Fiesta
DJN
 

Refiriéndonos a «fiesta» en sentido general, a lo festivo, lo lúdico en la existencia, Jesús no aparece en absoluto como enemigo de ese aspecto humano. De hecho participa en típicas fiestas como las de bodas o en banquetes festivos. La narración simbólica de Jn 2,10 donde aparece la activa participación y aun contribución de Jesús a las bodas de Caná, apenas se hubiera podido imaginar si Jesús no hubiera dado pie para ello en su vida.

No hay tampoco en su predicación hostilidad hacia los aspectos más lúdicos. Las innegables frases sobre el llanto, el dolor etc., no deberían tomarse como el elemento central del mensaje de Jesús tal como se ha hecho bastante a menudo. Dadas la reales condiciones de la existencia humana -iy Jesús las conoce profundamente también por su propia experiencia!- cabe esperar algo, y aun mucho, de dolor en la vida. Pero no son el elemento constitutivo más importante del Evangelio. Nada hay en él de masoquismo o tristeza ontológica o de rechazo a lo popular, tan típico de las fiestas antiguas y modernas. De hecho presenta el Reino en su plenitud con los rasgos festivos patentes en el banquete escatológico, que suponen una experiencia humana de la fiesta, prefigurado en la misma celebración de la Cena del Señor.

Por otro lado las celebraciones religiosas judías eran fiestas, inconcebibles sin una vertiente de alegría y júbilo. No sería conforme a las costumbres del tiempo pensar en esas celebraciones como algo meramente formal, solemne o hierático, dada la decidida participación popular con manifestaciones festivas que la tradición judía ha conservado, por ejemplo de manera especial, en la Fiesta de las Tiendas / Chozas / «Tabernáculos». Como muestran los relatos evangélicos Jesús toma parte en las fiestas de Pascua, Semanas o Pentecostés, Tiendas, Dedicación del Templo y quizás en alguna más.

Es obvio, sin embargo, que la fiesta no se limita sólo a una alegría humana. Precisamente el sentido profundo de las celebraciones es vivir de algún modo, exterior e interior, colectivo y aun individual, la relación con Dios en la realidad humana. Este sentido religioso estaba muy presente en las fiestas judías. Es, pues, comprensible que Jesús participe en ellas y aproveche esta base para dar un sentido más hondo al que ya tenían.

Resulta interesante por una parte y lógico por otra que la relación con Dios se viva de forma alegre y precisamente «festiva», que sea una verdadera «celebración», de la que no se excluyen los aspectos humanos lúdicos. -> pascua.

Federico Pastor