COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Sb 6. 13-17

 

1. DESEO/BUSQUEDA. EL HOMBRE NO BUSCARÍA A DIOS SI DIOS NO LO HUBIERA ALCANZADO ANTES. 

v. 13-14: Se presenta aquí la Sabiduría de Dios personificada por una joven hermosa que solicita a su amante para un encuentro feliz.

La Sabiduría no se comporta como una mujer esquiva; todo lo contrario: se hace la encontradiza para los que la aman, para los que la desean y la buscan. El verdadero conocimiento de Dios no es el resultado de una laboriosa operación intelectual, es un don que se ofrece con generosidad a cuantos se disponen a recibirlo con un corazón abierto. 

v. 15:La Sabiduría de Dios madruga más que quienes la desean.

Cuando éstos despiertan y empiezan a buscarla, he aquí que la encuentran esperando a la puerta. No necesitan andar detrás de ella todo el día. Dios se presenta al hombre que le busca y se anticipa a sus deseos.

v. 17:De manera que la primera iniciativa para el encuentro la lleva la Sabiduría de Dios. Es decir, el mismo Dios busca a los que se muestran dignos de conocerlo. Más aún, el hombre no buscaría a Dios, si Dios no lo hubiera alcanzado antes. En todas las preguntas y deseos, en todas las búsquedas y pensamientos, ya está la Sabiduría de Dios haciendo que pregunten por ella, que la deseen y la busquen. Así que no es difícil conocer a Dios si no estamos interesados en ignorarle.

EUCARISTÍA 1987/52


2. CREATURA/DEPENDENCIA: ALGUIEN LE PRECEDE Y FUNDAMENTA TODO LO QUE ES.

La Sabiduría se anticipa a todos los planes y hallazgos del hombre. Gracias a su presencia, el hombre que realiza una acción o domina un elemento de su universo está obligado a comprobar que alguien ha pasado antes que él y que lo que acaba de realizar se apoya, en realidad, en el don de una persona que está antes que él.

La sabiduría del hombre consiste, pues, en aceptar que alguien le preceda y sea el fundamento de todo lo que él es y posee. El hombre gozará de una perfecta inteligencia (v. 15), una vez que acepte ver las cosas bajo este ángulo, cuando tenga superado su egoísmo y se abra a la gratuidad de Dios.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VII
MAROVA MADRID 1969.Pág. 245


3.

Es maravilloso este primer texto del Libro de la Sb. Se nos presenta la sabiduría de Dios personificada en una joven hermosa que solicita a su amante para un encuentro feliz. "Fácilmente la ven los que la aman y la encuentran los que la buscan".

No se comporta como una mujer esquiva, que te hace desaires. Al contrario: se hace la encontradiza para los que la aman, para los que la desean y la buscan. El verdadero conocimiento de Dios no es el resultado de una laboriosa operación intelectual, es un don que se ofrece con generosidad a cuantos se disponen a recibirlo con un corazón abierto. "Se anticipa a darse a conocer a los que la desean. Quien temprano la busca, no se fatigará, pues a su puerta la hallará sentada".

La sabiduría de Dios madruga más que los que la desean. Cuando éstos despiertan y empiezan a buscarla, se la encuentran esperando a la puerta. No necesitan andar tras de ella todo el día. Dios se presenta siempre al hombre que le busca y se anticipa a sus deseos.

Desgraciadamente, hay muchos cristianos que ni siquiera son capaces de imaginar que alguien esté sentado junto a su puerta, esperando para amarlos.

"He aquí que estoy junto a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y abre la puerta, yo entraré e él, y cenaré con él y él conmigo" (/Ap/03/20).


4.

Contexlo. Comienza el capítulo con una exhortación a buscar la sabiduría, puesta en labios de Salomón, dirigida a los gobernantes de la tierra (vs. 1-11).

Los vs. 12-16 hablan del valor de la sabiduría, así como de la posibilidad de encontrarla; por ello obtenemos la inmortalidad y el reino eterno (vs. 17-21).

¿En qué consiste esta sabiduría? Nos lo aclara el final del capítulo (vs. 22-23).

Texto. --Se describe la posibilidad de un encuentro personal entre el ser humano y la sabiduría (personificada en los vs. 12-16). Aparece radiante, hermosa cual esposa que hechiza y embelesa a su amado (cfr. 7, 29; 8, 2...). La divinidad, a pesar de que el hombre se empeñe en negarlo, sigue atrayéndonos, ya que es fuente y origen de todos nuestros bienes: "con ella me vinieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables.." (7, Il). Es, además, el único bien inmarcesible.

--Por eso debemos pensar en ella, madrugar y buscarla afanosamente (v. 13), velar por ella (vs. 14-15), amarla (v. 12). Actividad frenética que implica un gran esfuerzo humano, pero la sabiduría no se queda a la zaga, sino que, solícita, sale al encuentro y aborda a los caminantes, sentada a la puerta, y se da a conocer a los que la buscan (vs. 13-14). Esfuerzo humano y correspondencia divina.

Reflexiones. --Nuestro mundo también nos hace ofertas tentadoras que alegran nuestro corazón: poder, dinero, dignidades, condecoraciones, cargos... Se trata de algo seductor y apetecible, como vino que rojea y brilla, que atrae nuestra vista y nuestro interior, pero en el fondo muerden como culebras. No merece la pena afanarse por ellas, ya que, en lo más profundo de nuestro ser, sólo producen amargor, desilusión y vaciedad.

--El hombre ha de vigilar y estar atento a ese salir del Señor a su encuentro: "dichoso el hombre que me escucha, velando en mi portal cada día..." (Pr 8, 34). Sólo el que se abre a la sabiduría, a la divinidad..., obtiene la alegría, la paz, la tranquilidad..., y además todos los otros bienes.

A. GIL MODREGO
DABAR 1993/55


5. /Sb/06/01-25: J/PODER:

A partir del momento en que la Iglesia pactara con Constantino se inicia una manipulación tendenciosa de los escritos antiguos, incluidos probablemente los canónicos, que consiste en intercalar ciertas cláusulas para justificar la nueva situación o en interpretar en esa clave frases que tenían un sentido muy diferente: hay que obedecer a los gobernantes porque son representantes de Dios. La religión al servicio del poder. El opio del pueblo. Jesús no dijo eso cuando invitó a dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios (Mc 12,17). Jesús no quiso emitir un juicio valorativo sobre la autoridad. Se limitó a constatar la beligerancia de estos dos poderes antagónicos: «Nadie puede servir a dos señores... No podéis servir a Dios y a las riquezas» (Mt 6,24).

La sociedad está basada en el poder y en el dinero. Cuando la sabiduría exhorta a los gobernantes y reyes de la tierra a que la escuchen y les recuerda que el poder les ha sido dado por Dios, está muy lejos de querer justificar las estructuras humanas de poder. Se dirige a ellos porque son los responsables más directos del gobierno del mundo y quiere inculcarles una manera completamente nueva y revolucionaria de regir las naciones. El reinado de Dios no se puede instaurar sin aceptar su plan, y el plan divino no se puede aceptar si no se conoce la sabiduría, que lo revela y lo graba en lo más profundo de la persona. Con un bello artificio literario en forma de encadenamiento, el sabio demuestra que «el deseo de la sabiduría conduce al reino» (v 20). Se comienza por el deseo de instrucción, luego se pasa a la estima y la observancia de las máximas de la sabiduría, que son garantía de incorruptibilidad y acercamiento a Dios. Y se termina así: «Por tanto, si os gustan los tronos y los cetros, soberanos de las naciones, respetad la sabiduría y reinaréis eternamente» (21).

Todas estas máximas habrían podido quedar ignoradas e inoperantes, pues los poderosos hacen poco caso de la sabiduría. Pero Jesús, al asumirlas y presentarse como auténtica sabiduría, dio un vuelco a la historia. En lugar de dirigirse a los sabios y poderosos se dirigió a los sencillos. Si no se cambia por completo la escala de valores, no se puede captar el sentido profundo de las máximas de la sabiduría. Sólo se acepta lo que agrada y lo que justifica las posiciones a que uno se agarra desesperadamente. Es preciso que el justo muera prematuramente a los ojos del mundo por haber aceptado unos valores que los poderosos consideran ridículos y utópicos: es el único modo de llegar a reinar según las coordenadas de la sabiduría divina. Esta multitud de sabios es la que salva al mundo. Son «sabios» los discípulos de la Sabiduría del Padre, Jesús de Nazaret.

J. RIUS CAMPS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 403 s.