Viñadores homicidas
DJN
 

SUMARIO: Observaciones preliminares: 1. Contexto. 2. ¿Parábola o alegoría? 3. Método. - 1. Exposición literario-doctrinal: 1.1. Introducción (Mc 12,1 y lug. par.). 1.2. Envío de siervos y reacción de los colonos (Mc 12,2-5). 1.3. Envío del hijo y reacción de los colonos (Mc 12,6-8). 1.4. Pregunta al auditorio y respuesta (Mc 12,9). 1.5. La cita del Salmo 117,22s (Mc 12,10s). 1.6. Adición peculiar de Mt (v.43) y Lc (v.18). 1.7. La reacción de escribas y fariseos (Mc 12,12). - 2. Síntesis. Elaboración sucesiva de la parábola. 2.1. La parábola de Jesús. 2.2. La adición de la tradición presinóptica. 2.3. Mc y la adición de Mt y Lc.


Observaciones preliminares:

La refieren los tres evangelios sinópticos (Mc 12,1-12;Mt 21,33-46;Lc 20,9-19). Y también el apócrifo Evangelio de Tomás (colección de 114 sentencias o discursos del Señor, logion 65. Presenta la parábola sin alegorización; no tiene interés por la dimensión histórico salvífica). Ello revela la importancia de esta parábola, que abarca toda la historia de la salvación: elección y rechazo de Israel, constitución del nuevo Pueblo y la iniciativa salvífica de Dios frente a su pueblo.

1) Contexto. Mc la coloca en el grupo de «controversias» en Jerusalén durante la última semana de su ministerio público. Cuando las relaciones de los dirigentes religiosos con Jesús eran tan tensas que se presagiaba próxima su muerte. En Mt sigue a la parábola de «los dos hijos» y precede a la de la «gran cena». En éstas Cristo trata de justificar su actitud de predicar la Buena Nueva a los pecadores. La de los viñadores marca una progresión ascendente, con una acusación grave contra los dirigentes religiosos de Israel, y tiene una mayor amplitud: en aquéllas la oposición era entre justos y pecadores, en ésta entre Israel y otro pueblo. Lc la sitúa en el contexto de Mc; comienza «se puso (Jesús) a decir al pueblo esta parábola...», y en el v.19 menciona a «escribas y fariseos». ¿A quién va dirigida la parábola?

2) ¿Parábola o alegoría? En favor del carácter parabólico está el comienzo (Mc 12,1 y par.) y la situación social de Palestina: había en ella grandes latifundios en manos de extranjeros. Lógico que los dueños enviasen emisarios para percibir el fruto del arriendo, y también que los campesinos galileos realizasen estratagemas para adueñarse de unos campos que cultivaban con el sudor de su frente, instigados tal vez por los zelotas, movimiento nacido precisamente en Galilea. También los datos referentes al muro y la tierra responden a realidades aún hoy comprobables. En favor del carácter alegórico se puede aducir la serie de términos y expresiones en el relato que ya a simple vista tienen sentido alegórico (propietario, viña, siervos, Hijo...). Además el sucesivo envío de siervos y del propio hijo no tiene fácil explicación ante la actitud de los colonos; sí la tiene, en cambio, en relación con la actitud de Dios para con Israel descrita en el A.T. Por lo demás, ¿cómo podrán pretender y esperar los arrendatarios que con la muerte del hijo podrían venir a ser propietarios de la viña? Opinamos que estamos ante una parábola original que fue alegorizada por la primitiva comunidad cristiana.

3) Método. Seguiremos el triple relato (Mc, Mt, Lc). Haremos un análisis literario-doctrinal, en el que iremos indicando lo que se remontaría a Jesús, lo que es ulterior clarificación de la comunidad cristiana y la aportación (redaccional) de cada uno de los tres sinópticos. Sintetizaremos, en una conclusión final, los tres momentos de la elaboración de esta parábola.

1. Exposición literario-doctrinal

1.1. Introducción (Mc 12,1 y lug. par.).

La alusión al canto de la viña de ls 5,1ss es manifiesta. Es un término parabólico significativo en el que todo judío advertía que designaba a Israel. Probablemente no pertenece a la parábola original: insiste en el tema del amor a Dios, que no es central en la parábola. Habría sido añadido por la comunidad cristiana con el fin de poner de relieve el amor de Dios a su pueblo, no obstante el cual tuvo que rechazarlo.

Perspectiva de cada evangelista: Mc presenta cada una de las constataciones de Is 5,1s, seguramente para situar bien lo que sigue y contraponer el amor de Dios al pueblo y el castigo que tuvo que infligirle. Mt se acerca en su cita más al texto hebreo de Isaías por dirigirse a un auditorio judío habituado al A.T. Lc da menos relieve a la cita, diciendo sólo «plantó una viña y la arrendó a unos labradores». Pero añade que el dueño marchó lejos «por mucho tiempo» (20,9). Pretende con ello indicar que la parusía, en contra de lo que algunos pensaban, tardará mucho tiempo en llegar.

1.2. Envío de siervos y reacción de los colonos (Mc 12,2-5).

Los tres sinópticos coinciden en señalar la multitud de legaciones y de siervos enviados, como también en los malos tratos de que fueron objeto en forma progresiva. Se advierte una intención idéntica: poner de relieve las continuas tentativas de Dios por mantener fiel al pueblo dentro de la Alianza mediante el ministerio de los profetas (cf 2Re 17,13s) y que fueron muchas veces objeto de malos tratos y de la misma muerte (cf He 7,52).

Pero los tres presentan divergencias: a) en cuanto a «las legaciones»: Mc y Lc señalan tres legaciones de un siervo solamente, si bien Mc al envío del tercero añade: «y también a otros muchos», en lo que se advierte alegorización: alusión a los muchos profetas enviados por Dios a Israel. Mt señala dos legaciones de varios siervos, con lo que alegoriza más claramente que Mc; en las «dos legaciones» quieren ver algunos alusión a los profetas» primeros (Jos, Jue, Sam, etc.) y a los posteriores (los profetas mayores y menores en la terminología cristiana), conforme a la división que hacían los judíos. b) En cuanto a «los malos tratos»: los maltratan, hieren, matan, lapidan. Lc conserva mejor la gradación. Las relaciones del amo con los colonos lógicamente se van agravando. La lapidación, frecuentemente mencionada en el AT y en el NT (IlCrón 24,21;Mt 23,37;Lc 13,34;Heb 11,37) era considerada en tiempo de Cristo como violencia suprema. c) En cuanto a «los frutos a percibir», en Mt y Lc el propietario envía su siervo para que perciban «una parte» de los frutos, los que le correspondían por el arriendo. En Mt envía los siervos para que perciban «sus frutos», reclamando para sí todo el fruto de la viña. Mt traslada la realidad profana que describe la parábola a una realidad religiosa: la viña pertenece totalmente a Dios (cf Lc 17,10; ICor 3,6s).

1.3. Envío del hijo y reacción de los colonos (Mc 12,6-8)

Ante esta situación el propietario decide enviar a su propio hijo «pensando que» (Mt) lo respetarían. Pero los viñadores viendo en él al heredero de la viña pensaron que con su eliminación vendrían a ser dueños de la viña y decidieron darle muerte.

¿Dato real o alegórico? Para lo primero, habría que suponer que el amo había muerto en tierras extranjeras y que, muerto el hijo, la viña sin dueño podría pasarfácilmente a ellos. O que la tolerancia máxima del propietario ante la actitud con sus siervos dio pie a los colonos para pensar que podían seguir adelante impunemente. Ante la inverisimilitud de estas suposiciones, hay que pensar en un dato alegórico. El autor de la parábola está pensando en una realidad religiosa: el envío de los profetas al pueblo de Israel y el envío, finalmente, del Hijo.

¿A quién hay que atribuir este dato? Pensamos que a Cristo mismo: la primitiva comunidad cristiana no habría colocado al Hijo al nivel de los siervos (V. Taylor), sino que lo habría destacado como el Hijo, el Señor, en quien creía (M. Hengel). Si aquélla hubiese elaborado la parábola, junto a la muerte habría consignado la resurrección, ausente en la parábola; «esta conclusión prohíbe ver, sin más ni más, en la parábola una alegoría de la Iglesia primitiva, que hubiese sido puesta en boca de Jesús; pues para la Iglesia primitiva la resurrección de Jesús tuvo una importancia tan central, que seguramente hubiera sido mencionada en el marco de la narración» (J. Jeremías). Lo confirma el evangelio de Tomás, ausente de alegorización, que dice: «Dijo: quizá teman a mi hijo. Puesto que aquellos labradores sabían que él era el heredero de la viña, lo prendieron y lo mataron. Quien tenga oídos que oiga». Y con esto termina la parábola en el evangelio de Tomás.

Ello refleja dos cosas:

a) Cristo muestra aquí su conciencia de ser el Enviado de Dios que viene como el último de los profetas. Ya antes ha manifestado a sus discípulos que él es el Hijo del Padre; le han visto dirigirse a él con el término «Abba»; lo nuevo aquí es que lo proclama ante sus adversarios. Si bien la intención de Cristo mira más bien expresamente a la suerte que espera a los viñadores, los escribas y fariseos al menos pudieron entender que se colocaba aparte de los demás Profetas.

b) Cristo manifiesta su conciencia de la suerte que le espera a manos de sus adversarios y que presenta como el término de la persecución de que han venido siendo objeto los Profetas, dejando entrever que su venida es la última oportunidad que tiene el pueblo judío para no ser rechazado. «De este modo, y por primera vez en público, Jesús anuncia su muerte violenta y al mismo tiempo dirige una última llamada a los jefes judíos a fin de que no cometan lo irreparable, lo cual traerá consigo el castigo divino» (E M. URiccHIO - C. M. STANO, La Sacra Biblia. Vangelo secondo S. Marco, Marietti, Torino-Roma 1965, 495).

Otros datos importantes: -Mc y Lc dicen «el hijo amado». Además che la distinción respecto de los siervos, el término «amado» (agapetós hace referencia a Mc 1,11;9,7 y viene a ser sinónimo de «único» (cf. Gén 22,2;Tob 3,10;Jer 6,26); los LXX traducen «el único» por «el amado». Podemos decir que «amado» tanto en el griego clásico como en el bíblico es frecuentemente sinónimo de «único», y en los sinópticos viene a ser casi equivalente al «monogenés» (unigénito) de San Juan (1,14.18). El dato procede de la comunidad primitiva que lo entendió del Hijo, por lo que le aplica después el texto del salmo. Cf. Jn 3,16. Se confirma con el título que le dan los viñadores: «el heredero» (cf. Heb 1,1-3). Esto pone también de relieve la malicia de los arrendatarios: saben que se trata del hijo heredero del amo. -Mc dice que «lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña». Ello puede entrañar la maldad que supone la negación de la tumba en los judíos (cf. ISam 17,44.46;IISam 21,10;IRe 14,11;21,24, etc.). Mt y Lc dicen que lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. El cambio obedece a la constatación de Heb 13,12 según la cual Cristo murió fuera de las puertas de la ciudad (cf. Jn 19,17).

1.4. Pregunta al auditorio y respuesta (Mc 12,9)

Con la pregunta pudo terminar la parábola. Así ocurre con algunas de las controversias de Cristo con escribas y fariseos (cf. Mc 12,37). Pero en los tres sinópticos sigue la respuesta que, por tanto, se remontará al menos a la tradición presinóptica.

La respuesta a la pregunta: «¿Qué hará el dueño de la viña?» es lógica. El dueño de la viña castigará a los arrendatarios y entregará la viña a otros que produzcan los frutos debidos. Jesús mismo anuncia que Dios pondrá fin a la titularidad de los dirigentes del pueblo judío. Y con el anuncio del castigo pudo terminar la parábola. Así terminó Jesús otras parábolas. Pero el drama no concluye con el castigo de los viñadores infieles. La viña tiene que producir sus frutos, por lo que se entregará a otros destinatarios que rindan los frutos debidos. ¿Quiénes son los nuevos destinatarios? Mc y Lc dicen solamente que se entregará «a otros». Mt concreta más: «a otros que le den los frutos a su tiempo» (v.41). En la parábola de Cristo sólo se decía «a otros», sin lo que es adición de Mt. Cristo no intenta precisar los destinatarios, fijando toda su atención en el motivo por el cual se quita la viña a los dirigentes del pueblo judío.

Lc añade a la respuesta un dato singular: «Mas, oyéndolo, dijeron: "¡Que no suceda eso!" (me genoito) (v. 16)». El pueblo reacciona con terror ante el anuncio del castigo de los dirigentes del pueblo y del anuncio del traspaso de la viña a otros. Pone con ello de relieve el respeto que le merecía todavía el orden social y religioso del judaísmo, el Consejo Supremo de Israel. «El pueblo que oye estas palabras de Jesús está aterrorizado. Espantado, rechaza la posibilidad de tal juicio. El consejo supremo gozaba de la estima del pueblo y era tratado por él con respeto. Todavía hubo de pasar largo tiempo antes que el pueblo que seguía a Cristo abandonase las antiguas tradiciones. La historia primitiva de la Iglesia da testimonio de ello (Act 1-15)» (A. STóGER).

1.5. La cita del Salmo 117,22s (Mc 12,10s).

Con el castigo de los viñadores y el traspaso de la viña a otros, parece que la parábola ha llegado a su fin. Pero los tres sinópticos añaden la cita bíblica, sin labor redaccional. A)-¿De quién es la cita? Es posible que Cristo haya utilizado esta imagen veterotestamentaria frente a escribas y fariseos. Él utiliza textos de la Escritura en sus controversias con los dirigentes del pueblo. El frecuente uso que del Sal 117,22s. se hace en la primitiva comunidad cristiana podría provenir de la utilización que Cristo hizo de esta cita. B)-Pero la conexión del texto bíblico con la parábola proviene seguramente de la primitiva comunidad cristiana (tradición presinóptica) que ha añadido a la perspectiva de Cristo sobre el Reino la perspectiva de la exaltación de Cristo.

En la perspectiva de Cristo la parábola miraba más bien al juicio de Dios sobre Israel. «La parábola, pues, en su sentido originario no pretendía directamente ni un anuncio de la muerte del Hijo, ni una revelación a su dignidad divina, ni, mucho menos, dejar entrever la realidad de su resurrección. Con ella se expresaba sencillamente el juicio de una actitud crecientemente hostil de los dirigentes de Israel para con Dios; se negaban a dar a Dios lo que le correspondía al oponerse a los diversos mensajeros enviados, incluso al último, expresión máxima de la predilección de Dios. En esta actitud se estaba jugando su destino futuro» (J. CABA, El Jesús de los Evangelios, BAC, Madrid 1971, 290s).

Fue la comunidad primitiva la que desplazó el tema del Reino al de la Persona de Jesús, y quien ha introducido en la parábola de Jesús la fe en la exaltación de Cristo con este texto, frecuentemente utilizado con ese sentido en la Iglesia primitiva (cf. He 4,11; Ef 2,20; IPe 2,7). «La cita, aunque el propio Jesús la toma en sus labios, sobrepasa el marco de la parábola de los viñadores. La mirada se desvía de los malos renteros al Hijo asesinado, del que ahora se afirma el milagro de su exaltación divina, es decir, su resurrección y su carácter permanente decisivo para la salvación. La comunidad no se contentaba con la mirada al pasado ni descansabaen la muerte violenta del Hijo, sino que daba a la parábola una conclusión que afianza su fe sobre el fundamento de lo que entretanto ha sucedido por obra de Dios y que proclama el significado permanente y decisivo de Jesucristo» (P. SCHNACKENBURG).

Hay, además de Sal 117,22s, otros textos en el AT en los que se habla de una piedra probada, angular, que serviría de tropiezo y aplastaría reinos, subsistiendo ella para siempre: «Por eso, así dice el Señor Yahveh: He aquí que pongo por fundamento en Sión una piedra elegida, angular, preciosa y fundamental; quien tuviere fe en ella no vacilará» (Is 28,16; cfr Is 8,14ss; Jer 51,26; Zac 4,7). Cristo, rechazado por los judíos, ha venido a ser la piedra angular del nuevo edificio, la Iglesia.

1.6. Adición peculiar de Mt (v.43) y Lc (v.18).

Marcos concluye con la cita, sin adición alguna. Pretende dejar al lector impresionado con la perspectiva cristológica, que constituye la dimensión fundamental de su evangelio.

Mateo añade a la cita: «Por eso os digo que se os quitará el Reino y se dará a un pueblo (ethnos) que rinda sus frutos», que presenta características literarias mateanas. ¿Quién es el nuevo pueblo? No los «gentiles», en cuyo caso habría utilizado el plural (ta ethne). «El concepto de pueblo indica ciertamente una comunidad religiosa. Por este motivo se puede concluir que Mt en el presente pasaje no puede referirse específicamente a la vocación de los paganos o a la Iglesia de los gentiles» (A. ANTÓN, La Iglesia de Cristo, BAC, Madrid 1977,351), sino al nuevo pueblo de Dios, la Iglesia, conforme a la perspectiva eclesiológica característica de Mt. «De la contraposición latente al otro pueblo y de la tarea del nuevo pueblo se deduce con necesidad interna que, discurriendo lógicamente, sólo se puede estar pensando en la Iglesia» (VV. TRILLING, El verdadero Israel, Fax, Madrid 1974, 86).

Lucas añade a la cita: «Todo el que caiga sobre esta piedra se destrozará, y aquel sobre quien ella caiga quedará aplastado». Con esta adición conclusiva, a la impronta cristológica que la primitiva comunidad cristiana dio a la parábola original, añade una intimación a optar por Cristo, como único medio para evitar un rechazo similar al de los judíos y obtener la salvación que ha traído Cristo. Lo que está de acuerdo con la perspectiva ascética peculiar de Lucas, interesado en poner de relieve las disposiciones interiores del espíritu como respuesta a la vocación cristiana.

1.7. La reacción de escribas y fariseos (Mc 12,12).

Comprendieron que Cristo se dirigía a ellos. Su primera reacción fue el intento de apoderarse de él. Pero como en otras ocasiones (cf. Mc 11,18), se lo impidió el temor al pueblo que lo tenía por profeta (Mt 21,46). «El Maestro, atacándolos tan abiertamente, ha pretendido su conversión y su arrepentimiento y, al anteponer ante sus ojos las desastrosas consecuencias de su decisión homicida, ha intentado apartarlos del paso fatal. Ellos, a pesar de conocerlo (égnosan: sentido de pluscuamperfecto) cierran los ojos a la luz y, reafirmándose en su odio hacia Jesús, se alejan para estudiar mejor el plan de asalto» (URICCHIO-STANO, O.C., 497s.).

¿Quiénes son los responsables a los que se quita el Reino? Lc al principio menciona al pueblo, a quienes se dirige la parábola (v.9). Y al final menciona a los escribas y fariseos, que entienden que la parábola se dirige a ellos (v.19). Si bien Cristo se dirige primariamente a los dirigentes del pueblo, que tienen la máxima culpabilidad y responsabilidad, la parábola en el fondo se dirige a todo el pueblo como tal. Es a él a quien se quita el Reino. «En los viñadores homicidas pueden verse más directamente comprendidas las clases dirigentes del pueblo, pero dado que Mateo ha atribuido claramente la responsabilidad de la recusación y crucifixión de Jesús a todo el pueblo (27,25) y que esta parábola se apoya en la alegoría de la viña de Isaías, donde se dice expresamente «la viña de Yahveh es la casa de Israel» (Is 5,7), no parece pueda admitirse una clara distinción entre el pueblo judío y sus grupos dirigentes» (A. ANTÓN, o.c., 326). A ello se puede añadir: «Se trata de dar a entender que la viña (la elección) no constituye una posesión segura y duradera, sino que ha sido confiada sólo en préstamo. Frente al Señor que confía la viña en préstamo existe o existió una responsabilidad continua de todo el pueblo» (J. GNILKA).

2. Síntesis. Elaboración sucesiva de la parábola

2.1. La parábola de Jesús

Al final de su ministerio público, cuando se acercaba el día en que los dirigentes del pueblo judío, que se habían opuesto desde el principio al ministerio de Jesús, iban a darle muerte, Jesús les dirige esta parábola. A ellos, el pueblo judío, había sido confiada la viña, el Reino de Dios con el fin de preparar los caminos al Mesías. Pero como antes los judíos habían rechazado e incluso dado muerte a los profetas que a lo largo del AT Dios les había ido enviando, ahora rechazan la predicación de Jesús, se oponen a él y buscan ya la ocasión de darle muerte. Cristo les anuncia el castigo que les espera si persisten en su actitud y consuman el crimen premeditado. Están muy lejos de dar los frutos que Israel tenía que haber dado. Y por ello les va a ser quitado el Reino, el cual será entregado a otro pueblo que dé los frutos debidos.

La parábola pronunciada por Jesús debió estar expresada aproximadamente en estos términos: «Un hombre plantó una viña, la arrendó a unos viñadores, y luego se fue lejos. Pasado cierto tiempo, envió a los viñadores un siervo, para percibir su parte de los frutos de la viña. Mas los viñadores, apoderándose del siervo lo apalearon y reexpidieron (de vacío). De nuevo el hombre les envió otro siervo, pero también a éste le golpearon y deshonraron. Envió a un tercero; a éste le hirieron y expulsaron. Por último les envió a su hijo diciendo: a mi hijo le respetarán. Pero los viñadores, al ver al hijo, se dijeron entre ellos: éste es el heredero. ¡Vamos! Matémosle y quedémonos con la herencia. Y, apoderándose de él, le arrojaron fuera de la viña y le mataron. ¿Qué hará entonces el dueño de la viña? Vendrá y hará perecer a esos viñadores y luego arrendará la viña a otros». Así lo expresa LEON DUFOUR, Estudios de Evangelio, Ed. Cristiandad, Madrid 1982, 311.

2.2. La adición de la tradición presinóptica

Sabemos que la comunidad primitiva desplazó el acento de la predicación de Cristo, que era el reino de Dios (cf. Mt), a la Persona misma de Cristo, constituyendo a ésta en el centro de la predicación: Jesucristo muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación (Rom 4,25), como lo revela la predicación de San Pablo. En conformidad con ello ha destacado al «hijo» de la parábola presentándolo como el Hijo Amado, conforme a la presentación que de él hace el Padre en el Bautismo (Mc 1,11) y en la transfiguración (Mc 9,7). Y ha añadido la cita del Sal 117,22s (ausente en el evangelio de Tomás, que no alegoriza la parábola). Ha pretendido con ella poner de relieve la exaltación de Cristo: él es el Hijo de Dios, enviado por el Padre, que viene a fundar el nuevo Reino. Lo que lleva a cabo mediante su muerte a manos de los judíos. Y con su muerte y su resurrección ha venido a ser piedra de escándalo contra la que tropezaron los judíos, y piedra angular del nuevo pueblo de Dios, la Iglesia. Ello constituye algo verdaderamente maravilloso realizado por Dios a los ojos de los hombres.

Adición también de la comunidad primitiva es la cita de is 5,1s, que antepone a la parábola y que introduce un pensamiento ajeno al tema de la misma (manifestar a los judíos por qué les es quitado el Reino, y que está ausente en el evangelio de Tomás). Ha pretendido con ella poner de relieve el amor singular que Dios había tenido con Israel, a pesar de lo cual Dios tuvo que rechazarlo por no haber respondido a su misión.

2.3. Mc y la adición de Mt y Lc

Mc, con la adición del «Amado» al «hijo» y sin adición alguna a la cita del Salmo pretende dejar en el lector la impronta cristológica: Jesús, el Hijo, es la Piedra angular. Una respuesta más a la frecuente e intrigante pregunta de la primera parte del evangelio: «¿Quién es éste?», unas veces en boca de los discípulos, otras en boca de la multitud.

Mt, que ha alegorizado las legaciones de los siervos conforme a la distinción de los judíos en dos grupos de profetas: profetas «primeros» y «posteriores», es quien ha conservado mejor el sentido original de la parábola, llevando hasta el final la intención-enseñanza de Cristo. Concluye con el v.43: «Por eso os digo que se os quitará el Reino de Dios y se dará a un pueblo que rinda sus frutos». Ese pueblo, quedó ya indicado, es la Iglesia, lo que está de acuerdo con la dimensión eclesiológica que caracteriza el evangelio de Mateo.

Lc, que añadió en el v. 9 que el dueño de la viña «se ausentó por mucho tiempo», con lo que pretende indicar que la Parusía no tendrá lugar tan pronto como algunos pensaban, añade a la cita del Salmo. «Todo el que caiga sobre esta piedra se destrozará, y aquel sobre quien ella caiga quedará aplastado» (v.18). Termina con una intimación al seguimiento de Cristo como único medio para la salvación. De acuerdo con la perspectiva ascética del tercer evangelio.

Vemos cómo una parábola de Cristo, conservando su sentido original, es adaptada por la comunidad cristiana y por los evangelistas a nuevas circunstancias. Todo bajo la acción del Espíritu Santo que guía a la primitiva comunidad e inspira a los evangelistas. Queda firmemente constatado que Cristo es la Piedra angular del Nuevo Pueblo y nadie puede poner otro fundamento que pueda salvarnos más que Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios.

BIBL. - L. DuFOUR, Estudios de Evangelio. Ed. Cristiandad, Madrid 1982, 289-327; R. SILVA CoszoYAS, La parábola de los renteros homicidas, Compóstelanum XV (1970), 391-353; J. GNILKA, El Evangelio según San Marcos, II, Sígueme. Salamanca (1986), 165-175.

Gabriel Pérez