COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Ex 17, 08-13

 

1. ORA/INTERCESIÓN

Los amalecitas o descendientes de Amalel, nieto de Esaú (Gn 36. 12 y 16). Este pueblo de nómadas extendía su influencia desde el sur de Canaán hasta las fronteras de Egipto (cf. 1 S 15. 7).

Aparece por vez primera el nombre de Josué, jefe supremo de los ejércitos de Israel. Josué significa "Dios salva".

El texto parece atribuir una fuerza mágica a las manos alzadas de Moisés. Sin embargo, no son las manos de Moisés la causa de la victoria, como no lo son tampoco los carros y los muslos de los guerreros de Josué. La convicción de que sus triunfos no se debían a sus propias fuerzas, sino a la ayuda y al poder del Señor, estaba profundamente arraigada en Israel: "Unos confían en sus carros, otros en su caballería; nosotros invocamos el nombre del Señor, Dios nuestro" (/Sal/020/08). Aunque no se dice aquí expresamente que Moisés invocara el nombre del Señor, está claro que de eso se trataba y que sus manos alzadas no pueden significar otra cosa que un gesto de oración. Por eso, porque la victoria sobre los amalecitas era un triunfo de Yahvé, después de la batalla Moisés mandó levantar un altar y le puso por nombre "Yahvé-nisi", esto es, "la bandera de Yahvé en la mano" (v.15), haciendo alusión al "bastón maravilloso" o "cayado de Yahvé" que enarbolaba en el monte mientras oraba.

EUCARISTÍA 1989/48


2.

* Contexto.-Rafidim es el final de una de las etapas que hace el pueblo de Israel en su peregrinación hacia el Sinaí. La ruta del desierto es dura, pero absolutamente necesaria para alcanzar la liberación, la tierra de promisión.

-En los caps. 16 y 17 del Éxodo se esquematizan tres tipos de peligros que amenazan la supervivencia del pueblo en su ruta por el desierto, tras la salida de Egipto: el hambre (cap. 16), la sed (17,1-7) y la guerra (18, 8ss.). Son el precio necesario de una libertad que hay que conquistar diariamente.

-Este texto no guarda relación alguna con lo otros relatos bíblicos que leemos hoy. * Textos. -La lectura de hoy recoge un episodio de guerra. Amalec es enemigo tradicional de Israel, pueblo vagabundo del desierto que se dedicaban a la rapiña. Descendía de la rama de Esaú (Gén. 36,12) y se movía por la región del Sinaí atacando a los habitantes del sur de Palestina (Núm. 13,29;1 Sam.27,8 ss.).

-Ante el peligro se organiza el combate: Josué hará de general y Moisés observará la batalla desde lo alto del monte. Tal vez la lucha tuvo lugar en algún oasis del desierto, pero no lo sabemos, ya que el narrador no está interesado en la descripción del combate, sino en presentarnos a Moisés. El éxito o fracaso de la lid dependen de él: la victoria o la derrota guardan relación directa con el gesto de tener levantados o no los brazos. ¿Y qué significado encierra este gesto? Las respuestas no pueden ser más variopintas en la historia de la exégesis:

-Tanto los judíos como los primitivos cristianos lo aplicaban a la oración. Por el texto no lo podemos deducir.

-Moisés ejecuta un rito mágico (Gressmann).

-Gesto que infunde coraje (La Mequita).

-Orígenes ve en Josué a Jesús, en lo brazos alzados a la cruz, y en el triunfo sobre Amelec la victoria sobre el maligno.

-En su disputa contra Fausto, Agustín lamentablemente desbarra al ver en este texto la justificación a la teoría de la guerra justa.

-Lutero no es más afortunado al considerar a Amalec como tipo de los judíos que lucharon contra Jesús.

-Otros muchos autores quieren ver en el texto la necesidad de compaginar oración (Moisés) y acción (Josué). La una sin la otra es un insulto a Dios.

* Reflexión. En un sentido más profundo lo que sucedió realmente en aquella ocasión es algo muy importante en todo época: la radical verdad de la comunicación entre Dios y el hombre. El narrador escribe desde el presupuesto de una cosmovisión integral, en la que Dios y el hombre son igualmente protagonistas de la historia. Esta historia está simbolizada en el gesto de los brazos levantados en alto.

A. GIL MODREGO
DABAR 1989/51


3. /Ex/17/01-16:

En esta narración se recoge la tradición de una «disputa» del pueblo con Dios durante la peregrinación en el desierto. El autor nos da la sustancia de lo que pasó de una manera muy esquemática y de acuerdo con la tradición teológica del agua de la vida. No sabemos con detalle lo que sucedió. Lo importante es el hecho del pecado del pueblo que «tienta a Dios» y lo pone a prueba: ¿está realmente Dios con nosotros? ¿Es tan fuerte como dicen? ¿Se interesa por nosotros? ¡Probémoslo! Nos hallamos frente a una nueva modalidad del pecado más antiguo de los hombres: el intento de dominar a Dios. Queremos que Dios nos dé, ahora y aquí, la señal que realmente le pedimos. Nos encontramos en el terreno mismo de la magia.

Y Dios responde. Es preciso resaltar aquí la intercesión de Moisés, que interviene a favor del pueblo (v 4). Dios responde al pueblo a través de Moisés. Pero no se trata de la acción de un mago -aquí «el bastón» (5), que es señal de mando, y no una varita mágica, enturbia un poco el significado de la acción-, sino de la actuación responsable del jefe, llevada a término bajo la guía de Dios. Notemos las expresiones: «Vete delante del pueblo» = toma el puesto de jefe con toda responsabilidad; «Yo estaré allí, delante de ti, en la roca de Horeb» = en mi presencia y con mi gracia serás jefe responsable del pueblo. Es, pues, con el esfuerzo y con la responsabilidad humana como Dios interviene y se hace presente en la historia. A un pueblo que intenta manipular a Dios, Yahvé responde incitándolo al esfuerzo responsable.

Esta misma lección de la respuesta de Dios es la que se nos da en el relato del ataque de los amalecitas (vv 8ss). Notemos aquí que no se trata de un Moisés que reza, sino de un jefe consciente y responsable de su tarea de dirección, que imprime confianza y fuerza a su pueblo que lucha.

D/SILENCIO:He aquí, pues, una reflexión de fe sobre el problema que ha angustiado más a los hombres: la ausencia o el silencio de Dios. Dios se ha querido presentar como el «Dios con nosotros», el Emmanuel. El está realmente con los hombres, individual y colectivamente. Es también el "Dios con el pueblo". Toda la revelación bíblica no es nada más que la afirmación de que Dios ha entrado en la historia de los hombres, la hace y la transforma juntamente con ellos. Al mismo tiempo, la Biblia nos ofrece también el esfuerzo de los hombres por encontrar a Dios y cómo lo han conseguido, descubriéndolo precisamente en el corazón de su propia historia. Evidentemente el éxito de la aventura humana de la búsqueda de Dios se debe a la iniciativa de Dios que se ha revelado, que ha salido al paso de los que le buscaban y que ha suscitado, incluso, él mismo, este espíritu de búsqueda. Pero eso no anula el mérito del esfuerzo humano, que, como todas las cosas humanas, tiene sus limitaciones, sus momentos de desaliento ante dificultades humanamente insuperables, e igualmente sus momentos de euforia y entusiasmo. Es lo que nos describen estas narraciones en un contexto existencial, vivido y revivido en el corazón del pueblo y conservado en sus tradiciones ancestrales. Es lo que Jesús recogerá en la cruz con el grito: «Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Y lo que Jesús mismo iluminará con sus palabras y con su actitud: "Padre, en tus manos entrego mi espíritu". Presencia de Dios, responsabilidad del hombre, respuesta de fe: don de Dios.

J. M. ARAGONÉS
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 132 s.