CELEBRACIONES DEVOCIONALES DEL VIERNES SANTO

 

VIA-CRUCIS 

1. El Via Crucis sigue siendo un modo de oración muy válido, sobre todo en las últimas semanas de la Cuaresma, cuando la atención de la comunidad cristiana se centra en la Pasión de Cristo.

Es un ejercicio piadoso que tiene como tema de meditación y oración el mismo que la liturgia: la muerte salvadora de Jesús, su entrega pascual. Eso sí, tiene una pedagogía distinta: las «estaciones», imitando el camino de Jesús hacia la Cruz; lecturas bíblicas; oraciones más libres; estrofas de algún canto adecuado; momentos de silencio reflexivo. Tanto si se hace en la iglesia como en un espacio abierto, el Via Crucis puede ser una buena experiencia de oración y una preparación válida para la celebración de la Pascua. No es extraño que, históricamente, esta clase de oración caminante tuviera su origen en Jerusalén, donde los peregrinos pronto empezaron a querer seguir las huellas del camino de Jesús hacia el Calvario, a lo largo de la «Via dolorosa". Pero, al correr de los siglos, también en otros lugares se quiso imitar este ejercicio piadoso. Reflexionar y orar en torno a la muerte de Cristo ha sido siempre una de las dimensiones más populares de la fe cristiana.

La estructura actual de las catorce estaciones tomó forma en el siglo XVIII, pero siempre había existido un margen de flexibilidad en esta oración. En un tiempo como el nuestro, en el que incluso las formas más importantes de oración, por ejemplo las plegarias eucarísticas, han sido objeto de profunda revisión eclesial, no es extraño que también al Via Crucis le haya afectado este deseo de renovación.

Los criterios que poco a poco han ido prevaleciendo, por iniciativa privada y a veces también por orientaciones magisteriales (aunque por tratarse de algo que no es celebración litúrgica no sean tan oficiales), se puede decir que son estos:

a) dar importancia a las escenas que aparecen en el evangelio, y relativizar otras: así, permanece el recuerdo del Cireneo que ayuda a Jesús y su encuentro con las mujeres, y desaparece de las estaciones la escena de la Verónica. Desaparece también el encuentro de María con su Hijo durante el camino, mientras que se tiende a recordar con una estación su presencia con Juan al pie de la Cruz;

b) se evitan los duplicados: las tres caídas de Jesús, quedan reducidas a una;

c) se tiende a iniciar el camino de la cruz, no en la escena de la condena a muerte por parte de Pilato, como antes, sino en la Ultima Cena (que ya fue anticipo sacramental de la muerte de Cristo) o al menos en su agonía en Getsemaní; d) también hay una opción bastante constante, de no terminar el Via crucis en la escena del sepulcro, sino en la resurrección; aunque sea «el camino de la cruz», pero se quiere concluir con la perspectiva de la nueva vida a la que pasa Cristo;

e) se han privilegiado las lecturas biblicas, aunque también tienen cabida las reflexiones más personales; en el Via Crucis del Viernes Santo, el Papa ha ido invitando a personas concretas a preparar y pronunciar las reflexiones y oraciones que les parecieran convenientes: el 1993, a una religiosa católica italiana; el 1994, a un patriarca ortodoxo; el 1995, a una monja protestante suiza...

Con estos criterios, se suele configurar ahora el Via Crucis de forma distinta. Reproducimos aquí el que se celebró en Roma en 1983, con motivo del Año Santo, tal como publicamos hace años en el Dossier CPL 33, Via Crucis.


Via Crucis tradicional 
1. Jesús condenado a muerte 
2. Jesús carga con la cruz 
3. Jesús cae por primera vez 
4. Encuentro con su madre 
5. El cireneo 
6. La Verónica 
7. Cae por segunda vez 
8. Mujeres de Jerusalén 
9. Cae por tercera vez 
10. Despojado de vestidos 
11. Clavado en la cruz 
12. Muerte de Jesús 
13. Bajado de la cruz 
14. Sepultado 

Via Crucis más actualizado 
1. La Ultima Cena (Mt 26, 20-29) 
2. Agonía del huerto (Lc 22,41-46) 
3. Arresto de Jesús (Mt 26,47-56) 
4. Ante el Sanedrín (Mc 14,53-65) 
5. Pedro le niega (Mc 14,66-72) 
6. Ante Pilato (Jn 18,28-38) 
7. Flagelación (Mc 15,15-19) 
8. Condenado a muerte (Mt 27,12-15.26) 
9. Cireneo y mujeres (Lc 23,26-32) 
10. Crucifixión (Mc 15,22-30) 
11. Palabras de Cristo (Lc 23,34) 
12. Muerte de Jesús (Jn 19,31-34) 
13. Sepultura (Lc 23,50-56) 
14. Resurrección (Mt 27,62-66; 28,1-7)

En ocasiones sucesivas, en el Via Crucis "del Papa", se han variado algunas estaciones: a veces se omiten la Ultima Cena y la Resurrección, y se introducen la traición de Judas, la fe del buen ladrón y la presencia de María y Juan al pie de la Cruz. Una de estas versiones modificadas se publicó en Vía crucis antiguo y nuevo (colección Celebrar, 36).

El Via Crucis bien hecho nos ayuda:

- a meditar en la Pasión de Cristo, valorando la seriedad de su entrega redentora,

- a interpretar la historia contemporánea de la Humanidad como participación en este camino doloroso de Cristo,

- a solidarizarnos personalmente cada uno de nosotros tanto con el camino de Cristo como con el de la Humanidad: para dar esta dimensión de entrega pascual también a nuestra existencia, con sus fatigas y dificultades. Se trata de "concelebrar" con Cristo y con todos los hombres el misterio de la cruz: "tome su cruz y sígame".

J. ALDAZABAL
MISA DOMINICAL 1996, nº 4


 

2. VIA CRUCIS SEGÚN LOS RELATOS EVANGÉLICOS

Manuel Martín de Nicolás
Alfonso Sánchez-Rey López de Pablo  

QUÉ ES EL VIA CRUCIS

"Via crucis" son dos palabras latinas cuyo significado podría traducirse como "camino de la cruz". Condenado a muerte y cargado del madero, que había de ser el instrumento de nuestra redención, Jesús hizo este itinerario de dolor desde el pretorio de Pilato hasta el monte Calvario (Mt 27, 22-61; Mc 15; Lc 23; Jn 19). Era el primer Viernes Santo. Hoy, el recuerdo entrañable de estos momentos de la vida de Jesús se ha convertido en oración. El Via crucis es, para muchos cristianos, un ejercicio de piedad lleno de contenido y de cariño agradecido. Consiste en seguir espiritualmente este mismo trayecto, deteniéndose ante 14 escenas o estaciones para meditar los sufrimientos de Jesucristo y unirse interiormente con Él.

Nuestro propósito es ofrecer un instrumento, no sólo para la oración vocal, sino que pueda ayudar a la meditación personal, a la reflexión sobre el misterio de la redención y sobre todo al diálogo intimo con el Señor. Intenta ser un medio para la oración personal o comunitaria, sobre todo en momentos fuertes en que la Liturgia nos invita a asociarnos a la Pasión del Señor, por ejemplo en los viernes de Cuaresma, o el Viernes Santo. El Via crucis, que aquí proponemos, no contiene las "estaciones tradicionales", sino las que siguió el Papa Juan Pablo II por primera vez en 1991 en el Via crucis que cada año se celebra el Viernes Santo en el Coliseo romano.

Las "estaciones" están tomadas de los relatos evangélicos de la Pasión, y han sido suprimidas las que carecían de referencia bíblica precisa.

CÓMO REZAR EL VIA CRUCIS

Para ayudar a vivir con fruto estos momentos de especial trato con Jesús, en cada una de las estaciones hemos preparado un esquema concreto: * enunciado de la estación; * presentación o monición que encuadra la escena; * texto evangélico correspondiente, con la cita de los lugares paralelos; * comentario al pasaje de la Escritura; * oración que pretende tener un tono de súplica.

Cuando rezamos el Via crucis, después del enunciado de cada una de las estaciones se puede decir:

V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R/ Porque con tu santa cruz redimiste al mundo

Después se suele rezar un Padrenuestro y un Avemaría. Finalmente, antes de comenzar la siguiente estación, y para mover nuestro espíritu de penitencia, de reparación, de asociarnos a la redención de Cristo, podemos decir:

V/ Señor pequé.
R/ Tened piedad y misericordia de mi.

 

NUESTRA DISPOSICIÓN INICIAL

Vamos a comenzar este rato de oración siguiendo el Via crucis. Acompañamos a Jesús en el camino que recorrió hasta llegar al calvario. Queremos seguir los pasos del Hijo de Dios que, con su muerte, y su resurrección nos obtuvo la Vida para siempre. Para poder profundizar y entender la Pasión del Señor, es necesario tener en cuenta estos tres elementos: * un hecho: "padeció", "sufrió", "murió", * una finalidad: "por nosotros", "por nuestros pecados", "por nuestra salvación", * un móvil: "el amor a nosotros", "la obediencia y amor al Padre".

Jesús pasó por el mundo haciendo el bien. Mostró el rostro del amor de Dios a todos los hombres. Toda su vida fue de entrega amorosa, pero quiso rubricarlo de tal forma que no dejara lugar a dadas, y así lo manifestó en los últimos momentos de su vida: "habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1), hasta no poder más. Si no hay mayor prueba de amor que "el dar la vida por los amigos" (Jn 15, 13), Él nos ha demostrado que es el mejor amigo: padeció y se entregó por nosotros, por ti y por mi.

Nos disponemos a acompañar a Jesús en su camino hacia el Calvario. Estamos llenos de agradecimiento por su amor a nosotros, y al mismo tiempo nos duele haberle hecho sufrir tanto con nuestros pecados. Con estos sentimientos nos preparamos en unos momentos de silencio y oración.

 ORACIÓN PREPARATORIA

Jesús, estamos aquí ante Ti, dispuestos a acompañarte en este camino de amor y sufrimiento redentor. Queremos meditar los acontecimientos que viviste tan intensamente y por amor a nosotros: desde la oración del huerto hasta tu muerte y sepultura. Nuestros pecados han sido la causa de tanto dolor. Por eso, te pedimos perdón y prometemos no ofenderte más.

María, Tú que siempre estuviste cerca de tu Hijo, ayúdanos a "tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús". Tú, que permaneciste fiel al pie de la cruz, muéstranos el camino de la fidelidad.


 

3. Sencillo Vía Crucis, compuesto por la Madre Teresa de Calcuta para los jóvenes del mundo, con motivo de la clausura del Congreso Eucarístico Internacional de 1976

Vía Crucis de la Madre Teresa de Calcuta

Un recorrido por la Pasión de Cristo, de ayer y de hoy

Oración

Señor, ayúdanos para que aprendamos a aguantar las penas y las fatigas, las torturas de la vida diaria; que tu muerte y ascensión nos levante, para que lleguemos a una más grande y creativa abundancia de vida. Tú que has tomado con paciencia y humildad la profundidad de la vida humana, igual que las penas y sufrimientos de tu cruz, ayúdanos para que aceptemos el dolor y las dificultades que nos trae cada nuevo día y que crezcamos como personas y lleguemos a ser más semejantes a ti.

Haznos capaces de permanecer con paciencia y ánimo, y fortalece nuestra confianza en tu ayuda. Déjanos comprender que sólo podemos alcanzar una vida plena si morimos poco a poco a nosotros mismos y a nuestros deseos egoístas. Pues sólo si morimos contigo, podemos resucitar contigo. Amén.

I. Jesús es condenado a muerte

Llegada la mañana todos los príncipes de los sacerdotes, los ancianos del pueblo, tuvieron consejo contra Jesús para matarlo, y atado lo llevaron al procurador Pilato (Mt 27, 1-2) El pequeño niño que tiene hambre, que se come su pan pedacito a pedacito porque teme que se termine demasiado pronto y tenga otra vez hambre. Esta es la primera estación del calvario.

II. Jesús carga con la cruz

Entonces se lo entregó para que lo crucificasen. Tomaron, pues, a Jesús, que llevando la cruz, salió al sitio llamado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota (Jn 19, 16-17). No tengo razón? Muchas veces miramos pero no vemos nada! Todos nosotros tenemos que llevar la cruz y tenemos que seguir a Cristo al Calvario, si queremos reencontrarnos con Él. Yo creo que Jesucristo, antes de su muerte, nos ha dado su Cuerpo y su Sangre para que nosotros podamos vivir y tengamos bastante ánimo para llevar la cruz y seguirle, paso a paso.

III. Jesús cae por primera vez

Dijo Jesús: El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y sígame, pues el que quiera salvar su vida la perderá: pero el que pierda su vida, ese la salvará (Mt 16,24) En nuestras estaciones del Via Crucis vemos que caen los pobres y los que tienen hambre, como se ha caído Cristo. Estamos presentes para ayudarle a Él? Lo estamos con nuestro sacrificio, nuestro verdadero pan? Hay miles y miles de personas que morirían por un bocadito de amor, por un pequeño bocadito de aprecio. Esta es una estación del Via Crucis donde Jesús se cae de hambre.

IV. Jesús encuentra a su Madre

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí (Lc 1, 45-49). Nosotros conocemos la cuarta estación del Vía Crucis en la que Jesús encuentra a su Madre. Somos nosotros los que sufrimos las penas de una madre? Una madre llena de amor y de comprensión? Estamos aquí para comprender a nuestra juventud si se cae? Si está sola? Si no se siente deseada? Estamos entonces presentes?

V. El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz

Cuando le llevaban a crucificar, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que venía del campo y le obligaron a ayudarle a llevar la cruz (Lc 23, 26). Simón de Cirene tomaba la cruz y seguía a Jesús, le ayudaba a llevar su cruz. Con lo que habéis dado durante el año, como signo de amor a la juventud, los miles y millones de cosas que habéis hecho a Cristo en los pobres, habéis sido Simón de Cirene en cada uno de vuestros hechos.

VI. La Verónica limpia el rostro de Jesús

Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me distéis de beber (Mt, 25,35). Con respecto a los pobres, los abandonados, los no deseados, somos como la Verónica ? Estamos presentes para quitar sus preocupaciones y compartir sus penas? O somos parte de los orgullosos que pasan y no pueden ver?

VII. Jesús cae por segunda vez

Quiénes son mi madre y mis parientes? Y extendiendo su mano sobre sus discípulos dijo Jesús: he aquí a mi madre y a mis parientes quienquiera que haga la voluntad de mi Padre (Mt 12, 48-50). Jesús cae de nuevo. Hemos recogido a personas de la calle que han vivido como animales y se murieron entonces como ángeles? Estamos presentes para levantarlos También en vuestro país podéis ver a gente en el parque que están solos, no deseados, no cuidados, sentados, miserables. Nosotros los rechazamos con la palabra alcoholizados. No nos importan. Pero es Jesús quien necesita nuestras manos para limpiar sus caras. Podéis hacerlo?, o pasaréis sin mirar?

VIII. Jesús consuela a las mujeres

Le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres, que se lamentaban y lloraban por Él. Vuelto hacia ellas les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos (Lc 23, 27-28). Padre Santo, yo rezo por ellas para que se consagren a tu santo nombre, santificadas por Ti; para que se entreguen a tu servicio, se te entreguen en el sacrificio. Para eso me consagro yo también y me entrego como sacrificio con Cristo.

IX. Jesús cae por tercera vez

Os he dicho esto para que tengáis paz conmigo. En el mundo tendréis tribulaciones, pero confiad: yo he vencido al mundo (Jn 16, 33). Jesús cae de nuevo para ti y para mí. Se le quitan sus vestidos, hoy se le roba a los pequeños el amor antes del nacimiento. Ellos tienen que morir porque nosotros no deseamos a estos niños. Estos niños deben quedarse desnudos, porque nosotros no los deseamos, y Jesús toma este grave sufrimiento. El no nacido toma este sufrimiento porque no tiene más remedio de desearle, de amarle, de quedarme con mi hermano, con mi hermana.

X. Jesús es despojado de sus vestiduras

Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, haciendo cuatro partes, una para cada soldado y la túnica (Jn 19,23) Señor, ayúdanos para que aprendamos a aguantar las penas, fatigas y torturas de la vida diaria, para que logremos siempre una más grande y creativa abundancia de vida!

XI. Jesús es clavado en la cruz

Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí con dos malhechores Jesús decía: padre, perdónales porque no saben lo que hacen (Lc 23, 33). Jesús es crucificado. Cuántos disminuidos psíquicos, retrasados mentales llenan las clínicas! Cuántos hay en nuestra propia patria. Les visitamos? Compartimos con ellos este calvario? Sabemos algo de ellos? Jesús nos ha dicho: Si vosotros queréis ser mis discípulos, tomad la cruz y seguidme y Él opina que nosotros hemos de coger la cruz y que le demos de comer a Él en los que tienen hambre, que visitemos a los desnudos y los recibamos por Él en nuestra casa y que hagamos de ella su hogar.

XII. Jesús muere en la cruz

Después de probar el vinagre, Jesús dijo: Todo está cumplido, e inclinando la cabeza entregó el espíritu (Jn 19,30). Empecemos las estaciones de nuestro vía crucis personal con ánimo y con gran alegría, pues tenemos a Jesús en la sagrada Comunión, que es el Pan de la Vida que nos da vida y fuerza! Su sufrimiento es nuestra energía, nuestra alegría, nuestra pureza. Sin Él no podemos hacer nada.

XIII. Jesús es bajado de la cruz

Al caer la tarde vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era discípulo de Jesús tomó su cuerpo y lo envolvió en una sábana limpia (Mt 27, 57.59). Vosotros jóvenes, llenos de amor y de energía, no desperdiciéis vuestras fuerzas en cosas sin sentido!

XIV. Jesús es sepultado

Había un huerto cerca del sitio donde fue crucificado Jesús, y en él un sepulcro nuevo, en el cual aún nadie había sido enterrado y pusieron allí a Jesús (Jn 19, 41-42). Mirad a vuestro alrededor y ved, mirad a vuestros hermanos y hermanas no sólo en vuestro país, sino en todas las partes donde hay personas con hambre que os esperan. Desnudos que no tienen patria. Todos os miran! No les volváis las espaldas, pues ellos son el mismo Cristo!


4. LAS CELEBRACIONES DEVOCIONALES DEL VIERNES SANTO

Nuestras celebraciones no propiamente litúrgicas de la Semana Santa, sobre todo las del Viernes Santo, son oportunidades que se nos ofrecen para meditar y comprender mejor el misterio de nuestra salvación. Realizamos procesiones y escuchamos explicaciones catequéticas sobre la pasión del Señor, que son acompañadas por nuestra oración. Estas celebraciones constituyen una especie de marco religioso general, referido todo a la celebración propiamente litúrgica del día. Son una excelente oportunidad para realizar una buena catequesis bíblica, principalmente acerca de la tradición cristiana de la pasión del Señor, como camino hacia la muerte salvadora.

Viacrucis

Con Jesucristo por el camino de la Cruz

El Viacrucis es seguramente la más antigua y la más hermosa de las devociones populares, con las cuales se ha hecho posible la meditación del evangelio de la pasión. Cuando se habló en el siglo IV del hallazgo de la cruz de Cristo, los peregrinos que llegaban a Jerusalén se encontraron ya con una tradición establecida que ligaba con determinados lugares los acontecimientos más importantes de la pasión del Señor. El peregrino hacía este recorrido para recordar piadosamente los principales hechos allí acaecidos. Las “estaciones” impresionaban fuertemente a los peregrinos, que recorrían la vía dolorosa hacia el lugar de la crucifixión. Los franciscanos fueron los que se preocuparon con el tiempo de divulgar esta práctica por todas partes, en especial en ciertos días del año litúrgico (Viernes de Cuaresma y el Viernes Santo.

El Viacrucis tradicional es un ejercicio devocional que combina la imagen y la idea, la acción exterior y la disposición interior, la verdad histórica y la creación del espíritu religioso.

Algunas de las estaciones del Viacrucis tradicional tienen como base los relatos evangélicos; otras no se encuentran directamente en la Sagrada Escritura, sino que han sido creación del amor y de la fe de los cristianos, que han querido reconstruir en muchos aspectos el camino de Jesús hacia la muerte. En este sentido hay que señalar el encuentro de Jesús con su Madre, o el gesto de la Verónica que enjuga el rostro sudoroso y ensangrentado del Mesías, o las repetidas caídas de Jesús bajo el peso de la cruz. Desde 1991 conocemos una propuesta nueva para la celebración del Viacrucis que recoge los episodios más centrales de los evangelios de la pasión.

Recomendaciones para la celebración del Viacrucis

*Para comenzar cada estación, como ha sido costumbre, conviene proclamar el título del episodio y recitar el responsorio tradicional: Adorámoste, Cristo, y te bendecimos, Porque por tu santa cruz redimiste al mundo!

*Debemos leer el texto evangélico. El evangelio de la pasión del Ciclo C es el de San Lucas, pero el evangelio de la pasión que se lee cada año el Viernes Santo es el de San Juan.

*No todos los episodios de la Pasión tienen la misma importancia ni ofrecen las mismas posibilidades de explicación. Por eso, es mejor pensar que unas estaciones deben ocupar más tiempo que otras.

*Una breve explicación del sentido propiamente dicho del texto y una breve referencia a las posibles situaciones de nuestra realidad, podrían ser una excelente catequesis.

*El silencio y la oración para el tiempo en el cual caminamos hacia la próxima estación deben ser combinados. Las oraciones no deberían ser fórmulas que recitamos solamente para llenar el tiempo: no propiamente rosarios, por ejemplo, sino plegarias, meditaciones, cánticos que tengan que ver con el episodio que recordamos.

Primera Estación:

Jesús en el huerto de los olivos (Lc 22-39-26; Jn 18,1)

La tradición de San Juan sólo nos ha recordado el episodio anecdótico de la venida de Jesús al huerto con sus discípulos. La tradición sinóptica, representada en nuestro caso por el evangelio de Lucas, nos recuerda el episodio del huerto como el escenario de un diálogo entre Jesús y sus discípulos y, sobre todo, como el escenario de una oración de Jesús, en la que se retrata de manera muy hermosa lo que fue su actitud interior ante los acontecimientos que habrían de tener lugar.

Jesús sufría intensamente: Mi alma está triste hasta morir (Mc 14,34), es decir, triste con una tristeza como de muerte, a lo que Lucas añade que el sudor le corría como gotas de sangre (Lc 22,44). La oración de Jesús es una hermosa palabra dirigida al Padre, en la que se deja percibir la angustia y el temor humanos, pero en la que se revela también la inmensa confianza inquebrantable que tiene en su Padre querido.

Segunda Estación:

Jesús, traicionado por Judas, es arrestado (Lc 22,47-54a; Jn 18,1-12) Los evangelios señalan que una tropa grande arrestó a Jesús. Pero tenía que aparecer también desde este episodio el compromiso de las autoridades judías y de las romanas en el proceso contra Jesús.

El papel de Judas, en el sentido de su colaboración con las autoridades que decidieron la suerte de Jesús, se puede comprender de alguna manera. El arresto tuvo lugar en medio de la noche tal vez porque los interesados temían la intervención de simpatizantes de Jesús. En el fondo, la tragedia que está en juego en la narración de este episodio es la traición del discípulo, querido y llamado también como los demás, por el Maestro. No deberíamos olvidar que no ha sido solamente Judas el que ha traicionado a Jesús.

Tercera Estación:

Jesús es condenado por el Sanedrín (Lc 22,54b.66-71)

El Sanedrín, la instancia judicial suprema de los judíos, se componía de 70 miembros, a los que se añadía uno, el Sumo Sacerdote en ejercicio.

Los evangelios sinópticos nos informan de la reunión del Sanedrín (Mc 14,53-65 y par.). Pero, ¿qué autoridad real tenía el Sanedrín en cuestiones judiciales y penales? Judea era, desde el año 6 d.C., una provincia imperial. La autoridad para aplicar la pena capital pertenecía en todas las provincias romanas al Prefecto, por lo tanto, también en esta provincia en la que había mucho malestar y riesgos de levantamientos.

¿Cuántos de nuestros hermanos, como Jesús, también han sido condenados sin un juicio justo? ¿Cuántos han sido víctimas de la justicia privada? ¿Cuántos como Jesús tampoco pudieron defenderse?

Cuarta Estación

Jesús es negado por Pedro (Lc 22,54b-62; Jn 18,15-18.25-27)

A pesar de las diferencias en los relatos, se puede señalar la coincidencia en algunos aspectos. Primero que todo el hecho de una triple negación, que puede tener que ver con las condiciones exigidas para la validez de un testimonio (tiene que ser confirmado por dos o tres testigos). Se enfatiza así la actitud de Pedro, que además maldice y jura. Es la debilidad del discípulo. Pero, en segundo lugar, el Mesías Jesús lo sostiene en la hora del fracaso. La palabra de Jesús es la gracia que nos libera de la cobardía ante el seguimiento de la cruz. En realidad Jesús es abandonado por sus discípulos. Los evangelios nos recuerdan la fidelidad de las mujeres, de manera muy especial, en el seguimiento de Jesús. No debemos escandalizarnos por la negación de Pedro porque lo que él hizo también lo han hecho actualmente muchos de los discípulos de Jesús.

Quinta Estación

Jesús es juzgado por Pilato (Lc 23,1-25; Jn 18,28-19,16)

El evangelio de Juan nos presenta un hermoso diálogo teológico entre Pilato y Jesús acerca de la verdad, por medio del cual se hace posible la precisión acerca del Reino de Dios, con el que está comprometido Jesús. Pilato cree estar juzgando a Jesús, mientras en realidad está siendo juzgado por la verdad. Al final, Pilato mismo termina por reconocer que Cristo es el rey, mediante el rótulo que coloca en la cruz, convirtiéndose así involuntariamente en un testigo de su autoridad, en cuanto Hijo del Hombre, para juzgar al mundo.

En nuestra patria no podremos conseguir la paz mientras muchos de nuestros hermanos sean explotados y tratados injustamente; mientras la justicia esté comprometida con el más fuerte, y las cárceles se llenen de personas que no tienen quien hable por ellas.

Sexta Estación

Jesús flagelado y coronado de espinas (Mc 15,15-20 (par en Mt 27,27-31; Jn 19,1-6a.)

Condenado a muerte, Jesús fue azotado por los soldados a quienes se les confió la ejecución. El relato más antiguo (Mc 15,15) menciona muy de paso esta tortura. El que era sometido a ella era desnudado, arrojado al suelo, atado a una columna. El número de azotes entre los romanos era de cuarenta; los judíos acostumbraban disminuir uno para no sobrepasar lo establecido.

El relato presenta luego la escena de la entronización de Jesús como rey de los judíos por los soldados, en la que se utilizaba irónicamente el ritual real. Pensemos en todas las personas que en nuestro tiempo han sido torturadas y masacradas, sin derecho a la defensa, por su compromiso evangélico con los hermanos que sufren.

Séptima Estación

Jesús carga con la cruz (Jn 19,16b-17 )

Juan nos dice que Jesús llevaba la cruz, y los sinópticos también lo suponen cuando mencionan al Cirineo que viene a ayudarle. El condenado a muerte de cruz tenía que arrastrarla hasta el lugar del ajusticiamiento. Se trataba sólo de la parte transversal (patibulum), mientras que la parte vertical estaba ya colocada sobre el suelo en el lugar de la ejecución. Jesús era inocente y, sin embargo, carga en la cruz con nuestros pecados. ¡Cuántas personas, en nuestro tiempo, deben cargar con la cruz de los crímenes que no han cometido.

Octava Estación

Jesús es ayudado por el Cirineo (Lc 23,26; Mc 15,21)

Por el camino se obliga a un transeúnte casual a tomar la cruz de Jesús. Probablemente Simón, como también Jesús, vivía en una aldea en los alrededores de la ciudad. Sorprende la enumeración de los varios detalles referidos a Simón. Desciende de Cirene, una de las cinco ciudades principales de Cirenaica (Africa del Norte). Allí había una respetable diáspora judía. Los cireneos tenían una sinagoga propia en Jerusalén. Simón es, por lo tanto, un judío de la diáspora, que había venido a Jerusalén como peregrino o sea había trasladado aquí en la ancianidad. De todos modos, el cristiano Simón es testigo del camino de la cruz de Cristo. No se dice que él estuviera presente también en la crucifixión y en la muerte. El tomar la cruz tiene importancia en el sentido del seguimiento del Maestro. Aunque fue obligado a tomar la cruz, su servicio fue considerado como ejemplar seguimiento del Mesías.

Cuando ayudamos a la viuda, al enfermo, a los huérfanos, a los desplazados, a todos los necesitados, estamos, como el Cirineo, ayudando a Jesús a llevar la cruz.

Novena Estación

Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén (Lc 23,27-31)

Es importante tener en cuenta la situación de la mujer en Israel en tiempos de Jesús. Al igual que en los pueblos del antiguo cercano oriente, la mujer era, en todos los aspectos, inferior al los hombres: las mujeres en Israel "no sobrepasan la puerta del patio" al decir de Filón de Alejandría; tampoco a las mujeres les estaba permitido hablar con los hombres en público; los derechos y deberes en el campo de la religión estaban limitados. Sólo partiendo del conocimiento del trasfondo de la época podemos apreciar plenamente la postura de Jesús ante la mujer (cfr. Lc 8,1-3; Mac 15,41 y par). Hablar de las mujeres que siguen a Jesús es un acontecimiento sin parangón en la historia de la época.

No sólo las mujeres de Jerusalén lloran por la injusticia que se cometió contra Jesús. Hoy, todas las mujeres tienen motivos para llorar por sus hijos o esposos muertos o secuestrados; por sus niños enfermos y desamparados, por los sufrimientos de sus vecinos y conocidos, pero, sobre todo, por las discriminaciones de que son víctimas.

Décima Estación

Jesús es crucificado (Lc 23,33-38; Jn 19,16b-24)

El lugar de la crucifixión fue el Gólgota el lugar de "La Calavera". Jesús soportó pacientemente la tortura. El relato evangélico interpreta este episodio a la luz del Salmo 22,19. Si se tiene en cuenta que el Gólgota quedaba cerca de los muros de la ciudad, se puede pensar en la presencia de curiosos, que se congraciaban con las autoridades y disfrutaban cínicamente, estas escenas.

Jesús, clavado en una Cruz, es al mismo tiempo que denuncia contra las injusticias que a diario se comenten, el signo de esperanza para los que este mundo considera derrotados. Sólo quien se compromete con el Reino, considera su propia cruz como una victoria.

Undécima Estación

Jesús promete su reino al buen ladrón (Lc 23,39-43) En la presentación que se hace de los dos malhechores crucificados con Jesús, Lucas opone dos tipos de personas que encarnan dos maneras de reaccionar ante la salvación que nos trae Jesús.

El buen ladrón ha sabido leer los signos de los tiempos y ha reconocido en el crucificado al Mesías que va a participar de la gloria en la resurrección. Los creyentes de la comunidad lucana ven aquí el perdón de Jesús, que está en el origen de la vida cristiana, y que han experimentado en el momento de su conversión. Nunca es tarde, nos recuerda Lucas, para volver a los caminos del evangelio. Cualquier día puede ser el hoy de la salvación.

Duodécima Estación

Jesús en la cruz, la madre y el discípulo (Jn 19,25-27)

Juan es el único que señala el episodio de la madre de Jesús y el discípulo amado, quienes lo acompañaron hasta el último momento. Jesús llama a la madre con el apelativo de "Mujer" como lo había hecho en las Bodas de Caná (2,4). En aquel momento no había llegado la hora, estaban en la antigua alianza; ahora cuando se va a inaugurar la nueva alianza, la comunidad antigua se identifica con la nueva.

María debe reconocer como descendencia suya esa nueva comunidad judía representada en el discípulo Juan y en María Magdalena, puesto que ellos han roto con la comunidad judía y han aceptado el amor de Jesús y en ellos a todos nosotros. La presencia de María al lado de la cruz es una invitación a todas las mujeres en el mundo que, como ella compartan los dolores de todos los que sufren, los otros Cristos. Un nuevo rostro se observa en el mundo cuando se piensa en tantas mujeres que, a pesar de sometidas y despreciadas por la sociedad, siguen abriéndose camino y, sin pretensiones, se dedican a trabajar para mitigar los sufrimientos de los que la sociedad ha abandonado.

Decimotercera Estación

Jesús muere en la cruz (Lc 23,44-49; Jn 19,28-37)

¿Cómo fue propiamente la muerte de Jesús? No es fácil decirlo. Los evangelistas han pintado, cada cual a su manera, la escena. La muerte de un hombre es siempre algo completamente personal e intransferible. También hay que decir esto de la muerte de Jesús. Pero algo es cierto: Jesús se durmió en su Abba, a cuya voluntad había entregado lleno de confianza toda su existencia.

Los detalles del no quebrantamiento de los huesos y de la lanzada están ciertamente cargados de significación teológica y han sido interpretados a la luz de las profecías. De todos modos conviene recordar la importancia que tiene la tipología pascual, para interpretar la muerte de Jesús, en el evangelio de Juan: Jesús es la Pascua, es decir, el cordero pascual o la encarnación de la salvación-liberación. Ante Jesús Crucificado, coloquemos hoy tantas y tantas personas inocentes que han sido asesinadas y abandonadas como fue abandonado Jesús en la Cruz.

Decimocuarta Estación

Jesús es puesto en el sepulcro (Lc 23,50-56;19,38-42)

El cadáver de Jesús fue sepultado la misma tarde de la crucifixión por José de Arimatea. Según el derecho romano, los cadáveres de los crucificados no eran sepultados, sino que se descomponían en la misma cruz y eran dejados para las aves de rapiña, o tal vez arrojados a un río. Con ello se completaba el ajusticiamiento, al borrar la memoria del ajusticiado.

José no era un discípulo de Jesús, aunque se dice que lo fue posteriormente. El día de la fiesta se convierte en un obstáculo para la sepultura, por lo cual se comprende que la sepultura de Jesús se haya realizado de manera extremadamente sencilla: José envolvió el cadáver en un lienzo y lo colocó en una tumba. María de Magdala se preocupó inmediatamente de la sepultura y la cuidó.

Cuando José de Arimatea pide a Pilato el cadáver de Jesús, actúa como judío piadoso, que obedece a la prescripción de Dt. 21,23: Su cadáver no debe permanecer colgado durante la noche. Tú lo tienes que sepultar necesariamente todavía de día, pues un ajusticiado es maldito de Dios. Tú no puedes manchar tu país, el que Yahveh, tu Dios, te ha dado como heredad.

Así se pone un punto final, aparentemente sombrío, a esta historia maravillosa. Pero no eran los hombres los llamados a poner el punto final a ella, sino que era Dios, el Padre de Jesús, el que tenía la verdadera última palabra. Por el contrario no todo se ha terminado sino que es ahora cuando comienza la hermosa historia de la vida.

Hoy no hay más estaciones. La próxima será la celebración misma de la vida definitiva del Crucificado, que ha sido glorificado y que por eso vive para siempre. La próxima estación será la Vigilia Pascual.

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