COMENTARIOS AL EVANGELIO
Lc 17, 5-10

Paralelos: Mt 17, 20  Mt 21, 21  Mc 11, 23

 

1.CUMPLIMIENTO AUTOSUFICIENCIA MERITO/PREMIO

Son muchos los que vienen ante Dios en actitud de "justicia conmutativa". Piensan en un tipo de cambio de comercio. Dios tiene derechos sobre nosotros y eso nos puede imponer unos mandatos. Si los cumplimos mereceremos recibir la recompensa. Conciben la ley como imposición; suponen que el premio corresponde a las acciones realizadas y por eso se sienten dispuestos a exigirle a Dios la "paga".

Frente a esa actitud ha situado el evangelio la postura del "siervo" que recibe el encargo que el señor le ha encomendado. Si obra bien no actúa por la paga; hace simplemente lo que debe. De manera semejante, el verdadero seguidor de Cristo ha descubierto que Dios es el Señor y que merece la pena realizar las obras que nos manda. Por eso, al final del camino, no puede exigirle abiertamente nada. No ha sido más que un pobre siervo; ha hecho aquello que debía.

AMIGO/QUÉ-ES:Para interpretar rectamente esta postura hay que situarla en el trasfondo de una auténtica amistad, de una confianza auténtica y verdadera. Amigo es el que ayuda al otro sin hablar de premio o recompensa. No necesita leyes o mandatos; sabe lo que agrada a su amigo y lo realiza porque cree que merece la pena realizarlo.

Semejante debe ser nuestra actividad respecto a Dios. Descubrimos su voluntad y la cumplimos. No importa en principio el premio o el castigo. Es más, pensamos que Dios no puede ser jamás nuestro deudor, por más que hayamos intentado cumplir hasta el final sus mandatos.

Después de afirmar esto debemos añadir algo muy importante. Dios no está obligado a darnos ningún premio, ni tiene por qué agradecernos ningún servicio. Sin embargo, desde el momento en que es amigo nos suscita la confianza; sabemos que se preocupa de nosotros y podemos confiar en su presencia y en su ayuda. Una vez que hemos hecho lo nuestro y hemos dicho "somos unos pobres siervos", podemos añadir..., "y sin embargo, tenemos un amigo que nos quiere más que todo lo que nosotros podemos imaginar". Por eso estamos seguros en sus manos.

Esto significa que nuestra experiencia religiosa sale del plano de la ley, del mérito y del premio que se exige y entra en un contexto de amor y de confianza. Por amor hacemos lo que es bueno. Confiadamente nos ponemos al final en las manos del misterio que recibe ante nosotros rasgos de un amigo y padre (Dios). No sabemos lo que el amigo vendrá a darnos; pero tenemos una inmensa confianza. Y por eso, cuando hemos hecho lo que estaba en nuestra mano, podemos añadir: "ahora estamos de verdad en buenas manos. En las manos de un amigo que nos quiere. No merecemos nada, pero confiamos en su amor y estamos seguros de que vendrá a concedernos mucho más de todo lo que hubiéramos soñado".

COMENTARIOS A LA BIBLIA LITURGICA NT
EDIC MAROVA/MADRID 1976.PAG.1375


2. SERVICIO/ACTITUD-FM

El servicio es la actitud que caracteriza al creyente (cf /Mc/10/41-45; /Jn/13/12-15). Un servicio humilde, constante, sin desfallecer. Un servicio atento, minucioso. Y, una vez cumplido con esmero, la conciencia de haber hecho sólo aquello que era su obligación. Sin esperar, ni menos exigir, recompensa. Porque no se ha hecho nada especial. Porque sólo se ha cumplido con el propio deber. Tanto en el servicio a Dios como en el servicio al hermano, en que aquél se manifiesta y culmina (cf. 1 Jn 4. 20-21).

COMENTARIOS BIBLICOS-5 V/Pág. 560


3.ESFUERZO/GRACIA: /Mc/04/26-29.

Categóricamente y sin matizaciones, el texto proclama: "Sois unos siervos inútiles". El evangelio entero desmiente el sentido literal de esta afirmación, que precisamente manda a los discípulos adherirse fuertemente a Jesús para poder realizar la misión que él les ha confiado.

Pero aunque no sean "inútiles", los "servidores" de la Palabra, los predicadores del Reino, los segadores enviados al campo del "Dueño de la mies", han de saber que la extensión de esa Palabra, que la venida del Reino son, a un tiempo, resultado de su actividad y de su oración, y fruto del don de Dios. Y ese don es primordial; los discípulos, incitados a la acción, necesitan encontrar la exacta medida de su participación. Marcos trata este problema con la parábola del Sembrador, cuya semilla hace germinar Dios, ya sea que el labrador dormite o se afane (4. 26-29). Lucas lo aborda con una simple frase que no tiene la intención de apartar del esfuerzo, pero que sí recuerda a los discípulos más fervientes cuál es la auténtica naturaleza de la obra que han de llevar a cabo y la colaboración verdaderamente requerida.

Esa frase de cierre viene al final de una breve parábola en la que se perciben las costumbres de una época (aunque la nuestra no sea tan diferente). Leyendo esa realista descripción de un comportamiento corriente, apreciaremos la novedad que Jesús supo poner en su forma de vivir, él que, sin vacilar en ponerse un mandil, se hace siervo de sus discípulos. Siervo en el momento de la última cena (Jn 13. 1-16; Lc 22. 27), y siervo el día de la última venida (Lc 12. 37).

LOUIS MONLOUBOU
LEER Y PREDICAR EL EVANGELIO DE LUCAS
EDIT. SAL TERRAE SANTANDER 1982.Pág. 269


4. /Mt/20/13.

Dios es presentado como un amo exigente, que se preocupa muy poco de los sufrimientos o aspiraciones de su esclavo. Pero la parábola subraya, sobre todo, que los fariseos -esos creyentes que pesan sus méritos e intentan hacer valer sus derechos sobre Dios- son, en realidad, ante Él, unos pobres siervos totalmente incapaces de hacer algo meritorio. La parábola opone fe pura e ingenua (v.6) de los pobres e ignorantes al cálculo sobre sus propios méritos y a la confianza en sí mismos de los fariseos y de los ricos; la actitud de confianza incondicional en el Señor, a las protestas bajo cuerda de los que sitúan la religión en el plano de los méritos y del derecho a la recompensa (cf. Mt 20. 13). Colocada en otro contexto donde Jesús llama la atención, esta vez, a los apóstoles (v.5), esta parábola considera su ministerio como inútil (v.10). Nos equivocaríamos si creyéramos que es esa la intención de Jesús. Dios necesita a los hombres, y Cristo tiene necesidad de su Iglesia. En realidad, la expresión contenida en este versículo apunta a lo que hay de fariseo y autoritario en el corazón de cada uno, cuando el hombre se atribuye a sí los méritos de una acción que sin Dios le sería imposible realizar; cuando el hombre considera las ventajas y los privilegios de la misión que desempeña como otros tantos derechos a la vida eterna y cuando se glorifica a sí mismo en vez de "glorificarse en el Señor" (1 Co 9. 16; 1.31; 2 Co 10. 17; Flp 3.3; Ga 6. 14).

Al aproximar los dos pasajes contenidos en este evangelio (vv.5-6 en que habla del poder de la fe y vv.7-10, sobre el siervo inútil), la intención de Lucas es evidente. En estos versículos se encierra un pequeño tratado sobre la fe y las obras. Con este fin recoge las sentencias que no fueron pronunciadas en este contexto por ser parcialmente inadecuadas. La fe no confiere el poder de desarraigar un sicomoro y trasplantarlo en el mar con solo quererlo; tampoco obliga a que el hombre reconozca como inútiles todos sus esfuerzos y aptitudes, grandes o pequeños...

Pero la lección es evidente; el hombre no puede realizar por sí mismo el proyecto que le anima; es más: la comunión con Dios y con sus hermanos es para él una necesidad ineludible.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VII
MAROVA MADRID 1969.Pág. 142 s.


5. HUMILDAD/CREATURA  DEPENDENCIA/ESCLAVO
Jesús recurre a las relaciones que mantiene un esclavo con su amo para enseñar a sus discípulos que la verdadera humildad descansa en el reconocimiento de nuestra total dependencia de Dios. El esclavo era en aquellos tiempos una propiedad de su amo. Este podía disponer del esclavo según su voluntad indiscutible e indiscutida, sin que tuviera que agradecer los servicios prestados o retribuirlos. Así es el hombre delante de Dios, como un esclavo.

Esta doctrina es dura y hasta deprimente para el hombre, pero no es lo único que dice el Evangelio a este respecto y debe ser interpretada teniendo en cuenta las otras afirmaciones (cf /Lc/12/37). Además, convenía dejar bien sentado que Dios es el Señor y que el hombre no puede pleitear con Dios ni pasarle la factura de sus buenas obras. En última instancia Dios nos salva porque quiere, gratuitamente.

Tengamos presente que Jesús no emite aquí ningún juicio moral sobre la esclavitud dominante en el mundo antiguo. Utiliza simplemente un ejemplo sacado del contexto socio-cultural de su época para ilustrar su enseñanza sobre la humildad del hombre delante de Dios. Es claro que los principios del Evangelio se oponen a toda dominación del hombre sobre el hombre.

EUCARISTÍA 1974/55


6.

En el c.17 Lucas reúne una serie de dichos de Jesús sobre la vida de la comunidad. En primer lugar, los discípulos piden un "aumento de fe". Es llamativo y hasta consolador el que duden los discípulos, ya que, según Lucas, esto no les aparta del círculo íntimo de Jesús, ni tampoco, por ser discípulos, se ven preservados o dispensados de la lucha por la fe. Sobre el fondo de la incredulidad general, los discípulos también son conquistados por las tinieblas: no tienen la fe viva que descubriría en todo la presencia del Señor. En parecida situación se encuentra muchas veces el creyente de nuestros días.

La mostaza es la más pequeña de las semillas; pero luego llega a ser un gran arbusto (/Mt/13/23;/Mc/04/31). Se trata aquí de la primera opción, del primer paso para acercarse al reino. El traslado de las montañas es un tema del AT (cf.Is 49,11;40,4) y describe la supresión escatológica de todos los obstáculos que se oponen al Reino de Dios, aunque aquí convenga interpretarlo mejor como una hipérbole que ilustra no tanto el poder de la fe cuanto el poder de Dios, que se hace ostensible y real en la debilidad confiada de los discípulos. Maravilla del que confía en Dios.

El contexto, en el que el siervo es verdaderamente útil, muestra lo forzado de la expresión. Pero se aplica bien a los discípulos.

No es que Jesús busque una falsa humildad de sus amigos haciéndoles ver que en el reino nadie tiene que considerarse indispensable, sino que, por la gracia de Jesús, porque él quiere que sea así, el creyente entra a formar parte del reino. No hay otros méritos que los de Cristo. La tarea del cristiano es ser consecuente con la fe en Jesús que le capacita para el reino. La fe y el orgullo caminan por senderos distintos (1 lectura).

EUCARISTÍA 1989/46


7. FE/SENCILLEZ AUTOSUFICIENCIA:

Lucas introduce hoy a los doce pidiendo a Jesús un aumento de su fe. Una vez más las respuesta de Jesús no se mueve en los términos de la pregunta, señal inequívoca de que Jesús no comparte el planteamiento de los doce, basado en magnitudes de más y de menos: más fe, menos fe. Para los doce tener fe es una cuestión de cantidad. Jesús, en cambio, no habla de cantidad: "Si tuvierais fe como un grano de mostaza". La imagen habla por sí sola. El grano de mostaza es diminuto como el que más. Para Jesús en la fe no cuenta la cantidad, como no cuenta en una planta el tamaño de su semilla, que puede incluso ser pequeñísimo.

"Diríais a esa morera: arráncate y plántate en el mar. Y os obedecería". La propuesta parece a todas luces absurda. Una vez más nos sorprende Jesús con el empleo de una paradoja, cuyo sentido, por definición, debe resolverse en un terreno que no es el de la formulación de los términos. Morera plantada en el mar. ¡Impensable! ¡Imposible! Pues precisamente esto consigue la fe.

Para Jesús la fe es calidad de vida, talante existencial que hace posible lo imposible. Pero este talante puede tener el riesgo del engreimiento. Para contrarrestar este posible riesgo Lucas contrapone a la paradoja inicial un símil tomado del mundo de las relaciones amo-criado.

Basándose en las relaciones laborales amo-criado en el medio agrícola palestinense, el símil concluye con la siguiente pregunta retórica: "¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho todo lo mandado?" Esta pregunta formula de manera gráfica el siguiente principio: cumplir con el deber es una obligación, no un derecho. El texto finaliza con la aplicación de este principio al caso concreto de los apóstoles. La aplicación es, por supuesto, gráfica: "somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer". Aun con una fe capaz de hacer posible lo imposible, el creyente no es más, ni más importante, ni tiene derechos especiales; es lo que tiene que ser, creyente.

Dos actitudes aparecen hoy: la fe y la sencillez. La primera da la medida de lo que el cristiano es; la segunda de cómo se experimenta. En el evangelio de Lucas la fe dice relación al Padre y a su palabra, tal como la proclama Jesús. Entra de lleno en el rico campo de la comunicación interpersonal. Está hecha de apertura al Padre, de sensibilidad para sintonizar con Él, de confianza plena en Él. Para el caminante cristiano, el Padre es un referente esencial de su vida: habla con Él, cuenta con Él, siente con Él. ¿Qué tiene, pues, de extraño que, debido a una relación así, pueda manifestarse la fuerza del Padre a través del creyente? ¿Qué tiene de extraño que a través del creyente acontezcan las cosas más inesperadas? Pero cuando esto sucede, el primer sorprendido es el propio creyente, el cual no capitaliza la eficacia de la fe en beneficio propio. Existe en cada uno de nosotros una tendencia bastante invencible a la autoafirmación, a la importancia, a rentabilizar todo lo que hacemos. La sencillez cristiana es la contrapartida de esta tendencia. Esta sencillez está hecha de capacidad de asombro, de experiencia de gratuidad y de espontaneidad. Hay personas que andan por la vida con el convencimiento consciente o inconsciente de que los demás siempre les deben algo, incluyendo entre los demás a Dios. El caminante cristiano, hace la vida consciente de que es él quien siempre debe algo a los demás, y, por supuesto, al Padre. En esto puede consistir la sencillez cristiana.

A. BENITO
DABAR 1989/49