COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA

Jr 23, 1-6

 

1.

Marco histórico del texto:

-Jr. 23, 1-8 es un oráculo mesiánico que sirve de broche de oro a una serie de oráculos a la casa real de Judá (21, 11-22, 30). Por oposición a los relatos anteriores, aquí no aparece claro el nombre del destinatario. El título de "Señor, justicia nuestra" (v. 6) parece estar jugando con el nombre de "Sedecías" (= "el Señor es mi justicia").

-Con ocasión de la primera deportación de judíos a Babilonia (año 597 a. C.), Nabucodonosor se lleva prisionero al rey legítimo de Jerusalén, Joaquín: ".. no le harán funeral... lo enterrarán como a un asno: lo arrastrarán y lo tirarán fuera del recinto de Jerusalén" (Jr. 22, 18ss) y en su trono coloca a un pariente del rey: Sedecías. Del emperador babilonio ha recibido el nombramiento y su nombre de reinado: "Dios es mi justicia".

* Texto:

El oráculo (vs. 1-8) consta de cuatro partes separadas entre sí por la expresión "oráculo del Señor".

-El pastoreo, en la Biblia, es una fuente importante en la economía de Israel (cfr. relatos de Abraham y de Lot, José y sus hermanos, Saúl y David..). Oficio duro, difícil por la escasez de pastos, y a veces peligroso. Esta imagen sencilla y agrícola es asumida por Israel, como por otros pueblos orientales, para indicar a los dirigentes del pueblo: Dios, los sacerdotes, los reyes, cualquier dirigente... reciben este título.

-En este texto, el pastor es Sedecías, rey inseguro que no hace ningún caso a Jeremías, sino sólo a sus ineptos ministros (cfr. II Cron. 36, 12 ss). En vez de pastorear al pueblo como era su deber, lo ha conducido al desastre más radical (v. 1).

Jeremías sólo constata el hecho de la incapacidad de Sedecías y dirigentes sin dar razón alguna: por no haberos ocupado de mi grey, yo me ocuparé (=castigo) de vosotros (v. 2).

-Aunque Sedecías es de estirpe davídica, su legitimidad de hecho se apoya en el favor de Nabucodonosor. ¿Podrá continuar la promesa dinástica de II Sam 7? Jeremías responde que Dios cumplirá su promesa de forma nueva y con una intervención personal en un plano superior (vs. 3-6). Primero salvará "el resto", o sea, la continuidad del pueblo de la alianza. Después, frente al sucesor ilegítimo, Dios suscita a David un "vástago legítimo" (en hebreo, "legítimo" es la misma palabra que "justo"). Ese vástago de David estará al servicio de la "justicia y el derecho", cosa que no ha cumplido Sedecías, y unificará Israel con Judá en un reino de paz. Frente al nombre impuesto por Nabucodonosor, que no responde a la realidad, el vástago llevará un nombre auténtico, aclamado por todo el pueblo: "El Señor es nuestra justicia".

Reflexión:

-Personajes como Sedecías llenan las páginas de todos nuestros periódicos. Dirigentes del pueblo pululan y crecen por todas las partes como hierba. Debe ser "una profesión rentable".

Todos hablan de "servir" al pueblo, de orientarle, de conducirle a los buenos pastos del bienestar y del progreso; a veces dicen que es "servicio muy pesado", "carga divina"... ¿Ustedes se lo creen? ¿No intentarán más bien "medrar" a costa de las pobres ovejas? Personajes como Sedecías, muchos; auténticos liberadores, con los dedos de la mano. Las pobres y esquilmadas ovejas aún continúan soñando con un Liberador.

A. GIL MODREGO
DABAR 1985, 38


 

2.

Este es un oráculo mesiánico que cierra la serie de oráculos dirigidos a los reyes y a la dinastía (caps. 21 y 22). Muchos de esos reyes han sido pastores, sucesores del pastor David, a quien Dios "sacó de los apriscos del rebaño; de andar tras las ovejas lo llevó a pastorear a su pueblo" (Sal. 78, 70-71). A diferencia de David, muchos de esos reyes han extraviado al pueblo en vez de encaminarlo; por eso Dios da un corte a la dinastía con el destierro (cfr. 22, 28ss). A Jeconías, que se quedó sin descendencia regia, ha sucedido en el trono Sedecías; es decir, del emperador babilonio ha recibido el nombramiento y su nombre de reinado, que significa "Dios es mi justicia". Aunque Sedecías es de estirpe divídica, su legitimidad de hecho se apoya en el favor de Nabucodonosor.

Con ese corte ¿falta Dios a su promesa dinástica? (II Sam 7), ¿o continúa con el nuevo nombramiento? Jeremías responde que Dios cumplirá su promesa de modo nuevo y con una intervención personal en un plano superior. Primero salvará "el resto", o sea, la continuidad del pueblo de la alianza. Después, frente al sucesor ilegítimo. Dios suscita a David un "vástago legítimo" (en hebreo "legítimo" es la misma palabra que "justo"). Ese vástago de David estará al servicio de la "justicia y el derecho", cosa que no ha cumplido Sedecías, y unificará Israel con Judá en un reino de paz. Frente al nombre impuesto por Nabucodonosor, que no responde a la realidad, el vástago llevará un nombre auténtico, aclamado por todo el pueblo: "El Señor es nuestra justicia".

El Mesías será descendiente de David, será rey para establecer el reinado de la justicia y traer así la salvación.

DABAR 1976, 43


 

3.

Hacia el año 598, Joaquín, después de reinar solamente tres meses sobre Judá, se rinde a Nabucodonosor, que lo deporta a Babilonia y pone en su lugar a Sedecías. Este, rey por la gracia de Nabucodonosor, que no por la gracia de Dios, es un hombre débil que se deja manejar por sus cortesanos hasta que viene sobre Jerusalén y su templo la ruina definitiva (junio-agosto del 587).

Sedecías es capturado y deportado igualmente a Babilonia por los caldeos. La incapacidad de los últimos reyes de la dinastía de David y los abusos de los dirigentes políticos del pueblo fueron la causa de las sucesivas deportaciones. Contra estos pastores que no supieron cuidar el rebaño de Yavé, alza su voz el profeta Jeremías (Cfr. 3, 15; 10, 21; 22, 22). Idénticos reproches se encuentran también en el Libro del profeta Ezequiel (c. 34).

El destierro a Babilonia fue ciertamente un castigo de Dios, pero la dispersión de las ovejas de Israel se debió igualmente a la negligencia y a los abusos de sus pastores. Por eso Yavé promete volver a reunir de nuevo a su pueblo, pero bajo otros pastores que sean dignos de su confianza.

La repatriación prometida no es más que el anticipo y el anuncio de los tiempos mesiánicos en los que, al fin y de una forma imprevisible, todo llegaría a su cumplimiento en Jesús, el Hijo de David, el Buen Pastor.

El reino mesiánico no se fundará en la violencia sino en la sabiduría y en la justicia. Por eso llamarán al Mesías "El-Señor-nuestra-justicia". Este nombre significa que Yavé establecerá el derecho, es decir, el orden moral y social en el pueblo, la salvación. Este nombre está en relación con el de Sedecías (="El-Señor-es-mi-justicia"): a Sedecías le dio el nombre Nabucodonosor y Sedecías no hizo honor a su nombre; al Mesías le dará nombre su pueblo. Y el pueblo confesará así que el Mesías es su rey y su salvación, confesará que el Mesías y la salvación que trae para el pueblo vienen de Dios. Esto supone que el pueblo llegará a conocer a Dios por la acción de Dios, por su obra salvadora, por la sabiduría y la justicia que se manifestarán en el Mesías. Desde este punto de vista es comprensible que desaparezcan otros rasgos de la figura mesiánica, tales como las gestas y las victorias, el poder político y el esplendor temporal, ante lo único verdaderamente importante: la verificación del "derecho y la justicia", que es la voluntad de Dios para el pueblo.

EUCARISTÍA 1985, 33