COMENTARIOS A LA SEGUNDA LECTURA
1 Co 1, 26-31

Ver Sábado de la Semana 21

1.

Hay muchas razones en la situación corintia para que Pablo toque el tema que aparece en esta perícopa: la preferencia de Dios por lo pequeño y humilde.

Prescindiendo de ellas por menos pertinentes aquí, conviene preguntarse las razones de esa preferencia. ¿Es por el gusto de la paradoja? ¿acaso Dios no va a apreciar la inteligencia, la fuerza, la potencia, la misma riqueza que son en último término creación suya? ¿Por qué preferirlas cuando se trata de la Revelación última y definitiva? ¿Prefiere Dios la ignorancia a la sabiduría? ¿Hay que ser ignorante, débil, para ser cristiano? ¿Tendría razón ·Nietzsche-F cuando hablaba del cristianismo como una religión de apocados? Estas y otras muchas cuestiones se pueden hacer ante una perícopa como la de hoy. Y conviene responderlas correctamente, porque una presentación simplista de esta faceta del cristianismo contribuye a desacreditarlo entre muchos hombres, jóvenes sobre todo. Y además no es verdad.

La razón de esta manera de proceder de Dios está en el v.30 de esta misma perícopa. Cristo Jesús es nuestra sabiduría, justicia, santidad y redención. En comparación con Él nada puede aparecer como alternativa, sustitutivo o complemento. Mucho menos como algo que nos aleje de Él, de poner nuestra entera seguridad en Él, de entregarnos a Él y a los hombres en quienes Él está.

Ahora bien, en la situación histórica real de la humanidad, no en la pura teoría, ciertos bienes de la creación son ocasión frecuente de esas actitudes negativas de cara a Cristo y a los demás. Riqueza, poder, fuerza, saber... a menudo son fuente de autosuficiencia, orgullo, desprecio de los demás, cuando no explotación y abuso de ellos. Quienes no están en esa situación tienen menor peligro de caer en esas actitudes. Por eso Dios prefiere esos aspectos.

Hay pues una pedagogía divina porque en lo marginado, débil, pequeño y humilde es más fácil sentirse receptivo y dependiente de Dios, abierto a los demás, no egocéntrico ni contento de uno mismo.

F. PASTOR
DABAR 1990/12


2.

Pablo quiere llegar a deshacer los partidos y divisiones que desgraciadamente se han instalado en la comunidad de Corinto.

Aparte de hacer ver que él no ha formado ningún partido, ni siquiera ha sido enviado a bautizar (1,14s), Pablo expone su teología de contradicción a la sabiduría humana. La fe cristiana no se construye en adhesión a una determinada ciencia, sino en la adhesión gratuita a la persona de Jesús. Con cariño, recuerda a los cristianos su procedencia social. El creyente solamente se gloría y tiene interés verdadero en la persona de Jesús.

El apóstol desarrolla una teología, semejante a la presente, en la carta a los Romanos: ni el judío con su ley, ni el pagano con su conciencia han logrado salir del hoy en que se hallaban metidos. Solamente el mecanismo de rehabilitación realizado en la muerte del juez juzgado, que es Jesús, ha posibilitado la justificación y la salvación. En este caso, "¿dónde queda el orgullo?" (/Rm/03/27). No tiene sentido. Este planteamiento radical de fe hace del que cree uno que o confía en Dios o encuentra sin salida el camino de su vida. Así de sencillo y así de maravilloso.

Ser en Xto Jesús. Ahí, el verbo debe tomarse en sentido fuerte: Dios os ha elegido a vosotros, que no existíais a los ojos del mundo (v. 26-29), a fin de que existierais en Cristo. Por tanto, tenéis motivos para enorgulleceros, pero no por vosotros mismos, por lo que sois a los ojos de los hombres, sino por lo que sois, en Jesucristo, a los ojos de Dios (v.29,31). Gloriarse en el Señor es la actitud del más pobre, porque no tiene nada de que gloriarse y, en todo caso, sólo puede gloriarse del triunfo del otro. Es la actitud del que se apresta a cumplir las bienaventuranzas (cf. evangelio), el único programa realista del que se sabe pobre delante de Dios. Con razón dice Pablo que pensar así es una auténtica locura.

EUCARISTÍA 1990/06


3.

Pablo invita a los corintios a tomar conciencia de lo que sucede en su propia comunidad y aprendan así a descubrir lo que es verdaderamente importante para responder a la llamada de Dios.

La experiencia de la fe que tiene esta comunidad confirma lo que había dicho Jesús: que los pobres son los evangelizados y que de ellos es el Reino de Dios. Pues Dios se complace en elegir a los pobres, a los ignorantes, a los humildes, para que en medio de la debilidad y de la ignorancia resplandezca la fuerza y la sabiduría divinas. Y esto lo pueden comprobar ellos mismos con tal de fijarse en los que asisten a sus asambleas. La descripción que hace Pablo de la comunidad cristiana de Corinto coincide con la que se hace de otras comunidades cristianas en los Hechos.

J/SALVADOR/SVRS:El evangelio y la experiencia del evangelio de los primeros cristianos demuestran que Dios descalifica todos los caminos de salvación que ofrece el mundo: el poder, la riqueza, la sabiduría humana.

Lo único que puede salvarnos es la fuerza liberadora que se manifiesta en la Cruz de Cristo. En él tenemos los creyentes la sabiduría, la justicia, la santificación y la liberación. Y para recibir todo esto lo único necesario es la pobreza bien entendida que nos libera de la falsa autosuficiencia y nos abre a la gracia de Dios. El pobre no tiene nada de qué gloriarse, pero lo recibe todo para gloriarse en el Señor.

Una Iglesia en la que brillan y se destacan las eminencias y los importantes de este mundo contradice el proyecto de salvación de Dios en Jesucristo.

EUCARISTÍA 1987/07


4.

-"Fijaos en vuestra asamblea...": En continuidad con el tema de la sabiduría de la cruz, Pablo hace caer en la cuenta a los corintios de que su misma situación social y cultural es demostrativa de los caminos inauditos de Dios. La ciudad de Corinto, como ciudad portuaria y de tráfico comercial, tenía una gran proporción de esclavos en su población. Su primera comunidad cristiana no podía ser muy diferente a sus habitantes.

-"...lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios": Dios invierte los criterios y proyectos humanos. Ha llamado a la fe a aquellos que no pertenecían al pueblo escogido, a los gentiles; y todavía de entre los gentiles, a aquellos que contaban poco en la sociedad. Ponía así en evidencia la vaciedad de aquellos que confían en sus solas propias fuerzas y, al mismo tiempo, ponía de manifiesto que sus criterios son los de la pura misericordia.

-"Por él vosotros sois en Cristo Jesús...": Los corintios, de no ser nada, han pasado a ser una nueva creación en Cristo. Han obtenido la sabiduría, la justicia, la santidad y la redención: todo el conjunto de las aspiraciones de los griegos y de los judíos. Jesucristo crucificado es la expresión máxima de la sabiduría de Dios; es al mismo tiempo el cumplimiento fiel de las promesas por las que Dios manifiesta su justicia; es el paso hacia la resurrección que posibilita el don del Espíritu de santificación; y, finalmente, es la muerte liberadora de la esclavitud del hombre.

J. NASPLEDA
MISA DOMINICAL 1990/03


5. J/SABIDURIA-DE-D.

Prosigue la argumentación defendida por Pablo en 1 Cor 1, 18-25 con el fin de demostrar que la sabiduría humana es incapaz, por sí misma, de conocer la persona de Dios y su designio de salvación. La prueba es que desde la manifestación de Dios y la realización de ese designio, todo lo que hace parece locura, es decir, que cae fuera de los cuadros de la inteligencia humana.

* * * *

a) Pablo continúa con un argumento ad hominem: Dios continúa operando por medio de locuras, puesto que para ser el signo de su presencia en el mundo escoge una comunidad tan poco cualificada en el plano humano como la de los corintios (vv. 26-28). Sirviéndose de este argumento, Pablo da dos golpes de una sola vez, puesto que recuerda al mismo tiempo a los corintios tan pretenciosos en sabiduría humana su falta de cualificación en este terreno: mejor harían en acomodarse a una vocación más en conformidad con su capacidad: dar testimonio de la locura de Dios. Que se atengan a ella en lugar de sentirse celosos de unas falsas filosofías de las que, por otro lado, son incapaces de comprender cosa alguna.

b) Los hombres no tienen títulos suficientes para vanagloriarse de la gracia de Dios (v. 29); los corintios, por el contrario, pueden hacerlo a condición de que lo hagan en Cristo (vv. 30-31, el último sacado de Jer. 9, 22-23). Los títulos de su gloria son múltiples: la justicia en la que Dios les constituye, la santidad que es la divinización de su ser, la redención, finalmente, que les libera de todas las alienaciones, el pecado y la muerte comprendidos. ¿Qué sabiduría humana puede procurar tales beneficios? De ahí que venga a ser lo mismo amoldarse a vivir en Cristo (v. 30) y encontrar en El la glorificación (v.31)

* * * *

Este pasaje de San Pablo puede parecer duro y exclusivo a estos cristianos modernos preocupados por dialogar con el mundo y, por consiguiente, de moldear la sabiduría divina conforme a los marcos humanos. No se tranquilizan sus escrúpulos diciendo que el texto de San Pablo pertenece a un género literario muy particular en el que la apología y la argumentación "ad hominem" deforman las realidades.

El problema es más profundo. Pero en el texto mismo de San Pablo se puede encontrar una base de solución. El apóstol designa, en efecto, a Cristo como Sabiduría (v. 30). Ahora bien: es sabiduría no solo porque revela el misterio de Dios (cf. Col. 2, 3; 1 Cor. 1, 24) en lo que tiene de totalmente distinto de la expectación de los hombres, sino también porque es esa sabiduría en la que el mundo ha sido creado y por la que el hombre podía llegar hasta el conocimiento de Dios (1 Cor. 1, 21; cf. Rom. 1, 18-22).

En otros términos: Cristo es sabiduría por dos motivos: porque es revelación del Dios invisible y porque es el corazón del cosmos y el primogénito de la humanidad (Col. 1, 15-16). Es decir, que el esfuerzo desplegado por el cristiano para conocer al cosmos y al hombre depende también del Cristo-sabiduría.

El Evangelio es una epifanía gratuita de Dios, es luz sobre el mundo y sobre el hombre, es la llave del equilibrio de uno y otro. Se accede por todos los tipos de sabiduría que posee el hombre para conocerse mejor y para conocer mejor el mundo, y, sin embargo, ninguno de estos tipos es capaz de reivindicar por él el Evangelio. No se identifica más con el análisis marxista de las cosas que su análisis capitalista, y, debido a esto, será siempre un poco la "locura" para los sistemas humanos.

Eso no obstante, la verdad es que no se puede pasar marginando el punto de penetración máxima del relato de Pablo. La sabiduría humana no es el único ni el mejor medio de revelar a Jesucristo; Pablo mismo se complace en ver en la pobreza de los cristianos en este terreno el signo por excelencia de la presencia de Dios que hace nacer a su Iglesia de lo que no existe (cf. Mt. 11, 25).

¿No suceden así ya las cosas en la humanidad, en la que, por pobres que sean, son precisamente los más desafortunados y no los más cultivados quienes revelan a los demás que la dignidad de la persona vale más que el pan que se les da? Y nuestra propia debilidad y nuestra impotencia para vencer el pecado, ¿no son acaso también el signo de la elección divina? Nuestras asambleas eucarísticas reúnen hoy a muchas personas "bien nacidas", a sabios y a poderosos. Y no por eso dejan de celebrar aún a Aquel que vino en la debilidad y la locura.

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA II
MAROVA MADRID 1969.Pág. 129 ss


6.

-Dios ha escogido lo débil del mundo.

Corinto era una ciudad que, en aquella época pasaba del medio millón de habitantes, dos terceras partes de los cuales eran esclavos. La comunidad cristiana, que ya debía contar algunos centenares de miembros, también estaba formada mayoritariamente por esclavos y personas de clase baja. De esta situación de hecho, que Pablo recuerda al inicio del fragmento, el apóstol deduce afirmaciones de principio. La elección de cada cristiano es una decisión personal de Dios. De aquí que "a los ojos del mundo" sorprenda la clase de gente que conforma la comunidad cristiana. De hecho, Pablo parte de aquella corriente profética del Antiguo Testamento según la cual Dios invierte los valores de los hombres: el Señor no se complace en el poder y la fuerza, sino en la humildad y el servicio.

La única riqueza, el único motivo de gloria es Jesucristo, que ha sido dado por Dios gratuitamente. Así, pues, citando libremente el texto de Jeremías, Pablo afirma que el status social de la mayoría debe servir para comprender que sólo pueden gloriarse en el Señor.

J. M. GRANÉ
MISA DOMINICAL 1993/02


7. /1Co/01/18-31

Hay un tema que aparece con frecuencia en las cartas de Pablo: la debilidad del hombre y su auténtica humildad ante la acción de Dios y la obra redentora de Cristo. Por eso, el Apóstol considera el orgullo como la actitud prototípica de la necesidad humana. La salvación no es nunca el término de la acción del hombre, de su inteligencia y de su esfuerzo, sino iniciativa y culminación de la obra de Dios. El la comienza y él la lleva a cabo. Siguiendo este pensamiento, Pablo hace dos aplicaciones: una personal y referente a su ministerio de la palabra; otra comunitaria y centrada en la realidad de la Iglesia de Corinto.

Con una velada referencia al estilo culto de la predicación de Apolo, Pablo se adentra en el examen de la relación entre el lenguaje que usa en la predicación y su contenido. El criterio básico aparecía con claridad en la lectura de ayer: «sin elocuencia, para que no pierda su eficacia la cruz de Cristo» (v 17). Con esta afirmación, Pablo enseña que la cruz tiene un lenguaje propio y una sabiduría característica, incompatibles con cualquier forma de pensar y de hablar que debilite su fuerza. Cristo crucificado no puede ser manipulado ni por racionalismos tecnológicos ni por comportamientos sedientos de espectacularidad. Ni sabiduría humana ni signos llamativos. El descarnado lenguaje de la cruz, tal vez escandaloso para muchos, encierra la fuerza salvadora de la Pascua de Cristo.

La valoración que Pablo hace de la comunidad contrasta con la preocupación, hoy frecuente, de buscar hombres de valía personal para dar tono a las asambleas eclesiales. A juzgar por las palabras de Pablo, la comunidad de Corinto no estaba formada por hombres de grandes cualidades intelectuales o de una especial procedencia social. Pero el Apóstol, siguiendo el hilo de su razonamiento, da de ella una valoración definitiva y evangélica: Dios «eligió lo plebeyo del mundo... para anular a lo que existe» (v 28). El canto y la esperanza de los pobres que hacen descansar su existencia en la iniciativa de Dios, actitud constante en la Escritura, es para san Pablo la señal más clara de la elección que Dios hace cuando, por su palabra, se acerca a los hombres.

A. R. SASTRE
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 506