EVANGELIO

La aceptación del Reino de Dios, como meta del vivir humano, impone al creyente una actitud selectiva: hay que establecer una escala de valores, dentro de la cual todos los valores humanos queden subordinados a ese último valor, que es el Reino de Dios. Por eso, las comunidades cristianas deben estar siempre tomándose el pulso de su estima de valores.

El que hace suyo el mandamiento del amor y acoge a todo hombre como a un hermano, ha descubierto el «tesoro escondido» del reino de los cielos. Y el que tiene la sabiduría nueva del Evangelio sabe vender todo para poder entrar en comunión con Cristo.


El texto entre [ ] puede omitirse por razones pastorales.


Lectura del santo Evangelio según San Mateo 13,4¢52.

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

-El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra.

[El Reino de los Cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.

Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

-¿Entendéis bien todo esto?

Ellos le contestaron:

-Sí.

El les dijo:

-Ya veis, un letrado que entiende del Reino de los Cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.]