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H O M I L Í A

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DOMINGO XV

TIEMPO ORDINARIO

CICLO B

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-¿QUE ES SER CRISTIANO?

Las lecturas de hoy, la profética y la evangélica, nos pueden permitir hacer algo así como  un retrato-robot de la identidad del cristiano a partir de los rasgos fundamentales que  caracterizan la misión apostólica. Porque el cristiano, seguidor de Jesucristo, incluso antes  de llamarse así, era aquél que, desde la fe en Jesucristo como Señor, tomaba un nuevo  camino y se ponía en marcha para anunciar la Buena Noticia del Reino y para irla haciendo  realidad. Dejar el antiguo camino (pecado, idolatría, judaísmo, etc). para tomar con otros el  camino hacia el Reino del Padre. Este podría ser el decálogo para el cristiano-apóstol:

1. Se sabe elegido por Dios. Escogido como Israel. Tomado aparte como los profetas, "el  Señor me sacó de junto al rebaño" (Amós). Llamado desde Egipto para la liberación. Jesús llamó a los Doce, llama a seguirle, invita  a ponerse en camino con El, como El. Escogido para ser enviado. Tomado por Dios como instrumento suyo.

2. Para ser enviado. El amor de predilección que Dios siente por Israel, y por el nuevo  Israel, Jesús de Nazaret, y por los que creen en su Hijo, es un amor de confianza. "Me dijo:  Yo te envío. Ve y profetiza a mi pueblo". La autodefinición de Jesús: "Yo soy el enviado del  Padre", determina bien su personalidad a partir de una tarea. "Jesús los fue enviando de  dos en dos". Los que conocen a Jesucristo se convierten en sus portavoces (profetas) y en  sus testigos. Tienen que dar cuenta no de sí mismo sino del que les envía. Tienen que ser  transparentes de Otro. No pueden quedar quietos ni instalados allí donde están. No  permanecer cómodamente donde siempre, a la espera de que vengan. Jesús siempre va de  camino, rutas nuevas, culturas diferentes, gentes que salen al paso.

3. Resulta molesto. Con frecuencia el enviado lo es a pesar suyo. Y su mensaje a primera vista despierta curiosidad, pero pronto sacude a la gente de su  letargo y acaba siendo incómodo. Interpela, porque denuncia, pide cambio y aporta novedad. Y encuentra resistencias. Por  eso a los auténticos profetas se les da la espalda.

4. Son rechazados. "Vete, profetiza en otras tierras". Tal vez otro día te escucharemos. Y  no son bien recibidos, amenazados de muerte, de ser encarcelados, apedreados o  despeñados. Como Jesús: "Si a mí me han rechazado, también a vosotros os rechazarán".  El mensaje encuentra corazones cerrados, planes hechos, adaptaciones de conveniencia,  resistencias al cambio exigido. "Si en un lugar no os reciben, marchad a otro... Sacudid el  polvo de vuestra sandalia." La verdad molesta y sin embargo la verdad nos hace libres.

5. Sed insistentes. El apóstol de Jesucristo no se echa atrás fácilmente. Persevera en la  misión recibida, a pesar de la dificultad. La Buena Noticia ha de llegar a todas las gentes, y  sus efectos se han de notar. Pide temple de hombres fuertes, convencidos, que no saben ir  hacia atrás. Siempre hacia adelante, con la verdad por delante, aun a riesgo de la propia  vida. el Reino de Dios no quiere hacerse sitio a la fuerza, pero se impone por su propia  fuerza. Dios llama insistente pero pacientemente.

6. Autoridad delegada. En verdad no se trata de un poder o de una autoridad al modo de  este mundo. Poder que avasalla o tiraniza. Es una capacidad nueva, una fuerza de servicio y para el servicio de otros. Nunca para la  propia gloria. Siempre como algo recibido para darlo. Autoridad, poder... al servicio del  Reino de Dios y de sus primeros invitados: los bienaventurados. Constante tentación será  este punto en el afán de ser "más importantes", tener más privilegiados, engendrando  desigualdades y servidumbres en la Iglesia. "Que no ocurra así entre vosotros". Acabaría el  testigo convirtiéndose en antitestimonio.

7. Para expulsar demonios, es decir, para actuar contra las fuerzas del mal, acción  liberadora de lo "incurable". Y cada generación y cada tiempo tiene sus propios demonios,  males y esclavitudes que parecen insalvables. El enfermo, el endemoniado, es el que está  condenado a la postración, a verse marginado y sentirse improductivo, inútil, sin sentido.  Acogerle, cuidar de él, "perder" su tiempo con la gente para quien nadie tiene tiempo y aun  rehuye. Recibir a cada cual como viene, y hacer algo para humanizar. No sólo buenas  palabras, "ungían con aceite a los enfermos". Algo que parece inútil pero es todo un detalle  de calor, de atención, de esperanza. Palabra y manos suaves, como un padre y como una  madre. Desde la fe en Jesucristo vencedor, una palabra y un gesto de liberación que  levante y resucite al vencido que vive como muerto.

8. Predicar la conversión. Anunciar el Evangelio, buena noticia de resurrección, pidiendo  una serie de cambios y de condiciones. "Arrepentíos, que el Reino de Dios está cerca". Acomodaos a la nueva mentalidad que  pide el Camino de Jesucristo. No sólo nuevas prescripciones, sino hombre nuevos con  criterios y valores nuevos.

9. En pobreza. Misión en la austeridad y desde la sencillez del caminante que lleva lo  justo, y que no busca instalarse. Confiad en la Providencia del Padre que envía, pero  también en el amor fraterno que acoge y comparte. Comparte lo que tiene cuando recibe a  aquél que viene de parte de Dios con un mensaje de paz. No tiene ni busca tener, pero precisa sustento para sus fuerzas, y sabe lo encontrará.  Sino aquí, será allá.

10. Dejaos hospedar. La hospitalidad es concreta expresión del mandato de amor mutuo  entre los hermanos, "para que nadie pase necesidad". Y facilita una sana despreocupación  por el tener y por el sustento necesarios. El cristiano apóstol, los distintos trabajos y  funciones eclesiales, no son ángeles quienes los ejercen. Si le pedimos dedicación, hemos  de cuidar que tengan techo y sustento y descanso dignos. Vivir de su trabajo no es andar  mendigando lo justo.

Y así se nos presenta todo un programa de vida. No hay por qué restringirlo a unos  pocos. Todos y cada uno estamos invitados a salir y ponernos en camino.

JUANJO MARTÍNEZ
DABAR 1991, 36




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