COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
1 Co 15, 20-26a. 28

 

1.RECAPITULACIÓN  RS/FUERZA: LA FUERZA DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO ABARCA TODAS LAS REALIDADES.

Al tratar Pablo de la Resurrección de Cristo, y sobre todo de sus efectos sobre los hombres, se encuentra con que la fuerza de la Resurrección de Cristo abarca toda la realidad. Este es el tema central del párrafo.

Pablo ve en la Resurrección de Cristo la victoria sobre el pecado que domina a los hombres desde Adán en adelante. No es igual la Resurrección que el pecado, igual que Cristo no es igual que Adán. Es mucho más, como dice en Rm 5. Pero esa victoria se va completando en cada hombre y en cada generación hasta llegar al final, en que ese influjo abarca a toda la humanidad. No será útil imaginar detalles de la Resurrección, al contrario de lo que hace Pablo aquí, todavía algo demasiado dominado por la mentalidad apocalíptica o por consideraciones propias de su tiempo sobre la inminencia de la Parusía, etc. Es mejor quedarse con lo esencial: la Resurrección de Cristo, o mejor dicho, Cristo Resucitado domina -si libremente uno se entrega a Él y lo reconoce como su Señor- y comunica su Vida a quien establece esa relación con Él. Vida que supera todas las opacidades de pecado y muerte.

Puesto este principio, Pablo no se detiene. Ese señorío de Cristo glorioso no es reducible a unos cuantos hombres ni a un sector de la realidad. Preludia aquí lo que luego en Colosenses y Efesios se dirá de forma más clara: el Misterio de Cristo sobre la creación, como modelo y sentido de ella y como destino y punto final. En este párrafo insiste más en esta culminación, comenzada en la Resurrección. Pero evidentemente esto no es algo que suceda sin que Dios lo haya previsto. Por tanto, implica también el sentido de toda la obra creadora: que Dios sea Todo en todas las cosas. Por medio de Cristo, o en otra fórmula, "por Cristo, con Cristo y en Cristo".

Esto no significa que Dios vaya a dominar o "sacar algo en limpio" de esta recapitulación. En realidad es el propio hombre, todos y cada uno, el que obtiene su máximo sentido. Dios es todo en todas las cosas, o sea, hace ser Dios al hombre. Tal es el último sentido de la Resurrección, es decir, lo máximo a que podemos aspirar.

F. PASTOR
DABAR 1990/57


2. J/PRIMICIA: PRIMER FRUTO DE UNA GRAN COSECHA Y GARANTÍA CIERTA DE LA MISMA.
HT/SENTIDO. ESTAS PALABRAS DE PABLO SON UNA SÍNTESIS DEL SENTIDO DE LA HISTORIA DESDE LA PERSPECTIVA CRISTIANA.

Estos versículos son una apretada síntesis del sentido de la historia desde la perspectiva cristiana. El trasfondo lo constituye la propia historia, es decir, el quehacer humano, pero en cuanto víctima de unas fuerzas y poderes intrahistóricos, cuya sinrazón última está en el propio hombre, tipificado en Adán, y cuyo desenlace inevitable es la muerte en su vertiente trágica de ausencia de todo posible horizonte. Ahora bien, esto es sólo retroscena, porque el papel principal ya no lo tiene Adán, sino Cristo, cuya aparición en escena ha dado al traste con la hegemonía de la sinrazón.

Pero Cristo no es un protagonista con alcance exclusivamente individual; es primicia, es decir, el primer fruto de una gran cosecha y la garantía cierta de la misma. A la vez, Cristo no actúa por cuenta propia: es el enviado de Dios Padre. Es, pues, el Padre quien en definitiva está compro- metido en la lucha a muerte con la sinrazón. ¡Y el compromiso de Dios es eficaz! (=omnipotente). Es éste el fundamento último de por qué Cristo es la certeza total y absoluta que el hombre tiene.

Llegará un día en que el proceso histórico puesto en marcha por Cristo se manifestará en toda su fuerza y dimensión. Ese día se revelará al fin con toda claridad que Dios había sido desde siempre la razón de ser del hombre.

DABAR 1978/62


3. RS/COSMICA. EPICENTRO DE UN MOVIMIENTO DE VIDA QUE TERMINA ENVOLVIENDO A LA HUMANIDAD ENTERA Y A LA CREACIÓN.

La afirmación de la resurrección de Cristo que preside esta lectura es el fundamento de su reinado universal y también de la resurrección de "todos los cristianos" (la celebración de hoy acentúa especialmente el primero de estos dos aspectos). Como dice A.R. Sastre (La Biblia día a día, pag. 554), "el pensamiento de Pablo sobre la resurrección se va ensanchando hasta adquirir proporciones cósmicas. En realidad, la resurrección de JC no tiene un campo limitado de irradiación y de acción. Constituye el epicentro de un movimiento de vida que terminará envolviendo la humanidad entera y la creación. Pablo expresa todo esto a través de la antítesis entre el primer y el segundo Adán (Cristo) que es uno de los principios organizadores de su pensamiento. Así como el pecado del primer Adán tiene un efecto universal ("por Adán murieron todos"), lo tendrá también la acción redentora de Cristo, el último Adán ("por Cristo todos volverán a la vida"): todo hombre que vive en este mundo es solidario con la situación de pecado de la humanidad; pero, uniéndose a la acción salvadora de Cristo, tiene la posibilidad de vivir la vida de Dios y de luchar contra el condicionamiento de pecado presente en la humanidad y en la historia (cfr. Rm 15,12ss). Esta historia de lucha contra el mal y el pecado llegará al final cuando todo esté sometido a Cristo y presente al Padre el mundo renovado, como cumplimiento total de su misión.

J. ROCA
MISA DOMINICAL 1981/22


4. JESUS/PRIMICIA. J/ADAN/Sal/008/07.

El Apóstol empieza presentando la figura de JC como "primicia de todos los que han muerto": este carácter de primicia no tiene sólo valor cronológico, sino que va mucho más allá: la primicia indica aquí el primer fruto de la cosecha que se ofrecía a Dios como signo de los frutos que debían recogerse aún. Por ello, la resurrección de JC INCLUYE YA, EN PROFECÍA, LA RESURRECCIÓN DE CUANTOS CREAN EN ÉL.

Y esto es lo que desarrolla a continuación. Recogiendo una imagen a menudo empleada, Pablo compara a Adán y JC: en Adán estaba ya significada toda la humanidad, y su pecado, portador de muerte, ha hecho que todos los hombres muriesen; asimismo, en JC, está significada toda la humanidad nueva, y por él llegará a todos los hombres la vida que él ha alcanzado.

Esto tendrá lugar en tres momentos: el primero, ya realizado, la resurrección de JC; el segundo, la resurrección de los elegidos; el tercero, la liberación del mundo entero, venciendo todo tipo de poder maléfico. De este modo, completada su obra, JC presentará al Padre el mundo salvado, que volverá a ser el lugar del amor de Dios. Aplicando a JC el salmo 8. 7 ("todo lo has puesto bajo sus pies"), que se refiere a Adán y al hombre en general, Pablo hace hincapié en el carácter de nueva creación que tiene la obra de JC: nueva creación que culmina con la destitución del poder de la muerte, amnistiando así a la humanidad entera de la sentencia que desde el Gn pesaba sobre ella. Esta es la obra de JC, y una vez realizada, Dios Padre se manifestará como principio de toda vida y meta final de toda la creación y de todo el camino humano que JC ha rehabilitado y conducido a plenitud.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1978/21


5. MU/MIEDO/LIBERTAD:

La vida, la vida eterna, es el último fruto de toda la historia de salvación. En Cristo resucitado tenemos ya las primicias de la gran cosecha que esperamos; en él comienza la resurrección de los muertos y la vida eterna. Si Cristo ha resucitado, también nosotros resucitaremos (/Rm/08/11; 1 Tes 4,14).

Si el primer hombre, Adán, fue el comienzo de una historia abocada a la muerte, el segundo Adán, Jesucristo, es el principio de la nueva vida y de otra historia en la que será vencido el último enemigo, que es la muerte (cfr. vv. 45-49; /Rm/05/12s).

Pero, si la historia del pueblo de Dios, a partir de Jesucristo, está ya decidida en favor de la vida, y la historia de perdición y de muerte ha sido liquidada, cada uno de nosotros puede todavía optar por la vida o por la muerte. El sentido de la historia es la vida, pero aún es posible vaciar de sentido nuestras vidas individuales si no queremos solidarizarnos con el nuevo principio que es Cristo.

Cada cosa a su tiempo: primero resucitó Cristo, que es la vida y la Vida misma; después resucitarán los que son de Cristo.

Entonces llegará el fin (el texto traduce indebidamente los "últimos", en vez de "será el fin"). Se acabará todo principado, poder y fuerza (esto es, todo cuanto se opone a la vida a partir de Adán y, principalmente, todo señorío, despotismo y autoritarismo que esclaviza y mortifica a los hombres), y comenzará el Reino de Dios, el Padre.

Es una alusión de Pablo al Salmo 110 en el que se profetiza la victoria del Mesías sobre sus enemigos. En los bajorrelieves antiguos se representa la victoria con la figura del vencedor sentado y poniendo los pies sobre sus enemigos, que le sirven de descansillo o estrado.

La muerte no sólo es el último enemigo, sino también el más poderoso. El poder de todos los enemigos del hombre se apoya en el poder de la muerte: si no pudieran matar, los tiranos ya no podrían nada. De ahí que cuando el hombre vence el miedo a la muerte por su esperanza en la resurrección, comienza a ser libre frente a sus enemigos.

Jesucristo, una vez vencidos todos los enemigos de la vida y del hombre, entregará al Padre (a Dios) un mundo plenamente liberado.

Y Dios lo será todo en todos; esto es, su reino y su voluntad se manifestarán en todos como el triunfo de la vida y de la convivencia perfecta.

EUCARISTÍA 1987/54


6.

El cap. 15 de la primera carta a los corintios responde organizadamente a un conjunto de cuestiones sobre la resurrección. Ante un auditorio que tenía una concepción más griega que judía de la persona humana, Pablo señala este mensaje fundamental: así como JC ha resucitado, también los cristianos resucitarán. La muerte no es, pues, una liberación para el alma encarcelada, sino un poder que JC ha destituido. El fragmento que leemos presenta, en visión global, el proceso de la humanidad hacia su término, mostrando el camino que aún queda por recorrer hasta la plena realización de la escatología: así como en otros lugares del NT se acentúa que por la fe participamos ya de la vida en plenitud, aquí se señala que esta plenitud todavía no está plenamente alcanzada.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1978/21