SAN AGUSTÍN COMENTA EL EVANGELIO

 

Lc 12,49-53: La espada espiritual que separa es más fuerte que la naturaleza carnal que une

Cíñete al flanco tu espada, valiente (Sal 44,4). ¿Qué es tu espada sino tu palabra? Con esa espada derribó a los enemigos, con ella separó al padre del hijo, a la hija de la madre, a la nuera de la suegra. Son cosas que leemos en el evangelio: No vine a traer la paz, sino la guerra. En una casa habrá cinco personas divididas entre sí, dos contra tres y tres contra dos; es decir, el hijo contra el padre, la hija contra la madre y la nuera contra !a suegra (Mt 10,34.35; Lc 12,51.53). ¿Con qué espada se hizo esa división, sino con la que trajo Cristo? En verdad, hermanos, esto nos lo muestran ejemplos de cada día. A un joven le agrada hacerse siervo de Dios, pero le desagrada al padre: están divididos entre sí; uno promete la herencia terrena, el otro ama la celeste; el padre promete una cosa, el hijo elige otra. No piense el padre que se le ha hecho una injuria. Sólo se le antepone Dios y, con todo, entra en litigio con su hijo que quiere servir a Dios. Pero la espada espiritual que separa es más fuerte que la naturaleza carnal que une. Lo mismo acontece entre la madre y la hija, y más frecuentemente entre la nuera y la suegra. A veces, en efecto, se da que se hallen en una misma casa la nuera y la suegra, una católica y la otra hereje. Donde se acepta con fortaleza esta espada, no tememos el rebautismo 1. ¿Pudo separar a la hija de la madre y no va a conseguir separar a la nuera de la suegra?

Se trata de una experiencia común en el género humano el que el hijo esté separado de su padre. Pues en otro tiempo fuimos hijos del diablo. De los que aún son infieles, se ha dicho: Vosotros tenéis por padre al diablo (Jn 8,44). Y ¿de dónde procede toda nuestra infidelidad, sino del diablo, su padre? No es que él sea padre porque nos haya creado, sino que nosotros somos hijos suyos por haberle imitado. Ya estáis viendo al hijo separado del padre. Llegó aquella espada; renuncia al diablo; ha hallado otro padre y otra madre. El diablo, ofreciéndose como objeto de imitación, engendraba para la muerte; los dos nuevos padres 2 que hemos hallado nos engendran para la vida eterna. El hijo está separado del padre. También la hija está separada de la madre: la parte del pueblo judío que creyó en Jesús se separó de la sinagoga. ¿De dónde nació el hijo de Dios según la carne? De aquella sinagoga. Él abandonó a su padre y a su madre y se unió a su mujer para ser dos en una sola carne (Gn 2,24).

No es invención nuestra; es el Apóstol quien lo atesta al decir: Se trata de un gran misterio, que yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia (Ef 5,32). En cierta manera abandonó a su padre; no lo abandonó totalmente, como para separarse de él, sino sólo para asumir la carne humana. ¿Cómo lo abandonó? Existiendo en la forma de Dios no consideró objeto de rapiña el ser igual a Dios, sino que se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo (Flp 2,6). ¿Cómo abandonó también a su madre? Abandonando al pueblo judío, la sinagoga que se adhería a los ritos antiguos. Dentro del mismo simbolismo caen estas palabras: ¿Quién es mi madre, o mis hermanos? (Mt 12,48). Él enseñaba dentro, ellos estaban fuera. Mirad si no acontece lo mismo ahora con los judíos. Cristo enseña en la Iglesia, ellos están fuera. ¿Quién es la suegra? La madre del esposo. La madre del esposo, Jesucristo nuestro Señor, es la Sinagoga. En consecuencia, su esposa es la Iglesia, que procediendo de la gentilidad no aceptó la circuncisión carnal y se separó de su suegra. Cíñete tu espada. Al decir todo esto no hemos hecho otra cosa que hablar de la fuerza de esa espada.
____________

1. Los donatistas solían rebautizar a los católicos que pasaban a su secta.
2. Cristo y la Iglesia.

Comentario al salmo 44,11-12