COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 22, 1-14

 

1.

Mateo recalca fuertemente la posición de los que no aceptan el banquete. Deliberadamente "no se preocupan" del asunto y se vuelven a sus negocios. Incluso con sangre fría arremeten contra los mensajeros. La crítica que esto supone a la actitud de los jefes del pueblo es de toda dureza. Se describe una situación límite para poner en guardia al posible lector. Para el que ha recibido el don de la fe es de todo punto necesario responder con la vida a ese don, de lo contrario él mismo se autodestruye.

El mensaje de Jesús es para todos y a todos se llama al convite que es la fe. No hay situación, cualquiera que sea, que discrimine ante este don de Dios. Jesús recoge la herencia universalista del profetismo llevándola hasta sus límites. Mas aún, no hay selección en cuanto a la postura moral de los participantes ya que hasta los malos pueden llegar a participar de la fe si aceptan a Jesús. Para ser buen creyente no es imprescindible ser ya bueno moralmente. Más todavía, a muchos les estorba su "bondad" para llegar a Dios. v.14: No hay en esta sentencia, un tanto oscura de por sí, ninguna clase de discriminación. A muchos, a todos (polloi), se ofrece el reino pero no todos tienen la limpieza de corazón para dar una respuesta de fe honda. Esto hace que el creyente se encuentre en una sana y creadora tensión de cara al Reino, para no dormirse en una vanidad o seguridad que le podría ser nociva.

EUCARISTÍA 1978/47


2. 

-El Reino de Dios es un banquete de bodas.

Una idea que destaca en el evangelio de hoy es que el Reino de Dios es un banquete. Es algo que no conviene olvidar en un mundo y en una cultura que ha criticado a la religión como algo que aliena al hombre y va contra sus tendencias más naturales, como si se opusiese a su felicidad. Y esto no es así en la Palabra de Dios y, por tanto, en la fe cristiana. Otra cosa puede ser el camino y hasta la meta para conseguir esa felicidad. Ahí puede haber y hay discordancias profundas y opuestas. Pero quede claro que la felicidad es la meta del hombre para el sentido cristiano de la vida.

-El traje de fiesta.

Los exegetas no dan una explicación convincente y unánime. ¿Es la gracia? Parece que no, porque allí entran buenos y malos. ¿Es una nueva mentalidad? En este caso nos parece excesivo el castigo que se le propina. ¿Es que era un boicoteador de la fiesta y eso va contra lo más fundamental del Reino, rechazándolo y negándolo? Habría que preguntárselo a Jesús, y mientras tanto, la cuestión queda abierta. Yo me inclino a pensar que se trata de una actitud contra la Buena Nueva de la fe y la fiesta, que se opone de frente al Reino de Dios. Una especie de pecado contra el Espíritu Santo, contra lo más sagrado del hombre y de Dios, que sería la fe, la fiesta y la felicidad.

MARTÍNEZ DE VADILLO
DABAR 1987/50


3. UTOPIA/RD: JESÚS HABLA EN CLAVE DE UTOPIA. EL REINO DE DIOS NO SE HACE CON GENTE BUENA SINO CON GENTE UTÓPICA. SV/CONDENACION/NUMERO "MUCHOS SON LOS LLAMADOS". DESGRACIADAMENTE ESTA FRASE SUELE SER CITADA PARA SUSTO Y TORMENTO DE CONCIENCIAS.

Una vez más, Mateo no está seguro de que el nuevo Pueblo no vaya a caer en los defectos del antiguo Pueblo. La segunda parte de la parábola es un aviso en serio de que no hay Pueblo de Dios por descontado. Más aún, en tiempos del autor el nuevo Pueblo empezaba ya a dar señales de convertirse en antiguo. Y de la pluma del evangelista brota la tinta de la desilusión: "muchos son los llamados, pocos los elegidos". Desgraciadamente esta frase suele ser citada para susto y tormento de conciencias.

Suele ser citada como prueba de que son más los que se condenan que los que se salvan. ¡Es ya hora de olvidar esta interpretación! Jesús no hablaba en clave ética. Jesús no hablaba en clave de buenos y malos, de salvación y condenación eternas, de cielo e infierno. Jesús hablaba en clave de utopía. A hacer realidad la utopía estamos llamados todos, pero ¡qué pocos se creen que la utopía pueda ser realidad! (=Muchos son los llamados, pocos los elegidos). La Iglesia de Jesús no se hace con gente buena (la bondad no es patrimonio de la Iglesia, sino de la conciencia. Y la conciencia es patrimonio de creyentes y de ateos). La Iglesia de Jesús se hace con gente utópica.

DABAR 1981/53


4. VESTIDO/SIMBOLISMO: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDOS COMO PARA ASEMEJARSE MAS A LA HUMANIDAD PECADORA FRENTE A LA MUERTE: Ga 3. 27-28: Ef 4. 24:Col 3. 10-11: Gn 3. 11.

El tema del traje nupcial recuerda el del vestido y su significado simbólico en el orden de la salvación. El vestido humaniza el cuerpo, ayuda a situarse entre los semejantes, le saca a uno del anonimato. De ahí que sea con toda normalidad signo de la alianza entre Yahvé e Israel: cual un esposo, Dios extiende el paño de su manto sobre su esposa (Ez 16). Pero ésta es infiel y se muestra a todo el que llega: su vestido se deteriora, a no ser que Dios se lo quite y vuelva a dejar de nuevo a su esposa en el anonimato y la desnudez.

En la cruz, Jesús es despojado de sus vestidos como para asemejarse más a la humanidad pecadora frente a la muerte, que da al traste con todas las falsas seguridades y las apariencias.

Pero muy pronto revestirá, en la resurrección, la gloria divina que vive en Él. "Revestirse de Cristo" o "revestirse del hombre nuevo" (/Ga/03/27-28; /Ef/04/24; /Col/03/10-11), representa, pues, participar en ese orden de la salvación que engloba el desprendimiento y la resurrección de Jesús. Esta participación en plenitud está reservada a la escatología, cuando toda la humanidad se revestirá de la incorruptibilidad y estará engalanada para presentarse ante su Esposo eterno (Ap 21. 2).

Pero hay que revestirse del atuendo nupcial antes de participar en el banquete eucarístico. O, dicho de otro modo: esa participación es una fuente de exigencias morales que el invitado debe honrar mediante los desprendimientos que se imponen.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VII
MAROVA MADRID 1969.Pág. 164


5. PD/V/SENTIDO. LA PALABRA DE JESÚS ES APTA PARA DAR EL SENTIDO PROFUNDO DE TODAS LAS COSAS. ES INCLUSO LA ÚNICA CAPAZ DE EXPRESAR EL SENTIDO DE LA VIDA.

Nosotros no podemos hacernos una idea de la resonancia que debió tener en la conciencia de los judíos de la época, convertidos o no al Evangelio, la toma y la destrucción por los romanos de la capital judía, de "Jerusalén, la Ciudad del Gran Rey" (5. 35).

Este derrumbamiento había afectado dolorosamente al sentido patriótico de todos los judíos y más todavía al sentido religioso, a su fe en las promesas divinas.

El otro acontecimiento es más actual, pero continúa desde hace mucho tiempo: es el fracaso que los predicadores del Evangelio han sufrido en el medio judío, sobre todo en Palestina. Pablo, que experimentaba más que otros muchos sus dolorosas consecuencias, sintió el carácter trágico de este hecho (Rm 9. 1-5; 10. 1-4, etc.); un hecho que hería, además, el sentimiento de solidaridad nacional y ponía a prueba la fe en la eficacia de la palabra de Dios.

La parábola evangélica es una meditación sobre estos acontecimientos. Es el fruto de esa confrontación entre la existencia y la Palabra, en que consiste lo más profundo de la vida de la fe. Para decirlo en lenguaje de hoy, puede decirse que esta parábola es una especie de "revisión de vida" que hace el evangelista ante sus oyentes. Su fe considera ante ellos los acontecimientos dolorosos que afectan al corazón de todos; esa fe los ve y llega a juzgarlos y a apreciar su sentido divino, y examina, en fin, qué proceder ha de adoptar ella para que la vida sea más conforme a la Palabra oída.

Todo ello ha de ser contemplado más de cerca. Hay ya un primer hecho evidente: para hallar el sentido de la actualidad, el evangelista acude a la Palabra de Jesús. De hecho, la parábola que va a buscar en el pasado de Israel la explicación de todas las cosas, es una palabra de Jesús: "Jesús se puso a hablarles en parábolas" (v. 1). (...) Mateo demostraba que la palabra de Jesús es apta para dar el sentido profundo de todas las cosas; que es incluso la única capaz de expresar el sentido de la vida. Si hay fracaso de la Palabra, explica Jesús, no es más que momentáneo, ya que la sala del banquete se llenará completamente; este rechazo parcial es debido al libre rechazo de los primeros invitados. En cuanto al aniquilamiento de la ciudad, es el castigo a la incredulidad del pueblo y al trato infligido a los enviados de Dios.

LOUIS MONLOUBOU
LEER Y PREDICAR EL EVANGELIO DE MATEO
EDIT. SAL TERRAE SANTANDER 1981.Pág. 256


6. EV/ALEGRIA: VESTIDO DE FIESTA. NO COMO QUIEN VA A UNA OBLIGACIÓN O ENTIERRO.

Es preciso salir a los caminos del mundo para anunciar a todos -"malos y buenos" dice el evangelio- la Buena Noticia del amor de Dios, de la vida de Dios, que Él quiere para todos los hombres, el amor y la vida que Jesús quiere comparar con un gran convite de boda (para asistir al cual, dice Jesús, la única condición es ir con vestido de fiesta, es decir, no como quien va a una obligación -o a un entierro- sino a una alegre e importante fiesta.

J. GOMIS
MISA DOMINICAL 1987/19


7.

Muchos son los llamados y pocos los elegidos. A propósito de la traducción de esta frase se impone una observación. El adjetivo muchos es la manera semítica de decir todos. Un caso similar se encuentra en las palabras de la cena del Señor esta es mi sangre... que va a ser derramada por muchos=todos (Mt 26, 28). La frase final de la parábola no significa que unas personas sean llamadas y otras no. Para evitar malentendidos una buena traducción sería la siguiente: Todos son llamados, pero pocos escogidos.

Al margen de la traducción, el sentido de la frase no tiene nada que ver ni con las vocaciones sacerdotales ni con la predestinación ni con la salvación eterna. La frase significa sencillamente que todos estamos llamados a construir el Reino de los cielos aquí en la tierra, pero que no todos lo construimos.

ALBERTO BENITO
DABAR 1990/50


8. SV/ESFUERZO:

Había uno en el banquete sin traje de fiesta, y una vez descubierto es arrojado a las tinieblas atado de pies y manos.

Sin duda se apoya aquí Jesús en algún detalle histórico y costumbrista que desconocemos. Porque no se iba a hacer esto con aquellos pobres que fueron llamados por los caminos con urgencia, y es lógico suponer que no tenían traje de fiesta. ¿Es que les rogaron a todos que se pusieran unos trajes de fiesta que les proporcionaron y éste despectivamente no quiso hacerlo? Fuera lo que fuera aquí se quiere insinuar algo. Y es que para pertenecer al Reino de Dios hay que poner algo de nuestra parte. Dios invita y hasta pone el traje y todo lo demás. Pero algo se le exige al hombre. ¿Qué? Sinceridad, buena voluntad, apertura a Dios y los hermanos, frutos. Dios pone lo más, sin duda, que es su llamada y su gracia, pero hay algo imprescindible que tiene que poner el hombre. Porque Dios, que quiso crear al hombre sin el hombre, no quiere salvar al hombre sin el hombre (·Agustín-SAN). Nos hizo libres y quiere que ejerzamos la libertad. Dios llama, pero el hombre ha de responder. Esto nos lleva a la conclusión de la parábola: "Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos". Esto es así, pero no por culpa de Dios.

DABAR 1978/55


9.

Estas líneas de J. Jeremías pueden sernos útiles para situar la parábola del banquete -la última de las dirigidas "a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo"- en el ambiente en que fue pronunciada: "el anfitrión que daba una recepción podía distinguirse de modo espectacular por el número de sus invitados o, de forma más real, por el buen servicio a sus huéspedes... El invitado esperaba que le fuesen comunicados los nombres de los restantes comensales y que, independientemente de la invitación anterior, fuese llamado el mismo día del banquete por mensajero". (·JEREMIAS-JQ, Jerusalén en tiempos de Jesús, pp. 110-111)

La situación que se ha creado con el advenimiento del Reino en la persona de Jesús puede ilustrase con lo que se describe en la parábola. En primer lugar se destaca la importancia del que llama: "un rey" -la mentalidad popular pensaba inmediatamente en Dios- y de la fiesta que celebra: "la boda de su hijo". El punto que merece subrayarse con mayor insistencia son las reiteradas invitaciones, en primer lugar a sus amigos que ya habían sido convidados (llamados) anteriormente. En la invitación que se les dirige ("Todo está a punto. Venid a la boda") resuenan las palabras que inician y resumen la predicación de Jesús: "Está cerca el Reino de los cielos: convertíos" (cfr. Mt 4, 17).

Pero, a la hora de la verdad, los primeros invitados se desentienden. Tratándose del rey, rechazar su invitación y maltratar a sus enviados, es una muestra clara de estar contra él. La reacción del anfitrión es doble: a) Convidar a todos, malos y buenos, a la fiesta y llenar así la sala del banquete. Esto debía ser una gran bofetada para los que no habían querido acudir a la boda. B) Terminar con los que han rechazado la invitación y prender fuego a la ciudad. Parece que la parábola seguiría un orden más lógico sin los versículos 6 y 7, y así Lucas los desconoce totalmente. Seguramente son fruto de la reinterpretación que la iglesia mateana hace de la parábola después de la destrucción de Jerusalén, el año 70, a la que aquí se alude; y los malos tratos al segundo grupo de enviados pueden referirse a la actuación del judaísmo con los primeros cristianos.

El versículo 10 ("La sala del banquete se llenó de comensales") sería el final de la parábola. El nuevo pueblo de Dios se ha reunido abriendo a todos sus puertas: a buenos y malos. Pero los últimos versículos -una parábola de juicio- indican que del hecho de pertenecer a la comunidad eclesial no se sigue automáticamente la entrada en el Reino, sino que es necesaria una transformación personal, expresada con la imagen del traje de fiesta. El rey-juez excluye a quien no lo lleva y su situación expresa la desaparición de aquel que, por culpa propia, ha sido excluido de la salvación.

Y el texto evangélico termina con una sentencia generalizadora, en su origen seguramente independiente de la parábola: la llamada de Dios es para todos, pero exige una respuesta que no todos dan.

J. ROCA
MISA DOMINICAL 1981/19