COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA

Ap 1, 5-8

 

1. /AP/LIBRO:

El libro va dedicado a las siete iglesias de Asia, localizadas alrededor de Éfeso. Probablemente, también a las iglesias cristianas de todos los tiempos, ya que la cifra siete es el símbolo de la plenitud. El saludo une dos deseos profundos: la gracia (griego) y la paz (hebreo). Los dos son dones de Dios, llamado aquí "el que es, era y viene". Los "siete espíritus" designan al espíritu perfecto, el Espíritu Santo. Jesucristo es la tercera persona nombrada. Es presentado como "testigo fiel" de los misterios de Dios; el resucitado, el rey todopoderoso. Sigue una alabanza a la obra redentora de Cristo y una confesión de la venida en gloria del traspasado. Una proclamación solemne cierra este saludo de parte de Dios Padre, del Espíritu y de Cristo. Está puesta en boca de Dios mismo, que, por Cristo, en el Espíritu, es el alfa y la omega, el principio y el fin de la historia, el que es, era y ha de venir, el soberano de todo.

El Apocalipsis va dirigido a cristianos que empiezan a sufrir por su fe, y les muestra a Cristo como modelo que están imitando. Cristo es "el servidor y el testigo de Dios y del Padre". No hay que olvidar que mártir significa testigo.

EUCARISTÍA 1988, 55


2.

El Apocalipsis (o Revelación) es una "epístola" o carta "encíclica" (esto es, circular) dirigida a las cuatro iglesias de la provincia romana del Asia Menor. Comienza invocando sobre estas iglesias el nombre de Dios (el Padre), el Espíritu y Jesucristo. Tres títulos, que recuerdan la fórmula del símbolo apostólico ("murió, resucitó y está sentado a la diestra del Padre"), acompañan al nombre de Jesucristo: "Testigo fiel", pues Jesucristo selló con su sangre el evangelio que había predicado; "primogénito", o primer nacido de entre los muertos (1 Cor 15,20; Col 1,18), que resucita para no volver a morir (Rm 6,9), y "Príncipe" (Rey de reyes) que está sentado a la diestra del Padre y vendrá a juzgar sobre las nubes.

Este último título es equivalente a "Señor".

El autor señala seguidamente, y en correlación con los tres títulos mencionados, otros tantos dones que nos vienen de Dios por Jesucristo: el amor que se ha manifestado en Jesucristo a todos los hombres (cfr. Gàl 2,20), la redención en la que el amor llega a su plenitud (5,9; Gál 3,13; #f 1,7; Tf 2,14; etc.) y la gran dignidad de reyes y sacerdotes que concede a los que ha redimido. Ya Israel había sido llamado para constituir un pueblo de reyes y sacerdotes (Ex 19,6), pero es por obra y gracia de Jesucristo como se cumple esta vocación en el nuevo pueblo de Dios (5,10; 20,6; 22,5; 1 Pe 2,5.9). Como todos estos dones vienen en definitiva de Dios, el autor concluye con una doxología al Padre.

La memoria de la obra salvadora de Dios en Jesucristo levanta la esperanza y abre los ojos hacia la venturosa venida del Señor al fin de los tiempos. De esta manera se introduce ya el auténtico tema del Apocalipsis. El Vidente, que describe su visión con palabras tomadas de Daniel (7,13) y Zacarías (12,10), nos invita a contemplar la venida del Hijo del Hombre sobre las nubes y a observar la reacción que produce en los pueblos este acontecimiento. También el mismo Jesús anunció su venida aludiendo a las palabras de Daniel (cfr. Mc 14,62). La alusión a Zacarías tiene, por su parte, esta significación: El que fue asesinado por los hombres, Jesús de Nazaret, se manifestará como Juez y Señor y sus propios enemigos lo verán y se lamentarán sin remedio (cfr. Mt 24,30). Para unos habrá un juicio de condenación, para otros de salvación. Nadie condenará a la comunidad de los creyentes.

D/SENTIDO-HT: Tenemos aquí dos afirmaciones consecutivas. La Primera confirma la promesa de Dios, la segunda es la respuesta confiada de la comunidad a esta promesa (cfr. 22,20). "Alfa" y "omega" son la primera y la última letra del alfabeto griego. Dios es el primero y el último, "el que era" y "el que viene". Dios es, por lo tanto, el sentido de la historia. Cuando triunfe definitivamente el "Testigo fiel" y venga con poder y majestad, se manifestará en Jesucristo, Señor, el misterio de Dios y todo quedará patente y descifrado. Entonces veremos que Dios es todo en todos.

EUCARISTÍA 1985, 54


3.

Las raíces del Apocalipsis de Juan se hallan en el género apocalíptico judío (cf. 1.lectura de hoy y la del domingo anterior) y su pretensión es la misma: a través de visiones simbólicas y cargadas de imaginería esotérica, quiere reforzar la fe de los lectores en medio de la persecución, asegurándoles la victoria final. Pero a pesar de estas raíces y de esta pretensión similar, una cosa lo diferencia radicalmente: aquí no se trata de elucubrar con sueños de los que nunca se explica directamente el significado, sino que ya desde el principio aparece explícito el sentido final de todo, porque el objetivo de la historia se ha revelado ya con la muerte y resurrección de JC. La victoria final más allá de cualquier persecución es, por tanto, la victoria que ya ha conseguido JC, convertido en Señor de la historia por su misterio pascual.

Este es, por tanto, el tema de estos primeros versículos del Apocalipsis que leemos hoy, la victoria final sobre la persecución (tanto la de los judíos que "le traspasaron" como la de "todos los pueblos de la tierra", las naciones paganas que ahora persiguen a la Iglesia) se fundamenta en JC, que es "el Príncipe de los reyes de la tierra" y aquél que cumple la profecía de Dan 7 (cf.1 lectura) y "viene en las nubes".

Pero esta soberanía no se ha obtenido por medio de exhibición de poder, sino a través del amor a los hombres y de la sangre de su cruz. JC, en efecto, se ha convertido en Señor de la historia porque ha sido fiel al proyecto de amor de Dios sobre la historia. Por eso es el "Testigo fiel", porque con su vida y con su muerte ha revelado totalmente quién es el Padre, convirtiéndose así en "el Primogénito de entre los muertos, el Príncipe de los reyes de la tierra".

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1979, 21


4.BESTIA/DN:

La visión de Dn 7 encuentra su plena interpretación cristiana en Ap 13: el Imperio romano es presentado bajo el simbolismo de una bestia que al propio tiempo recapitula las cuatro que viera Daniel. Ya desde el principio, el autor del Apocalipsis ha hecho alusión a la visión de Dn 7. El Apocalipsis no es ya la "Revelación" (que eso significa "Apocalipsis") de Daniel, de Moisés, de Henoc o de cualquier otro personaje antiguo, sino del propio Hijo de Dios, Jesucristo, el cual, en estos versículos de la introducción que hoy leemos, se presenta bajo diferentes títulos; entre otros, el de que "viene en las nubes", como el Hijo del Hombre. Es "el Príncipe de los reyes de la tierra" (cf. el salmo de las promesas a David, 89,28: "Lo haré mi primogénito, el altísimo entre los reyes de la tierra"), pero eso no significa que tenga que ser como un emperador romano, más o menos buena persona. Es soberano del universo, no por haber vencido militarmente, sino por haber sido atravesado (v.7).

H. RAGUER
MISA DOMINICAL 1976, 21