COMENTARIOS AL SALMO 39

1.

PRIMERA LECTURA: CON ISRAEL

* El "movimiento" de este salmo de acción de gracias es admirable: primero un grito de plegaria en una situación dramática, luego acción de gracias por ser escuchado. Pero no está todo terminado: nueva súplica en medio de nuevas desgracias.

Algunas imágenes maravillosas

-"estaba en el fondo de un abismo de pantano...".

-"Se inclinó hacia mí... para escuchar mi grito".

-"afirmó mi pie sobre la roca".

-"me puso en la boca un canto nuevo".

-"abriste mis oídos... para que escuchara tu voluntad".

-"llevo tu ley en mis entrañas... mira, no guardo silencio".

-"Se me echan encima mis culpas y no puedo huir..."

"lo admirable, lo misterioso (una profecía para el futuro): el orante acaba de ofrecer un sacrificio "ritual" en el templo, rodeado por una gran muchedumbre... pero ¿dónde está la víctima?" se preguntan. La respuesta es inaudita: Dios no quiere ya sacrificios de animales... Io que agrada a Dios es la docilidad de cada instante a su voluntad... El "don de sí por amor".

SEGUNDA LECTURA: CON JESÚS

** La Epístola a los Hebreos, comentando el sacrificio que Jesús hizo de sí mismo, toma las palabras de este salmo. "Por eso Cristo al entrar en el mundo, dijo: no quieres sacrificio ni ofrendas, sino que me has dado un cuerpo (Era la traducción corriente según los manuscritos griegos de la época). No te agradan los holocaustos ni las ofrendas, para quitar los pecados. Entonces dije: aquí estoy, tal como está escrito de Mí en el libro (precisamente en este salmo 39), para hacer tu voluntad, oh Dios..." (Hebreos 10, 5-10).

En esta forma un texto inspirado por Dios nos revela que Jesús recitaba este salmo con predilección, encontrando en él una de las más claras expresiones del don de sí permanente al Padre y a sus hermanos, hasta la hora del don total "de sí mismo en la cruz." Y añadió: "mi alimento es hacer la voluntad del Padre... (Juan 4,34). Y en la hora misma de definir su sacrificio, repitió haciendo eco a este salmo: "¡Padre, que no se haga mi voluntad sino la tuya!" (Mateo 26,39).

Y "por su obediencia somos salvados". (Romanos 5,19).

TERCERA LECTURA: CON NUESTRO TIEMPO

*** Este salmo, como lo hemos visto, es ante todo la "oración misma de Jesús". Pero también es la nuestra, a condición de no caer en el ritualismo: lo que Dios espera de nosotros, no son los sacrificios externos, las oraciones ajenas a nosotros... Sino, el ofrecimiento de nuestra carne y sangre, de nuestra vida cotidiana, del "sacrificio espiritual" (/1P/02/05; /Rm/12/01). Podemos decir, ampliando la afirmaci6n central de este salmo, que Dios espera más nuestros comportamientos cotidianos, que nuestras oraciones dominicales.

Mi "acción de gracias" (Eucaristía) consiste en:

-Estar feliz de mi fe.

-Maravillarme de Dios.

-Hacer su voluntad en lo profundo de mi vida.

-Anunciar el evangelio, la buena nueva de su justicia, de su salvación, de su amor y de su verdad.

Una forma de recitar este salmo, sería dejarnos empapar por el ambiente de oración que respira, tal como se ha resaltado más arriba, para luego concretarlo en actitudes de "mi propia vida". Heme aquí, Señor, para hacer Tu voluntad.

NOEL QUESSON
50 SALMOS PARA TODOS LOS DIAS. Tomo I
PAULINAS, 2ª Edición
BOGOTA-COLOMBIA-1988.Págs. 94-97


2. ¡ABRE MIS OIDOSI

Abre mis oídos, Señor, para que pueda oír tu palabra, obedecer tu voluntad y cumplir tu ley. Hazme prestar atención a tu voz, estar a tono con tu acento, para que pueda reconocer al instante tus mensajes de amor en medio de la selva de ruidos que rodea mi vida.

Abre mis oídos para que oigan tu palabra, tus escrituras, tu revelación en voz y sonido a la humanidad y a mí. Haz que yo ame la lectura de la escritura santa, me alegre de oír su sonido y disfrute con su repetición. Que sea música en mis oídos, descanso en mi mente y alegría en mi corazón. Que despierte en mí el eco instantáneo de la familiaridad, el recuerdo, la amistad. Que descubra yo nuevos sentidos en ella cada vez que la lea, porque tu voz es nueva y tu mensaje acaba de salir de tus labios. Que tu palabra sea revelación para mí, que sea fuerza y alegría en mi peregrinar por la vida. Dame oídos para captar, escuchar, entender. Hazme estar siempre atento a tu palabra en las escrituras.

Abre mis oídos también a tu palabra en la naturaleza. Tu palabra en los cielos y en las nubes, en el viento y en la lluvia, en las montañas heladas y en las entrañas de fuego de esta tierra que tú has creado para que yo viva en ella. Tu voz que es poder y es ternura, tu sonrisa en la flor y tu ira en la tempestad, tu caricia en la brisa y tus amenazas en el rugido del trueno. Tú hablas en tus obras, Señor, y yo quiero tener oídos de fe para entender su sentido y vivir su mensaje. Toda tu creación habla, y quiero ser oyente devoto de las ondas íntimas de tu lenguaje cósmico. La gramática de las galaxias, la sintaxis de las estrellas. Tu palabra, que asentó él universo, tiene que asentar ahora mi corazón con su bendición y su gracia. Llena mis oídos con los sonidos de tu creación y de tu presencia en ella, Señor.

Abre también mis oídos a tu palabra en mi corazón. El mensaje secreto, el roce íntimo, la presencia silenciosa. Divino «telex" de noticias de familia. Que funcione, que transmita, que me traiga minuto a minuto el vivo recuerdo de tu amor constante. Que pueda yo escuchar tu silencio en mi alma, adivinar tu sonrisa cuando frunces el ceño, anticipar tus sentimientos y responder a ellos con la delicadeza de la fe y del amor. Mantengamos el diálogo, Señor, sin interrupción, sin sospechas, sin malentendidos. Tu palabra eterna en mi corazón abierto.

Abre por fin mis oídos, Señor, y muy especialmente a tu palabra presente en mis hermanos para mí. Tú me hablas a través de ellos, de su presencia, de sus necesidades, de sus sufrimientos y sus gozos. Que escuche yo ahora por mi parte el concierto humano de mi propia raza a mi alrededor, las notas que me agradan y las que me desagradan, las melodías en contraste, los acordes valientes, el contrapunto exacto. Que me llegue cada una de las voces, que no me pierda ni uno de los acentos. Es tu voz, Señor. Quiero estar a tono con la armonía global de la historia y la sociedad, unirme a ella y dejar que mi vida también suene en el conjunto en acorde perfecto.

Abre mis oídos, Señor. Gracia de gracias en un mundo de sonidos.

CARLOS G. VALLÉS
BUSCO TU ROSTRO
Orar los salmos
Sal Terrae, Santander 1989, pág. 79