COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Hch 8. 5-8.14-17 

 

1.SAMARIA.

La primera persecución de los cristianos comenzó en Jerusalén contra el grupo de los  helenistas, en especial contra sus dirigentes. Esteban y Felipe eran, sin duda, helenistas  destacados, ambos habían sido elegidos por la comunidad para constituir con otros cinco  varones el equipo responsable de todo el grupo de los helenistas. Esteban es el protomártir  del cristianismo, Felipe mereció ser llamado "evangelista" por san Lucas (Hch 28. 1). 

Esteban murió en Jerusalén perdonando a sus verdugos lo mismo que Jesús; Felipe logró  escapar a Samaría y comenzar allí la evangelización de los gentiles. La sangre de Esteban y  la palabra de Felipe inauguran la misión de la Iglesia y la hacen efectiva más allá de las  fronteras del judaísmo. Y en aquella primera hora de la evangelización de las naciones se  demuestra ya lo que mucho más tarde reconocería san Agustín, que "la sangre de los  mártires es semilla del cristianismo".

Los judíos despreciaban a los samaritanos como si se tratara de un pueblo racial y  religiosamente degenerado. Los habitantes de Samaría, después de la cautividad de  Babilonia se habían mezclado sin miramiento alguno con los asirios y desde antiguo hacían  competencia a Jerusalén con otro santuario nacional en Siquén.

Con todo, los samaritanos se mantenían fieles a las enseñanzas del Pentateuco (los cinco  libros de Moisés) y esperaban al "salvador del mundo" (Jn 4. 42). La predicación del  evangelio en la "ciudad de Samaría" (esto es, en Siquén) significaba una condena del  racismo religioso de los judíos y la superación de las enemistades entre judíos y  samaritanos.

El autor subraya con énfasis la alegría que produce entre las gentes el anuncio de la  buena noticia.

De momento los apóstoles no tenían nada que temer en Jerusalén, pues la persecución  iba dirigida contra los cristianos helenistas.

Por eso se quedaron en la ciudad, mientras Felipe huía a Samaría para escapar al  control del sanedrín. Los apóstoles siguen de lejos la obra de Felipe, se sienten  responsables de la marcha del cristianismo y están preocupados. Es posible que tengan  sus temores ante el nacimiento de otras comunidades cristianas que podían perder el  contacto con la comunidad de Jerusalén. Por eso envían a dos delegados, a Pedro y a  Juan. Para comprender el sentido de esta visita, no debemos olvidar las tensiones entre los  dos partidos, "hebreos" y "helenistas". en el seno de la comunidad primitiva de Jerusalén.  Sin duda se trata de una visita de inspección.

Es claro que el bautismo de Felipe es el bautismo cristiano, en él se confiesa la fe en  Cristo y el hombre se compromete con la causa de Cristo. Ser bautizado en el nombre de  Jesús es entrar de lleno en la misión de Jesús. Sin embargo, este bautismo no se  administraba según la fórmula trinitaria que ya conocemos por Mt 28. 19.

La "imposición de manos" y la "oración sobre los fieles" constituyen el signo sacramental  de la comunicación del espíritu.

Con este gesto los apóstoles reconocen y confirman la obra de Felipe y celebran la unión  de todos los cristianos en un mismo espíritu.

EUCARISTÍA 1975/28


2.

Con el cap. 8 comienza la fase expansiva de la Iglesia fuera de Jerusalén (8. 1). El  anuncio del mensaje de salvación en Samaría da lugar a un movimiento de masas. No hay  que olvidar que toda Palestina vive entonces bajo una fuerte tensión y expectativa  mesiánicas. Felipe, lo mismo que antes Simón el mago, son los catalizadores de esta  expectación en la ciudad de Samaría (vs.6-8. 12-13). Motivo fundamental: los milagros y  prodigios que hacían (vs. 6-7. 11). Fallo fundamental: ausencia de una auténtica  disposición de fe por parte de la gente. "Creían a Felipe" (v. 12), exactamente igual que  antes habían creído al mago Simón. Peligro: cristianismo mágico, bautismo mágico, ritos  simplemente folklóricos. Resultado: en estas condiciones el bautismo no produce su efecto,  es decir, el Espíritu Santo no puede hacerse presente (v. 16). Consecuencias de esta  ausencia: cristianismo carente de dinamismo, ya que el Espíritu es la fuerza que capacita  para cumplir la tarea asignada a individuos y comunidades (Hech. 1, 8; 4, 8; 31; 5, 32; 6, 3;  7, 55; 9, 17. 31; 11, 24. 28; 13, 2. 4, 9; 15, 28; 16, 7; 20, 28; 21, 4. 11). Los de Samaria no  habían pasado de aceptar la palabra de Dios (v.14a), solamente habían quedado  bautizados en el nombre del Señor Jesús (v. 16b); les faltaba hacer activa esa palabra,  actualizar a Jesús. Todo este conjunto de hechos fue el que motivó la intervención benéfica  de los apóstoles. 

DABAR 1981/32


3.

Felipe, uno de los siete escogidos para la distribución de limosnas, va a predicar a  Samaria.

Les anuncia el Mesías, que los samaritanos también esperaban. Su palabra va  acompañada de la acción, la misma acción de Jesús: saca los espíritus malignos y da la  salud a los inválidos.

El resultado de la predicaci6n de Felipe es la alegría, tema típico de Lucas. Es la alegría  propia de los últimos tiempos, del momento en que Dios interviene decisivamente en la  historia humana.

Ante el resultado de la predicación de Felipe, los apóstoles envían a unos representantes  a confirmar en la fe a aquellos que han hecho caso de Felipe y han sido bautizados en el  nombre de Jesús. En este caso, la imposición de manos comporta recibir el don del  Espíritu.

El Salmo es una invitación a contemplar las maravillas de Dios, a admirarse por ellas y  dar gracias. Recuerda la maravilla fundamental del éxodo, pero recuerda sobre todo que  Dios continúa actuando sin negar nunca su amor a quien se dirige a él.

J. M. GRANÉ
MISA DOMINICAL 1993/07


4. IMPONER MANOS

Las manos, junto con la palabra, son uno de los medios más expresivos del lenguaje del  hombre. El gesto de poner las manos sobre la cabeza significa transmitirle a otro algo que  pertenece o está relacionado con la propia personalidad del imponente. Bíblicamente se  usa para transmitir una bendición (Gn 48,13-16), una cualidad peculiar (Nm 27,15-23; Dt  34,9), o incluso para traspasar la representación de la propia persona a la víctima del  sacrificio (Lv 1,4), o los pecados al chivo expiatorio (Lv 16,21). Jesús bendecía así (Mc  10,16) y curaba (Mc 8,23; Lc 4,40; 13,13).

Lo mismo hacen sus discípulos (Mc 16,18). La transmisión del Espíritu por parte de quien  lo posee también se efectúa con este rito (Hch 8,17; 19,6), así como la comunicación de la  propia misión (Hch 6,6; 1 Tm 4,14; 5,22). Es el gesto de quien desea introducir algo en la  totalidad de la persona de otro. En el texto precedente se trata del Espíritu de Jesús,  verdadera fuerza por la que Dios actúa en la historia humana.

El sacramento de la confirmación hoy (sería impropio hablar en estos términos para  referirnos a las primeras comunidades) compromete al que lo recibe a mantener a Cristo  vivo y operante en nuestro mundo. 

EUCARISTÍA 1993/25


5. /Hch/08/04-25

Los discípulos, una vez expulsados de Jerusalén, inician su segunda misión (Hch  8,4-9,43 ) en Judea y Samaría, según la palabra de Jesús: seréis testigos míos en  Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines de la tierra (Hch 1,8). El primer  evangelizador de esta nueva misión es Felipe (Hch 21,8), uno de los siete hombres  escogidos para servir a la comunidad de los creyentes.

Los dos temas centrales de este relato son la evangelización y el don de Dios, que es el  Espíritu Santo. El caso de Simón Mago es un ejemplo de la falsa actitud ante este doble  hecho cristiano. El, como los magos de Egipto (Ex 7,11-13), ha de reconocer que solamente  el mensajero del Dios verdadero tiene acceso a una fuente de poder más fuerte que la  magia del dios falso. El designio de Simón de comprar el don de Dios manifiesta que no  aprecia bastante el carácter interior del evangelio y de la operación del Espíritu Santo. Es  cierto que Simón había creído el mensaje de Felipe y había recibido el bautismo; pero no  era un hombre convertido, regenerado, nacido de lo alto; prueba de ello es su deseo de  manipular mágicamente al Espíritu.

El caso de Simón, tipo emocional, inestable, dado a un espiritualismo aparatoso y  exterior, es un toque de atención para nuestra psicología cristiana. Los signos exteriores,  hacia los que Simón se siente tan atraído, no son el don de Dios, son únicamente la señal  del inicio de una nueva época en la historia de salvación: la nueva evangelización de Felipe  es confirmada con signos, lo mismo que la de Cristo y la de sus primeros discípulos. Se  puede añadir que el caso de los samaritanos es excepcional. Como eran despreciados por  los judíos, había que asegurarles que habían sido plenamente incorporados a la nueva  comunidad del pueblo de Dios y que ya no estaban segregados respecto a la nueva  comunidad de Jerusalén. De esta manera, aunque la recepción del Espíritu Santo se  efectúa normalmente en el bautismo, para los samaritanos la imposición de las manos y el  don del Espíritu significan una prenda de plena comunión y solidaridad con la Iglesia del Nuevo Testamento, sucesora del pueblo de las promesas.

O. COLOMER
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 188 s.