PRIMERA LECTURA

El profeta oye al pueblo desterrado dar proporción infinita a su infortunio. Es como si el Dios de su esperanza lo hubiera abandonado y olvidado. El mensaje intenta hacerle sentir, en términos entrañables, el amor infinito con que alguien le mira. Ni el amor- maternal hubiera podido tener más profunda apreciación, ni el amor de Dios expresión más acabada. El amor verdadero conocido es el que puede orientar hacia el misterio del amor (Jn 3,16).


Lectura del Profeta Isaías
49,14-15.

Sión decía: «Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado.»

-¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas?

 Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré