SAN AGUSTÍN COMENTA LA SEGUNDA LECTURA

 

Pues bien, esto es lo que hizo Cristo

Alégrese Israel en quien lo ha hecho, y exulten en su rey los hijos de Sión (Sal 149,2). En quien lo ha hecho y en su rey significan lo mismo. También se identifican Israel y los hijos de Sión. El Hijo de Dios que nos hizo fue hecho entre nosotros y nos gobierna en cuanto nuestro rey porque nos hizo en cuanto Creador. Quien nos hizo es el mismo que nos gobierna. De aquí que somos cristianos porque él es Cristo. Cristo se deriva de crisma, es decir, de unción. Antiguamente se ungía a los reyes y a los sacerdotes. Él fue ungido como rey y como sacerdote. Como rey luchó por nosotros, como sacerdote se ofreció por nosotros. Cuando luchó por nosotros parecía que había sido vencido, pero fue el vencedor. Fue crucificado y, desde la cruz en que fue elevado, dio muerte al diablo. Por eso es nuestro rey.

¿En qué sentido es sacerdote? En cuanto que se ofreció por nosotros. Dad al sacerdote lo que ha de ofrecer. ¿Qué encontrará el hombre que pueda entregar como víctima pura? ¿Qué víctima hallará? ¿Qué podrá presentar el pecador que sea puro? ¡Oh inicuo, oh malvado! Cuanto tú puedas aportar es inmundo, y, no obstante, ha de ofrecerse por ti algo puro. Busca en ti eso puro que debes ofrecer: no lo hallarás. Busca entre tus bienes lo que debes inmolar: no le agradan carneros, ni machos cabríos, ni toros. Aunque tú se lo ofrezcas, es suyo. Ofrécele un sacrificio puro. Pero eres impío, eres pecador, tienes la conciencia manchada. Es posible que puedas ofrecer algo puro, si has sido purificado antes; mas para estarlo se ha de ofrecer algo por ti. ¿Qué has de ofrecer tú por tu persona para lograr la purificación? Podrás ofrecer algo puro, sólo si eres puro. Por tanto, ofrézcase a sí mismo el sacerdote puro y obtenga la purificación.

Pues bien, esto es lo que hizo Cristo. En los hombres no encontró nada puro que pudiera ofrecer en nombre de ellos; ante esto, se ofreció a sí mismo, víctima purísima. ¡Oh feliz víctima, víctima verdadera, víctima inmaculada! Así, pues, no ofreció lo que nosotros le dimos. ¿Qué digo? Ofreció lo que tomó de nosotros, pero lo ofreció puro. Tomó de nosotros la carne y fue esa carne lo que ofreció. Pero ¿de dónde la tomó? La tomó del vientre de la virgen María, para ofrecerla como carne pura por los impuros. Él es rey, es sacerdote; regocijémonos en él.

Comentario al salmo 149,6