Con María... vivimos la Pascua
1. COMUNIDAD DE COMUNIDADES
Tras
la Resurrección de Jesús, llenos del Espíritu Santo y acompañados por la
Virgen María, los discípulos de Jesús se reunieron formando comunidad.
Anunciaron el Evangelio, y, donde quiera que iban, fundaban pequeñas
comunidades de fe, esperanza y amor, centradas en Jesucristo y dedicadas a la
Palabra de Dios, a la oración, la vida fraterna y al servicio. Compartían sus
bienes y velaban por que ninguno pasara necesidad. Se organizaron como miembros
útiles de un mismo cuerpo; unidos en un mismo espíritu se distribuyeron
funciones y servicios. Como piedras vivas de un único Templo, cada uno cumplía
su función. Se prestaban mutuo auxilio, y celebraban con gozo la Cena del Señor.
Eran la alegría del pueblo, y motivo para que muchos acogieran la fe en el Señor.
2. EN DECIDIDA OPCIÓN POR LA VIDA.
A
imitación de Jesús, los primeros cristianos se pusieron al lado de los débiles:
Curaron a los enfermos, liberaron con la fuerza de Cristo a los que estaban
oprimidos, acogieron a pecadores convertidos, atendieron huérfanos y viudas y
se extendieron como familia principalmente entre los despreciados de la tierra.
Hicieron colectas en favor de las comunidades pobres; repartieron sus bienes
entre los más necesitados, y se lanzaron por el mundo entero a transmitir la
Vida y la Verdad.
Llenos
del Espíritu Santo, soportaron arrestos, tortura, frío, hambre, calumnias,
persecuciones y martirio. Pero, a imagen del Maestro, respondieron bien por mal.
Embriagados de Esperanza, no temieron a la muerte. Fortalecidos en el Amor de
Cristo donaron sus vidas, para que el mundo tenga Vida y la tenga en abundancia.
3. CON ESPERANZA EN LA VIDA NUEVA
Estamos
iniciando un nuevo siglo, un nuevo milenio. Estos años anteriores han sido de
mucho sufrimiento para nuestro pueblo. Uno a uno, los grandes imperios, como
aves de rapiña, nos han ido despojando de los bienes, de la vida, la cultura,
la libertad y de la paz.
Pero
nuestro pueblo, a pesar de su sufrimiento, ha sabido mantenerse como pueblo de
esperanza. Nuestra gente sencilla, con Pablo recuerda, que ni la angustia, ni el
hambre, ni la desnudez, ni la persecución, ni la espada podrán apartarnos del
amor de Dios manifestado en Cristo Jesús (cf. Rom. 8).
Hemos
de promover la esperanza. Con los pies en el suelo, la Biblia en la mano, los
ojos en la realidad y el corazón en el pueblo, haremos de nuestro patria esa
Tierra Nueva donde habite la justicia.
Y para esto nos anima la certeza de que María, que acompañó a Jesús desde su concepción hasta la cruz, nos estará acompañando para que la entrega de su Hijo, dé abundante fruto entre nosotros.
FRATERNIDAD
CARMELITANA
Parroquia Santa María del Carmen
Barrio 12 de Octubre
Medellín – Col
A.A. 7342
Correo-e:
karmel@epm.net.co