COMENTARIOS AL EVANGELIO
Mt 4, 12-23

Par.: Mc 1, 16-20

1.

En la presencia de Jesús en Galilea, Mateo ve el cumplimiento de la gran profecía mesiánica de Isaías. Jesús es la luz que brilla en las tinieblas. A un país desilusionado y sin horizonte Jesús le devuelve la ilusión y la esperanza. ¿Cómo? Haciendo presente el Reino de Dios, la vieja alternativa de la que Israel había sido portador en los remotos días de los Jueces, cuando Israel era distinto de los demás pueblos y vivía la pura alegría de vivir, porque Yahvé era el centro de gravedad de todo su quehacer histórico.

Ante esta alternativa que vuelve, Jesús pide un cambio radical de categorías. Este cambio empieza tomando cuerpo con el seguimiento de Jesús. Sígueme: así suena la invitación de cualquier líder de cualquier organización. Esta es también la invitación que Jesús nos hace. ¿Qué pasaría si, al igual que Pedro, Santiago y Juan, también nosotros la secundáramos? (Pedro y sus compañeros son llamados aquí a ser cristianos, no a ser apóstoles). Hacerlo equivaldría a tener una función social: "ser pescadores de hombres". De momento no conocemos el alcance de esta función.

Empezaremos a conocerla el próximo domingo. Hoy nos basta con dar un voto de confianza a un Jesús que sigue diciéndonos a todos y cada uno: Venid y seguidme. La experiencia tiene que ser fascinante.

DABAR 1978/11


2.

La situación es una invitación a marchar con Jesús en el más estricto sentido de la palabra marchar. Invitación a un proyecto y no a una renuncia. Invitación a hacer algo, no a dejar algo, a la ilusión y no a la tristeza, y que esta llamada se enmarca en los horizontes del mundo y no en las estrecheces de un enclave.

A. BENITO
DABAR 1987/11


3. REINO/DEI  REINO/DE/LOS/CIELOS

"Reino de los cielos" es lo mismo que "reino de Dios". Los judíos evitaban por respeto el nombre de Dios y en su lugar hablaban de "los cielos". La palabra "reino" evoca más bien una realidad estática, por eso sería preferible hablar de "Reinado de Dios".

El advenimiento de este reinado libera a los hombres de la esclavitud del pecado (1. 21). El reinado de Dios ha comenzado ya en JC, su Hijo, que ha venido al mundo para cumplir toda la voluntad del Padre. Cuando Dios sea "todo en todos" (/1Co/15/27ss), al fin de los tiempos, el Reinado de Dios llegará a su plenitud y se cumplirán todas las promesas mesiánicas, habrá paz y justicia y se manifestará que Dios ha querido reconciliar todas las cosas en la sangre de su Hijo. Mientras tanto, la Iglesia es la señal de que ya ha comenzado y está todavía en curso, el Reinado de Dios. Ella ha de proclamarlo y ha de ser en el mundo el instrumento de su continua actualización. Pero la Iglesia no es el mismo Reinado de Dios, antes al contrario, la gran tentación de la Iglesia es querer presentarse ante los hombres como si lo fuera. De ahí arrancan todos los triunfalismos que desconocen la eficacia de la cruz de Cristo.

EUCA 1987/06


4. DISCIPULO/CR. CR/RASGOS

"Y al instante le siguieron" El episodio se ubica a las orillas del lago, por donde Jesús caminaba y donde los hombres estaban entregados a su trabajo. La llamada de Dios llega a los hombres en su entorno corriente, en su puesto de trabajo. Ningún escenario "sagrado" para la llamada de los primeros discípulos; simplemente el paisaje del lago y el fondo de las duras tareas cotidianas. Nos encontramos con dos relatos paralelos; primero, la llamada de Pedro y Andrés, y, luego ("yendo más adelante"), la llamada de Santiago y de Juan. La repetición le permite al evangelista insistir en lo que le interesa. (...). Pero los rasgos esenciales -y que definen cabalmente la figura del discípulo (el resto del evangelio no hará otra cosa que precisarla)- son cuatro.

Primero: carácter central de Jesús. La iniciativa es suya (vio, les dijo, los llamó); no es el hombre el que se constituye a sí mismo discípulo, sino Jesús quien transforma al hombre en discípulo. Además: el discípulo no es llamado para asimilar una doctrina, ni siquiera ante todo para vivir un proyecto de existencia, sino para solidarizarse con un persona ("seguidme").

En primer plano está la adhesión a la persona de Jesús. Tan es así, que el discípulo evangélico no inicia un aprendizaje para convertirse a su vez en maestro; permanece siempre discípulo, y el Maestro es uno solo.

Segundo: el seguimiento de Jesús exige un profundo desprendimiento. La llamada de Pedro y Andrés y la llamada de Santiago y Juan están construidas siguiendo la misma estructura y con un vocabulario sustancialmente idéntico. Existe, sin embargo, una diferencia no despreciable; en el primer relato se dice que dejaron "las redes"; en el segundo, que dejaron "la barca y al padre". Tenemos, pues, un crescendo: desde el oficio a la familia. El oficio representa la seguridad y la identidad social; el padre representa las raíces de uno.

Tercero: el seguimiento es un camino. Partiendo de la llamada de Jesús, se expresa en dos movimientos (dejar y seguir), que indican un desplazamiento del centro de la vida. La llamada de Jesús no instala en un estado, sino en un camino.

Cuarto: el seguimiento es misión. Dos son las coordenadas del discipulado: la comunión con Cristo ("seguidme") y una carrera hacia el mundo ("os haré pescadores de hombres"). La segunda nace de la primera. Jesús no coloca a sus discípulos en un espacio separado y sectario; los envía por los caminos de los hombres.

Más adelante se comprenderá que el camino del discípulo es la cruz, lo cual significa que la ley que debe guiarle es la solidaridad universal.

BRUNO MAGGIONI
EL RELATO DE MATEO
EDIC. PAULINAS/MADRID 1982.Pág. 48


5. /Mt/04/12-17:

Estos versículos inauguran, en la versión de Mateo, el primer ministerio de Cristo en Galilea. Cristo encuentra en este momento de su vida la voluntad de su Padre en una serie de circunstancias. Entre ellas el mensaje y el ministerio del Bautista. Jesús acaba de hacerse bautizar por él (Mt 3, 13-17) porque advierte, sin duda, que está más próximo a la voluntad de Dios haciéndose discípulo del Bautista. Pero sus opciones se precisan todavía más: se hará rabí itinerante recogiendo la antorcha abandonada por Juan (v. 1; ya se advertirá la diferencia de este versículo con Mc 1, 14) pero considerando debía dejar Judea y el valle del Jordán, predilectos por Juan, para irse hacia las ovejas perdidas: las gentes del Norte y de Galilea.

* * *

Así, en el despertar de la conciencia de su misión, Cristo se encuentra en el papel de rabí predicando, fiel al mensaje de conversión del Bautista (cf. v. 17, comparado con Mt 3, 2), pero decidido a llevar ese mensaje, si no a los paganos propiamente dichos, al menos a unos judíos de tal forma implicados en las tinieblas del paganismo, que ya no tienen de judío más que el nombre.

Mateo es particularmente sensible a esa intención universalista que aparece ya en la primera opción de Jesús.

Siente la necesidad de justificarla a sus contemporáneos que creían que el Reino sería tan sólo anunciado a los judíos que habían permanecido más puros. He aquí la razón por la que el primer evangelista introduce los vv. 13-16 y la cita de Is 8, 23-9, 1. Por otro lado, modifica ligeramente esa cita introduciendo en ella la palabra "sentados" en las tinieblas (v. 16), como para reforzar más aún la impresión de que las regiones sirio-palestinenses están realmente incrustadas en el paganismo.

Así, la fidelidad de Cristo al mensaje del Bautista se complementa con una gran autonomía respecto a su maestro esenio.

No quiere reunir en torno a Sí sólo a los "puros" que se reunían en torno al Bautista, ni a los discípulos perfectamente sumisos agrupados alrededor de los doctores y de los sabios. Quiere que su mensaje alcance a todo el mundo y en cualquier situación que cada cual se encuentre. Por eso no duda en romper con Juan, no sobre el fondo del mensaje, sino sobre la manera de predicarlo.

Deja Judea, no impone un rito bautismal y se hace ambulante para estar seguro de encontrar a todos los hombres y todas las situaciones en que se puedan encontrar. Evidentemente, Cristo toma conciencia del universalismo de su mensaje y sabe adoptar los medios más adecuados para encontrarle el máximo de posibilidades.

* * *

Dentro del marco de las circunstancias que se imponen a él y orientan su elección, Cristo se decide, pues, en favor del plan universalista de Dios. Y no se contenta con forjarse una formulación intelectual, sino que inmediatamente que puede adopta las disposiciones requeridas para trasladar esa idea a conducta, no dudando para ello en realizar las necesarias rupturas respecto a las comunidades de "puros" y respecto a los "practicantes" de Judea. Las exigencias misioneras actuales, ¿no deberían impulsar a nuestras parroquias y a nuestras asambleas eucarísticas a despojarse un tanto para abrirse a quienes no se sienten afectados por el mensaje cristiano?

MAERTENS-FRISQUE
NUEVA GUIA DE LA ASAMBLEA CRISTIANA I
MAROVA MADRID 1969.Pág. 288


6.

En el evangelio de hoy podemos distinguir claramente tres partes: a) la presentación de Jesús que predica en Galilea; b) el mensaje que predica; y c) la elección de los discípulos.

a) La actividad de Jesús empieza cuando Juan fue "entregado" (más que "arrestado"): su misión de precursor termina de modo semejante a la del propio Jesús. Ante esta noticia Jesús se retira a la región de Galilea, estableciendo en Cafarnaún el centro de su actividad.

La predicación de Jesús se inicia en la "Galilea de los gentiles", es decir, en una región donde la situación religiosa del pueblo era más precaria, debido a una gran cantidad de población pagana. Los primeros destinatarios de la predicación de Jesús van a ser, por tanto, los que están más necesitados de ella, y los que aún no conocen la "luz" de la revelación porque viven en las "sombras" del paganismo. Y, a través de estos paganos, la predicación de Jesús se dirige a todas las naciones.

b) El mensaje de Jesús es el mismo que Mateo pone en labios del Bautista: "Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos" (Mt 3,2). Aunque las palabras sean las mismas, el evangelista Mateo nos irá mostrando que el contenido no es idéntico. Subrayemos, en primer lugar, que Jesús no vincula la conversión a un bautismo, ni se pone a predicar en el desierto, sino entre la gente de su pueblo. Estas palabras de Jesús no son más que el inicio de su ministerio de la palabra, que los siguientes capítulos de Mt irán desarrollando. El mensaje de Jesús se resume en esta frase: está cerca el Reino de los cielos. El Reino de Dios (o de los cielos), expresión ya existente en el pueblo de Israel, se contrapone a todos los demás reinos o poderes humanos que pretenden un dominio total sobre el pueblo de Israel -también al poder que se ofrecía a Jesús en sus tentaciones-, y expresa el deseo de que sea Yahvé quien reine. Este reinado de Dios, dice Jesús, "está cerca"; de hecho comenzó ya con El: Dios reina ya en Jesús y quiere reinar en cada hombre. Esto tiene una exigencia práctica muy concreta: convertíos.

c) Estrechamente unido a la proclamación del mensaje, vemos el seguimiento de los discípulos (Mt y Mc nos lo presentan de forma muy esquemática, y no sabemos qué tiempo transcurrió entre el inicio de la predicación y la elección de los discípulos). De todos modos, lo que más nos interesa es el significado de la expresión "seguir a Jesús": en primer lugar se trata de una llamada personal hecha por el propio Jesús que en el evangelio de hoy va seguida por una respuesta inmediata; para los discípulos esto supondrá ser -como Jesús- testigos del Reino de Dios. Habrá también mucha gente que, atraídos por la autoridad de su palabra o por sus curaciones (cfr. 4,25) seguirá a Jesús; pero el propio Jesús les hará caer en la cuenta de que ser discípulo significa olvidarse de sí mismo, cargar la propia cruz y seguirle (cfr. 16,24).

JOSEP ROCA
MISA DOMINICAL 1981/02