TRITEÍSMO
DC


SUMARIO: I. Riesgo latente o explícito de la doctrina trinitaria.—II. Momentos históricos significativos.—III. Superación del triteísmo.


I. Riesgo latente o explícito de la doctrina
trinitaria

Al hablar aquí de triteísmo no nos referimos ni a los distintos politeísmos en los que es posible la pluralidad de dioses, ni tampoco a las tríadas divinas que se dan en numerosas religiones donde las divinidades aparecen representadas con tres cuerpos, tres cabezas o tres rostros simultáneos y distintos (Parrinder 38ss); sus posibles afinidades o analogías con el arte cristiano serían tema interesante de análisis (Boespflug). Más bien la expresión triteísmo se usa aquí para designar un riesgo latente en la teología trinitaria; es sobre todo una etiqueta aplicada a determinadas interpretaciones que en la historia del pensamiento cristiano han acentuado en exceso la diversidad hipostática entre las personas trinitarias o no han sido capaces de hacerla compatible con la afirmación de su unidad esencial. No hay noticias de teólogos cristianos concretos que se hayan propuesto defender explícitamente un triteísmo real; a lo más sería, por tanto, una consecuencia implícita o inevitable en el desarrollo coherente de determinadas doctrinas. El monoteísmo cristiano es una obviedad demasiado evidente como para soportar tal propuesta explícita. Ahora bien, en el misterio trinitario son tan originarias la unidad de esencia como la diversidad de personas; en la capacidad para pensar y expresar simultáneamente ambas se halla el gran desafio y la gran dificultad. Si se acentúa tanto la unidad divina que se difumina la distinción real de las personas, estamos en el ámbito del modalismo. Si, por el contrario, se insiste por encima de todo en su superación y en la distinción real de las personas divinas como sujetos distintos, entonces resulta dificil ir más allá de una unidad específica, moral o de voluntades. A este riesgo latente que dificulta la afirmación estricta de la unicidad de Dios se refiere el término de triteísmo, convertido con frecuencia en arma arrojadiza o en etiqueta estereotipada.


II. Momentos históricos significativos

A comienzos del s. III, en la polémica desencadenada por la crisis monarquiana, Hipólito se queja de que el papa Ceferino, a quien él retiene por un modalista camuflado, le acuse de diteísmo por distinguir entre el Padre y el Hijo ("nos autem ditheos vocabat", PG 16/3, 3380B), diteísmo porque el Espíritu se hallaba aún al margen de las polémicas trinitarias. Una acusación parecida tiene que soportar el mismo Justino por haberse atrevido a hablar a propósito del Logos de "alium Deurn et Dominum" (héteros Theós, PG 6 597B). Pero tal vez nada mejor que el conflicto entre Dionisio de Alejandría y Dionisio de Roma para percibir el alcance real de la acusación de triteísmo en medio de los debates teológicos.

Alertado por la difusión de doctrinas sabelianas en la Pentápolis, Dionisio de Alejandría (t 264) escribe varias cartas (PG 20,7041 25, 493). Él era discípulo de Orígenes y parece que en su celo antimodalista se servía de expresiones que excedían los límites habituales, lo cual hizo que algunos fieles lo acusasen ante el obispo de Roma, Dionisio. Conviene tener en cuenta, no obstante, que tanto la postura de Dionisio de Roma (t 268) como la de Dionisio de Alejandría nos han sido transmitidas posteriormente por Atanasio (t 328) en un contexto explícito de polémica antiarriana (PG 25, 461/5; DS 112/5). Este dato se ha de tener muy en cuenta (Abramowski) a la hora de revisar los clichés valorativos que hacen de la postura de Dionisio de Roma el exponente típico de un cierto modalismo, vigente siempre en la tradición occidental y romana, lleno de recelos ante la expresión "tres hipóstasis", y de Dionisio de Alejandría el representante de una tendencia subordinacionista o triteísta, incapaz de dar razón suficiente de la unidad de naturaleza en Dios. Los motivos de la acusación contra Dionisio de Alejandría eran el de haber separado al Hijo del Padre y haber introducido una división en la naturaleza divina, así como haberse negado a decir que el Hijo era consustancial (homooúsios) con el Padre (sobre las dudas justificadas respecto a esta última atribución, cf. Abramowski 255ss). Dionisio de Roma, por su parte, escribe una carta personal al obispo de Alejandría y otra dirigida a la iglesia alejandrina. En esta segunda es donde aparece la expresión de "tres dioses" (treis Theoús, tres deos) o "tres deidades" (treis Theótetas, tres deitates o divinitates, DS 112.115) como una doctrina rechazable por destruir la monarquía divina. Pero lo más llamativo no es el rechazo lógico de esta doctrina, sino su identificación con el lenguaje de las "tres hipóstasis separadas" (tres quasdam virtutes ac separatas hypostases, tres diversas hypostases ab invicem omnino separatas, DS 112). Hay en ello un riesgo real de quebrar la unidad y la monarquía divina, un peligro de separación divisoria, si se acentúa la distinción sin el contrapeso de la unidad. Pero hay también un problema lingüístico y terminológico, el de la insuficiente diferenciación entre ousía e hypóstasis, que pesará inevitablemente sobre todas las discusiones y será fuente inevitable de incomprensiones mutuas. Un ejemplo claro lo constituye este conflicto entre Dionisio de Roma y Dionisio de Alejandría, el cual responde asegurando que jamás pretendió dividir ni separar al Hijo del Padre y que entendía la Trinidad como unidad indivisible, explicaciones que fueron consideradas suficientes por el obispo de Roma. La fobia antisabeliana que dominaba en Oriente y la suspicacia subordinacionista o triteísta que prevalecía en Occidente no facilitaban el entendimiento. Así se explica que no ya la fórmula "una ousía, tres hipóstasis", pero sí las explicaciones dadas sobre la relación entre la naturaleza divina (ousía o physis) y las tres personas (hypóstasis o prósopon) por parte de Basilio de Cesarea (una relación semejante a la que hay entre la naturaleza humana abstracta y los individuos concretos en los que se multiplica) se interpretara como una tendencia y amenaza de triteísmo.

Un capítulo propio en la historia del triteísmo lo constituyen las polémicas desencadenadas entre diversas sectas monofisitas en el s. VI. De hecho en todo el asunto se mezclan enfrentamientos personales entre los distintos protagonistas con contraposiciones de carácter más verbal que doctrinal, dando la impresión de que a veces se está envueltos en la maraña de una interminable logomaquia. A pesar de todo, la controversia sirvió para esclarecer de alguna manera nociones importantes para la reflexión cristológica y trinitaria, como phisis, ousía, prósopon e hypóstasis.

Jugie (DThC 10, 2241) habla al respecto de un "monofisismo trinitario" surgido por aplicar la terminología monofisita de la encarnación al misterio de la Trinidad: por una parte, puesto que en Dios no hay más que una naturaleza (physis), puede hablarse en el sentido corriente de un monofisismo trinitario ortodoxo; por otra parte, el rechazo de este monofisismo legítimo llevará a que algunos, siendo monofisitas cristológicos, se transformen en "trifisitas" trinitarios. Surge así la acusación de triteísmo, que va unida sobre todo con el filosófo Juan Filoponos (520-570), discípulo célebre de Juan de Quennesre (Bar Aftonia). El pensamiento de Filoponos nos es conocido por sus adversarios (PG 86, 44ss, 1233; PG 94, 744-754). Era una tentativa por uniformar la terminología trinitaria y cristológica de los monofisitas severianos (Severo de Antioquía) y responder a las objeciones católicas que les acusaban de incoherencia (identificar physis e hypóstasis en cristología, mientras que en Trinidad las distinguían claramente al hablar de una naturaleza y tres personas). Filoponos se sirve del realismo filosófico aristotélico y en parte también del pensamiento de S. Basilio. El principio filosófico es que no se da ninguna naturaleza (physis) impersonal, en abstracto, general o común a varios individuos de una misma especie (lo que Aristóteles llamaba koiné ousía); toda physis que existe realmente es concreta, individualizada (meriké ousía) identificada con la hypóstasis o la persona. Basilio, por su parte, en un procedimiento antropomórfico, consideraba la naturaleza divina como el elemento común a las tres personas (en analogía con la naturaleza humana como el elemento común a tres sujetos humanos). Pues bien, Filoponos, para establecer polémicamente el postulado monofisita que identifica physis con hypóstasis, abandona el lenguaje abstracto, comúnmente recibido (en Dios hay una sola naturaleza y tres personas distintas) y emplea un lenguaje concreto: Dios es tres hypóstasis, el Padre, el Hijo y el Espíritu son la naturaleza divina en cuanto personas realmente existentes, en ellos physis e hypóstasis se identifican. Pero advierte expresamente que para nada enseña una triplicación de la naturaleza divina (como sucede con la naturaleza humana universal de Aristóteles, que se repite en cada ser humano) y rechaza enérgicamente hablar de tres dioses o tres divinidades (PG 86, 61). Solamente si se toman los términos physis o ousía en sentido abstracto o general (tal como se usan en las fórmulas magisteriales) podría acusarse a Filoponos de un triteísmo real. Como él las emplea en un sentido concreto, siguiendo en esto a Aristóteles, el triteísmo suyo es puramente verbal. De hecho, el sentido auténtico del dogma trinitario no dice que la naturaleza divina se repita tres veces en tres personas, sino que el Padre es la naturaleza divina en un modo peculiar de susbsistencia, al igual que lo son en su peculiaridad propia el Hijo y el Espíritu. La identificación así entendida entre physis e hypóstasis encaja en teología trinitaria; sigue causando dificultades en cristología. La controversia triteísta a propósito de Filoponos trajo después el surgimiento de nuevas sectas en el interior del monofisismo (DThC 3, 814, 1153ss; 4, 39s), donde junto a la acusación de triteísmo repetida contra Pedro de Calínico, patriarca de Antioquía (581-591), por seguir hablando de tres physis-hypóstasis, nos encontramos con la de tetradismo (quaternitas), aplicada a Damián, patriarca de Alejandría (578-604), por distinguir entre la naturaleza divina común, considerada separadamente, y las tres personas que participan de la misma naturaleza, acusación que paradójicamente en otros se transforma en sabelianismo porque haría de las personas puras formalidades de la única naturaleza divina. Todas ellas son sectas de existencia efímera, cuyas diferencias parecen haber sido cuestiones terminológicas magnificadas en exceso.

En la época medieval y moderna la acusación de tritreísmo resurge intermitentemente y va unida normalmente con la utilización de categorías filosóficas en el ámbito teológico. Así, p.c., en la Edad Media con ocasión de las implicaciones que el nominalismo y el realismo tienen en la reflexión sobre la esencia o substancia divina. Roscelino, para quien los conceptos generales como esencia o naturaleza son "voces sive flatus", fue condenado en el concilio de Soissons (1092) bajo la acusaciónde triteísmo y de proponer solamente una unidad divina de actuación y de voluntades; a Gilberto de Poitiers se le acusó de destruir la simplicidad divina y de atentar contra su unidad por distinguir entre "divina natura" y "Deus", siendo condenado en Reims (1148); por hacer de las tres personas divinas algo así como un colectivo moral, llevando en la lógica de su pensamiento más a una cuaternidad (las tres personas más la esencia divina) que a una trinidad, J. de Fiore fue objeto de condena en el IV de Letrán (1215) [cf concilios]. En la época moderna la sombra del triteísmo acompaña siempre la asunción del concepto de persona como autoconciencia en teología trinitaria; a este respecto pueden citarse en el campo católico las propuestas de A. Günther (f 1863) quien, bajo el influjo del hegelianismo, parecía proponer una unidad no tanto de naturaleza cuanto de carácter orgánico, cualitativo o dinámico. Resumiendo podría decirse que valdría la pena escribir con detalle la historia de la acusación de triteísmo en la teología trinitaria, una etiqueta que se repite como estereotipo intermitente.


III. Superación del triteísmo

En opinión de algunos teólogos contemporáneos (Barth, Rahner) seguir usando la fórmula tradicional de "tres personas" origina involuntariamente un triteísmo irreflejo a causa de la profunda modificación del concepto de persona, identificado hoy día con autoconciencia. La forma de superar este riesgo sería hablar de tres modosde ser, de subsistir o de autocomunicarse por parte de Dios. Por esta propuesta han debido afrontar a su vez el reproche de neomodalismo, aplicado por otros teólogos para los que el riesgo real de triteísmo es ficticio. Entre éstos merece ser citado expresamente J. Moltmann (Welker 181ss). En su doctrina trinitaria, núcleo central y determinante de su proyecto teológico, habla repetidamente de Padre, Hijo y Espíritu como de tres sujetos divinos ( = persona, centro de acción), si bien en las publicaciones más recientes usa el término "sujeto" con más reservas. Entiende por tal tres centros divinos autoconscientes, volitivos y actuantes, entre los que se da una conformidad operativa y una comunión de voluntad (cuyo carácter permanente y constitutivo no siempre parece garantizado). De este modo quiere corregir la tendencia modalista inherente, según él, al monoteísmo tradicional cristiano. Es obvio que Moltmann no pretende proponer triteísmo alguno, ni tampoco puede demostrarse que éste sea la consecuencia inevitable del dinamismo interno a su discurso trinitario; él mismo considera que el verdadero riesgo, convertido en realidad histórica, es y sigue siendo el del modalismo. Sin embargo, merecería la pena considerar más atentamente si el riesgo de triteísmo que numerosos teólogos creen percibir en su teología (Radlbeck 94ss) es un simple fantasma o más bien lo corroboran sus propias expresiones.

Pensar conjuntamente la unidad en la trinidad y la trinidad en la unidad, ambas igualmente originarias e irrenunciables, es el problema más dificil con el que se enfrenta el discurso teólogicotrinitario. No es solamente cuestión de armonizar equilibradamente dos polos dialécticos. Se trata de dar consistencia y razón, en la medida de lo posible, del acontecimiento salvífico llevado a cabo por un Dios Padre, Hijo y E. Santo. Tal vez la idea de unidad de perikhóresis entre las tres personas sea uno de los caminos menos inadecuados. Sin perder el sentido del misterio, sin pretender haberlo comprendido definitivamente ("si comprehendis, non est Deus!...", Agustín, PL 38, 360), sin precipitarse en acusaciones estereotipadas.

[ -> Agustín; Arrianismo; Barth; Capadocios; Comunión; Concilios; Encarnación; Escolástica; Filosofia; Hegelianismo; Misterio; Modalismo; Monarquía; Monoteísmo; Naturaleza; Orígenes; Ortodoxia; Padres; Perikhoresis; Personas divinas; Politeísmo; Rahner; Reforma; Subordinacionismo; Tríadas; Trinidad; Unidad; Unitarianismo.]

Santiago del Cura Elena