COMENTARIOS AL EVANGELIO
Jn 14, 15-21 

 

1. El texto de hoy da razón de las vivencias íntimas del cristiano y que se resumen en la  experiencia recíproca de amar y ser amado.

Amar a Jesús y ser amado por Jesús y por el Padre: he aquí el caudal inconfesable del cristiano, su fuerza y su certeza. Un caudal formado y acrecentado en la menuda vida diaria, en medio del alboroto y del silencio, a través de un sutil e invisible diálogo, un caudal que  nadie ve ni adivina, pero que corre siempre, apacible unas veces, impetuoso otras. De ahí  que el cristiano jamás se sienta solo ni tenga la sensación de vivir abandonado en medio de  un universo impremeditado. Como los viejos profetas del Antiguo Testamento, el cristiano es  un vidente en profundidad: ve y conoce a Jesús y al Padre, y experimenta su asistencia, su  defensa, su consuelo, su intercesión. Vive en su Espíritu y desde su Espíritu. Es, en  definitiva, una persona diferente, consciente de hallarse en el definitivo tiempo de gracia.

A. BENITO
DABAR 1990/29


2. PARÁCLITO. VERDAD: ES/VERDAD/V

La palabra "paráclito" es un término jurídico para designar al abogado defensor. Es el  Espíritu de la Verdad, entendida ésta sobre todo como aquello que hace vivir más que como  aquello que hace pensar. El testimonio vivo de los cristianos continúa la obra de Jesús y  presenta ante el mundo el rostro verdadero de Dios. Como dirá Pablo, Cristo vive por la fe  en nuestros corazones. 

EUCARISTÍA 1990/24


3. J/PRESENCIA  /Ef/03/17  /Mt/18/20.

Jesús es la vida de sus discípulos que han creído en él, que lo han dejado todo por él,  que le han seguido a todas partes, que le aman... Si Jesús muere, ¿cómo podrán vivir?  Sólo si Jesús resucita. Y esta es la promesa y el único consuelo que da Jesús a los amigos:  "Vosotros -les dice- viviréis, porque yo sigo viviendo". ¿Qué significa esto? Que la muerte  de Jesús es la entrega de su vida y el que da la vida la gana para él y para los que le  aman, que Jesús en su muerte da la vida por sus discípulos y a sus discípulos. La hora de  su despedida es la hora de su entrega: en adelante, privados de la presencia física del  maestro, los discípulos reciben la herencia del Espíritu Santo y el regalo inapreciable de la  nueva presencia de Jesús resucitado.

El amor de Jesús es más fuerte que la muerte, los que creen en él y le siguen no  quedarán desamparados: en el corazón de sus discípulos no quedará sólo un recuerdo del  maestro, pues Cristo vive por la fe en los que le aman y donde hay dos reunidos en su  nombre está él en medio de ellos.

EUCARISTÍA 1975/28


4.

Contexto. Jesús, a solas con la comunidad cristiana, con aquéllos que le han prestado su  adhesión después de haber salido del ámbito de la esclavitud religiosa. Cuando está a  punto de ir al lugar que le es propio (la cruz), ese ámbito espacioso del amor. Es el ámbito del Padre, que sólo sabe amar.

Sentido del texto. La ida de Jesús al lugar-ámbito que le es propio comporta  necesariamente su desaparición como persona física, empírica, tangible. La comunidad  cristiana está llamada a llenar este vacío físico. Su tarea consistirá en desplegar su sintonía  con Jesús. Un despliegue que nace como exigencia de su amor a Jesús. La comunidad  cristiana no obedece a unas normas externas, sino que se expresa en unas acciones  externas; expresa a través de ellas la enorme fuerza que posee gracias a su amor a Jesús.  Hasta ahora tenía la ayuda de la presencia física de Jesús. A partir de ahora tendrá la  ayuda de otra forma de presencia de Jesús. Una presencia cuyo símbolo es el viento: real,  muy real, pero que no puedes apresarlo (cfr. Jn. 3, 8). Por eso esta presencia no puede  entrar ni tener cabida en el mundo religioso, donde todo está apresado, formulado y  organizado. El mundo del que habla el autor del cuarto Evangelio es el mundo religioso  representado por los dirigentes judíos. Es el mundo que va a eliminar a Jesús. ¿Cómo ese  mundo va a tener idea del espíritu de Jesús? La comunidad cristiana, en cambio, sabe de  ese espíritu, porque sólo sabe de amor. Por eso, es ella quien puede percibir que Jesús  está vivo y en estrecho abrazo con el Padre precisamente en el momento (entonces, en  aquel día) en que está en la cruz. Esta es la vuelta de Jesús de la que se habla en el v. 18. 

Esta es la vuelta que el mundo de lo religioso no ve y que vosotros, los que os desvivís  unos por otros, véis. Este desvivirse (en el texto se llama cumplir los mandamientos) nace  del amor a Jesús (cfr. v. 15) y a su vez es la verificación de que se ama a Jesús (cfr. v. 21).  No se trata de un círculo vicioso, sino de una paradoja). Y es que quien posee el espíritu de  Jesús es probablemente la persona más paradójica de cuantas puedan existir. Desvivirse  porque se ha descubierto a Jesús; se descubre a Jesús porque uno se desvive: una  tensión necesaria. 

DABAR 1981/32


5.

Los mandamientos no son aquí en primer lugar un catálogo de preceptos semejante al de  la ley de Moisés.

Según el evangelista Juan (Jn 16,27; 1 Jn 2,3-6; 3,23), Dios pide al hombre dos actitudes  fundamentales: fe y amor. Esta respuesta del hombre al Evangelio comprende ya la  plenitud de la nueva ley. Una fe vivida en el amor y un amor operante por la obediencia  buscada a la Palabra del Señor constituyen aquella comunión de vida con Jesús que se  presupone para que se cumplan las promesas que él hace a sus discípulos. Numerosos  santos han subrayado en sus escritos este aspecto. "Ama y haz lo que quieras" (San  Agustín). "Jesús no tiene necesidad de nuestras obras, sino solamente de nuestro amor"  (Teresa de Lisieux).

La palabra "paráclito" es un término jurídico para designar al abogado defensor. Es el  Espíritu de la verdad, entendida ésta sobre todo como aquello que hace vivir más que como  aquello que hace pensar. El testimonio vivo de los cristianos continúa la obra de Jesús y  presenta ante el mundo el rostro verdadero de Dios. Como dirá Pablo, Cristo vive por la fe  en nuestros corazones. 

EUCARISTÍA 1993/25


6.

Leemos otro fragmento de los discursos de despedida. La primera afirmación de Jesús  relaciona el amor a él con "guardar sus mandamientos" (los "mandamientos" son el  mandamiento del amor). En el evangelio de Juan creer y amar constituyen una unidad  indivisible. Sólo puede decir que cree el que ama.

El Espíritu es presentado como el "defensor". Este evangelio es presentado como un  proceso contra Jesús. También sus discípulos sufrirán un juicio en su contra. Por eso  necesitan a alguien que les defienda. Por eso Jesús pide al Padre que les envíe este  defensor, que es el Espíritu de la verdad. Su presencia será permanente.

Después de la muerte y resurrección, Jesús no está presente de la misma manera que  antes de la muerte. Pero incluso aquellos que no han conocido a Jesús, si creen en él, lo  "verán", porque vivirán su misma vida 

Con todo, Jesús hace referencia a "entonces", aquel día es decir, al final de los tiempos,  cuando llegará a la plenitud su presencia, cuando se manifestará la comunión íntima entre  Jesús y el Padre, y los discípulos y Jesús.

El texto acaba recordando la relación amorosa entre el Padre, Jesús y los discípulos.  Esta relación es la que hace posible el conocimiento, la revelación de Jesús.

J. M. GRANÉ
MISA DOMINICAL 1993/07


7.

Jesús sigue despidiéndose y hablando del futuro sin él, pero con él. Jesús promete el  Espíritu Santo a sus amigos. Así, Jesús asegura que nunca les dejará solos. Les garantiza  que, desde el Padre, y a través del amor, estará siempre en sus amigos y que sus amigos  estarán siempre en él y en su Padre. 

La escena de hoy es para ser imaginada: un banquete de despedida, con testamento de  aquel que se despide. Cuando parece que todo acaba, se inicia una nueva relación, una  nueva vida basada en el servicio (13,13-17) y en el amor (15,12-15); servir y amar  gratuitamente, sin condiciones. 

La escena de hoy relaciona el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (la Trinidad) con los  discípulos (la Iglesia). Por la intervención de Jesús, el Padre enviará a los discípulos el  Espíritu Santo. El hecho de que el Padre dé el Espíritu Santo a los discípulos de su Hijo  Jesús, implica que quiere estar en ellos, como ellos están en el Hijo y el Hijo está en él. El  Espíritu une la Trinidad y los discípulos, y hace de la existencia de los discípulos una  existencia de comunión con Dios y entre nosotros. Pero los discípulos sólo recibirán el don  del Espíritu si se mantienen unidos a Jesús, si guardan su palabra, palabra que se ha  hecho relación (1,14), comida y bebida (6,55), donación libre por amor (10,17-18).  Jesús nos promete su presencia. No nos deja solos, porque quiere que vivamos la vida  que vive desde siempre al lado del Padre, una vida de comunión, una vida de amor en  plenitud, una vida libre y feliz para siempre. Por eso, el Padre nos dará el Espíritu, para que  éste haga manar de los corazones de los creyentes ríos de agua viva (7,38-39). El Espíritu  prometido transformará nuestros corazones para que sirvamos y amemos como Jesús, y  nos acompañará siempre en nuestro camino hacia la comunión con Dios y entre nosotros. 

Hoy Jesús se dirige directamente a los que buscamos la felicidad. (¿Qué buscáis? 1,38)  y a los que buscamos hallarlo vivo (¿A quién buscas? 20,15), y nos dice: Quien me ama,  guarda mis mandamientos. Amar a Jesús (= amar a Dios) y guardar sus mandamientos son  una única y misma cosa, son inseparables; no amamos a Dios (= Jesús) si no guardamos  sus mandamientos. 

Ahora bien, ¿cuáles son los mandamientos de Jesús? Son su palabra. Y su palabra es él mismo, su vida de servicio y su misión de amor, para que todos tengan vida y acojan la  verdad (el amor de Dios). Por tanto, se trata de creer en Jesús y seguir su ejemplo en el  servicio y en el amor desinteresados. 

JAUME FONTBONA
MISA DOMINICAL 1999/07/14