EL JORDÁN

La fiesta de la Epifanía, lo mismo que la de Navidad, es una fiesta pascual. Uno de sus aspectos, recogido ahora en una celebración particular, el bautismo de Cristo, nos liga más todavía al misterio de Pascua. Porque el bautismo de Cristo en el Jordán es la manifestación de la salvación otorgada a los hombres: el pecado es destruido y se concede la adopción filial a los vivientes. Cristo es ahí declarado Hijo. Es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo; es ungido Rey mesiánico. Estos temas desarrollados por los Padres orientales y por su liturgia hacen del bautismo de Cristo el centro de la Teofanía.

Cuando se lee el Nuevo Testamento para estudiar en él el bautismo cristiano, se cae en la cuenta de que la base de la tradición a este respecto está constituida por el relato del bautismo de Jesús. Se contiene en los Sinópticos (Mt 3, 13-17; Mc 1, 9-11; Lc 3, 21-22); san Juan en su evangelio supone el acontecimiento conocido y remite a él (Jn 1, 32-34). Esta escena del bautismo de Cristo es una de las más frecuentemente representadas en la iconografía cristiana.

No es indiferente que fuese en el Jordán donde bautizaba san Juan. Sin duda, es el único río de Palestina, pero los Padres de la Iglesia han visto en él, paralelamente al mar Rojo, un tipo del bautismo. Orígenes escribe a propósito de esto:

"Para que admitamos la interpretación del Jordán que calma la sed y está lleno de gracia, será de utilidad citar a Naamán, aquel sirio curado de la lepra. De la misma manera que nadie es bueno, sino uno solo, Dios Padre, así entre los ríos ninguno es bueno, más que el Jordán, capaz de librar de la lepra a aquel que con fe lava su alma en Jesús" (ORÍGENES. Comentario sobre san Juan Vl, 47, GCS 4, 155).

Orígenes refiere, pues, al Antiguo Testamento el poder purificador del Jordán. San Lucas, por otra parte, recogiendo el episodio del Segundo Libro de los Reyes (5, 14), había escrito: "Y muchos leprosos había en Israel cuando el profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio" ( Lc 4, 27). En su homilía sobre san Lucas, Orígenes comentará estos versos de Lucas en el mismo sentido (ID., Homilía sobre san Lucas 33 SC 87 399).

El paso del Jordán por Elías y Eliseo llama también la atención de Orígenes:

"Hay que observar que Elías, en el momento de ser arrebatado al cielo por el huracán, habiendo tomado su manto, lo enrolló y golpeó con él el agua que se dividió en dos y pasaron ambos, Elías y Eliseo. Estuvo más preparado para ser arrebatado a lo alto estando bautizado en el Jordán, ya que Pablo, según hemos dicho, ha denominado al paso milagroso del agua, bautismo" (ORÍGENES, Comentario sobre san Juan, 6, 46, GCS 4, 155).

El paso del mar Rojo y el del Jordán son dos figuras tradicionales del bautismo. Sin embargo, el Nuevo Testamento, a propósito del bautismo de Jesús no señala este paralelismo, como lo hizo para Elías. No obstante, en el paso del Jordán por Josué los Padres han visto el tema de la liberación que caracteriza el paso del mar Rojo. Dado que Josué es una figura de Cristo (Josué-Jesús), su paso del Jordán se ha considerado tipo bautismal.

SAN GREGORIO NISENO escribe en su tratado sobre el bautismo:

"Tú te has revolcado durante mucho tiempo en el barro, apresúrate hacia mi Jordán, no ante la llamada de Juan, sino a la voz de Cristo. En efecto, el río de la gracia corre por todas partes. No tiene cauces en Palestina para desaparecer en el vecino mar, pero envuelve la tierra entera y desemboca en el Paraíso, corriendo a contracorriente de los cuatro ríos que allí descienden y llevando al Paraíso cosas más preciosas que las que salen de él. Porque éstos aportan perfumes, cultivo y germinación de la tierra; y él, hombres engendrados por el Espíritu Santo. Imita a Jesús, hijo de Navé. Lleva el Evangelio como él el arca. Abandona el desierto, es decir, el pecado. Atraviesa el Jordán. Apresúrate a la vida según Cristo, hacia la tierra que da frutos de alegría, donde según la promesa corren leche y miel. Derriba a Jericó, la vieja costumbre, no la dejes fortificarse. Todas esas cosas son figura nuestra. Todas son prefiguraciones de las realidades que ahora se manifiestan" (Citado por Danielou, Biblia y Liturgia).

El Jordán representa, pues, aquí al bautismo, cuyo tipo es el paso del río por Josué.

ADRIEN NOCENT
EL AÑO LITURGICO: CELEBRAR A JC 2
NAVIDAD Y EPIFANIA
SAL TERRAE SANTANDER 1979, pág. 97 ss.