REFLEXIONES

 

1.ALEGORIA/PARABOLA:

Es preciso distinguir las parábolas de las alegorías. En las alegorías cada elemento narrativo tiene un significado; en las parábolas todo el conjunto tiene una sola finalidad: generalmente son una interpelación a descubrir el misterio de la persona de Jesús y a optar por él.

J. NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1987/14


2.PALABRA/RV/DIALOGO

Se podría empezar la reflexión con un elogio de la palabra. No estaría mal leerse "El elogio de la palabra" de Maragall, puesto que da materia para situarse en la significación del lenguaje humano. La palabra hay que considerarla como don: es el principal medio de comunicación, fuente de acercamiento entre las personas, el medio de denegación del aislamiento, la posibilidad de amor y de ánimo... En definitiva, es la expresión de nosotros mismos.

Segundo paso. Dios, siempre adaptado a los hombres ha roto la lejanía, se ha manifestado y ha expresado su amor a través de la Palabra. Su Palabra es como la nuestra, pero es mucho más: viva, dotada de poder, fecunda. La Palabra es vida: por ella se han creado mundos de la nada, por ella hemos recibido la salvación (nueva creación) y por ella, presente en el sacramento de la Iglesia, somos salvados constantemente. La Palabra tiene fuerza: posee una potencia total para transformar los corazones; pero no olvidemos que no se impone, sino que sólo se propone a la aceptación libre del hombre. Por eso no funciona automáticamente, sino que da fruto en aquellos que la reciben sinceramente. Esta es una nota típica de la predicación cristiana (que impide la desesperación y nos sitúa en la humildad): presentarse con toda la fuerza de la verdad y con toda la debilidad de la libertad.

Siguiendo la progresión en la exposición se indicará cómo toda palabra pide otra de respuesta. La fe nos sitúa en un diálogo.

Esta es la cuestión: recibir la Palabra y conscientes de la propia libertad, dejarse guiar y conducir, que sea la luz para la vida, transformar los propios criterios, establecer un estilo de vida según sus postulados... Esto nos pide delicadeza espiritual y valentía para romper con las cosas que creemos de valor y en realidad no lo tienen.

Al referirnos a la conducta cristiana, proponer sinceramente unos interrogantes sobre la aceptación de la Palabra: ¿qué grado de atención le prestamos? ¿la olvidamos? ¿la ahogan los afanes de la vida? Convendría considerar el valor que se da a la celebración de la Palabra en la misa dominical, desde la puntualidad y la preparación para la misa hasta el procurar que influya en la conducta de la semana. También se puede hablar de la lectura personal de la Biblia, sobre todo del N.T., indicando que debería leerse diariamente o por lo menos algunos días. Hay también otro campo inmenso a través del cual la palabra se manifiesta: situaciones familiares, tribulaciones personales o de los amigos, necesidades que nos rodean, acontecimientos de alegría... Momentos que reclaman la presencia de la Palabra y de la palabra. Finalmente se puede acentuar la atención a la Palabra, con la respuesta que implica, como medio que rompe la lejanía con Dios. Recordemos que podemos ser pedregal, árbol sin raíces, personas seducidas únicamente por las cosas materiales... De esta manera se ahoga el proyecto que el Señor tiene sobre nosotros. Sí, el proyecto no se realiza cuando dejamos de ser verdaderos oyentes.

La no realización de nosotros según Dios es una seria posibilidad que, sin querer ser tremendista, nos puede llevar a la lejanía perpetua de Dios. Para no quedar en situación pesimista y para exponer el mensaje en su totalidad, recordemos que el designio de Dios y el impulso de la gracia nos conducen a ser tierra buena. La Eucaristía puede ser considerada como Palabra.

JUAN GUITERAS
MISA DOMINICAL 1975/14


3. RD/FUERZA.

Sin menospreciar el valor de la predicación habitual de la parábola que hoy leemos (una interpretación ya presente en la primera comunidad y que se centra en el saber acoger la semilla sembrada por JC) convendrá evitar que este comentario se reduzca a una exhortación moral que se detenga en la consideración de los diversos terrenos y alegorice la parábola. Sin abandonar este aspecto -el terreno que somos nosotros- es necesario situar el acento en aquello que es más importante: no nosotros sino la semilla. "Hoy, y en los próximos domingos, con esas historietas sencillas de hombres del campo, nos va a hablar de hasta qué punto debemos creer siempre, por encima de todo, ocurra lo que ocurra, en esta semilla de amor -la semilla del Reino- que está plantada en medio de nosotros y que crece y que no dejará nunca de crecer".

Se trata, por tanto, de un acto de fe. JC dice a la gente sencilla que le sigue: creed, confiad en el fruto que da la semilla de Dios -su vida, su gracia, su amor, su palabra- en la tierra que es el hombre. Confiad, aunque a veces, y por culpa del terreno, no dé fruto. Insistamos: el punto clave de la parábola no es una exhortación a preparar el terreno sino a creer en la fecundidad de la semilla. Aunque también deba prepararse el terreno.

J. GOMIS
MISA DOMINICAL 1978/14


4. PD/EU: SE REPARTE EL PAN DE VIDA TANTO DE LA PALABRA DE DIOS COMO DEL CUERPO DE XTO. 
MISA/PD. LITURGIA DE LA PALABRA:VALOR QUE TIENE LA PRIMERA PARTE DE LA MISA:DEI VERBUM 21.

La liturgia es una verdadera fuente de Palabra. Y eso hemos de agradecerlo. Es la gran oportunidad de penetrar en el misterio de Dios para transformarnos en hombres nuevos según Cristo.

La Iglesia, con el valor que da a la Palabra de Dios, quiere que se muestre claramente la unión de los ritos y de las palabras en la liturgia. Y, más aún, afirma que ha venerado siempre las Escrituras Sagradas como si fuesen el mismo Cuerpo del Señor. Por eso, en la Liturgia sagrada no deja de tomar de la mesa y distribuir a los fieles el pan de la vida, tanto de la Palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo (Dei Verbum 21). Ya se ve, pues, el valor que tiene la primera parte de la Misa.

No es bueno privarse del manjar de la Palabra. Vale la pena que hayamos leído las lecturas del día antes de venir a la iglesia, que lleguemos con anticipación, antes de la hora de la celebración, para disponernos interiormente mediante el silencio y la plegaria, que estemos atentos a la proclamación de las lecturas y, si hacemos de lector, que las leamos con claridad.

J. GUITERAS
MISA DOMINICAL 1990/15


5. RD/PARABOLAS: PD/DISPOSICIONES

Durante tres domingos leemos el cap. 13 de Mt, el capítulo de las parábolas del Reino. Será bueno situar lo que los textos de este capítulo significan en la vida de Jesús. Se trata de un conjunto de parábolas que hablan del crecimiento y del futuro del Reino que Jesús anuncia, y que tienen un común denominador: el Reino avanza, el Reino es profundamente valioso, el futuro es del Reino. Y eso, en cada parábola, contrastado con las diversas actitudes de los hombres, o con los obstáculos que impiden este avance. Y es que de hecho, estas parábolas del Reino fueron dichas para paliar el posible desánimo de los discípulos al ver que el anuncio inicial de Jesús "el Reino de los Cielos está cerca", no era tan evidente ni claro como ellos imaginaban y deseaban.

La parábola de hoy, la del sembrador, si se lee sola (sin la interpretación alegórica posterior), es muy clara en este sentido: el Reino ha sido sembrado, es cierto que se pierde mucha simiente, pero también es verdad que hay mucho fruto. Después, la explicación alegórica permite ampliar este sentido inicial haciendo jugar la contribución de los hombres para que el Reino avance: el Reino avanza "a medida humana", según lo que los hombres hagan; pero, con todo, este avance es seguro, ya que existen hombres que son tierra buena, y el fruto acaba siendo abundante (unos cien, otros sesenta, otros sólo treinta, pero, no obstante, abundante).

No estaría de más, hoy, proponer una reflexión sobre esa realidad: contra todo pesimismo, Jesús nos dice que el Reino avanza.

-Nuestras disposiciones. La interpretación de la parábola conduce naturalmente a reflexionar sobre cómo acogemos nosotros "la predicación del Reino". Fijémonos en las tres disposiciones negativas:

1)Los que no lo entienden: los que no tienen interés en aceptar que el Reino exige cambios en la vida, y creen que lo que se anuncia es ya lo que ellos hacen, sin darse cuenta de que se trata de otra cosa (¿para cuántos ser cristiano quiere decir, por ejemplo, ser personas de orden y neutrales ante cualquier mejora social seria?

2)Los inconsistentes: los que saben bien qué es el Reino y lo defienden y están ilusionados, pero que se volverán atrás cuando vean que les afecta su vida (continuarán sin hablar con el vecino; en casa continuarán diciendo que "aquí mando yo...").

3)Los que están en manos de la riqueza: tanto los muy ricos como los que viven pendientes de cómo podrán vivir mejor, y que no son capaces de sacrificar nada de esa búsqueda del bienestar ya que según ellos "es muy importante poder tener tal cosa o tal otra..." Para ser tierra buena no podemos ser ninguna de las tres malas tierras que acabamos de describir.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1990/15


6. PALABRA/HABLAR:

Hablar, hablarse, es una de las cosas más maravillosas y de más profundo significado de cuantas tenemos los hombres. Dirigirse la palabra es abrirse a la comunicación con el tú humano, constituirse el nosotros y comparecer delante de Dios, el Tú de los hombres. Dirigir la palabra es todo cuando la palabra es lo que debe ser, una palabra de amor, expresión de la propia intimidad, revelación y regalo de lo más profundo que cada uno de nosotros somos.

Cuando pronunciamos una palabra sin amor envilecemos este don maravilloso de la comunicación. En el mejor de los casos vendemos información, otras veces pretendemos hacer valer nuestras opiniones, nuestros intereses, o exhibirnos, llamar la atención, y, en definitiva, adoptamos una actitud agresiva y egoísta frente a los demás. El abuso de la palabra encierra al hombre en el egoísmo, en aquella soledad infecunda que es la morada misma de la muerte.

Hoy día, vivimos en un mundo lleno de palabras, de falsas palabras, de palabras egoístas, de palabras interesadas. Palabras éstas que no sirven ya para la comunicación entre los hombres, palabras utilizadas para el dominio del hombre por el hombre. Una de las formas más sutiles de dominar al hombre la constituye hoy la propaganda. El reclamo publicitario es la prostitución misma de la palabra humana y lo que debiera estar al servicio del amor se convierte en el medio más eficaz al servicio del egoísmo; más aún, la propaganda no duda en instrumentalizar los más nobles ideales del hombre al servicio de un producto vulgar. La propaganda nos puede hablar de amor, de paz, de justicia, de amistad, pero todo ello es un pretexto para vendernos, ¡qué sé yo!, por ejemplo, un vaso de Coca-Cola.

También la palabra, y en especial la palabra, es una criatura que ha sido sometida a la frustración no por su voluntad. También la palabra suspira por su liberación, sin la que no es posible la liberación del hombre. En un mundo lleno de palabras el hombre no encuentra quien le dirija la palabra. Esa palabra de vida expresión del amor que provoca el amor. La palabra de Jesús es palabra de vida porque es palabra de amor. Jesús habla siempre con amor, Jesús revela siempre el amor de Dios en cada una de sus palabras. Su palabra es como una semilla, quien la escucha y la acoge en su corazón comienza una nueva vida. En él germina la palabra de Dios y este hombre se hace expresivo para los hombres en el amor y responde con amor al amor de Dios. Este es el que produce el ciento por uno, buena tierra. Pero no todos escuchan la palabra de Dios con esa obediencia radical de la fe. Hoy día corremos el riesgo de escuchar la palabra de Jesús como una palabra de tantas, escuchándola superficialmente como si fuera también una palabra interesada, y, por lo tanto, una palabra que no nos interesa; pero la mejor prueba de que esto no es así, sino todo lo contrario, es que Jesús empeñó su vida en cada una de sus palabras; es que Jesús hizo de toda su vida una palabra elocuente en el silencio de la cruz; es que Jesús murió por todos nosotros y, precisamente, cuando todos éramos sus enemigos. Por eso, la palabra de Dios definitivamente pronunciada en el silencio de la cruz, es una palabra fecunda porque es palabra de vida que promueve eficazmente la vida. Por eso dice el Señor: mi palabra "no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo" (/Is/55/10-11).

EUCARISTÍA 1972/42.Núm. 42


7.

Introducción

Hermanos: a lo largo de muchos años Dios viene sembrando su Palabra en nuestro corazón. Mas, ¿cuáles son sus frutos? ¿Por qué a menudo fracasa? Hoy vamos a reflexionar sobre estos problemas que se relacionan con nuestro inmediato crecimiento en la vida de fe. El mismo Jesús nos dará las pistas para que ahondemos en la reflexión. Mucha semilla ha caído en nuestro campo, pero ¿y los frutos?

SANTOS BENETTI
CRUZAR LA FRONTERA. Ciclo A.3º
EDICIONES PAULINAS.MADRID 1977.Págs. 127


8.

Señor, estoy seguro
de que tu simiente está en mi interior,
pero he de reconocer
que soy muy superficial.

Me cuesta mucho entrar dentro de mí mismo
en esa buena tierra donde tú germinas en mí.

Como excusa, podría decir que
no tengo tiempo ni de estar conmigo mismo.

Ya sé que es tanto como confesar
que yo no vivo sino que me viven,
que soy como una marioneta.

Y, lo peor es que seguramente es verdad.

Enséñame a buscar en mi vida
no sólo la cantidad,
sino también la calidad,
porque, a pesar de todo,
intuyo que lo mejor eres tú.

EUCARISTÍA 1993/33


9.

En la lectura que vamos haciendo de san Mateo, empezamos hoy el capítulo 13, en el que Jesús habla en parábolas. En el leccionario este capítulo está repartido en tres domingos.

Hoy comenzamos con la parábola del sembrador. Es como la parábola-modelo. En las parábolas hay una gran dosis de realismo de lo que es la vida humana. Y, a este realismo que Jesús recoge, se aporta una gran dosis de esperanza, y esta es la gran noticia, es el "Evangelio". Vienen a decir, estas parábolas, que en la realidad concreta que vivimos -que puede tener diversas caras y aspectos, configurada por personas diferentes con actitudes a veces contrapuestas- Dios va actuando. En definitiva, que el Reino va creciendo, a pesar de algunas cosillas y a través de otras. Siempre porque Dios empuja, hace avanzar. Enlazando con el domingo pasado: los pequeños y los humildes acogen la Palabra; en cambio los sabios y entendidos no. Porque el hecho es que la Palabra ha aparecido entre la humanidad, y no queda estéril: da fruto de un modo u otro, y quizá en el lugar más inesperado.

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LA HOMILÍA

Antes de hacer aplicaciones en cuanto a las actitudes que adoptamos ante la Palabra de Dios (según la tercera parte del texto), estaría bien promover la esperanza, la ilusión, en la gente. El trasfondo de las parábolas es éste: el Reino crece, da frutos. No todo es malo, no todo el mundo está cerrado, no hay un dominio absoluto de los ídolos del mundo. La Palabra de Dios "no volverá vacía" (1. lectura), "gemimos... aguardando la hora de ser hijos de Dios" (2. lectura), "ciento o sesenta o treinta".

Y eso hacerlo con realismo. Sin negar que hay motivos para "gemir", que no perdemos la ilusión porque sí; pero poniendo delante algunos frutos del Reino que hayamos descubierto en el mundo que nos rodea.

-Otra posibilidad en los lugares urbanos es construir, siguiendo la pedagogía de Jesús, una parábola que tenga como base algún elemento de la vida cotidiana de la gente, y que exprese crecimiento, que motive a tener esperanza e ilusión para vivir.

-También es obvia la posibilidad de exhortar a ser tierra buena. Mostrando que el Reino crece según estemos nosotros dispuestos. No se impone prescindiendo de nosotros. El Reino pasa por nosotros, pasa por las personas, pero siempre es mayor que nosotros mismos. La Palabra se encarna. Actualización permanente del misterio de Navidad.

-La Eucaristía dominical como campo en el que Dios siembra para que demos fruto a lo largo de la semana; y también como campo donde recogemos los frutos de lo que hemos vivido la semana anterior. Demos gracias a Dios por todo ello.

J. ROMAGUERA
MISA DOMINICAL 1993/09


10.

- LES HABLÓ MUCHO RATO EN PARÁBOLAS

Siguiendo a san Mateo hemos llegado al capítulo en que el evangelista concentra gran parte de la predicación de Jesús en parábolas. En el leccionario dominical este capítulo está repartido en tres domingos. Así pues, leeremos una segunda parte el domingo que viene; pero la fiesta del apóstol Santiago, que este año cae en domingo, impedirá en España que se lea la tercera parte.

- SALIÓ EL SEMBRADOR A SEMBRAR

La parábola del sembrador es la primera de este capítulo. Es la parábola modelo. Es la que se usa para explicar el por qué de las parábolas. Se ha dicho muchas veces que Jesús habla en parábolas para hacerse entender de una forma sencilla. Pero más que por eso -y teniendo en cuenta la respuesta de Jesús a los discípulos: "miran sin ver y escuchan sin oír ni entender"-, quizás habla en parábolas para que le entiendan la "gente sencilla", que no es lo mismo. Recordemos el evangelio del domingo pasado. Es decir, aunque nos hable en parábolas, no se trata de entender la letra, no nos podemos quedar tan solo con la imagen utilizada. Se trata de conectar con Jesús, de acoger a Jesús, que predica el Reino de Dios. Se trata de ver y oír cómo crece el Reino de Dios, tal es el caso de los discípulos a quien Dios ha "concedido conocer los secretos del Reino".

- NOS CORRESPONDE ACOGER; EL FRUTO LO DA LA SEMILLA SEMBRADA

En esta parábola el protagonismo es para el "sembrador" y la "semilla sembrada". "El que la escucha", "acepta", "entiende", aparece porque es destinatario de "la semilla", de "la Palabra". No podemos perder de vista, pues, que todo parte de un don. La semilla del Reino ya ha sido sembrada. Y sembrada generosamente, en todas partes. Y además, dará fruto como sea, quizás en los lugares más inesperados.

- DEBEMOS CUIDAR DE LA GENTE SENCILLA

Esta perspectiva sobre la gente sencilla que da el evangelio debe iluminarlo todo en la vida de los discípulos del Maestro. Y, en concreto, teniendo en cuenta los destinatarios de estas páginas, debe ser un elemento importante a tener en cuenta en la preparación de la liturgia. El objetivo de la liturgia, por lo tanto, no es que se entienda todo desde un punto de vista racional o intelectual. Sino que se trata de poner a Jesús ante sus discípulos para que le puedan acoger. La gente de corazón sencillo no necesita de grandes cosas. Tan sólo que ellos mismos sean acogidos en la iglesia, haciendo, así, experiencia de Jesús que los acoge. Y que puedan hacer experiencia de diálogo, en comunidad, con Jesús.

Por lo tanto, en la preparación de la liturgia es muy importante cuidar las actitudes junto con los elementos "materiales". No se trata de poner en competencia los dos aspectos. Sino de caer en la cuenta de que se necesitan mutuamente: no servirá de nada tenerlo todo perfecto (estética, buenos lectores, etc.) si no hay acogida personal, actitud fraternal entre los responsables y todas y cada una de las personas que celebran; de la misma manera, no ayudaremos a celebrar a aquellos que hemos acogido si no lo tenemos todo a punto (también el cuidado de las cosas materiales sirve para la acogida: tenerlo todo limpio y bien dispuesto, etc., así como tener buenos lectores para que "la Palabra" pueda ser acogida).

- PENSANDO EN LA HOMILÍA

La parábola del sembrador será, naturalmente, el centro de la homilía de hoy. Sería extraño predicar sobre otra cosa. Pero no hace falta que demos más vueltas a la explicación que el mismo Jesús ya da. Más bien se tratará de ayudar a oír "la Palabra", a reconocer "los secretos del Reino" que ya tenemos entre nosotros. Por lo tanto, según la realidad de cada lugar, intentar describir los hechos, situaciones, actitudes, etc., que se dan entre nosotros y que manifiestan que el Reino ya está aquí. También, junto con esto (y en segundo lugar, no en primero), las dificultades que tenemos para descubrirlo, para escuchar; para ser conscientes de ellas y, así, poder superarlas.

En este mismo ámbito, la homilía se podría centrar en cómo escuchamos o no la predicación de Jesús. Con qué medios contamos, cuáles aprovechamos, etc. Desde la actitud que tenemos cuando se proclama la Palabra en las celebraciones hasta la lectura personal o en grupo del evangelio, o la oración que se detiene ante las palabras de Jesús. Otra línea puede ser la que da san Pablo en la segunda lectura. Nos sitúa en el contexto de "la creación" que está "expectante" a lo que "se nos descubrirá": formamos parte de la creación; toda la creación debe ser redimida; toda la creación "aguarda"... También nos habla de las "primicias" que "poseemos": se puede destacar que el fruto que da la semilla sembrada también es un don; un don que precisa, eso sí, de unos receptores que lo reciban de veras.

JOSEP M. ROMAGUERA
MISA DOMINICAL 1999/98 41-42