PANORÁMICA DEL DOMINGO

 

1.

-CONTENIDO DOCTRINAL

El milagro del sordomudo, propio de Marcos, ocupa un lugar significativo en el leccionario B. Después de la crisis galilea explicada por Juan, y del desafío de Jesús al corazón del hombre -¡las crisis siempre están en el corazón del hombre!-, hallamos esta intencionada narración de las maravillas de Jesús precisamente entre los paganos. Según esta hipótesis, la interpretación de esta perícopa sería la siguiente: Jesús, acogido triunfalmente por unos, rechazado por los demás, revelador de su condición de Hijo de Dios y a la vez vecino de Nazaret, en el momento en el que se inicia una retirada masiva de las multitudes, anuncia con este milagro, en tierra de paganos, la Iglesia que debe ser el fruto de su misericordia. De hecho la narración se sitúa intencionadamente en tierra pagana, a continuación de la narración sinóptica de la Cananea.

Se ha hecho notar, también, que en la serie de gestos de Jesús se adivina un cierto ritual catecumenal: "apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo -invocación y comunión con el Padre- suspiró -profunda emoción- y le dijo: Effetá".

No es impensable, en efecto, que tengamos aquí el testimonio de algún primitivo ritual, imitador de los gestos de la creación para anunciar la nueva creación. En la conclusión, en verdad, resuena la primera página del Génesis: "Dios vio que todo era bueno...", Jesús "todo lo ha hecho bien..." El texto de Isaías (1. lectura) ofrece también esta clave interpretativa, al presentar la obra de Dios como una gran restauración de los días del paraíso. Todo eso refuerza la interpretación inicial: tenemos en esta perícopa una invitación a la aclamación triunfal de Jesús, antes de entrar -con la confesión de fe de Pedro y el anuncio del misterio pascual- en el momento de tránsito hacia la pasión del Señor, donde se revelará finalmente el auténtico mesianismo de Jesús.

-ACTUALIZACIÓN

La vocación del cristiano es la de estar abierto a la Palabra -escucharla y cumplirla- y a la confesión de fe. El rito del Effetá es, todavía hoy en el ritual del bautismo, un gesto que nos recuerda esta vocación fundamental. El ministro la hace actualmente al final del bautismo de los párvulos, indicando todo el proceso catequético que se espera para aquel nuevo bautizado.

"Nadie sabe el propio nombre si no es llamado por alguien". Por eso es necesario que los niños bautizados sean llamados como cristianos. La catequesis de los niños, la atención a su desarrollo religioso, la enseñanza sistemática de la fe cristiana en las escuelas, toda la actividad evangelizadora y catequética de la Iglesia, son la continuación del gesto de Jesús. La Iglesia es responsable de hacer esto.

La Comisión Interdiocesana de Liturgia de la Tarraconense, en un reciente documento sobre el bautismo de los niños ha llamado la atención sobre esta responsabilidad: si pedimos garantías a los padres de que estos niños podrán ser educados cristianamente, también la comunidad cristiana se tiene que preguntar sobre las garantías que ofrece a los padres de que, efectivamente, encontrarán educación cristiana para sus hijos. Puede ser una buena reflexión en el contexto del próximo comienzo de curso.

Jesús "todo lo ha hecho bien". La Iglesia, nosotros que actualizamos en el tiempo y el espacio la misión de Jesús, no lo hacemos todo bien. Pero hay que procurar avanzar en fidelidad al Señor.

PERE TENA
MISA DOMINICAL 1985, 17


 

2.

SIN ACEPCIÓN DE PERSONAS

Hoy se podría prestar especial atención a la página que leemos de Santiago sobre cómo tratar a los pobres, en comparación de los ricos. Él dice que no hagamos "acepción de personas", o sea, que no tratemos de un modo privilegiado a los ricos y simpáticos, despreciando a los pobres.

Lo dice tomando un ejemplo de la celebración litúrgica: el diverso trato a un rico y a un pobre cuando vienen a la reunión. Santiago aprovecha la ocasión para mostrar su poca simpatía hacia los ricos. Dios ha elegido a los pobres, y no a los ricos, para cumplir sus planes. Si para alguien tiene debilidad Dios -y Jesús, en el evangelio- es para con los pobres.

Nos va bien el aviso de Santiago, porque todos tenemos una tendencia de favoritismo hacia los ricos. No es de extrañar que el documento conciliar sobre liturgia mandara que "en la liturgia no se hará acepción de personas o de condición social, ni en las ceremonias ni en el ornato exterior" (SC 32). Pero deberíamos examinarnos si esto es para nosotros norma también en el trato extralitúrgico, en la acogida, en la cercanía, en la disponibilidad del sacerdote y de los de laicos que colaboran en la pastoral de una parroquia, o en nuestra actuación familiar y social. Todos somos hijos de Dios, hermanos unos de otros, con la misma dignidad personal, por pobre e ignorante que uno sea.

EL PODER CURATIVO DE DIOS

Como de costumbre, la primera lectura y el evangelio, apoyados por el salmo de meditación, coinciden en el aspecto que la Palabra de Dios nos quiere transmitir hoy. Esta vez, el poder curativo de Dios para con nuestros males.

El profeta Isaías consuela a su pueblo, en horas difíciles, y le asegura -con un lenguaje al que estamos más acostumbrados en las semanas del Adviento- que Dios va a infundir fuerza a los cobardes, y la vista a los ciegos, y el oído a los sordos, y el-habla a los mudos, y aguas abundantes al desierto.

El salmo amplía todavía más el campo de esta salvación que nos concede Dios, porque habla de los oprimidos y hambrientos, de los cautivos y peregrinos. Y nos invita a elevar a Dios nuestra alabanza agradecida: "Alaba, alma mía, al Señor".

Estas palabras del profeta y del salmista nos preparan para escuchar cómo Cristo, en un de esas escenas breves, plásticamente contadas por san Marcos, cura a un sordomudo, y le devuelve el oído y el habla. ¡Cuántas veces aparece jesús en el evangelio atendiendo a los enfermos, dedicándoles tiempo y ánimos, y curándoles milagrosamente! Con razón comentaba la gente: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos". Los planes de Dios son planes de salud y de vida. A la miseria humana responde su inmensa misericordia, que se nos ha manifestado sobre todo en Cristo Jesús, que tiende su mano a toda persona que sufre, para curarla y darle esperanza.

NOS PUEDE CURAR A NOSOTROS, SORDOS Y MUDOS

Jesús nos tendría que curar también a nosotros, porque a veces somos sordos y mudos. No oímos lo que tendríamos que oír: la Palabra de Dios, o también las palabras de nuestros hermanos. Y no hablamos lo que tendríamos que hablar: en la alabanza a Dios y también en nuestras palabras de ayuda a los hermanos.

En el rito del Bautismo hay un gesto -libre, pero expresivo-, el del "effetá", o "ábrete", en el que el ministro toca los labios y los oídos del bautizado, mientras dice: "el Señor Jesús, que hizo oír a los sordos y hablar a los mudos, te conceda, a su tiempo, escuchar su palabra y proclamar la fe...". Un cristiano tiene que saber escuchar y saber hablar a su tiempo. Según en qué ambiente, es bueno ejemplificar en qué ocasiones debemos escuchar y en qué ocasiones hablar.

AYUDAR A LOS DEMÁS A CURARSE DE SUS MALES

Desde hace dos mil años la Iglesia, la comunidad de los seguidores de jesús, no sólo se goza en ser curada por su fuerza sanadora, que sigue eficazmente presente en los sacramentos, sino que ha recibido el encargo de cur4r a los demás, de transmitirles esa misma fuerza salvadora. Ahora no vemos a jesús por nuestros caminos. Pero la comunidad cristiana -cada cristiano- deberíamos ser sus signos vivientes.

La comunidad cristiana, con la Palabra evangelizadora, con los Sacramentos, tiene que ir comunicando esperanza y atendiendo a los pobres y a los que sufren. Atendiendo a los muchos "sordos" y "mudos", los que no se han enterado todavía de la Buena Noticia del amor de Dios. A los que no encuentran voz para hacerse oír. Ser seguidores de Jesús no sólo es saber y creer cosas sobre él, sino imitar su estilo de actuación en la vida.

J. ALDAZÁBAL
MISA DOMINICAL 2000, 11, 47-48


 

3.

Si nos tomamos estos domingos como un ir contemplado paulatinamente quién es Jesús bajo distintos aspectos, y qué actitudes básicas se desprenden para nosotros sus seguidores, hoy las lecturas muestran a Jesús bajo un rostro muy claro, muy evidente. Jesús es alguien que se preocupa de todo mal que pueda dañar al hombre, y hace todo lo que está en sus manos para liberarlo.

Jesús es alguien que muestra que Dios y su Reino son la liberación de todo dolor que oprime al hombre, de toda esclavitud que le haga infeliz. Jesús es alguien que muestra que en él actúa Dios precisamente en esto: en hacer el bien a los que lo necesitan. Jesús es alguien que, de este modo, crea alegría a su alrededor.

La primera lectura de hoy, el salmo y el evangelio son una proclamación entusiasta de este "programa" de Jesús, de este "proyecto" de Dios. Y en nuestra predicación será bueno hacer hoy una invitación a empaparnos bien de todo esto y sacar consecuencias. La segunda lectura nos muestra, en cierto sentido, una de estas consecuencias: ¿qué trato y consideración tienen, en nuestras comunidades, los que no tienen relevancia social, ni dinero, ni prestigio?

JOSÉ LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1991, 13


 

4. MIGRO/SIGNO-RD:

El evangelio de hoy (con el buen complemento de la primera lectura) puede suscitar un tema siempre soprendente y quizá más bien incómodo: los milagros de Jesús. Un tema que, por incómodo que resulta, merece la pena afrontar directamente alguna vez, y no sólo como símbolo de otras cosas. La línea de predicación a partir de la carta de Santiago nos presenta, por su parte, un tema concretísimo: los criterios de valoración en la comunidad.

-LOS MILAGROS DE JESÚS, SEÑALES DEL REINO

Antes los milagros se consideraban y presentaban como "demostraciones" de la divinidad de JC: sólo Dios podía romper las leyes de la naturaleza! Ahora, por el contrario, quizá preferiríamos no encontrarnos con el tema difícil de los milagros...

El tema es importante. Y como aquí no podemos presentarlo en toda su amplitud, recomendaríamos muy especialmente la lectura de un reciente y notable libro sobre el tema, de J.I. González Faus: Clamor del Reino (Sígueme, Salamanca 1982). Si uno no puede leérselo entero, leyendo sólo la tercera parte- "Consecuencias" (pág. 123-171)- obtendrá una buena visión del tema.

¿Hizo milagros, Jesús? ¿En qué consistieron, esos milagros? ¿Por qué los hizo? ¿Qué sentido tenían, y cuál tienen para nosotros? Sobre todo, podríamos señalar algunos puntos:

-Jesús hizo milagros. Es decir, realizó acciones que, ante sus contemporáneos, resultaban superiores a las capacidades humanas. En los evangelios, probablemente, se narran bastantes más que los que JC hizo realmente, puesto que la tendencia a ensanchar este aspecto de la actividad de JC aparece muy clara. Asimismo, los propios evangelios testifican que al principio de la vida pública JC hacía más milagros que al final.

-Los milagros más seguros de JC se hallan entre los de curaciones. Los demás, los de la naturaleza (caminar sobre el agua, maldición de la higuera, calmar la tempestad...) parecen más bien glorificaciones de JC o relatos simbólicos. La multiplicación de los panes, en cambio, sí parece tener algún sorprendente fondo histórico.

-¿No tienen esos milagros de curaciones alguna explicación natural que fuera desconocida por los contemporáneos de Jesús? Por ejemplo, ¿no se trataría de un muy potente ejemplo de lo que se llama "terapias de superación"? La respuesta a esa pregunta queda abierta, y responder positiva o negativamente no denota mayor ni menor fe. Pero lo que sí resulta cierto es que Jesús, con esas acciones, mostraba una excepcional e inesperada proximidad de Dios a los hombres, con una fuerza que ningún otro hombre ha tenido nunca.

-El valor de los milagros no reside en que sean acciones "contrarias a las leyes de la naturaleza". Más bien lo contrario: son muestras de la llegada del hombre a una realización personal plena, sin enfermedad (como la resurrección es la realización plena del hombre, sin muerte). Cuando JC hace milagros, por tanto, no realiza "cosas extrañas para demostrar que es Dios", sino que muestra hasta el fondo el proyecto de hombre que Dios tiene. Y si los milagros pueden considerarse señales de su divinidad será precisamente en este sentido: porque, como en todos los demás aspectos de su persona, también aquí realiza plenamente el proyecto definitivo de hombre, el Reino (cf. 1. lectura).

-Y ampliando este aspecto es muy notable que los milagros de JC incluyan la aproximación personal, y la comunión en la fe y la confianza (del enfermo o de los acompañantes). Porque la construcción del proyecto divino de hombre no se hace por decreto, ni tiene sentido sin la participación personal de cada hombre. JC, haciendo todo esto, no viene a resolver mágicamente las limitaciones y las contradicciones humanas (¡cuántos enfermos quedaron por curar en Palestina!), sino a dejar signos sobre cuál era el camino, y a mostrar cuáles eran sus posibilidades.

-Por tanto, para nosotros, y para la Iglesia, se trata de continuar esto. Con menos fuerza que JC, y seguramente que también con menos fuerza que los primeros cristianos. Pero continuarlo. Ayudando a levantarse a los que se ven perdidos, ayudando a vivir una vida digna a los pobres... Y al mismo tiempo valorando los nuevos caminos de "milagro" que nuestro mundo ha descubierto: todos los campos de la liberación colectiva, que pueden ser también signos del Reino.

-Y aún un último punto: debemos predicar que todas las posibilidades de "milagro" que los hombres tenemos se pueden convertir en trágica caricatura si les falta el aliento profundo del verdadero servicio al hombre (servicio en nombre de JC, o aunque no sea en nombre de JC, pero que quiera ser realmente servicio al hombre). Esta caricatura trágica podría hallarse en la medicina deshumanizada, en los proyectos liberadores convertidos en dictaduras, en la ciencia y la técnica que destruyen la naturaleza y están sólo al servicio de los poderosos.

LAS DIFERENCIAS DENTRO DE LA COMUNIDAD

El tema de la segunda lectura es muy claro, y las aplicaciones que convendrá hacer a cada comunidad y lugar dependen de su situación concreta. Pero... ¡cuánta gente se queda en segundo plano en nuestras comunidades! Porque no tienen tanto dinero o tanta "cultura", porque tienen ideas o formas de vida distintas de la de los dirigentes (social, política o eclesialmente...), por... Es necesario un serio examen de conciencia.

JOSEP LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1982, 17