ESCOTO, JUAN DUNS
DC

 

SUMARIO: I. Contexto histórico e índole de la enseñanza escotista. —II. La doctrina trinitaria de Escoto en síntesis esquemática.— III. Algunos rasgos típicos de la teología trinitaria de Duns Escoto: 1. Desde la memoria fecunda del Padre; 2. El concepto de persona en la Trinidad; 3. La distinción formal entre la esencia y las personas; 4. El problema del Filioque.


1. Contexto histórico e índole de la enseñanza escotista

Juan Duns Escoto (1266-1308) ejerció su magisterio teológico dentro del «largo siglo de oro» de la escolástica medieval: 1230-1350. Por lo que se refiere a la doctrina trinitaria descubrimos en él un gigantesco empeño por ofrecer una explicación racional/ especulativa del misterio, hasta el límite de lo posible. Escoto está en línea con los grandes especulativos de la época: Ricardo de san Víctor, la Summa Halesiana, Buenaventura, Tomás de Aquino, Enrique de Gante. Y, por supuesto, bajo la omnipresente influencia de san Agustín. Por mayor fidelidad a este «venerable doctor» Escoto reiteradamente critica y se aparta de sus predecesores. Ni en ellos ni en Escoto hay intentos de hacer «estudios de teología positiva sobre el dogma de la Trinidad». También es parco en hablar de lo que hoy llamamos Trinidad económica'. Además de la omnipresencia agustiniana, se percibe en Escoto la influencia de Ricardo de San Víctor y —más próxima y destacadamente— la de sus predecesores franciscanos: la Summa Halesiana y Buenaventura. Por contraste, tarhbién influye en su exposición Enrique de Gante, su interlocutor y opositor preferido'. Sorprende el talante dialogal en el modo de exponer su enseñanza. No parte de una tesis que haya de ser demostrada, sino de alguno de los graves interrogantes que el misterio trinitario ofrece a la inteligencia humana. Ante ellos Escoto recoge las respuestas de otros doctores y las somete a rígido control crítico. Presenta su propia argumentación que, tanto en su contenido conceptual, como en su formulación lógico-gramatical, recibe similar tratamiento crítico. Su genio refinado —de doctor sutil— encontró amplio campo de acción en la infinitud del misterio trinitario'.


II. La doctrina trinitaria de Escoto en síntesis esquemática

El punto de partida es la persona del Padre fuente de la deidad. Idea clave en san Buenaventura. Escoto la recoge directamente de san Agustín. En un primer instante mental, fijémonos en que existe en la deidad una persona perfecta (el Padre), explica Escoto. Y que esta persona tiene memoria perfecta, es decir, que tiene una inteligencia a la cual está presente la esencia divina en razón de objeto inteligible en acto. Con esta memoria el Padre puede tanto «obrar» simplemente, como «producir»; si bien el simple obrar (operari) tiene cierta prioridad sobre el producir (producere=dicere). Por eso, en el primer signo mental se ha de comprender que el Padre es plenamente feliz en la inteligencia y amor de su esencia infinitamente perfecta y amable. Pero, ulteriormente el Padre, por su memoria, produce la noticia adecuada a la esencia y como ésta es infinita, produce una persona formalmente infinita y subsistente, el Hijo. Al cual comunica la voluntad en acto radical que aún no ha producido un término adecuado. Con esta voluntad ambas personas aman a la esencia como objeto infinitamente amable; con lo cual son real y perfectamente felices. Y, además, con esta voluntad, idéntica en Padre e Hijo, producen un amor adecuado a la esencia infinitamente amable: producen un amor infinito, espiran una persona formalmente infinita, Dios por identidad. En este proceso se ve claro que el Padre engendra al Hijo y ambos espiran al Amor-Espíritu, no para cumplir un defecto, ni para conseguir mayor perfección y felicidad, sino para comunicar su plenitud a otros en infinita liberalidad. En efecto, explica Escoto, en el orden de los agentes, sobre todo cuando el principio activo no incluye en absoluto imperfección, hay que llegar a un agente que despliegue su dinamismo en perfección absoluta. Es decir, que obre en fuerza de la plenitud de su perfección. A este le llamamos agente por liberalidad: que es el que obra no porque espere perfeccionarse por su acción, sino porque quiere enriquecer a otros con su propia riqueza. Como entre los hombres llamamos liberal a quien hace bien sin esperar recompensa. Y será perfectamente liberal quien en su obrar en modo alguno es perfeccionado por el acto de producir o por el término producido.

En este proceso Escoto, siguiendo a Agustín, toma al espíritu humano, imagen de la Trinidad, como punto de partida para investigar la interioridad del espíritu infinito. Pero subraya laimportancia de la memoria, al estilo agustiniano, aspecto que otros autores de la época habían dejado caer. Dentro de esta llamada explicación psicológica /agustiniana, introduce él una idea proveniente de la tradición franciscana de la Summa Halesiana y de san Buenaventura: la idea de la perfecta liberalidad, como fuerza impulsiva de la vida intratrinitaria. El Padre, en la plenitud de su liberalidad y generosidad, da vida al Hijo, y ambos, en el desbordamiento de su liberalidad, dan vida al Espíritu Santo. Pero la teología especulativa y un gran profesante de ella como Escoto, no quiere dispensarse de dar razón de por qué hay en Dios dos, y sólo dos producciones y, en consecuencia, sólo tres personas. Escoto recoge aquí un razonamiento ya utilizado por la Summa Halesiana y por Buenaventura: sólo hay dos modos nobles que en su concepto formal no incluyen imperfección y que son irreductibles en todo el campo del ser, a) producción por modo de inteligencia=naturaleza, b) producción por via de voluntad=libertad. Son dos modos ciertos,pero irreductibles de difundirse liberalmente la vida divina. El Padre,desde la fecundidad de su inteligencia, desde su memoria, con liberalidad «natural», no violenta ni forzada ni fatal, pero sí necesariamente determinada ad unum, da vida al Hijo. Éste, recibe del Padre la voluntad fecunda para, en unidad con Él, con liberalidad y libertad absoluta dar vida al Espíritu. Y como al ser divino hay que atribuirle lo más perfecto en toda la línea del ser y del dinamismo, hay que hablar en Él de infinita liberalidad y de dos modos absolutamente perfectos de ejercerla. Hay, pues, en Dios, una persona absolutamente originaria y primordial y dos producidas por sendos modos de producción formalmente perfectos.

Mediante este razonamiento se nos explica también el orden en que se realizan las procesiones: la primera, por vía de memoria/naturaleza, da origen al Hijo; la segunda por vía de voluntad/ libertad da origen al Espíritu, ya que la inteligencia tiene anterioridad ontológica y operativa respecto a la voluntad. También indican las propiedades de cada persona. El Padre revela su fecundidad fontal omnímoda de Ingénito, si bien en Escoto pierde algo del esplendor de la «innascibilidad» que le concede san Buenaventura. La segunda persona, por proceder de la fecundidad «natural» del Padre se llama "Hijo", y también "Verbo", por proceder de la memoria=inteligencia fecunda. La segunda producción, por realizarse por vida de voluntad y libertad, se le llama Espíritu Santo y Amor subsistente. El Espíritu, aunque procede necesariamente del Padre y del Hijo, pero también procede libremente, ya que, por una parte, todo acto de la voluntad —tanto en Dios como en el hombre—es libre y, por otra, la libertad y la necesidad no se opone, ni en Dios ni en el hombre'. El Padre tiene «natural» necesidad-determinación a engendrar al Hijo. Lo «natural» aquí excluye la libertad como principio formal, pero también la violencia/forzosidad, lo fatal/ciego, ya que el Hijo procede de la plenituad consciente de la memoria fecundad del Padre: es "Hijo del amor", como dice la Escritura. La voluntad del Padre y del Hijo, amando el bien infinito de la esncia, con libérrima y «forzosa necesidad» producen al Espíritu. Escoto no lo llama fruto del amor mutuo sino del amor concorde y único de ambos a la esencia divina.


III. Algunos rasgos típicos de la teología trinitaria de Duns Escoto

1. DESDE LA MEMORIA FECUNDA EN EL PADRE. Ya indicamos que, en Escoto, el punto de partida para la reflexión sobre el misterio es la memoria fecunda del Padre, en línea agustiniana. Sin embargo, la teoría escotiana no podría calificarse de explicación psicológica, sino más bien «ontológica», en la línea de la tradición franciscana. Porque Escoto analiza la memoria no como facultad/potencia a nivel psicológico, sino como perfección pura a nivel metafísico y como operante por via de «naturaleza». Aunque procura mantener el equilibrio entre la tendencia esencialista (¿latina?) y la tendencia personalista (¿griega?), pero el personalismo tendría en él la preferencia.

2. EL CONCEPTO DE PERSONA EN LA TRINIDAD. En el difícil problema de aplicar el concepto de «persona» a los Tres de la Trinidad, Escoto rechaza con firmeza la definición boeciana de persona y se decide por la ricardiana, para hablar de «persona» en Dios como de la existencia incomunicable en una naturaleza intelectual. Si esta incomunicabilidad plena, esta «última solitudo» de la persona es algo positivo o algo negativo, inquietó largamente al doctor sutil. De todas formas sí que tiene por seguro que la persona divina no se constituye solamente por la relación o lo relativo, sino que implica algo absoluto. El axioma, tan claro para los lógicos: los idénticos a un tercero son idénticos entre sí, ha dado mucho que pensar a los teólogos estudiosos de la Trinidad.

3. LA DISTINCIÓN FORMAL ENTRE LA ESENCIA Y LAS PERSONAS. Escoto pone al servicio del problema su famosa distinción formal, o indistinción formal «ex natura rei»: media entre la distinción de cosa y cosa y la distinción de razón. Para él es incomprensible hablar de pluralidad de personas en unidad de esencia sino hay distinción formal entre esencia y persona.

4. EL PROBLEMA DEL«FILIOQUE». Tal vez tenga alguna importancia en el diálogo ecuménico su opinión sobre el Filioque. Cierto, hay que defenderlo por la autoridad de la Iglesia y de la Escritura. Pero el teólogo latino no debe argüir: si el Espíritu no procediese del Hijo no se distinguiría de El. No es así. La segunda y tercera persona se constituyen y distinguen plenamente por su modo de proceder respectivo: por vía de «naturaleza» y por vía de «libertad».

Esta alta y arriesgada especulación sobre el misterio trinitario —calificada por M. Grabman de "caballería andante del Espíritu"— está compensada en Escoto porque, para él, la teología, en todos sus momentos, es un conocer práxico: ordenado a la «praxis», que él define como caridad, amor recto de la voluntad (ordinatus amor, ordo amoris, en san Agustín). Tiene sentido el especular sobre la Trinidad, si se hace de paso hacia la vivencia y la praxis caritativa/amorosa del gran misterio.

[-> Agustín, san; Amor;; Buenaventura, san; Escolástica; Espíritu Santo; «Filioque»; Hijo; Iglesia; Misterio; Naturaleza; Padre, Personas divinas; Procesiones; Ricardo desan Víctor; Teología y economía; Tomás de Aquino, santo; Trinidad.]

Alejandro Villalmonte