COMENTARIOS AL EVANGELIO
Jn 10. 1-10

 

1. J/MEDIADOR-UNICO  J/BUEN-PASTOR.

"La puerta de las ovejas". A la verdad, en el pasaje evangélico de hoy tiene más relieve la metáfora de la "puerta" que la del "pastor". Habrá que prestarle la atención que se merece, siempre en referencia obligada al misterio pascual.

Cristo se ha convertido en "la puerta de las ovejas", en Mediador único por el que pueden salvarse los hombres, en virtud de su muerte-resurrección: "Tenemos entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de Jesús; contamos con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea de su carne" (Hb 10. 19; Mt 27. 51). Es, pues, la misma humanidad pascual de Cristo la que se ha convertido en puerta de acceso al "santuario", a los bienes de la salvación, a "los pastos", a "la vida abundante".

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-Un único Pastor y muchos pastores.

La derivación al tema del ministerio pastoral está justificada por el mismo texto evangélico (y no sólo por ser hoy jornada de oración por las vocaciones).

Antes de subir al Padre, Cristo resucitado confió a unos hombres su misma misión pastoral, para que su obra salvadora se hiciera eficazmente presente para todas las generaciones. No le suceden ni le suplantan. Son signos de su presencia y testigos de su amor de entrega. Cristo sigue siendo el único Pastor auténtico, presente a su Iglesia a través de la actividad ministerial de sus respresentantes.

Requisito indispensable para ello: "entrar por la puerta". La metáfora de la "puerta" insinúa el camino que recorrió el mismo Jesús, "caminando delante de las ovejas", "dejándoles un ejemplo", su humilde servicio, su entrega a la muerte, que hizo de él "Pastor Supremo" y "Pastor auténtico". No les queda otro camino de legitimación a los que quieren ejercer en la Iglesia un ministerio pastoral.

IGNACIO OÑATIBIA
MISA DOMINICAL 1990/10


2. J/SEÑOR

Después de haber contemplado los domingos anteriores, diversos momentos de la experiencia pascual de los discípulos del Señor, las lecturas de hoy nos ayudan a hacernos la pregunta sobre quién es para nosotros este Cristo resucitado, de quien nos dice el libro de los Hechos de los Apóstoles que "Dios lo ha constituido Mesías y Señor": ¿es verdaderamente el Señor de nuestras vidas?

-La autoridad de JC en la vida de cada cristiano.

El bautismo que todos nosotros hemos recibido es fruto de la Pascua, de la Resurrección del Señor. La primera lectura hacía referencia a la conversión exigida por el discurso pascual de Pedro, una conversión que conduce inmediatamente al bautismo como adhesión total al Jesús crucificado "que Dios ha constituido Mesías y Señor".

Es muy recomendable que cada uno de nosotros revisemos nuestra adhesión a Cristo. Y que lo hagamos ahora: después de haber vivido la Cuaresma, que -preparando la Pascua- pretendía renovar nuestra "conversión"; y después de haber renovado las promesas bautismales en la noche de Pascua. ¿Qué autoridad tiene Jesús en mi vida? Y debemos plantearnos esa pregunta a partir de los hechos más sencillos y cotidianos de la vida. Desde que nos levantamos por la mañana hasta que nos acostamos, nada de lo que hacemos puede quedar al margen de nuestra "vocación": Cristo os dejó "un ejemplo para que sigáis sus huellas", nos decía la carta de san Pedro. En las relaciones familiares, en el trabajo, en el lugar de estudio, en la tienda, en el metro o el autobús, con las amistades, con la pareja... hemos de vivir plenamente nuestra vocación. (...)

-JC es la puerta para entrar en la vida: J/PUERTA:

He aquí el sentido de las dos imágenes que Jesús utiliza en el evangelio de hoy, hablando de sí mismo: el pastor y la puerta de las ovejas. Él es el centro de la vida cristiana, de cada cristiano y de la comunidad. A él le reconocemos como único Señor cuando nos habla en medio de tantas voces como oímos cada día. Él nos conoce personalmente y nos ama, y por eso le seguimos. La salvación sólo la encontramos si hacemos pasar nuestra vida por él, aceptando su cruz y su resurrección. Estamos aquí porque la voz de nuestro pastor nos ha convocado. Sabemos que él nos conduce a los buenos pastos. Ahora, él mismo nos pondrá la mesa y nos dará el alimento de la vida cristiana. Acerquémonos con confianza.

J. ROMAGUERA
MISA DOMINICAL 1990/10


3.

En el A.T., el culto es la puerta que establece la comunicación entre en mundo divino y el terrestre. El peregrino que sube a la ciudad santa viene a franquear las puertas del templo para acercarse a Dios (/Sal/110/04). Pero si Israel, aun atravesando estas puertas, no busca a su Dios, el templo se torna inútil y engañoso, y Jerusalén pierde su razón de ser. Jesús se presenta como puerta, como acceso al Padre (Ef 3. 16). Hay que "pasar" por él si se quiere llegar a los pastos que dan la vida en plenitud, porque èl ha venido "para que tengamos vida abundante".

Tomando la comparación, bastante habitual en los escritores bíblicos, de los pastores (dirigentes) y las ovejas (pueblo), se rechaza a quienes guían al pueblo mirando en beneficio de sus propios intereses económicos y políticos. Son ladrones y bandidos. La salvación pasa necesariamente por Jesús.

Dos detalles del texto se pueden recordar: Jesús camina delante y conoce a sus ovejas. Él es el camino verdadero y viviente. Su vida y su muerte están patentes ante los ojos de todos. No dirige su comunidad desde un despacho. Por otra parte, en la comunidad de Jesús no se funciona como en una masa social en base a números de carnet o apellidos. El conocimiento es personal. Él conoce el nombre de cada oveja, y ellas le conocen a él. Nada parecido a un ejército o a una gran empresa. Rebaño y pastor son uno. Jesús es la puerta de entrada de la comunidad cristiana más allá de las herencias sociales en materia de religión. Una puerta siempre abierta es una posibilidad que se ofrece y no es nunca un obstáculo. La comunidad y sus pastores de cada momento habrán de cuidar para no estrechar ni agrandar su dintel, modificando lo establecido por el único pastor. La fidelidad al Señor es el alimento de su rebaño.

EUCARISTÍA 1990/22


4. MESIAS/SEÑOR

El título de Mesías mira hacia el pasado: Jesús lleva a cumplimiento las profecías mesiánicas; el de Señor, hacia el futuro: Jesús volverá y su vuelta inaugurará la fase gloriosa del Reino de Dios.


5. /JN/EV:

RECOGE NO LO QUE QUE ÉL DICE SINO LO QUE ÉL ES.

Acerca del lenguaje de Jesús en el cuarto evangelio, hay que decir que este lenguaje no reproduce el modo de hablar de Jesús. Jesús habló más bien en la línea recogida en los sinópticos. El lenguaje de Jesús en el cuarto evangelio es la verbalización, puesta por el autor en labios de Jesús, del significado de su persona. Las palabras de Jesús en el cuarto evangelio no reproducen lo que él dijo, sino lo que él es.

A. BENITO
DABAR 1990/27


6.

-Texto.

Versículos 1-6. El autor califica estos versículos de comparación. Es decir, nos hallamos ante un símil o semejanza entre dos situaciones. Para poder entenderlas habrá, pues, que conocer las dos situaciones que se comparan. El desconocimiento de una de ellas haría ininteligible la comparación.

Una de las situaciones es la formulada por la misma comparación: un aprisco, la puerta de acceso, el depredador, el pastor, la actividad del pastor, resaltando especialmente la compenetración mutua entre ovejas y pastor. La comprensión de esta situación no plantea especiales dificultades. Basta asomarse a los usos y costumbres de los pastores.

¿Cuál es la otra situación con la que ésta se compara? El autor comenta que los destinatarios de la comparación no entendieron de qué les hablaba. Al desconocer la segunda de las situaciones es lógico que no entiendan la comparación.

Versículos 7-10. Formulan la otra situación. Lo comparado son la puerta del aprisco y Jesús. La comparación entre el pastor y Jesús no se hace en estos versículos, sino a partir del v. 11.

Comentario. Los destinatarios de la comparación son los fariseos, a quienes se les acaba de decir que si fueran ciegos no tendrían pecado, pero que, como dicen ver, su pecado persiste (ver Jn. 9, 41). Los fariseos están caracterizados en el cuarto Evangelio como hombres de la Ley, guardianes y responsables de la misma. A Juan le han preguntado por qué bautizaba siendo así que no podía hacerlo (ver Jn 1, 25). A Jesús le han venido con una adúltera a la que la Ley prescribe lapidar (ver Jn. 8, 3-5). A Jesús le recuerdan que para que un testimonio tenga validez debe estar avalado por dos testigos, a lo que Jesús responde que efectivamente cuenta con dos testigos: él mismo y el Padre (ver Jn, 8, 13 y 8, 17-18). Al ex-ciego le interrogan porque en su curación se ha lesionado la Ley del Sábado (ver 9, 14).

Lo que los protagonistas no entienden, sí lo entiende en cambio el lector, que es para quien en realidad escribe el autor. El lector percibe muy bien que el mensaje que el autor quiere transmitirle guarda relación con la ley, en la que los fariseo se hallan instalados y que, sin embargo, constituye su pecado, pecado del que ellos ni siquiera son conscientes. Por eso no pueden entender los fariseos el sentido de la comparación. En ella, en definitiva, se afirma que el acceso al aprisco no pasa por la Ley, sino por Jesús. No es un comportamiento inmoral lo que el autor critica en los fariseos, sino algo mucho más hondo y complejo: una estructura mental esclerótica, una actitud monolítica y cerrada. Este pecado es de verdad un auténtico drama por su carga de ironía fatal, que destruye al personaje cuanto más consciente, dueño y bueno éste se cree.

Es muy duro con la Ley el texto de hoy. El tono tajante de las afirmaciones en los vs. 8 y 10 así lo pone de manifiesto. Sin demagogia ni palabrería, por supuesto, hay que mantener este aspecto del mensaje que el autor parece querer transmitirnos.J/LEY

Jesús es el fin de la Ley porque la Ley mató a Jesús. Por aquí van los tiros de Pablo cuando hace de la cruz el emblema cristiano.

En contraste con la anterior dureza está el v.9 y la última afirmación del v. 10. Te recomiendo que cuando hayas terminado de leer estos versículos, leas todo el capitulo 9. Y si no tienes demasiada prisa, lee también 5, 1-9 (fíjate en la multitud de tullidos en la piscina de cinco pórticos) y 8, 1-11. Estos textos explican los vs. 9-10 de hoy.

A. BENITO
DABAR 1987/28


7.

Contexto. Continuación de la respuesta a una pregunta formulada por los fariseos. Pregunta de los fariseos: "¿Somos también nosotros ciegos?" (Jn. 9, 40). Respuesta de Jesús; Jn. 9, 41 - 10, 18. El evangelio de hoy no se puede, pues, comprender sin hacer referencia al capítulo 9 (curación del ciego). Este capítulo ya ha sido comentado el cuarto domingo de cuaresma.

Decíamos entonces que la autoridad judía ha procesado y sentenciado al ciego; en realidad de verdad, el procesado y sentenciado es Jesús. Por eso aparece Jesús en primer plano al final del capítulo (9, 35-41). Pero su aparición provoca un golpe de escena: es Jesús quien realmente abre un proceso en el mundo, proceso que trastoca las posiciones y la valoración de las mismas (9, 39). El ver no depende de unas prácticas, sino de la adhesión incondicional a la persona de Jesús (9, 35-38).

Texto y sentido del texto. Una fórmula solemne introduce una serie de referencias y situaciones tomadas de la vida de los pastores (vs. 1-5). Los fariseos (interlocutores de Jesús) no captan el sentido (v. 6). Jesús explicita ese sentido (versículos 7-10). Este es el esquema formal global. Vayamos a los detalles. Los vs.1-2 formulan dos enunciados generales antitéticos ("el que no entra por la puerta... es ladrón, el que entra por la puerta es pastor"). Los vs. 3-4 se fijan en el pastor y enumeran todas las acciones que realiza desde que entra al aprisco hasta que se pone al frente de las ovejas fuera ya del aprisco. La enumeración sigue bien el orden real de las acciones, excepto al comienzo: "Las ovejas atienden su voz, él va llamando por el nombre a sus ovejas". ¡Para escuchar, antes hay que haber llamado! Invirtiendo el orden (procedimiento que da lugar a una anomalía), el autor trata de resaltar precisamente esa escucha, que vuelve a recoger al final de la enumeración ("porque conocen su voz"). El v.5 se fija en el que no ha entrado por la puerta, insistiendo de nuevo en el conocimiento de la voz.

De la explicitación del sentido (Jn. 10, 7-18), el texto litúrgico sólo recoge la que hace referencia a la puerta (vs. 7-10). La misma fórmula solemne que en 10, 1 introduce la identificación Jesús-puerta. El significado de la puerta ya ha quedado formulado en los vs. 1-2: el uso o no uso de ella para entrar en el aprisco constituye a uno en pastor o ladrón. A este nivel de significado funciona la identificación Jesús-puerta. El uso o no uso de Jesús (valga la expresión) constituye a uno en pastor o ladrón. Esto es lo que formula el v. 8 en sentido negativo absoluto ("todos"). No olvidemos que los interlocutores de Jesús son los fariseos, es decir, los guías del pueblo judío.

El v. 8 dice, pues, que los guías de Israel no hacen uso de la puerta, es decir, no aceptan a Jesús. Se saca después la consecuencia de acuerdo a lo dicho en el v. 5. El v. 8 explícita el sentido del enunciado del v. 1: los guías de Israel, puesto que no aceptan a Jesús, son ladrones; creen que ven, pero toda su visión la fundamentan en unas prácticas y no en Jesús; por eso son ciegos (cfr. Jn. 9, 35-38). Este es su pecado, al que siguen aferrados (cfr. Jn. 9, 41).

El v. 9 comienza formulando la misma identificación Jesús-puerta, para pasar después a indicar las ventajas que reporta el entrar al aprisco por la puerta. Estas ventajas están formuladas en futuro porque su disfrute está condicionado al paso por la puerta. Se trata, pues, de un futuro lógico, no de un futuro temporal-escatológico. La duda está en si los destinatarios de estas ventajas son las pastores o las ovejas. No parece que el v.9 sea una explicitación del v. 2 puesto que en el v. 10 no se habla del pastor, sino del ladrón que viene a robar, contraponiéndose su actuación con la de Jesús. Por todo esto, parece más coherente pensar que los destinatarios de las ventajas son las ovejas. Se prepara así el paso a los vs. 11-17, donde se trata de Jesús como pastor de las ovejas.

Las ovejas, que hacen uso de la puerta, es decir, los que aceptan a Jesús, están a salvo, gozan de plena libertad y tienen abundancia de pastos. Jesús no ha venido a imponer una reglamentación de cargas y prácticas. Una puerta de par en par jamás es obstáculo. Jesús ha venido para que los hombres vivan la pura alegría de saberse con sentido.

DABAR 1978/26


8.

Los pastores solían reunir sus rebaños en un mismo corral y confiarlos a la vigilancia de uno solo (el guarda), mientras los demás pernoctaban confiadamente en sus casas y regresaban al amanecer. El corral era un cerco de piedras con una sola puerta y sin cobertizo.

Por la mañana resultaba fácil a cada uno distinguir sus propias ovejas, bastaba con llamarlas con un silbido peculiar para que todas acudieran a él y le siguieran. Lo que se dice del "nombre" con el que el pastor llama a cada una parece más propio de un ganado mayor, como sucede, por ejemplo, con las vacas; aquí se destaca ese rasgo expresamente en atención a su significado simbólico, a la relación personal que se da entre el buen pastor y sus ovejas, es decir, entre Jesús y los suyos.

Los oyentes no comprenden la "comparación". La "comparación" o la "parábola" (como dicen los sinópticos) es un género literario en el que se visualiza una enseñanza utilizando imágenes tomadas de la vida corriente. Dada su concisión y su expresión indirecta, en imágenes, resulta enigmática si no se interpreta su significado (Cfr. Mt 13, 13). Jesús explica el significado de cada punto de su "comparación".

Sorprendentemente comienza por algo que parecía más bien indiferente: "Yo soy la puerta", es decir, el que permite el acceso al rebaño y, sobre todo, el que discierne al pastor legítimo del falso pastor que viene a robar y tiene que saltar el muro. Todo pastor verdadero recibe de Cristo la misión legítima para pastorear las ovejas.

Jesús es también el verdadero pastor. Otros han pretendido ser el Mesías prometido (Cfr. Hech 5, 36s.), pero el pueblo no les ha escuchado; en cambio, a Jesús le ha escuchado el pueblo, como se vieron obligados a reconocer sus propios enemigos (11, 48; 12, 19). Los falsos pastores no son en este caso los fariseos, sino aquellos que se hicieron pasar por el Mesías y llevaron al pueblo a la desolación.

De nuevo Jesús vuelve al símil de la puerta. Pero ahora no se trata de la puerta por donde entra el pastor legítimo, sino de la puerta que se abre para que los hombres tengan acceso a la comunidad de salvación, a la vida y a la libertad de los hijos de Dios.

Precisamente ésta es la misión de Jesús: dar vida a sus ovejas, dar vida abundante e, incluso, desvivirse por ellas hasta el extremo de la cruz. Los falsos pastores buscan las ovejas para aprovecharse de ellas, despojarlas y conducirlas a la ruina.

EUCARISTÍA 1981/23