COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 21, 28-32


1.

En el pasaje que comentamos, Cristo quiere convencer a todos los que se escandalizan de su predilección por los pecadores, de que éstos están más cerca de la salvación, si hacen penitencia, que aquellos otros de tan buena reputación que se creen justos (Mt 9. 10-13). Los pecadores, es cierto, se han opuesto a la voluntad de Dios, pero se han arrepentido, como el hijo pródigo, mientras que los que se consideran a sí mismos piadosos servidores de Dios se olvidan de su obligación de amar a los hombres.

Esta parábola va dirigida, por consiguiente, a los que se cierran a la Buena Nueva en nombre de la justicia. En ella se pone de manifiesto el amor de Dios a los que, siendo objeto del desprecio de todos, son capaces de hacer penitencia y de obedecer los mandatos de Dios con más ardor y entusiasmo que los orgullosos y los que se bastan a sí mismos. La parábola es, pues, una apología de la actitud de Cristo hacia los pecadores. (...).

Dios no ha decidido, en un momento determinado de la historia, rechazar a Israel y adoptar a los gentiles, ya que su plan de salvación es, en todo momento, universal. Ni siquiera los escribas y las autoridades judías son excluidas de la salvación, pero el comportamiento de éstos con respecto al Mesías les ha hecho perder la función que hasta entonces desempeñaban en el orden de la mediación. El modo de vivir su "sí" a la Ley les ha hecho decir "no" al Evangelio.

Esto mismo puede aplicarse también a los cristianos. Un "sí" pregonado a los cuatro vientos y que, en realidad, oculta alguna negativa, encierra con frecuencia a los "otros" en un "no", que ya no es lo mismo. Y los profesionales del "sí" dan la sensación a veces de estar tan aferrados a su sistema, que los que dijeron "no" no están dispuestos a cambiar de parecer. Sin embargo, el acceso al Reino sólo es posible en la medida en que los que comenzaron diciendo "no", con el tiempo llegan a descubrir que pueden decir "sí" sin necesidad de renegar del todo de sus anteriores opiniones.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA VII
MAROVA MADRID 1969.Pág. 113 s.


2.

Jesús se enfrenta en el evangelio con unas conductas que por religiosas son impenetrables al Evangelio, y ejemplariza otras que, aunque inmorales, sí son asequibles a la revelación del Reino: al Dios nuevo que es JC el Señor.

Jesús no está hablando de la salvación última ni de las colecciones de virtudes heroicas; Jesús habla de la entrada en su Reino aquí, y pone el ejemplo de Juan aceptado por las prostitutas y rechazado por los sacerdotes. Jesús habla de lo que le está pasando a él mismo: va a ser asesinado por los creyentes en su Padre: gentes muy religiosas, pero de muy malos sentimientos.

Nuestra situación es la misma, pero más grande en todo: el judaísmo se coló en la Iglesia, se vistió de Evangelio, pero sigue impenetrable a los sentimientos de Cristo. Pero también Xto y su Reino es más notable aquí, hay muchos hijos que dijeron "no voy" y están trabajando para el Reino; hay muchos señores que van abandonando su "rango" y consolidan muy pegados a sus cruces el Señorío de Cristo.

JAIME CEIDE
ABC/DIARIO
DOMINGO 30-9-1990/Pág. 74


3.

En el evangelio de hoy y en el de los dos próximos domingos vamos a leer tres parábolas de Jesús dirigidas todas ellas "a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo". Tienen en común el hecho de que Jesús se ve rechazado por los notables del pueblo, aquellos que deberían haberlo aceptado desde el principio. En estas notas al evangelio de hoy vamos a fijarnos en primer lugar en la parábola y luego en sus aplicaciones.

1. De entrada Jesús invita a sus interlocutores a juzgar lo que va a proponerles ("¿qué os parece?") y la interpelación se repite de nuevo al final ("¿Quién de los dos...?"). Los dos hijos tipifican los dos grandes grupos en que se dividía el pueblo de Israel: los "justos"y los "pecadores", pero ambos son considerados como hijos y son objeto del amor del Padre, al tiempo que tienen también necesidad de perdón. La parábola describe sus actitudes contrarias. En primer lugar la del que es considerado pecador: su respuesta cortante ("no quiero"), que muestra la desobediencia al deber más importante para con los padres, hace que los oyentes de Jesús lo caractericen como tal; pero éste es capaz de arrepentirse y hacer la voluntad de su padre. La segunda actitud -el segundo hijo caracteriza a aquellos que se creen "justos"- sería la de los que dicen y no hacen; los que en el momento decisivo no obedecen.

Toda la fuerza de la parábola está en el hacer o el dejar de hacer, que es lo que en definitiva cuenta ante Dios.

2. Las palabras de Jesús ("os aseguro...") se dirigen a los notables del pueblo diciéndoles que ellos son los que dicen y no hacen, que externamente son piadosos pero que en realidad no cumplen la voluntad de Dios. En cambio, "los publicanos y las prostitutas", considerados como personas cuya conversión era imposible a causa de su clase de vida, sustituyen a los primeros en el camino hacia el Reino.

A esta primera aplicación de la parábola se añade otra, aplicando el hecho de que los pecadores aceptan la predicación del Reino y los justos la rechacen a una situación histórica muy concreta e importante: la predicación de Juan Bautista. Los que creyeron en él y manifestaron con hechos concretos su conversión -como el primer hijo- se encuentran ahora dispuestos para aceptar a Jesús. Los que no se tomaron seriamente al Bautista van experimentando un endurecimiento que les impide convertirse incluso después "de ver esto", es decir, el cambio que con ocasión del Bautista y sobre todo de Jesús, experimentan los considerados pecadores.

A lo largo de todo el texto -tanto de la parábola como de las aplicaciones- se dan continuas referencias en tono polémico hacia aquellos que no quieren aceptar la predicación de Jesús y se escandalizan del Evangelio.

J. ROCA
MISA DOMINICAL 1981/18