REFLEXIONES

1.

¿La Iglesia de hoy sigue multiplicando los panes para quienes tienen hambre? Más concretamente: ¿frente al problema del hambre en el mundo, su misión es algo más que recordar continuamente a sus miembros sus obligaciones individuales y colectivas? Jesús sació a hombres que tenían hambre y reveló su misterio a partir de una realidad terrestre. El pan que repartió no era solo sobrenatural: no es posible revelar el pan de la vida eterna sin comprometerse realmente en las tareas de solidaridad humana. El amor a los pobres, lo mismo que a los enemigos, es el test por excelencia de la calidad de la caridad. Reconocer a los pobres el derecho a recibir el pan de la vida es comprometerse hasta el final con las exigencias del amor y materializar en una nueva multiplicación de los panes a escala del planeta el gesto alimenticio iniciado por Cristo.

La Eucaristía distribuye el pan de vida en abundancia como revelación de la persona de Cristo, signo escatológico y sacramento de la Pascua. Pero no puede darse una verdadera recepción de ese pan de vida sino mediante una disponibilidad absoluta que hace de cada participante un hermano de los más pobres entre los hombres.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA V
MAROVA MADRID 1969.Pág. 210


2. DINERO/FRATERNIDAD

La oposición a esta nueva liberación está en el dinero, con el cual no se puede alimentar a todos ni se puede comprar la alegría de la fraternidad, y que siempre termina por pensar la vida en términos de poder humano, cosa de la cual Jesús huye.

El hombre piensa que no hay más forma de multiplicar los panes que a base de dinero, pero Jesús no piensa así. Es la fraternidad la que multiplica los panes y hace la fiesta.

MARTÍNEZ DE VADILLO
DABAR 1985/39


3.MONICIÓN DE ENTRADA

La palabra es algo fácil y barato; cuesta poco y se puede quedar muy bien diciendo bellas palabras. Sirve de buen relleno para fiestas, actos solemnes, reuniones y todo tipo de celebraciones.

Siempre se esperan unas palabras de alguien: un homenajeado, una personalidad, un triunfador, un entrevistado... Palabras y palabras. Demasiadas. Y demasiado devaluadas, a fuerza de ser tan abundantes. "Hinchazón de la palabra" es una característica que, para muchos, define nuestra época. Y "el que mucho habla...".

PALABRA/POLITICA: Promesas demagogas de políticos, pésames cargados de indiferencia, felicitaciones construidas sobre envidias mal disimuladas, discursos hechos "porque algo hay que decir", homilías rápidas "porque hay que predicar". Palabras habladas y escritas. Pero palabras, al fin.

Frente a esta verborrea, llena frecuentemente de vacío, de hipocresía y de falsedad, la Palabra de Dios pronunciada en signos: "los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios..." (Mt. 11, 5). Al fin, una Palabra eficaz y auténtica, verdadera y liberadora. Y los cristianos... ¿cómo son nuestras palabras? ¿Como las del Maestro? Es para que lo reflexionemos.

L. GRACIETA
DABAR 1986/39


4. DESPEDIDA.

No somos poderosos; ni debemos serlo; nuestro auxilio no es el marketing, ni el poder, ni el dinero, ni la fama, sino el nombre del Señor, su palabra que es veraz y transformadora. Aprendamos de él y luchemos para que también nuestra voz esté siempre acompañada de nuestras obras.

LUIS GRACIETA
DABAR 1985/39


5. LUCHA/JUSTICIA. OPTAR POR LOS POBRES

Luchar por la justicia en el mundo parece ser hoy la única forma de vivir humanamente. Y también la única forma de vivir cristianamente.

No se trata de un nuevo principio ético universal y abstracto. Se trata de un principio concreto y aplicado, aquí, en nuestro mundo, y ahora, al final del siglo XX. Hoy la humanidad entera se enfrenta con una situación de injusticia, como quien encuentra a un agonizante en el camino, y toda la ley moral viene a concentrarse en la ayuda a este agonizante. No queda lugar para más. Todo otro interés, sin desaparecer, queda asumido en la tarea urgente de atender al que está agonizando. Y son muchos los que en nuestro mundo están agonizando, en muchos sentidos.

Nos referimos a una situación de injusticia universal. Y esto en un doble sentido: afecta al planeta entero, donde una porción inmensa vive en situación de opresión y una parte importante vive en la miseria, y afecta a todas las dimensiones humanas.

Ya en 1971, en el Sínodo mundial, los obispos de todo el mundo han hablado de "una red de dominios, opresiones y de abusos que sofocan la libertad e impiden a la mayor parte del género humano participar en la edificación y en el disfrute de un mundo más igual y más fraterno".

En los últimos siglos la humanidad ha hecho algunas experiencias que le han mostrado la posibilidad y la necesidad de una transformación radical y global. El hombre ha descubierto la sociedad como una realidad nueva y original, dotada de su propia historia, de sus propias leyes. Hemos caído en la cuenta de que la situación de injusticia no es fruto del azar ni de la simple suma de desgracias individuales. Tiene causas estructurales que el hombre puede conocer y remover. Esta conciencia ha contribuido a acelerar el movimiento de la Historia y ha despertado una enorme esperanza: el anhelo de una liberación total para el hombre.

Junto con crecer la conciencia de este poder, al menos como posibilidad ha crecido el interés por el hombre, por todo el hombre y por todos los hombres. Este interés, que se da independientemente de toda consideración religiosa, coexiste paradójicamente con el egoísmo y aun la crueldad humana.

Exaltación del hombre y opresión del hombre, dos realidades que coexisten en la entraña de la criatura humana.

La situación del mundo actual está llegando -ha llegado ya hace tiempo- a unas dimensiones concretas tales que ya no cabe otra salida: ser realmente hombre -y ser cristiano por otra parte- no es posible sin luchar por la justicia, por la construcción de un mundo nuevo, desde nuevas bases proyectado.

Hacer justicia no es sólo conseguir que todo hombre pueda comer. Es, por lo menos, eso. Pero es también realizar una transformación global de la sociedad, es crear una nueva forma de vivir el hombre sobre la tierra, en un marco de relaciones justas y fraternales que permitan y promuevan un desarrollo integral.

Hay ahí entonces lugar no sólo para el quehacer político estricto, sino para todo gesto humano, también el del enfermo o del anciano, el del poeta o del predicador, todo ello asumido en un solo movimiento de liberación humana.

¿Quién podrá hacer esta transformación del mundo? ¿Qué hombres acelerarán la liberación del hombre? Sólo podrán hacerlo los pobres. La minoría que posee los capitales y el poder de decisión y el acceso a la cultura no puede, como conjunto, abandonar espontáneamente su posición, ni puede ocuparse de construir la nueva sociedad que habrá de hacerse sobre otros cimientos y con otros valores. Son los pobres de la tierra, los marginados de esta sociedad los que principalmente pueden hacer esa justicia y crear la nueva sociedad que ellos ya representan germinalmente.

Hay que abrir los ojos a la situación de injusticia universal que envuelve nuestro planeta. Hay que contar con la realidad, y la realidad es esta situación de injusticia: los pobres de la tierra. Ante esta realidad el hombre sólo tiene una alternativa: o bien "vive su vida" para sí mismo (y los suyos, que prolongan el "sí mismo") o bien "entrega su vida", es decir, pone toda su energía vital en favor de los que luchan por hacer emerger un nuevo mundo de justicia y fraternidad. Optar o no por los pobres viene a ser así la misma alternativa.

DABAR 1979/43


6. HAMBRE/MUNDO.

Más de la mitad del mundo tiene hambre, mientras la otra mitad está harta. Aquéllos tiene hambre de pan y de justicia, éstos están hartos de pan y de todo. Los primeros mueren de hambre y desesperación ante la insolidaridad de los otros. Los segundos también se mueren aburridos de su crecimiento económico, de drogas, de alcohol, de stress, de autocomplacencia, de indiferencia hacia los pobres.

Los pobres son la mayoría del mundo, la mayoría de cada pueblo. Hay muchísima gente que no puede comer. Hay muchísima gente que no puede obtener dinero para poder comer. Hay muchísimos que no pueden encontrar trabajo para obtener dinero con que comer. Hay muchísimos que, aun trabajando o habiendo trabajado, reciben salarios y pensiones miserables, insuficientes, discriminatorios.

Alguien ha inventado una escala salarial astronómica que permite a unos pocos disfrutar de todo (de la ciencia, de la técnica, del desarrollo, del progreso...) y niega a los más disponer incluso de lo necesario. Los inventores se llaman economistas, capitalistas, liberales, demócratas, socialistas... superhombres.

Pero no parecen tener conciencia de pertenecer al género humano.

No son como los demás, como los pobres.

Los ricos son los menos en el mundo y en cada país. Y están bien cebados de todo: de mansiones, de lujos, de comodidades, de caprichos, de megalomanías y grandilocuencia. Defienden la democracia, pero no la libertad de los otros. Se declaran socialistas, pero no defienden la igualdad de los otros. Proclaman los derechos humanos, pero niegan el derecho fundamental a los otros. Se les llena la boca con el progreso, pero reprimen a los otros en el retraso. Hablan y hablan, pero no dejan hablar a los otros.

Los pobres tiene hambre de pan. Pero tienen más hambre de justicia, de igualdad, de solidaridad, de cooperación, de ilusión, de esperanza, de vida.

Los ricos están hartos de todo. Pero no están hartos aún de egoísmo, de ambición, de poder, de dinero, de dominio, de insolencia, de deshumanización, de armas y de muerte.

EUCARISTÍA 1988/35


7.

Danos el pan de cada día,
danos arrestos para trabajar la tierra
y sembrar y cosechar y repartir y comer.
Danos lo de cada día,
no lo de mañana o pasado mañana,
para que no confiemos en nuestras seguridades,
sino en Ti y en tu providencia.
Arranca de nosotros la ambición,
para que no acaparemos lo de los otros,
ni despojemos a los otros de lo suyo,
sino que sepamos respetar y colaborar.
Líbranos del egoísmo.
Aparta de nosotros la tentación del crecimiento indefinido,
no nos dejes caer en el egoísmo,
ni en el etnocentrismo o el racismo.
Concédenos un corazón nuevo
para poder llamarte cada día "Padre",
para llamar a todo el mundo "hermano",
y para ser hermanos repartiendo,
compartiendo,
sentados a la misma mesa en este mundo,
para sentarnos contigo en la mesa de tu reino.

EUCARISTÍA 1991/34


8. NO SOLO DE PAN MUERE EL HOMBRE

El hombre muere de saberse animal como los perros,
de ser racional y sentirse vivir en su razón
y saberse condenado a muerte;
de tropezar siempre en la misma piedra
y al final del camino
encontrarse en un hoyo para dormir su estiércol.
El hombre muere de querer alcanzar
un cielo de color de aire,
de mirar que al espejo de sus días se le quita la piel
y no encontrar su imagen detrás de los cristales,
de ser un animal racional y vivir de raciones
de amor,
de libertad,
de paz
y de belleza.
No sólo de pan muere el hombre.
El hombre muere de sentirse vivo.

MANUEL PACHECO


 9. Introducción

Hermanos: Estamos reunidos para la Eucaristía, pero ¿qué buscamos? ¿Qué objetivo perseguimos? ¿Qué nos mueve a congregarnos en este templo? ¿Y cuál es el móvil fundamental de toda nuestra vida? Estas y otras preguntas similares serán la motivación de esta celebración litúrgica, iluminada por una importante página del Evangelio. Jesús nos da el pan de Dios... pero ¿en qué consiste este pan?

BENETTI-B/3.Págs. 164 ss.


10. HAMBRE/VARIOS NIVELES

DIVERSOS NIVELES DE HAMBRE

En este decimoséptimo domingo ordinario se interrumpe la lectura del evangelista San Marcos, que es el que corresponde al año en curso, y se comienza a leer el célebre capítulo sexto del evangelio de San Juan, texto largo y fundamental que será dividido en perícopas para la celebración litúrgica durante varios domingos sucesivos. Todo el capítulo es una gran catequesis eucarística y cristológica, que se abre con el milagro de la multiplicación de los panes.

A Jesús le seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Y esta multitud curiosa, que busca milagros y situaciones extraordinarias, hoy va a ser testigo y destinataria de un gran "signo". El pueblo siempre está hambriento y es importante descubrir sus diversos niveles de hambre.

Existe hambre física. Los gritos de los pobres, de los que no tienen nada siguen soñando hoy con la misma fuerza y dramatismo que en tiempos de Cristo. Es escandaloso que en la mesa del mundo los alimentos mejores y la abundancia pertenecen a los pueblos llamados cristianos, mientras que la gran mayoría, como nuevos Lázaros, están sentados a la puerta sin tener que comer. Son muchos miles los que diariamente mueren de hambre.

Existe hambre espiritual. Hambre de paz de unidad, de salvación. Es el hambre último de la fe, que es precedido del hambre penúltimo de la justicia y del progreso. Por eso compromiso social y compromiso espiritual no son dos cosas distintas, ya que no puede existir unidad en la fe, sin unidad en el amor.

Para multiplicar el pan hay que poner una base, debe existir la colaboración humana. Sin cinco panes de cebada no hubiesen podido comer cinco mil hombres. Siempre es sorprendente constatar que Dios multiplica con más generosidad y por encima de los cálculos humanos. Lo importante es que el cristiano colabore en la acción de Cristo, aunque su contribución no baste para solucionar todos los problemas.

Andrés Pardo


11. Para orar con la liturgia

"No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas"

San Juan Crisóstomo, Prod. Jud. 1,6


12. La iniciación a la vida litúrgica según el Catecismo de la Iglesia Católica

"Los milagros de la multiplicación de los panes, cuando el Señor dijo la bendición, partió y distribuyó los panes por medio de sus discípulos para alimentar la multitud, prefiguran la sobreabundancia de este único pan de su Eucaristía. El signo del agua convertida en vino en Caná anuncia ya la Hora de la glorificación de Jesús. Manifiesta el cumplimiento del banquete de las bodas en el Reino del Padre, donde los fieles beberán el vino nuevo convertido en Sangre de Cristo" (n. 1335).

13. J/HUIDA

La huida precipitada de Cristo,

A. Cristo huye a lo alto del monte porque le querían hacer rey (/Jn/06/15). "Esta huida repentina y precipitada de Jesucristo—explica Bossuet—a la cumbre desierta del monte, nos indica que El temía algún peligro extraordinario, y, como no podía temer por El, temía por nosotros".

B. "Cuando Jesucristo se turba —dice San Agustín—, es que está indignado de nuestros pecados. Cuando se conmueve, es que participa de nuestros males. Cuando huye, es que El percibe algún gran peligro para nosotros".

C. "Jesucristo ha percibido —continúa Bossuet— de un golpe de vista los inmensos peligros a que nos arrastra nuestro ciego amor de honores y de riquezas".

D. "Cristo no quiso ser exaltado rey. Cristo no quiere conocer otra exaltación que la exaltación de la santa cruz sobre el monte Calvario".

LA PALABRA DE CRISTO/03
BAC.Págs. 185


14.

Hacemos un alto en la lectura continua del evangelista san Marcos, para leer durante cinco domingos al Evangelista Juan y es importante que tengamos una visión general de los temas que corresponden a la enseñanza de estos domingos.

San Juan nos habla de un signo: la multiplicación de los panes, del debate que se produce: cómo debe interpretarse este signo, nos presenta a Jesús como el pan vivo que da la vida, haciendo clara alusión a la Eucaristía, pan vivo que baja del cielo, para concluir con una crisis general de fe y la confesión de Pedro: «Señor, tú tienes palabras de vida eterna».

El Señor ha multiplicado los panes y los peces y esto ha generado gran entusiasmo entre la gente que quiere proclamarlo rey, sin embargo, Jesús se retiró otra vez a la montaña él solo. La actitud del Señor es clara, ni la gente ni los discípulos entienden el significado del signo que Jesús realizó, no comprendieron el verdadero sentido de las obras y acciones de Jesús, sólo les interesaban los hechos y el poder de Jesús para fines personales o para fines político-temporales.

Los signos hay que interpretarlos de manera correcta, uno que aprende a manejar un carro, empieza por aprender las señales de tránsito .

La gente seguía a Jesús por los signos que hacía pero los interpretaban erróneamente e iban en una dirección incorrecta.

Un signo personal es una llamada que hay que saber escuchar y seguir, esto quiere decir interpretarlo no a nuestra manera, sino abriéndonos a la verdad de Dios, de Jesús y saber interpretar su intención. Los próximos domingos entenderemos progresivamente el mensaje y la intención de Jesús, dispongámonos a escuchar su enseñanza.

CE de Liturgia.PERU


15.

La amistad ofrecida

Durante cinco domingos, la lectura evangélica nos ofrece el capítulo sexto del evangelio de san Juan. La razón técnica es la brevedad relativa del evangelio de san Marcos, cuya lectura corresponde al actual ciclo B y que no es suficiente para cubrir los treinta y cuatro domingos del Tiempo Ordinario.

De todas formas nos hemos de felicitar, pues durante estos próximos cinco domingos tenemos la oportunidad de leer y meditar uno de los capítulos más importantes del cuarto evangelio. En él se nos hablará, ante todo, del misterio de Cristo que se presentará como alimento para ser comido no sólo en el sacramento eucarístico sino también en el acto de fe.

Ciñéndonos a la lectura de hoy, hemos de recordar algo que llamó mucho la atención: a Jesús le gustaba sentarse a la mesa con todo tipo de gente. Sus enemigos llegaron a intentar insultarle diciendo que era un comilón y un bebedor. La realidad es que al Maestro no tanto le interesaba las viandas como el encuentro con los que El venía a redimir y lo hacía de la forma más natural: tomando con ellos lo que le ofrecieran. Buscaba el encuentro porque quería ofrecer su amistad.

La escena evangélica que comentamos encuentra su sentido más profundo no en lo espectacular del milagro, sino en que era un "signo" de la gran invitación al encuentro con El y con el Padre que proponía el mensaje del Reino.

Una aplicación muy oportuna será trasladar lo leído en el evangelio a la asamblea eucarística en la que participamos y sentirnos invitados a compartir, en la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, la acogida y la amistad que Cristo muestra a la muchedumbre.

Antonio Luis Martínez
Semanario "Iglesia en camino"
No. 219 - Año V - 27 de julio de 1997