REFLEXIONES


1. PALABRA/COMUNICACION  PALABRA/MANIPULACION 
EN UNA SOCIEDAD INJUSTA EN QUE LO ÚNICO QUE SE COMUNICA ES LA PALABRA TAMBIÉN ESTA SE PERVIERTE Y SE TORNA INSTRUMENTO DE MANIPULACIÓN.

-La palabra es el medio de comunicación específicamente humano.

Tenemos otros medios, pero la palabra es el más excelente, el de mayores posibilidades, el más adaptable para comunicar todo lo humano y lo divino. Sin embargo, en un sistema social de desigualdad, en que lo único que se comunica de verdad son palabras, sin que haya verdadera comunicación en los medios de vida, la palabra se prostituye en vana palabrería, signos cabalísticos o sonidos en el aire. Porque la palabra, que es un modo de comunicación, es palabra vacía cuando la comunicación real queda interceptada por la desigualdad sostenida en el sistema.

En una sociedad así, la palabra deja de ser el medio de comunicación y se torna instrumento de explotación y de manipulación. Sería interesante comprobar hasta qué punto coincide la degradación de la palabra (palabrotas) y del lenguaje (jergas), tan ajenas a la cultura, con el sistema de desigualdad, tan ajeno a la justicia. Pero sí que hay coincidencia con la estructura de los medios de comunicación, que reflejan y contribuyen a mantener el sistema, despojando de sentido sus palabras y sus comunicados.

Por eso hoy la palabra carece de autoridad. Por eso las palabras se truecan en armas arrojadizas, en autoritarismo, para imponerse por la fuerza. El recurso a la imagen, aunque sea de archivo, la apelación a estímulos desproporcionados para sorprender al oyente o telepaciente, los reclamos y señuelos de la publicidad, acosándonos día y noche y por todas partes, sin tregua... Una imagen vale más que mil palabras, se pontifica, sin pensar que una imagen sólo vale si es palabra.

¡Cuántas palabras para no decir nada!, porque no salen del corazón, sino del estómago o del bolsillo. ¡Cuántas palabras para no comunicar nada!, porque están interesadas en vender, en hacer negocio, en sumar votos, en halagar, insultar, gritar, imponerse, ganar. No hay hombres de palabra. No hay palabra para el hombre.

EUCARISTÍA 1991/06


2. CR/LIBERADOR: LIBERACION/CR: LA MISIÓN DEL CRISTIANO ES LIBERAR A LOS HOMBRES DE LA POSESIÓN DEL DEMONIO, DE LOS PODERES DEL MAL. AYUDARLES A SER LIBRES.

- Somos exorcistas.

Nuestra misión, en continuación de la de Jesús, cuya causa hemos asumido, es también liberadora. Liberar a los hombres de la posesión del demonio, de los poderes del mal, del maleficio de los poderosos. Liberar, es decir, ayudar a ser libres. Primero con la palabra, porque sólo la verdad hace libres. La primera esclavitud empieza siempre por la mentira, el error, la ignorancia. De ahí la importancia para los cristianos de estar atentos y fomentar la educación, para que llegue a todos y llegue con calidad y con hondura. De ahí también la importancia en intervenir y apoyar los medios de comunicación, para que estén al servicio de la verdad, y no de intereses ocultos, de influencias de los poderosos, de la contaminación del mal.

Segundo, con las obras. El mayor empeño cristiano debe coincidir con el esfuerzo de tantos por liberar al hombre de la tiranía de los poderosos y de la miseria, del hambre, de la pobreza, de la necesidad o de la discriminación y marginación. Palabra y testimonio, palabra y culto, éste es el sentido de nuestra eucaristía. Celebramos la palabra y el sacramento de Jesús. Pero, al celebrarlo, nos enrolamos cada vez más en la tarea de ser profeta y exorcistas en este mundo.

EUCARISTÍA 1991/06


3.

El hecho no debe ser nuevo porque hoy Marcos nos pinta con un gran estilo el asombro de los asistentes a la sinagoga de Cafarnaúm cuando, en un sábado cualquiera, apareció por allí un personaje desconocido y comenzó a hablar de modo distinto a como les tenían habitualmente acostumbrados. Marcos resume el asombro de aquellos judíos devotos diciendo, que aquel personaje, Jesús, hablaba con "autoridad" y naturalmente que el adjetivo no se refiere a que Jesús hablase con imperio sino al hecho de que lo hacía con un talante distinto al de los letrados que intervenían en las reuniones.

J/AUTORIDAD: Aquel hombre hablaba con autoridad, porque estaba empapado de lo que decía, creía profundamente en el mensaje que transmitía y vivía totalmente la problemática de los hombres que lo escuchaban. El lenguaje de Jesús a través del evangelio es el lenguaje de la verdad, de la sinceridad, de la sencillez; es el lenguaje de quien se siente cerca de ellos, de quien vive como ellos y para ellos. Es un lenguaje sin recovecos, sin distinciones sutiles, sin palabras ambiguas. Es el lenguaje de aquél que aconsejó a los suyos dos palabras por encima de todas: Sí y No. No puede haber más decisión ni más autoridad al hablar, que utilizar esos dos monosílabos oportunamente utilizados.

Sería sano y estupendo que el asombro de los judíos de Cafarnaúm cundiese en nuestras iglesias, sacudiendo la indiferencia y hasta la somnolencia que aletean por ellas cuando comienza "el sermón".

Yo sé de algunos que esperan a que el sermón acabe para entrar en la iglesia y en nuestros pueblos, hasta hace muy poco, era tradicional que, sobre todo los hombres, se saliesen de la iglesia cuando el cura hablaba. ¡Tremenda costumbre! Hay que pensar en ella para intentar rectificar a quien corresponde hacerlo: oradores y oyentes.

DABAR 1982/13


4. EL SANTO DE DIOS Y LOS ESPÍRITUS INMUNDOS

Es ya conocido que san Marcos insiste en la lucha contra los demonios que traía implicada la predicación de Jesús. El propio san Pedro lo señala en sus predicaciones kerygmáticas: "...pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo...." (Ac 10, 38).

Hay que tener en cuenta que las expulsiones de demonios por parte de Jesús son, en realidad, manifestaciones de su divinidad. El Reino de Dios es más fuerte que el poder sobre-humano del diablo.

La afirmación de Jesús como Santo de Dios, es, en realidad, equivalente a la de Hijo de Dios (confrontar, p.e., la confesión de Pedro en Jn 6, 69 y Mc 8, 29), o Mesías. La autoridad de Jesús, que se manifiesta en su forma de hablar y en su doctrina, queda confirmada con el testimonio del espíritu maligno, que siente también el peso de la Palabra del Mesías.

MAL/PODER."Al hombre actual se le debe llamar la atención sobre el monstruoso poder sobrehumano del mal en la historia" (K. RAHNER, art. Diablo, en Sacramentum mundi, vol. II). Si estos misteriosos momentos de la predicación de Jesús en que él ordena al diablo que se aleje, significan la victoria pascual sobre el pecado y la muerte, no podemos pasarlos por alto, ni en la predicación ni en el planteamiento mismo de la predicación cristiana; los cristianos continuamos en el mundo la lucha contra este poder, en su raíz ciertamente vencido, pero sin embargo activo aún: es una lucha que sólo en la fuerza de la palabra de Cristo puede tener éxito; es la lucha contra todas aquellas fuentes de mal a las que parece imposible asignar un responsable únicamente humano: el ateísmo militante, el afán de dominio, el erotismo ambiente, el culto al dinero, la opresión masiva de los hombres.

P. TENA
MISA DOMINICAL 1973/03


5. VIRGINIDAD/RELIGIOSOS:

Hace sólo unos meses, la Santa Sede, a través de las Congregaciones para los obispos y para los religiosos e Institutos Seculares, ha promulgado un documento titulado "Mutuae Relationes", que quiere hacer reflexionar a la Iglesia sobre el puesto que los religiosos deben ocupar en ella. Parece que las cosas están claras en la teología, pero parece, asimismo, que la vida práctica eclesial dista mucho de esa teología. No son pocos los religiosos que hacen suya la queja del documento cuando éste afirma que la vida religiosa está siendo un tanto desconocida en la Iglesia. Resulta que la teología más conciliar dice que la vida religiosa pertenece, sin lugar a dudas, a la misma naturaleza y santidad de la Iglesia. Pero ocurre que no pocos obispos y sacerdotes seculares desconocen lo esencial de este proyecto de vida. No podía ser de otra manera cuando, por ejemplo, en España se pueden contar con los dedos de la mano los seminarios en los que futuros sacerdotes estudian algo sobre la vida religiosa. Son escasísimos los seglares que pueden señalar con un mínimo de precisión la diferencia entre un sacerdote secular y un sacerdote religioso. Y en buena parte de la teología ocurre otro tanto: ¿cuántos manuales de eclesiología dedican a la vida religiosa un capítulo como lo dedica la Constitución sobre la Iglesia del Vaticano II? Hoy, la liturgia de la palabra habla de un elemento esencial de la vida religiosa: la virginidad. ¿Cuántas veces se habla hoy de la virginidad en los ambientes cristianos? Probablemente muchas menos que las que se debiera.

El fundamento de la virginidad no está en las palabras de Pablo que hoy se leen, sino en la vida y las palabras de Jesús. Porque Jesús fue virgen. No se casó. Y no parece que podamos pensar que no se casara porque no tuviese tiempo, porque muriera demasiado joven o porque no se lo planteara. Jesús, "teóricamente" hablando, podría haberse casado. Cierto que hubiera metido a los teólogos en un complicado laberinto si hubiese tenido hijos (esto es teología-ficción). Pero siendo realistas, ¿de verdad que Jesús podía haberse casado? El es la traducción humana del amor que Dios es, del amor universal, sacrificado, benevolente, enteramente desprendido. El, su vida y su palabra, es la formulación (?) del grado máximo del amor y de la fraternidad, de la novedad de vida. ¿Las dos formas de vida (matrimonio o virginidad) se adecúan igualmente para expresar lo que Jesús vivía y quiso mostrar? Parece que no. Por eso Jesús optó por la virginidad.

Y ahí está el fundamento de la virginidad. Ese es el motivo por el que también hoy haya hombres y mujeres que desde su fe en Jesús deseen hacer el mismo proyecto de vida que él, porque en tal proyecto encuentran una manera de vivir, una forma de existencia que les permite -a ellos en concreto, que pueden y quieren- vivir más y mejor un estilo de vida como el de Jesús, un estar más disponibles para Dios y para los hombres, un mayor poder de concentración en lo esencial, una entera y exclusiva dedicación a las "cosas del Señor", como diría Pablo.

CELIBATO: Según todo esto, ser célibe, renunciar por motivos religiosos al matrimonio como forma de vida, no es un proyecto de renuncia al amor sino un proyecto que brota precisamente de una sobreabundancia de amor. El que opta cristianamente por la virginidad lo hace por radicalizarse en el amor. Es decir, siente el amor con tal fuerza que llega a sospechar que su pasión de amar a Dios y a los hombres se ahogaría en un proyecto como el del matrimonio, y por eso quiere optar conscientemente por una estructura de vida que le permita vivir enteramente disponible, vivir lo más desprendidamente posible, sin concretar (y, por tanto, limitar) su amor a las estructuras afectivas y sexuales y sociales del matrimonio. Además, permanecer virgen por el Reino de Dios no consiste en no acostarse con una mujer (o con un hombre) sino en no acostarse ni con nadie ni con nada. Es decir, la virginidad no es más que un aspecto concreto (como lo es la pobreza o la obediencia) de una opción radical por Jesús y el Reino que él anunció. Es quererlo implantar en la propia vida de la forma más total posible, aun renunciando a proyectos facultativos, opcionales, como Jesús mismo hizo.

Claro está que ningún célibe es mejor que ningún casado simplemente por haber optado por la virginidad (ni viceversa). Se trata de optar por aquello a lo que Dios llama a cada uno, y llenar ese proyecto que él le marca a uno. Pero, en cualquier caso, que haya en la Iglesia hombres y mujeres que por esta sobreabundancia de amor permanezcan vírgenes para radicalizarse en el servicio a Dios y a los hermanos es un gran don. Es un carisma que, como todos los carismas, son un servicio a la comunidad, y grande. Por esto, no es la virginidad algo que se pueda minusvalorar, o equiparar con un falso sentido democrático a cualquier otro proyecto. No es algo que haya que ignorar o sobre lo que nunca haya que hablar al pueblo cristiano.

DABAR 1970/13


6. EV/MARGINADOS:

Jesús -dicen los entendidos- fue un marginado en su origen y en su fin. Para nacer, la sociedad le mandó a la "cueva"; para morir, la sociedad le echó "fuera", al patíbulo de una colina, para que no aguara las fiestas. En la ciudad no hay sitio para los marginados -por lo que afean- y los arroja fuera, pero necesita saber dónde están como filón de materiales para teóricos programas sociales, como baza para damas de la caridad o almacén de votos, llegada la ocasión, para ideologías y grupos políticos.

El marginado rompe el ritmo de la sociedad por su incapacidad de seguirlo, distorsiona y amenaza la seguridad ciudadana de la gente "decente" por su vital necesidad de subsistir como sea; por eso la comunidad sigue su camino y le abandona, por peligroso, echándole encima el peso de la ley o las fuerzas de seguridad y... basta.

Y, sin embargo -¡impacto y desconcierto general!-, Dios los ama con bondad preferente, con bondad "incomprensible". Dios los ama porque están "fuera", y la bondad incomprensible de Dios es el motor de la actuación de Jesús tomando partido por los débiles. Y, en el fondo, la conducta de Jesús escandaliza y el Evangelio irrita a los buenos por condenar su pecado de pretender "apropiarse" de Dios, además de poseer todas las cosas. Porque no nos va este esquema, estaríamos dispuestos a reabrir el proceso a Jesús.

El Evangelio vuelve a ser más vinagre que aceite sobre la llaga, un jarro de agua fría sobre la poltrona en la que nuestra sociedad ha acomodado el insultante hedonismo de unos pocos..., el Evangelio, más que paz, es aguijón, guerra e incordio: "la paz que Jesús enarbola, como distintivo, después de resucitado, es la paz que brota de la superación de las diferencias entre los hombres, mientras que la paz que los hombres cultivamos es la que consagra las diferencias sociales.

Si para nosotros la conducta de Jesús es escandalosa, para El nuestros modos y maneras son esperpénticos, como un espejo deformante del Reino. De ahí que la "realidad asombrosa de la presencia del Reino de Dios aquí y ahora" desemboque en este inexorable desafío: "mirad vuestro entorno y vosotros haced todo lo contrario, obrad al revés".

BENJAMIN CEBOLLA HERNANDO
DABAR 1991/12


7. PROFETA/DISCERNIMIENTO

La palabra "profetismo" ha alcanzado elevadas cotas de popularidad. «Profeta» es el que anuncia el futuro y sobre todo el que habla en nombre de Dios para denunciar el mal. No se pueden forzar las cosas. No se pueden imaginar fáciles, arbitrarios antropomorfismos; como si Dios tuviera que manifestarse de manera bien concreta hablando sonidos articulados humanos para hacerse entender y comunicar sus deseos. La providencia tiene sus vías y sus métodos. Lo más admirable y al mismo tiempo lo más vulgar es que, "según la disposición divina, la historia entera es en sí misma una revelación" (H. de Lubac). Dios inspira y anima. Los hombres deben interpretar los «signos de los tiempos», lenguaje de Dios, y a través de los cambiantes de la historia interpretar la verdad que es dictada desde arriba. Así se abrió la primera revelación a través de las vicisitudes de la pequeña porción de Israel que desembocan en Cristo, el gran profeta, palabra del Padre y revelación definitiva.

Pero el carisma profético no ha desaparecido de la iglesia. Nadie ha coartado la acción del Espíritu Santo. En la actualidad, todo hombre que anuncia un mensaje es considerado como profeta: Juan Pablo ll, Kennedy, L. King, Helder Cámara, Walesa, Teresa de Calcuta, obispo Romero, Tutu... ¿Son todos profetas, o lo son todos por igual? Pablo dio ya su criterio y delimitó el campo del profeta, porque el don o carisma de profecía no autoriza a pretender gobernar la iglesia (1 Cor 14, 37). Es aquí donde se debe practicar un riguroso discernimiento de espíritus para ver quiénes vienen de Dios. Jesús anunció la venida de profetas y de pseudoprofetas, y no todo el que dice profetizar lo hace en nombre de Cristo. El primer criterio dado por el mismo Jesús es el de los frutos producidos: por sus frutos los conoceréis (Mt 7, 16). Otros criterios:

«Creemos que el carisma de profecía es distribuido por el Espíritu sin tener en cuenta categorías jerárquicas... Creemos que actúa en la iglesia y en la sociedad, pero el discernimiento entre los verdaderos y los falsos profetas no pueden hacerlo ellos mismos. No tienen autoridad para ello. Es, pues, necesario que alguien pueda discernir el buen espíritu del malo. Para eso está constituida la jerarquía» (Card. Daniélou).

PROFETA-FALSO:«Los falsos profetas son unos hombres cuyo criterio soberano no es la verdad. Son hombres que están más a la escucha de los hombres que de Dios, dispuestos a decir cualquier cosa para justificar las pasiones de su grupo; los que adulan la opinión pública, los que se comprometen en el instante en que el compromiso empieza a ofrecer más ventajas que riesgos..." (H. de Lubac).

«El profeta es un hombre que, salvando el abismo entre las palabras y las obras, se incorpora a sí mismo al mensaje que anuncia. Es un hombre que tiene como misión la de revelar el presente, dotado como está de una mirada penetrante que le hace conocer de una manera extraña el presente y no el futuro como ordinariamente se cree. Es, finalmente, un contestatario encargado de desenmascarar y amonestar. Jesús realizó el oficio de profeta de manera admirable» (A. Manaranche).

GUILLERMO GUTIERREZ
PALABRAS PARA EL CAMINO
NUEVAS HOMILIAS/B
EDIT. VERBO DIVIN0 ESTELLA 1987.Pág. 104 s.