COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
Col 02, 12-14

 

1.

Nos encontramos ante un texto capital para la comprensión del bautismo cristiano, comprendido como participación en la muerte y la resurrección de Cristo. En Rom 6, la participación en la muerte estaba formulada en pasado (muertos con Cristo) y la de la resurrección abría un porvenir común con Cristo (viviremos con él). En este texto se establece un paralelismo más estrecho si cabe: nosotros hemos sido sepultados y resucitados con él mismo.

De aquí que el cristiano se sienta libre de toda potencia extraña (contra la superchería de los colosenses). Una fe recia es capaz de engendrar, en uno mismo y en los demás, un estado de liberación de gran calidad.

No hay posibilidad de confusión: nosotros no somos igual a Cristo, sino que de él, de su cruz, hemos recibido la vida. La muerte que para él fue vida, se transmite a nosotros como vida.

Los vv. 13c-15 parecen ser un himno antiguo que celebraba la victoria de la cruz en un estilo dramático y con un vocabulario original, utilizando términos jurídicos y militares. El cristiano se siente animado en su lucha ya que hay un respaldo bien real, anclado en lo histórico: la persona y obra de Jesús.

La liberación que comienza por uno mismo procura la liberación de todo pecado. Colosenses entiende la redención como liberación de la culpa. Y la virtud del sacramento reposa sobre su institución histórica; no nos conduce al embeleso de la totalidad, sino a la libertad creadora de la fe. Tarea, que no pasividad.

Este "protocolo que nos condenaba" podría ser bien la ley de Moisés, o bien el registro donde se creía que Dios inscribía todas las cuentas de la humanidad (cf. Sal 139, 6). Los judíos rezaban: "Por tu gran misericordia borra todos los documentos que nos acusan". Pero esta imagen no hay que llevarla a grandes extremos: simplemente parece hacer referencia a los mismos mandamientos de Dios que se vuelven contra los que, con su mala vida, se declaran insolventes (cf. Rom 2, 14-16). La deuda de ser hombre, la limitación que supone eso que llamamos pecado, ha quedado fundamentalmente suprimido por la muerte de Jesús. Ahora toca a los creyentes hacer ver con su vida que efectivamente así es: experiencia y misión.

EUCARISTÍA 1977, 35


2.

El contexto de esta perícopa es un desarrollo de lo expuesto en la primera parte del escrito: significado de Cristo y su obra para los hombres.

El texto insiste en la incorporación del creyente a Cristo por el bautismo; cómo participa en la obra del Señor. Bautismo no separable de la fe, pues se tiene en la mente como modelo el bautismo de adultos, donde la adhesión personal a Cristo (fe) es inseparable del rito de unión a la comunidad.

Destacan dos aspectos de esta solidaridad del hombre con Cristo: la recepción de la vida del Resucitado, que, evidentemente, quita y perdona el pecado y la fuente de donde brota todo ello: la Muerte y la Resurrección de Jesús.

Unión con Cristo, perdón de pecados, vida. Tales son los temas de esta perícopa. No debe inducir a engaños la terminología jurídica, casi químicamente pura, de la segunda parte de la lectura, v. 14: "protocolo", "cláusulas"... Se trata sólo de una forma de expresar la desaparición de la situación de lejanía del hombre respecto a Dios acabada en la Pascua. No puede hablarse seriamente de un decreto positivo de Dios ni de condena del hombre ni de su Hijo en la Cruz. Pero es preciso hablar de alguna manera de esa acción unitiva que lleva a cabo la Muerte y Resurrección y la asunción de ella por la fe y el bautismo.

La perícopa no saca consecuencias. Pero las puede sacar cualquiera: agradecimiento, confianza, seguridad...

FEDERICO PASTOR
DABAR 1986, 40


3.

Pablo resume aquí su doctrina sobre el bautismo, la que expone más extensamente en Rm/06/03-11. El bautismo es para él un signo eficaz o sacramento por el que participamos de la muerte y resurrección de Jesús. Aunque ciertamente es la acción de Dios la que nos salva y actúa en el bautismo, la fe es una disposición necesaria para recibirlo con provecho. Por otra parte, el bautismo nos incorpora a una comunidad de vida nueva. Por lo tanto, el amor a la vida y el optimismo radical debiera ser un distintivo de la comunidad cristiana.

Los gentiles vivían al margen de toda salvación, ni siquiera estaban circuncidados: pero ahora, por el bautismo, y la fe en Jesucristo, han recibido la nueva vida y son miembros vivos del verdadero Israel de Dios.

LEY/CONDENACION: El pecador contrae una deuda que no puede pagar. Pero Dios ha destruido el documento de esa deuda, ha borrado "el protocolo" que nos condenaba en atención a los méritos de Cristo que ha satisfecho por todos. La palabra "protocolo" puede significar también la ley con todas sus cláusulas que ha sido abolida en la cruz en beneficio de todos los creyentes. Para Pablo, la ley de Moisés sin la gracia de Cristo no es más que la promulgación de nuestros deberes. De unos deberes que no podemos cumplir. Es, en consecuencia, instrumento de condenación y, en el mejor de los casos, un medio pedagógico para convencernos de que necesitamos la gracia de Dios.

EUCARISTÍA 1986, 36


4.

La idea central de este breve fragmento -¡tres versículos!- es el nexo entre el misterio pascual de Cristo y el misterio de la vida cristiana. Para expresarlo, san Pablo, no encontrando en la lengua griega de entonces el vocabulario adecuado, creó una serie de verbos, compuestos del prefijo syn (="junto con"), y que resulta imposible traducirlos con una sola palabra: "ser-sepultado-con", "resucitar-con" (v. 12), "dar-vida-en" (v.13; Ef 2,6 dice, "sentar-en-el-cielo-con"). Estos verbos quieren expresar que en el plan del Padre nosotros formamos una sola cosa con Jesucristo, de modo que en todos sus misterios redentores nosotros estábamos presentes, tanto en el designio del Padre como en la intención de Jesucristo que los llevaba a término. Cuando moría corporalmente y era sepultado, con él moríamos nosotros al pecado, y cuando el Padre lo resucitaba y lo hacía sentar a su derecha, con él nos resucitaba a una nueva vida y nos exaltaba junto a él.

HILARI RAGUER
MISA DOMINICAL 1977, 14


5.

San Pablo se refiere aquí a un simbolismo del bautismo que era ciertamente familiar, al menos para aquellos a quienes el apóstol había catequizado, y que se encuentra extendido, a partir del siglo III, como «leit motiv de la teología bautismal».

Evidentemente, este simbolismo es mucho más expresivo cuando se trata del bautismo por inmersión.

El paralelismo entre el descenso bautismal y el descenso victorioso a los infiernos está subrayado por el lugar que ocupan, en nuestro ritual del bautismo, los exorcismos y la triple renunciación al mal. Por lo demás, "de la misma manera que Cristo pasó tres días en la muerte, así también el bautizado es sumergido tres veces en las aguas de la salvación.

Nosotros estamos habituados a no ver en la triple inmersión (o en la triple infusión) más que una confesión de la Trinidad. Pero también la alusión a los tres días es plenamente tradicional y bien podría suceder que fuese más antigua... Esta participación en el misterio del descendimiento de Cristo es un aspecto demasiado olvidado en nuestro bautismo. En nuestros días casi no se considera nada más que la infusión de una vida nueva, la vida divina, y de este modo el papel de Cristo no aparece en toda su amplitud. Ahora bien, esta vida es ante todo una vida perdida y encontrada, y su restitución es algo completamente distinto a la creación de un viviente o la adición en él de un nuevo principio vital; es la resurrección de un muerto, de un ser que fue privado de la vida, pero que, permaneciendo suficientemente vivo por una de sus partes, puede recuperar la vitalidad perdida» (7).

BAU/SEPULCRO: Los antiguos baptisterios tenían todos tres gradas para descender a la pila bautismal; nosotros vemos en ello una alusión a la Trinidad en el nombre de la cual es conferido el bautismo, y sin duda que este simbolismo no es extraño a esta particularidad arquitectónica. Sin embargo, el recuerdo de la estancia de los tres días está presente también en la mente de los constructores de baptisterios: el bautizado desciende un escalón, dos escalones y tres escalones para expresar que participa en el misterio de los tres días del Señor en el sepulcro.

Escribe el ·Pseudo-Dionisio (siglo v): «Con toda justicia se sumerge el iniciado totalmente en las aguas para figurar la muerte y el enterramiento... Por esta lección simbólica, quien recibe el sacramento del bautismo es sumergido por tres veces en el agua, aprende misteriosamente a imitar esta muerte triárquica que fue el enterramiento de Jesús durante tres días y tres noches, en la medida al menos en que le es permitido al hombre imitar a Dios sin sacrilegio» (404 B).

·GREGORIO-NACIANCENO-SAN (siglo IV) dice: «Al recibir el bautismo, lo hacemos felizmente a imitación de nuestro Señor y Maestro, pero no somos enterrados en la tierra... Pero somos sumergidos en el agua, que está emparentada con la tierra. Y, al hacerlo tres veces, imitamos con ello la gracia de la resurrección» (XLVI, 586 A-C).

·ORIGENES (siglo II) comenta la frase de Moisés a Faraón: «Permítenos que vayamos camino de tres días por el desierto para sacrificar a Yahvé» (Ex. III, 18): estos tres días anteriores a la Pascua liberadora son una figura del Triduum pascual del Señor, que queda significado por el Triduum del cristiano en el bautismo.

L. HEUSCHEN
LA BIBLIA CADA SEMANA
EDIC. MAROVA/MADRID 1965.Pág 194 s.


6.

-Sepultados con Cristo y resucitados con él (Col 2, 12-14)

Sabemos que los cristianos consideraban la pila bautismal como un sepulcro en el que somos sepultados con Cristo; y, por otra parte, también es como la madre que engendra a la vida; de ahí, el expresivo ritual de la inmersión. Pero el ritual que representa esta muerte y esta resurrección realizándola concretamente, sólo tiene eficacia si corresponde a la fe en Dios que resucitó a Cristo de entre los muertos.

Pecado y muerte (una muerte que es resurrección con Cristo), fe y bautismo, son correlativos que Pablo nos recuerda en un admirable fragmento sumamente sugestivo. Pero, en coherencia con su perspectiva cristiana, añade: el perdón del pecado es liberación de la ley y de su observancia, porque existe una correspondencia entre Ley, muerte y pecado, como nos enseña en su carta a los Romanos (Rm 7, 7-9). Aquí, la imagen empleada por San Pablo alcanza el máximo de expresividad: la Ley ha sido clavada en la cruz.

ADRIEN NOCENT
EL AÑO LITURGICO: CELEBRAR A JC 6
TIEMPO ORDINARIO: DOMINGOS 9-21
SAL TERRAE SANTANDER 1979.Pág. 155

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