SUGERENCIAS

 

1.

SITUACIÓN:

Recordemos lo que decíamos el pasado domingo (el tema dominante de hoy es el mismo: el dinero que esclaviza). La homilía de hoy convendrá prepararla teniendo en cuenta lo que se dijo entonces. Y quizá advertir a los oyentes que el hecho de hablar dos domingos seguidos sobre el dinero -sobre la desgracia de ser rico y el grave peligro que representa, cosa que los afectados interpretarán como si el cura hablara "contra" los ricos- no es capricho del predicador sino consecuencia de leer un capítulo de Lc especialmente dedicado a este tema. Si JC le daba importancia, también debemos dársela nosotros. Quizá el matiz del domingo pasado era "el mal uso del dinero" -que olvida que otros son víctimas de este mal uso- y su "buen uso" -que para JC se identifica con liberarse de él-; este domingo nos habla más personalmente de la desgracia de ser rico, del mal fin -ya que es un camino sin futuro- que les espera; se identifica el ser rico con el no saber amar, con el no saber escuchar la llamada de Dios a la conversión.

Convendrá evitar que la homilía se convierta en un "ataque" a los ricos; más pronto debería ser una "llamada" a los ricos. Mejor dicho: una llamada a todos los que estamos en peligro de dejarnos dominar por el dinero. Hablar de "ricos" es peligroso porque casi nadie se considera rico (quien tiene diez piensa que es preciso tener veinte, quien tiene veinte considera que los ricos son quienes tienen treinta, y así sucesivamente). En nuestra sociedad el dinero esclaviza no sólo a quienes ya son ricos, sino también a una amplia mayoría que han conseguido ya un notable nivel de vida -sin ser propiamente ricos- pero se desviven por tener cada vez más. Para unos y otros debemos hablar hoy. Respetando a quienes han de luchar por llegar a un nivel mínimo o medio de vida (aquellos que trabajan no por tener sino por vivir... con todo aquello que hoy significa vivir).

ESQUEMA POSIBLE: (recomendamos insistir más en la segunda parte, ya que la primera repite bastante el tema del pasado domingo).

1.- "Ay de vosotros, los ricos". Se podría comenzar recordando la "imprecación" que el evangelio de Lc incluye después de las bienaventuranzas: "¡Ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo!". La parábola de hoy es su mejor comentario. Ello no significa que JC hable "contra" los ricos. Más pronto habla "a favor". JC ama a todos, sin excepciones. Pero habla con dureza a los ricos porque ve su peligro y les quiere evitar que continúen por un camino sin salida, sin futuro. Intenta advertir del mortal peligro que significa dejarse aprisionar por el dinero. Recordemos lo que decíamos el pasado domingo: JC no parece creer que sea demasiado posible aquello que se denomina "un buen rico". La parábola de hoy insiste especialmente en la sordera de los ricos: ya que el dinero esclaviza, no saben ver al hermano, no saben escuchar la llamada a la conversión que les dirige Dios (recordemos la segunda parte de la parábola: "no harán caso ni aunque resucite un muerto"). Es preciso un paso previo: liberarse de la esclavitud del dinero.

Esclavitud que es también la avidez por tener más (no tener lo necesario sino siempre más, un coche mejor, un piso mejor, un viaje mejor...).

No diluyamos la dura palabra de JC: "Ay de vosotros los ricos". Si la riqueza nos da "consuelo" (nos satisface), aunque otros tengan más, aunque no nos consideremos ricos, lo más probable es que nos separe de los demás, nos separe de Dios. Y así, por ejemplo, no sepamos trabajar por una sociedad más justa, en la que todos los hombres vivan en un nivel fundamentalmente igual de alimento, vivienda, cultura, descanso, etc.

Lo necesario y lo superfluo. El evangelio dice que el pobre esperaba lo que tiraban de la mesa del rico. Fácilmente el rico piensa que resuelve su problema moral dando de lo que a él le sobra. Hubo -hace no muchos años- teólogos que distinguían entre lo necesario y lo superfluo. Todo se solucionaba dando de lo superfluo. Pero la parábola afirma claramente que la solución no está ahí, ya que el problema -el pecado- está en que uno tenga "bienes" y el otro "males".

No se trata de atenuar los males y reducir los bienes. La solución única es terminar con la división entre ricos y pobres. Que todos participen de la misma mesa. Quizá convendría decir claramente que eso no depende principalmente de la buena voluntad de los ricos. A menudo -en la organización actual de la sociedad- estos no pueden hacer gran cosa si se limitan a ayudar (una ayuda que puede tener su valor, pero que deja intacta la máquina económica que genera ricos y pobres). El cristianismo -como tal- no tiene una solución económica para conseguir una sociedad más justa e igualitaria.

Pero los cristianos -junto con los otros hombres que caminan hacia esta sociedad- deben trabajar, deben luchar, por conseguir esta mejor organización social.

Cambiar la organización social-económica de la sociedad es la única posibilidad para que no se busque la solución en dar más de los que sobra, sin conseguir la verdadera solución: que todos los hombres participen en la misma mesa. Sólo entonces dejarán de haber ricos y pobres, sólo entonces el dinero no será un dios que esclaviza.

JOAQUÍN GOMIS
MISA DOMINICAL 1977/17


2.

Desde los más antiguos profetas del A.T. hasta los Padres de la Iglesia, la acumulación de los bienes en manos de los ricos ha sido denunciada reiteradas veces y con una dureza que en pocas ocasiones se ha empleado con otras cuestiones. En los evangelios, la claridad de la postura de Jesús al respecto es meridiana: para nadie tuvo palabras tan duras como las que dirigía con frecuencia a fariseos y ricos. Y sin embargo, con una facilidad inusual, relegamos al olvido lo que Jesús nos dice sobre la riqueza, para preocuparnos de cuestiones que, muchas veces, no aparecen para nada en el Evangelio.

S. Pablo, conocedor ya de la vida de las primeras comunidades cristianas y de sus problemas, llega a hacer una afirmación que debería ser para nosotros motivo de profunda y seria reflexión: "Cuando tenéis una reunión, os resulta imposible comer la cena del Señor, pues cada uno se adelanta a comerse su propia cena, y mientras uno pasa hambre, el otro está borracho... ¿es que tenéis en poco a la asamblea de Dios y queréis abochornar a los que no tienen?" (/1Co/11/20-22).

DABAR 1989/48


3.

Conocemos la parábola. Un rico despreocupado que "banquetea espléndidamente", ajeno al sufrimiento de los demás y un pobre mendigo a quien "nadie daba nada". Dos hombres distanciados por un abismo de egoísmo e insolidaridad que, según Jesús, puede hacerse definitivo, por toda la eternidad.

Adentrémonos un poco en el pensamiento de Jesús. El rico de la parábola no es descrito como un explotador que oprime sin escrúpulos a sus siervos. No es ése su pecado. El rico es condenado sencillamente porque disfruta despreocupadamente de su riqueza sin acercarse a la necesidad del pobre Lázaro.

Esta es la convicción profunda de Jesús. La riqueza en cuanto "apropiación excluyente de la abundancia", no hace crecer al hombre, sino que lo destruye y deshumaniza pues lo va haciendo indiferente, apático e insolidario ante la desgracia ajena. La parábola es un reto a nuestra vocación de solidaridad. ¿Podemos seguir organizándonos nuestras "cenas de fin de semana" y continuar disfrutando alegremente de nuestro bienestar, cuando el fantasma de la pobreza está ya amenazando a muchos hogares? Nuestro gran pecado puede ser la apatía social y política. El paro se ha convertido en algo tan "normal y cotidiano" que ya no escandaliza ni nos hiere tanto.

Nos encerramos cada uno en "nuestra vida" y nos quedamos ciegos e insensibles ante la frustración, la humillación, la crisis familiar, la inseguridad y la desesperación de estos hombres y mujeres.

J. A. PAGOLA
DABAR 1989/48


4.

El aprendizaje cristiano es difícil. Cada cual tiene el peligro de acomodarse a su propio confort, a su estilo, olvidándose de los demás, aunque estén a nuestra puerta. No hay nadie más difícil de ver que aquel a quien no queremos ver, porque nos complicaría la vida. Se puede encontrar uno muy bien entre los amigos y no ver a los que están fuera: se está tan bien en el comedor, que ya no miramos por la ventana.

EUCARISTÍA 1989/45


5. TEXTOS DE LOS SSPP/RIQUEZA PROPIEDAD/SSPP:

"Son tontos los que por avaricia se complacen en cosas que se limitan a guardar. El que amontona sus pagas, las mete en saco roto. Tal es el que recoge y mete la cosecha, y sufre mengua el que a nadie da parte de lo suyo. Pero es cosa de burla y merece carcajadas que haya hombres que usan orinales de plata y retretes de vidrio... y esas mujeres, tan ricas como locas, que mandan hacerse de plata los recipientes de sus excrementos, como si la gente rica no pudiera defecar si no es lujosamente".

SAN CLEMENTE DE ALEJANDRÍA

 

La avaricia (después del pecado) cortó lo que había de noble en la naturaleza, tomando de antemano la ley como auxiliar del poder. Pero tú mira la igualdad primitiva, no la distinción postrera; no la ley del poderoso, sino la del Creador".

SAN GREGORIO NACIANCENO

 

No le das al pobre de lo tuyo, sino que le devuelves lo suyo, pues lo que es común y ha sido dado para el uso de todos, lo usurpas tú solo. La tierra es de todos, no sólo de los ricos.

SAN AMBROSIO

 

Dios puso delante de todos la misma tierra. ¿Cómo, pues, siendo común, tú posees hectáreas y más hectáreas, y el otro ni un terrón?".

SAN JUAN CRISOSTOMO

 

"Los ricos lo son por su propia injusticia o por herencia de los bienes adquiridos injustamente".

SAN JERONIMO

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6. DESARROLLO HAMBRE INJUSTICIA ALIMENTOS

De todos los recursos existentes en el mundo cuatro países (Estados Unidos, Alemania, Inglaterra y Francia), acaparan la mitad, dejando la otra mitad para todos los demás países del mundo. Francia sola dispone de tantos recursos como toda la América Latina. Alemania o Inglaterra disponen de tres veces más recursos que todo el continente africano. Este es el hecho verdaderamente incalificable: dos terceras partes del mundo pasan hambre ante la indiferencia de una tercera parte privilegiada, que tiene la mesa bien abastecida y que desperdicia lo que podría remediar el hambre de casi dos mil millones de seres humanos.

"En el estado actual de la ciencia y la tecnología -ha dicho Alfred Kastler (premio Nobel de Física en 1966)- puede afirmarse que hay condiciones suficientes como para asegurar el bienestar material de la humanidad entera. Dos tercios de la población de la tierra bajo régimen de subalimentación cuando, con las posibilidades reales bien empleadas, podría acabarse con el hambre, es algo verdaderamente intolerable. Con los recursos disponibles ahora mismo habría de qué alimentar no ya a la población actual, sino al doble o al triple. ¿Se da Vd. cuenta del absurdo que supone que, en esta situación, se inviertan más de ciento ochenta mil millones de dólares al año en gastos militares, es decir para preparar la guerra? Si ese dinero, en lugar de ser destinado a fines militares, fuese invertido en la construcción de una vida mejor para todos, se podrían obtener resultados magníficos. Por ejemplo, en una generación, podría resolverse el problema de la promoción de los países poco desarrollados, dándoles el mismo nivel de vida y de cultura de que hoy gozamos en algunos países solamente" (Conversación con Alfred Kastler en "Cuadernos para el Diálogo", en el número extraordinario de julio de 1971)


7. JUICIO/FINAL

¡Ay del que no advierte
que hay un supremo Juez de juzgadores,
que hay otra Ley sobre la ley del fuerte;
que al pasar los umbrales de la muerte
los vencidos serán los vencedores!

RUBÉN-DARÍO


8. SOLIDARIDAD

"Dichosos los que eligen ser pobres" /Mt/05/03. No es el momento de aclarar la traducción del P. Juan Mateos; para ello está su comentario: El evangelio de Mateo, Madrid 1981 p.53. Así traduce él aquellas palabras "pobres en el espíritu" y justifica tal traducción de un modo seguro y convincente.

No es que Dios quiera la miseria. Ni que le gusten los sacrificios que la pobreza impone. Al contrario, precisamente porque quiere que todos sus hijos vivan dignamente y sean felices, por eso está tan en contra de la ambición de algunos, que, para que su Reinado comience en la tierra, Jesús pone como primera condición la ruptura con la ambición. Sólo los que rompen con ella y escogen voluntariamente el camino de la solidaridad, usando de los bienes como propiedad y destino de todos, éstos tienen a Dios por rey, de éstos en su Reinado.

Esta solidaridad es muy difícil de practicar en medio de un sistema capitalista que lo que fomenta es la ambición, la avaricia, el poder y el orgullo del más fuerte económicamente. Sólo se libera del sistema pecaminoso que el dinero se ha montado, el que se acerca a los pobres concretos y acepta de ellos el grito interpelante que su miseria le dirige como un clamor profético a la conversión real y con obras de solidaridad.

Aquel rico de la parábola no se enteró del mendigo Lázaro que estaba a la puerta de su casa con los perros, cubierto de llagas.

Cuando lo supo ya era demasiado tarde. Que no nos pase a nosotros lo mismo.

LORENZO TOUS
DABAR 1989/48


9. 

"Se endurece más aprisa el corazón con el dinero que el huevo en el agua hirviendo"


10. 

RICOS Y POBRES

De nuevo en este domingo se nos presenta con la viveza de las palabras proféticas y con la sencillez de una parábola el tema de la división de los hombres en rico y en pobres. Son mucho más numerosos los pobres que los ricos. Un problema grave en nuestra sociedad es la insensibilidad ante las estadísticas: apenas nos impresiona conocer que hay ocho millones de pobres en España. Todos corremos el peligro de olvidarnos de los pobres, pasar de ellos en cualquier semáforo o acostumbrarnos a su presencia.

Hablar de los ricos no es difícil. Son los que centran como única preocupación de su vicia la comida y la bebida, los que reducen toda su filosofía existencial a un concepto de hedonismo materialista, los que se acuestan en "lechos de marfil" en un lujo despreocupado e insultante con los parados y chabolistas, los que creen que la vida es una orgía de olores, de sonidos y sensualidades, los injustos que explotan a los más débiles.

Es más fácil elogiar la pobreza que soportarla, pues siempre humilla al hombre y a algunos los hace humildes, pero a los más los hace malévolos. De ahí que cuando se experimenta la pobreza, se aprende a compadecer la de tantos desgraciados que giran en cualquier necesidad humana o espiritual. La pobreza de bienes es remediable, mas la del alma es casi irreparable.

¿Cual es la enseñanza de la parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro? No es que los ricos se condenarán y los pobres se salvarán. No es invitar a un conformismo pasivo a los que carecen de casi todo en este mundo, porque se verán recompensados en la otra vida. El mensaje es que no se puede poner la confianza y la seguridad de la salvación en las riquezas, que no se puede despreciar y marginar a los pobres, que el Reino de Dios no se alcanza por la simple pobreza sociológica sino por cumplir las exigencias de la palabra revelada.

Andrés Pardo


11. Para orar con la liturgia

"Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús. No debemos cansarnos de ayudar a nuestro prójimo porque en ellos servimos a Jesús" (Sta. Rosa de Lima).


12. 

Lázaro y el rico Epulón son hoy los protagonistas de la enseñanza del Señor. Quizá nos llame la atención la suerte final de ambos: para uno gloria, para el otro condenación eterna; sin embargo, corremos el peligro de mal interpretar este trozo del evangelio, pues el final de ambos no depende de su condición social o económica, sino de sus actitudes personales.

El rico no se condena por el hecho de ser rico, sino porque no teme a Dios, de quien prescinde y porque se niega a compartir lo suyo con el pobre que muere de hambre a su propia puerta. Tampoco el pobre se salva por el hecho de serlo, sino porque está abierto a Dios y espera la salvación de "quien hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos, ama a los justos y sustenta al huérfano y a la viuda trastornando el camino de los malvados", según reza el salmo de este domingo.

Es necesario aclarar que, si bien es cierto se pone en claro la peligrosidad de la riqueza porque fácilmente cierra los oídos a la palabra de Dios, esta parábola no va dirigida de modo exclusivo a los ricos y los poderosos. No hay que olvidar que el lenguaje bíblico hace referencia a la actitud de apego o desapego de lo que uno tiene; esto es lo que nos hace ricos o pobres de espíritu ante Dios.

En mayor o menor grado, la enseñanza de la parábola es aplicable a todos los que la escuchamos. Si queremos entenderla, es bueno colocarnos dentro de la escena, ya sea en el papel del rico Epulón, ya sea en el papel del pobre Lázaro. Pobre y rico son conceptos relativos. El que tiene un millón es pobre frente a quien tiene cien millones, pero es adinerado frente al que tiene unas cuantas monedas.

Cada día nos salen al encuentro muchos Lázaros: familiares humildes que pasan apuros, enfermos en soledad, ancianos abandonados, gente sin trabajo, hermanos que necesitan de una mano amiga.

Convirtámonos radicalmente a un amor que comparte, haciendo nuestros "los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias de los hombres de nuestro tiempo..." (frase tomada de la Constitución Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II).

C. E. de Liturgia
PERÚ


13.

La orgía de los disolutos

Con esta sonora frase describe el profeta Amós una forma muy concreta de vivir que, tanto en el oráculo profético como en el evangelio de hoy, se presenta como merecedora del mayor de los castigos.

Es fácil hacer un ensamblaje de estas lecturas, pues las dos tienen el mismo objetivo: advertir al lector que examine su vida, no vaya a ser que esté dentro de las coordenadas de lo que el profeta llama "la orgía de los disolutos".

Tiene dos características fácilmente detectables. La primera es abundancia de bienes y afán de gozar de los mismos. Amós habla de "lechos de marfil, divanes, coméis carneros...terneras, canturreáis al son del arpa, bebéis vino, os ungís con perfumes exquisitos". Jesús, por su parte, comienza su parábola diciendo: había un hombre rico que vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día".

La segunda es una condición indispensable para el pleno goce de la propia riqueza: olvidar a los pobres. El profeta echa en cara a los ricos de su época "y no os doléis del desastre de José" aludiendo a la pobreza del pueblo. Jesús describe una situación parecida cuando presenta a Lázaro "con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico". Es fácil que ante estas dos lecturas miremos a nuestro alrededor para buscar a los ricos, olvidando que son ricos aunque no tengan gran fortuna el privilegiado del bienestar y la cultura, los sanos física y síquicamente, los jóvenes, los que tienen amigos y, además, un futuro. Qué estamos haciendo con toda esa riqueza y hasta qué punto deseamos y conseguimos que participen de ella los pobres y desamparados?