Sacramentos de Jesús
DJN
 

SUMARIO: 1. Significado de la palabra sacramento. -2. ¿En qué sentido se puede hablar de "sacramentos de Jesús"?


1. Significado de la palabra sacramento

En primer lugar, hay que distinguir entre el término "sacramento" y su concepto. El término "sacramento" es, evidentemente, algo secundario y convencional, ya que la tradición latina de la Iglesia podría haber denominado los sacramentos, como lo sigue haciendo la tradición oriental, con el término mysterion; el que haya escogido el término "sacramento" es algo fortuito. Lo esencial y verdaderamente importante es el concepto teológico que está detrás del vocablo "sacramento". Sin embargo, hay que reconocer que en el NT no sólo no se encuentra la palabra "sacramento", pero ni siquiera un concepto toscamente elaborado que pudiera aplicarse de forma general a los sacramentos más importantes, como son el Bautismo y la Eucaristía. Habituados a una larga tradición, solemos englobar estas dos acciones rituales de la Iglesia, tan importantes, y otras semejantes, bajo la noción de sacramento, pero en el NT no aparece el término sacramento ni su concepto en forma más o menos elaborada, y menos aún son llamados así el Bautismo y la Eucaristía. El término "sacramento" es de origen profano y su concepto teológico actual supone un largo esfuerzo clarificador de la fe durante los primeros siglos de la Iglesia. Lo que sí encontramos en la Biblia, sobre todo en el NT, son los elementos esenciales del concepto de sacramento.

En el NT aparecen, efectivamente, acciones significativas de la Iglesia primitiva,cuyo origen se remonta a Jesús, que confieren la gracia y corresponden a lo que más tarde se llamará "sacramento", aunque no aparezcan designadas con este vocablo. El esclarecimiento del concepto de sacramento y su desarrollo doctrinal se ha ido realizando paulatinamente en la Iglesia bajo la guía del Espíritu Santo. "Sacramento" es, según la doctrina de la Iglesia, "un signo o acción instituida por Cristo, que en virtud de su misma realización confiere la gracia interna o santificación" (cf. CIC can. 840). El término "sacramento", como aplicado al Bautismo y Eucaristía aparece, por primera vez, en Tertuliano (aprox. entre los años 150 y 220), aunque es probable que su aplicación a estos dos sacramentos sea anterior a él, ya que la versión latina más antigua de la Biblia (la llamada Vetus latina) traduce con frecuencia la voz griega mysterion por sacramentum. No es Tertuliano quien inventó el término y su concepto; más bien es él quien lo tomó del ambiente eclesial norteafricano. Fue la Iglesia del Norte de Africa, que ya en el siglo II celebraba la liturgia en latín, mientras que en Roma se hacía aún en griego, la que introdujo el término sacramentum en el vocabulario teológico-eclesiástico. Las connotaciones militares, jurídicas y religiosas del término latino sacramentum, como "juramento" de los reclutas romanos al emperador y "fianza sagrada" depositada en un templo, recomendaban su aplicación de manera especial al Bautismo y Eucaristía, que junto con la Confirmación, a la que también conviene el primer significado, constituyen los llamados sacramentos de la iniciación.

San Agustín definió acertadamente los sacramentos de la Iglesia como signos sagrados y "palabra visible" de Dios que comunican la salvación, siendo Cristo su verdadero ministro: "Se junta la palabra al elemento y se realiza el sacramento, y este mismo sacramento es en cierto modo palabra visible" (In Joan. 80,3; PL 35). Con Sto. Tomás, cuya doctrina asumió el C. Trento (DH: 1601-1613), se llegó a la formulación teológica definitiva de la doctrina sacramental. La teología sacramental a partir del C. Vat. II ha desarrollado y puesto de relieve en la celebración de los sacramentos aspectos que ya habían sido apuntados por los Padres: el sacramento como palabra eficaz (San Augustín), celebración de toda la Iglesia y la participación de toda la comunidad eclesial local (San Cirilo de Jerusalén). El aspecto comunicativo y festivo de los participantes no debe, sin embargo, ensombrecer el misterio o realidad sobrenatural que tiene lugar en la celebración sacramental. Acentuar exagerada y superficialmente el aspecto festivo exterior de la celebración sacramental, sin tener en cuenta la fe profunda y consciente del misterio que se está conmemorando y realizando, es un abuso que desvirtúa el fruto de los sacramentos en los que lo celebran y reciben.

2. ¿En qué sentido se puede hablar de "sacramentos de Jesús"?

Los sacramentos son, pues, propiamente acciones que realiza la Iglesia por medio de sus ministros autorizados, cuyos destinatarios son o bien no cristianos que piden entrar en la Iglesia (como en el caso del Bautismo) o ya cristianos que los celebran en unión con la comunidad eclesial local (como en los demás sacramentos). Conviene recordar que en caso de necesidad aun el no bautizado puede administrar el Bautismo, siempre que tenga intención de hacer lo que hace la Iglesia y no se encuentre a mano un ministro o persona bautizada. En sentido propio no podemos llamar sacramentos las acciones salvíficas que realizó Jesús durante su ministerio público en favor de los hombres y con las que se reveló como Hijo de Dios, aunque los sacramentos de la Iglesia y estas acciones de Jesús tengan un aspecto fundamental común, en cuanto que unos y otras "significan y realizan la salvación". La diferencia está en que los sacramentos son acciones visibles de la Iglesia, mientras que las acciones visibles de Jesús durante su vida terrena eran exclusivas de Él, signos propiamente cristológicos, querevelaban quién era Jesús, cuyo ejemplo más sobresaliente encontramos en los "milagros-signos" del evangelio de san Juan. Los milagros y las acciones de Jesús, que significaban y realizaban la salvación, en cuanto visibles quedaban restringidas a su ministerio público, mientras que las de la Iglesia, que han de ser celebradas hasta la venida del Señor (1 Cor 11,26), son visibles y prolongan las que Jesús realizó en su vida terrena. Es verdad que Jesús en cuanto glorificado sigue actuando en los sacramentos de la Iglesia, pero su acción es -a diferencia de entonces- invisible, sólo perceptibles por la fe (cf. SC 7: "...cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza"; CatlglCát. 1992, núm. 1076). Sin embargo hay que reconocer una conexión esencial entre las acciones de Jesús y las acciones sacramentales de la Iglesia, ya que éstas dependen de aquéllas y ambas significan y confieren la gracia.

No se pueden considerar tampoco como sacramentos, en sentido propio, los ritos a los que se sometió Jesús en su vida terrena, tales como el Bautismo en el Jordán por medio de Juan Bautista (Mc 1,9-11par.), su unción por la mujer pecadora (Lc 7,37-50; cf. Mt 26,6-13/Mc 14,3-9) y María de Betania (Jn 12,1-8) y, sobre todo, su celebración anual de la Pascua judía (Mc 14,12-25 par.), que como la circuncisión (Lc 2,21) tenía para todo judío un valor, que podríamos llamar, en sentido impropio, sacramental. Es evidente que estos ritos no se pueden considerar verdaderamente "sacramentos de Jesús", ya que Jesucristo, en cuanto Hijo de Dios y enviado del Padre, es autor, no receptor, de los sacramentos. Estos ritos, con los que Jesús, como Hijo de Dios encarnado en el mundo judío, quiso abajarse para solidarizarse con su pueblo y los demás hombres, así como todas las acciones de su vida y, sobre todo, su muerte, no son sacramentos que Jesús habría recibido para acrecentar su gracia, pues no lo necesitaba, ni sacramentos como los derivados de El y practicados por la Iglesia, sino sólo acciones de un valor meritorio infinito, como todas las acciones de su vida terrena, con que El nos ha merecido la salvación o gracia que se nos comunica ordinariamente por los canales o acciones, que llamamos sacramentos, cuyos beneficiarios somos nosotros. La expresión "sacramentos de Jesús" se refiere, en realidad, a los sacramentos "derivados" de sus acciones salvíficas que realizó durante su vida terrena, de los que hablaremos a continuación.

Miguel Rodríguez Ruiz