Mundo
DJN
 

La palabra mundo tiene varias acepciones en la Biblia:

1) Los hebreos tenían un concepto geocéntrico del mundo; en medio de todo estaba la tierra, y en ella el hombre. Se trata de un concepto popular, que aparece claramente en los primeros capítulos del Génesis; el mensaje de la Biblia no es de orden científico, no pretende enseñarnos cómo es el mundo ni cómo marcha el mundo, cuáles son sus leyes, sino de orden religioso. Los primeros capítulos del Génesis, en los que se habla de la constitución del mundo, pretenden, sobre todo, enseñarnos, frente a las concepciones cosmogónicas politeístas, que el mundo y todo cuanto en él se contiene está hecho, regido, gobernado y conservado por Dios. En el mundo hay tres regiones fundamentales: la central o terrestre, donde el hombre habita; la superior o celeste, sede y trono de Dios; la inferior o subterránea, el Seol, morada de los muertos.

2) Los evangelios hablan del mundo terrestre como lugar donde viven los hombres, al cual se viene (Jn 1,9; 3,19; 11,27; 12,46), en el cual se está (Jn 1,10; 9,5; 17,11) y del cual se sale (Jn 13,1). Se habla, pues, del mundo físico, creado por Dios (Mt 4,8; 6,32; 16,26; 26,13; Mc 8,36; Lc 4,5; 9,25; 12,30).

3) El mundo tiene también la significación de los seres humanos que habitan la tierra (Mt 13,38; 18,7; Jn 1,29; 3, 16.17.19; 4,42; 6,33.51; 7,4.7; 9,5; 12,19; 14,19; 16,8; 17,18; 18,20).

El mundo físico, como realidad creada, es bueno, ya que procede de Dios, de El depende y a El se ordena. El mundo de los hombres, creado igualmente por Dios, es también, en principio, bueno. Pero como consecuencia del pecado, el mundo humano está en estada de rebelión contra Dios; éste es el sentido de la expresión "este mundo", frecuente en San Juan, como síntesis de todas las fuerzas enemigas de Dios, un mundo malo, que está bajo el poder del príncipe de este mundo, de Satán (Jn 8,23; 9,39; 12,31; 14,30; 15,19; 16,11; 17,14-16). De rechazo, puesto que el hombre es el centro de la creación, ella misma está también esclavizada y en desorden. Jesucristo ha venido a salvar al mundo, a librarle del pecado y de la esclavitud, derrotando a Satán (Jn 1,29; 4,42; 6,51; 7,47; 16,33). Su reino está en el mundo, pero no es de este mundo. El mismo, aunque está en este mundo, no es de este mundo (Jn 8,23; 17,14; 18,36), lo cual no significa negar la creación, sino transformarla por la perfecta sumisión a Dios (1 Cor 7,29-31). El creyente ha triunfado del mundo por su fe, sigue en este mundo, pero, al igual que Jesús, no es de este mundo (Jn 8,23; 9,5; 17,11.15). Este mundo, en efecto, será plenamente transformado. Dios creará un nuevo mundo, nuevos cielos y nueva tierra, como sede del reino glorioso de los redimidos (Ap 21,1).

E. M. N.

Como hombre real que era Jesús estaba en íntima relación con el mundo y la historia, conceptos inseparables. Y como hombre de su tiempo y ambiente lo entiende y vive en él conforme a la cultura y categorías normales en aquel momento. Su mundo es tanto el físico y natural como, sobre todo, el humano en todas sus dimensiones. Jesús aparece entroncado en el mundo de manera concreta y no abstracta. Su entorno es la Palestina y el Israel de su momento histórico con sus determinados factores sociales, políticos, religiosos, etc. En su predicación, por ejemplo en las parábolas, aparecen continuas alusiones al mundo rural de la Palestina de su tiempo y a las situaciones que vivía el pueblo judío.

Naturalmente la visión del mundo de Jesús está dominada por su concepción religiosa. Ve el mundo en estrecho contacto con Dios, como obra de Dios regida por El, dependiente de El.

Jesús no es enemigo de las realidades mundanas, sino que las acepta, aun siendo consciente de los peligros que a veces se encuentran en ellas y previniendo a sus seguidores en este sentido. En todo caso el mundo y sus valores no son el criterio supremo para el seguidor de Jesús; no vale nada ganarlo del todo si uno se pierde a sí mismo (Mc 8,36 y par.). Hay que estar dispuesto a desprenderse de él, por valioso que sea, si ello constituye un obstáculo para el destino del ser humano (Mc 9,43-48; Mt 5,29-30; 18, 8-9).

El mundo de los seres humanos, efectivamente, es ambiguo. Necesario y positivo para ellos y para su camino hacia Dios, pues es el lugar donde se desarrolla la historia de la salvación, pero entregado al poder del «príncipe de este mundo» en terminología joánica, el cual pretende ser su dueño y señor (Mt 4,8-9; Lc 4,5-7). Además está sujeto a gran peligro, entre otras cosas, por el escándalo (Mt 18,7). Sin embargo la salvación que Jesús aporta también se extiende al mundo, al humano en primer término, pero también al físico en cuanto está unido con los seres humanos, por medio de la acción de sus seguidores (cfr. Mt 26,13). Finalmente el Señor Jesús será el vencedor de este mundo como aparece con toda claridad en el Cuarto Evangelio.

(Fuera de las alusiones anteriores, no se trata aquí del concepto de «mundo» en el Cuarto Evangelio porque su sentido depende de las concepciones teológicas de este evangelio y no se puede referir directamente a Jesús). ->Juan; encarnación.

Federico Pastor