiere morir a todo, tendrá vida en todo.
3.
Apártate del mal, obra bien y busca la paz (Sal. 33, 14).
4.
Quien se queja o murmura ni es perfecto ni aun buen cristiano.
5.
Humilde es el que se esconde en su propia nada y se sabe dejar a Dios.
6.
Manso es el que sabe sufrir al prójimo y sufrirse a sí mismo.
8.
Quien de sí propio se fía, peor es que el demonio.
9.
Quien a su prójimo no ama, a Dios aborrece.
10.
Quien obra con tibieza, cerca está de la caída.
11.
Quien huye de la oración, huye de todo lo bueno.
12.
Mejor es vencerse en la lengua que ayunar a pan y agua.
13.
Mejor es sufrir por Dios que hacer milagros.
6.
Otros avisos recogidos por la edición de Gerona
4.
El alma que está unida con Dios, el demonio la teme como al mismo Dios.
5.
El más puro padecer trae y acarrea más puro entender.
6.
El alma que quiere que Dios se le entregue todo, se ha de entregar toda, sin
dejar nada para sí.
7.
El alma que está en unión de amor, hasta los primeros movimientos no tiene.
9.
Amado mío, todo lo áspero y trabajoso quiero para mí, y todo lo suave y
sabroso quiero para ti.
12.
Más se granjea en los bienes de Dios en una hora que en los nuestros toda la
vida.
13.
Ama el no ser conocida de ti ni de los otros. Nunca mirar los bienes ni los
males ajenos.
14.
Andar a solas con Dios; obrar en el medio; esconder los bienes de Dios.
16.
Grande mal es tener más ojo a los bienes de Dios que al mismo Dios. Oración y
desapropio.
19.
Hable poco, y en cosas que no es preguntado no se meta.
20.
Siempre procure traer a Dios presente y conservar en sí la pureza que Dios le
enseña.
24.
Nunca deje derramar su corazón, aunque sea por un credo.
27.
No rehúse el trabajo, aunque le parezca no lo podrá hacer. Hallen todos en
ella piedad.
28.
No contradiga. En ninguna manera hable palabras que no vayan limpias.
30.
No niegue cosa que tenga, aunque la haya menester.
36.
Buscad leyendo y hallaréis meditando; llamad orando y abriros han contemplando.
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