LA VIDA ES PROLOGO DE LA MUERTE, PARA CRISTO FUE PURA PASIÓN

La muerte de Jesús no se puede comprender al margen de su vida pública. Murió como consecuencia lógica de su proceder, vivió de tal forma que se ganó la muerte. Sabía que se jugaba la vida y no temió perderla, prefirió ser consecuente antes que cobarde. Vivió apasionadamente y murió de la misma forma, en él todo fue pasión. Le perdió el respeto a la muerte y venció el temor que impide vivir con arraigo el presente. Sólo se puede vivir con intensidad el momento presente cuando uno olvida los juicios, las historias, del pasado y deja de lado los prejuicios, las histerias y temores, del futuro . (El pasado es como la prensa de ayer: se lee y luego con ella hacemos un paquete para ser echado al cubo de lo que se recicla; de ella no se pierde nada, pero no la volvemos a leer, nos interesa en la medida en que es actualidad. Y el futuro es una novela por escribir, la iremos escribiendo poco a poco, página a página, es un quehacer, un porvenir que nos irá sorprendiendo en la medida en que lo vivamos. Lo que importa es el presente. Cuando la nostalgia del pasado ocupa el puesto de la esperanza del futuro la crisis del presente está servida.

Para Jesús la muerte no fue el límite; sino el trampolín, el reto para la vida y la libertad. Ésta es la gran lección que el Maestro nos dejó: La vida es pura pasión. Sirve para ser invertida en favor de los demás; no es nuestra, no nos pertenece, somos nosotros los que le pertenecemos, por eso no nos la podemos apropiar y guardar para nosotros mismos. («Quien guarde su vida la perderá. . . » /Mt/10/39 /Mc/08/35 /Lc/09/24).

La vida sirve para desvivirse en ella. La recobramos en la medida en que la perdemos, perderla es ganarla. Vivir es el juego del que pierde, gana. Quien interpreta así la vida crece en libertad y puede ser fiel en cada instante de su existencia; sabe que lo puede ganar todo y no teme perder nada.

La vida no se vende al mejor postor, sino al que apuesta por ella. Quien vende su vida pierde su historia; es como un polichinela en manos ajenas. Tan solo hay dos formas de ser y estar en este mundo: viviendo tú la vida o dejando que otros te la dicten y vivan. O eres autor y actor de tu propia existencia o serás un pasivo representante de la misma. (O vas de intérprete o de comparsa). Quien apuesta en este juego a favor de la vida no se vende al mejor postor.

El cristianismo no es una bella teoría, sino una «praxis», una forma concreta de vivir. Por otra parte, a Jesús lo juzgaron y condenaron los sumos sacerdotes, los senadores y los letrados, nosotros los cristianos no debemos juzgar a nadie y menos condenarlo porque la verdad no se defiende condenando errores, sino viviendo en consecuencia con lo que se cree.

BENJAMIN OLTRA COLOMER
SER COMO DIOS MANDA
Una lectura pragmática de San Mateo
EDICEP. VALENCIA-1995. Págs. 142-143