COMENTARIOS A LA PRIMERA LECTURA
Ml 3, 1-4

1. 

Malaquías escribe años después del exilio, y una de sus preocupaciones es responder a los escandalizados ante el hecho de que los injustos, los ricos y opresores, los infieles, vivían mejor que los fieles. Por ello, anuncia vigorosamente el "Día de Yahvè", cuando Dios destruirá el mal para siempre y asegurará a los fieles una vida saludable. Este anuncio lo realiza vinculándolo muy especialmente al Templo de Jerusalén, y ve el cumplimiento de sus esperanzas cuando Yahvé estará gloriosamente presente en el Templo, y todos los hombres subirán a ofrecer en él un sacrificio aceptable.

Nuestro texto es el anuncio de este momento culminante, en el que Dios vendrá a tomar posesión del templo. No queda claro si los tres personajes que se citan ("mi mensajero... el Señor.. el mensajero de la alianza") son enviados previos; mejor parece que se trata de diversas formas de designar al propio Yahvè (quizás el primer "mensajero" se trate de un precursor; Mateo lo aplica al Bautista: 11, 10). A continuación de la entrada se describe con imágenes enérgicas la obra de purificación que Yavhé llevará a cabo para separar el mal del bien, y concluye con el resultado final: será posible ofrecer a Dios, definitivamente, una ofrenda agradable, porque el pueblo será también definitivamente según lo que Yahvé espera de él.

J. LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1975, 3


 

2. /Ml/03/01-21

En un nuevo oráculo, el profeta anuncia la próxima intervención de Yahvé para hacer justicia. El problema de la retribución aparece con frecuencia en el AT, porque la injusticia aparente que supone el éxito del pecador y la desgracia del justo en esta vida forma parte del misterio del mal y constituye una tentación constante para el hombre. Dios va a venir; prueba de ello es que envía a su mensajero para que le prepare el camino. ¿Quién es concretamente tal mensajero? Algunos creen que se trata de Elías, a quien se cita después (3,23). El NT ve en este mensajero a Juan Bautista (Mt 11,10; Lc 7,27). En cualquier caso, se trata del mensajero escatológico que eliminará los obstáculos de orden religioso y moral que impiden la venida de Yahvé.

El profeta pasa después a contestar a un reproche que se hacía a Dios: se le acusaba de haber cambiado de conducta y de no haber cumplido su palabra. Malaquías rechaza tal acusación y afirma que son ellos quienes se han comportado como auténticos hijos de Jacob, «el suplantador» según una etimología popular (Gn 27,36), y quienes pueden ser acusados de versatilidad y de infidelidad. Deben "volver", convertirse, empezando por no defraudarlo en los deberes del culto, si quieren que Dios vuelva a ellos con su misericordia

El último oráculo insiste una vez más en el problema de la prosperidad del pecador y la desgracia del justo. El problema es tan grave que parece inútil y necio esforzarse por cumplir con el deber. La solución está en el «día de Yahvé», que ya llega; entonces se verá claramente la diferencia que ya ahora existe entre las dos categorías y que entonces se manifestará hasta las últimas consecuencias. Con Malaquías, la escatología profética evoluciona hacia la retribución individual al mismo tiempo que se le añade una nota apocalíptica: los justos tomarán parte en el castigo de los malvados.

El mensaje del profeta es de máxima actualidad en un tiempo en que el horizonte religioso es tan oscuro como el de su época, y parece que Dios no tiene prisa por venir. Debemos creer y esperar, porque, a pesar de todo, el Señor vendrá y pondrá las cosas en su sitio.

J. ARAGONES LLEBARIA
LA BIBLIA DIA A DIA
Comentario exegético a las lecturas
de la Liturgia de las Horas
Ediciones CRISTIANDAD.MADRID-1981.Pág. 320