COMENTARIOS AL SALMO 53

 

1. EL PODER DE TU NOMBRE

«¡Oh Dios, sálvame por el poder de tu nombre!».

Adoro tu nombre, Señor, tu nombre que mis labios no se atreven a pronunciar. Tu nombre es tu poder, tu esencia, tu persona. Tu nombre eres tú. Me alegra pensar que tienes nombre, que se te puede llamar, que puedes entablar diálogo con el hombre, que se puede tratar contigo con la confianza y familiaridad con que se trata con una persona querida. Al mismo tiempo, respeto el silencio de tu anonimato al ocultar tu nombre a los mortales y velar el misterio de tu intimidad con la sombra de tu transcendencia. Tu nombre está por encima de todo nombre, porque tu ser está por encima de todo ser.

Tu nombre está escrito en los cielos y lo pronuncian las nubes entre truenos. Lo dibujan los perfiles de montañas en la nieve y lo cantan las olas eternas del océano. Tu nombre resuena en el nombre de cada hombre en la tierra, y se bendice cada vez que un niño es bautizado. Toda la creación expresa tu nombre, porque toda la creación viene de ti y va a ti.

También yo, en mi pequeñez, soy un eco de tu nombre. No permitas que ese eco muera en silencio estéril.

«¡Sálvame, oh Dios, por el poder de tu nombre!».
 

CARLOS G. VALLÉS
Busco tu rostro
Orar los Salmos
Sal Terrae. Santander 1989, pág. 106


2.

PRIMERA LECTURA: CON ISRAEL 

La introducción de este salmo atribuye esta oración a una situación real de la vida de David. Procedimiento literario semítico, muy revelador: la realidad concreta de esta situación histórica es temible. David está acosado por su enemigo Saúl. El primer rey de Israel teme que el joven David le arrebate su trono, tanta es su popularidad. "Extranjeros", entre los cuales se refugió David, están listos a "venderlo" (1 Samuel 23,19-28). Este salmo ha sido recitado y releído a lo largo de la historia, en particular en los momentos de persecución de los Macabeos, por todos los "Anawim", los "pobres", oprimidos por los poderosos, orgullosos, sin fe ni ley, que no "tienen en cuenta para nada a Dios". 

Adivinamos el grado de opresión de este "pequeño" ante los "más fuertes" que él. Su oración se hace vengativa y pide a Dios que aplique a sus enemigos la ley del Talión: "Vuelve el mal contra mis adversarios". Pero su oración termina en la alegría de la acción de gracias: alabanza a la bondad de Dios que libera...

 

SEGUNDA LECTURA: CON JESÚS

Poniendo este salmo en labios de Jesús encontramos:

-Su oración porque el mundo "sea liberado del mal, y no caiga en tentación".

-Al comienzo de la Pasión, su súplica para "ser liberado de la muerte": "si es posible pase de Mí este cáliz".

-Pero a diferencia del salmista, Jesús nos pide orar "por nuestros enemigos"; así lo hizo El mismo por los suyos: "Perdónalos Señor, porque no saben lo que hacen".

-Finalmente, Jesús "dio gracias" (Eucaristía) al Padre por su Alianza en el gran combate contra su enemigo principal, según San Pablo, la muerte (I Corintios 15, 26). En boca de Jesús, la verdadera liberación es la resurrección.

 

TERCERA LECTURA: CON NUESTRO TIEMPO

La vida es un combate. Difícilmente aceptamos salmos que dicen como éste: "Señor, destruye a mis enemigos". Sin embargo, si no aplicamos esos términos a personas (que debemos amar si queremos ser fieles al mandamiento de Jesús: "amad a vuestros enemigos") es indispensable concebir nuestra vida como un combate: el enemigo es el Mal, potencia maligna contra la cual debemos luchar. Este salmo afirma que este "mal" es una potencia "extranjera", contraria al hombre, alienante, diríamos hoy. Pero dice también que Dios combate con nosotros, al lado del hombre, contra todas las potencias "que buscan su perdición". Gracias, Señor. Sí, por tu verdad, Señor, destruye a aquellos que se han levantado contra la humanidad.

La victoria del bien está asegurada. Quien ora en este salmo, sabe que será escuchado, y anuncia que "dará gracias": "He visto a mis enemigos humillados". Sin orgullo, sin pretensión, el cristiano debería tener una mentalidad de vencedor... La seguridad de la victoria final de Dios, lejos de inmovilizar, debe da dar ánimo al cristiano para su combate de cada día.

NOEL QUESSON
50 SALMOS PARA TODOS LOS DIAS. Tomo II
PAULINAS, 2ª Ed. BOGOTA-COLOMBIA-1988.Págs. 74 s.



3.

Sal. 53. Ante un Dios, justo en la retribución, el salmista no sólo le pide al Señor que le defienda de sus enemigos, sino que extienda su mano en contra de ellos. Nosotros, siendo pecadores y dignos de recibir el castigo merecido a nuestra rebeldías y ofensas al Señor, hemos sido buscados por Él para que recibamos su perdón y la participación de su misma vida. Aquel que puso orden en el caos inicial y lo convirtió en fuente de vida, llega a nosotros para hacer desaparecer el desorden y las tinieblas del pecado, y a concedernos su Espíritu para que ilumine nuestros caminos y nos haga fecundos en buenas obras. Si así hemos sido amado por Dios, quienes nos consideramos hijos suyos, hemos de seguir el mismo ejemplo que Él nos dio amando a nuestro prójimo y buscándolo para que vuelva al Señor.