R E F L E X I O N E S

 

1. VOCA/LLAMADA 

Para unos constituye un detalle anecdótico, para otros un fenómeno digno de estudiarse; algunos lo ven fruto de la "evolución" de la sociedad, otros como un grave problema. Sea cual sea su interpretación, los hechos están ahí:

-Escasez alarmante de vocaciones.

-Seminarios casi vacíos o convertidos en "meros" colegios.

-Secularización de sacerdotes, a veces los que se juzgan más comprometidos o eficaces. Culpas y soluciones brotan desde muchas partes y con diversos acentos. Por ello las dejamos ahora aparte, no por no importantes, sino por reflexionar desde otra óptica que, por unos momentos, nos libere de la inmediatez y la "urgencia".

Echando una ojeada a las vocaciones bíblicas encontramos como determinante común una llamada de Dios al hombre desde una situación histórica. Estas llamadas que, a veces, se ha considerado -demasiado ingenua- mente- "directa", está referida en clave de mediaciones. La voz de Dios se torna audible a través de la historia, con lo cual sus acontecimientos, situaciones, necesidades... dejan de ser neutros y se tornan en interpelaciones para el hombre.

Por supuesto que hay que dejar constancia de la irrepetibilidad de tales vocaciones. Mas también de su "ejemplaridad". Pretender que el esquema bíblico de la vocación se va a repetir en nuestros días no deja de ser un fijismo que puede incluso atentar contra la riqueza de las diversas experiencias vocacionales de nuestro tiempo. Permanece, sin embargo, la lectura de la historia en clave cristiana que se corresponde con la afirmación fundamental de que Dios no actúa al margen de la historia, sino en el seno de la misma.

El término "vocación", por otra parte, es una categoría teológica y en cuanto tal no se agota ni en la experiencia personal ni histórica, sino que las rebasa. Por ello no existe ningún canon normativo de "lo vocacional", sino pistas de descubrimiento del sentido del servicio cristiano en el mundo.

El descubrimiento de las necesidades de la situación histórica concreta que el cristiano vive, le hace tomar conciencia personal de una misión encomendada por Dios en orden a la salvación del pueblo.

El cristiano está llamado para recrear continuamente el pueblo de Dios en la historia como signo de su transcendencia. El centro de gravedad no recae sobre el "gusto", "intereses", "futuro"... del posible llamado, sino sobre la misión.

Volver sobre lo "específico" de tal misión es dar vueltas sobre una cuestión que a algunos les parece vana y a otros fundamental. Digamos ahora que la situación de la Iglesia, de la sociedad, del mundo piden del cristiano fiel y sensible una respuesta adecuada que, por el mismo hecho de ser respuesta desde la fe, se convierte en "esencial".

Dentro de este contexto hay que afirmar que la vocación que podemos llamar ministerial es una concreción funcional de la vocación cristiana. Para el individuo que la vive es "necesaria" concreción de su Bautismo.

La vivencia personal de esta llamada será, y debe serlo, múltiple, como múltiple y siempre sorprendente es la irrupción de Dios en la historia de los hombres. Nuestras comunidades cristianas han de ser lugares que posibiliten la lectura cristiana de la historia, el descubrimiento de las responsabilidades "esenciales" del creyente, la posibilidad de ilusión por testimoniar la persona y el mensaje de Jesús de Nazaret.

La Iglesia, y por supuesto el clero dentro de ella, lleva sobre sus hombros mucha historia y pesan las infidelidades tanto personales como colectivas, los diques institucionales, las incomprensiones... También es vocación asumir todo ello. Asumir, incluso, las acusaciones de "inutilidad" o "ineficacia" de la labor ministerial hoy. El sentido del ministerio está en relación directa con el sentido del cristianismo dentro del mundo de hoy.

Sean cuales sean las concreciones y formas históricas de ese ministerio, sólo tendrá su completa significación desde dentro del significado del mensaje cristiano.

DABAR 1977, 21


2. MONICION/ENTRADA.

Hermanos: celebramos hoy la festividad de San José, que compartió con María la tarea de acoger y cuidar el nacimiento y crecimiento de Jesús. Hoy la Iglesia, bajo el patrocinio de José, celebra la jornada mundial de las vocaciones sacerdotales y quiere que reflexionemos sobre el sacerdocio, para renovar en nosotros el sentido de su necesidad y oremos por todos los llamados a desempeñar en la Iglesia este ministerio. Concentremos nuestros corazones en esta asamblea en torno a la presencia de Jesucristo, nuestro sacerdote, para celebrar la acción de gracias.

DABAR 1977, 21


3. /Rm/08/28 CREACION/TRABAJO CUERPO DE CRISTO:

"Hay una cosa tremendamente decepcionante, y es que muchos cristianos, demasiado poco conscientes de las responsabilidades "divinas" de su vida, viven como los demás hombres, a medio esfuerzo, sin conocer el aguijón ni la embriaguez que suscita la promoción del Reino de Dios desde todos los campos humanos...

Mediante nuestra colaboración, que El mismo suscita, Cristo se consuma, alcanza su plenitud, a partir de toda criatura. Tal vez imaginábamos que la Creación acabó hace mucho tiempo. Es un error, porque continúa perfeccionándose y en las zonas más elevadas del Mundo. Y nosotros servimos para terminar, incluso mediante el más humilde trabajo de nuestras manos. Tal es el sentido y el valor de nuestros actos. Con cada una de nuestras obras -por más sencillas y monótonas que sean- trabajamos, atómica pero realmente, en llevar a Cristo un poco de acabamiento.

Todo lo que puedo hacer de bueno se halla recogido por algo de sí mismo en la realidad de Cristo consumado. Todo lo que soporto, con fe y con amor, de disminución y de muerte, me hace un poco más íntimamente parcela integrante de su Cuerpo místico.

Exactamente es Cristo lo que hacemos o experimentamos en toda cosa. No sólo "diligentibus omnia convertuntur in bonum", sino todavía más claramente, "convertuntur in Deum", y del todo explícitamente, "convertuntur in Christum".

PIERRE TEILHARD DE CHARDIN


4. JOSE/MONICIONES.

Reunirse en comunidad no significa esconderse en el anonimato de la masa. Nuestra reunión es encuentro y participación. Porque el cristiano no es un ser anónimo, sino el hombre que da respuesta única y personal a la llamada de la Palabra de Dios. Hoy celebramos la fiesta de San José. José es el hombre justo, pero también el hombre que tenía miedo ante la responsabilidad que se le avecinaba y que quería esconderse en el anonimato. Sin embargo, ante la llamada de Dios, reacciona y da una respuesta total. Por eso es justo. Su figura nos invita hoy, a todos nosotros, a no escondernos en el anonimato de una vida trivial y monótona, sino a aceptar nuestra responsabilidad en la construcción de un mundo más justo y fraterno en el que todos participemos de lo que es de todos.

DABAR 1976, 21


5. ORACIÓN.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno,
porque tu misericordia no tiene límites.
Tú empeñaste tu palabra con Abrahán
y cumpliste tu promesa con José, tu siervo.
Tú aceptaste el templo del hijo de David
y te hospedaste en la morada de José
y sigues siendo huésped de tus hijos.
Tú elegiste a María de entre las mujeres
y designaste de entre los hombres a José
y nos llamas a todos a tu Iglesia.
En ella estamos y queremos permanecer.
Ayúdanos a ser cristianos comprometidos en tu causa,
a ser atentos a la voz de nuestros obispos,
a ser solícitos con nuestros hermanos,
a sentirnos solidarios de todos los hombres.
Que nuestra vida sea, como la de José, ejemplar y honesta,
que nuestra esperanza anime la esperanza del mundo
y que nuestra conducta, fiel a tu palabra,
sirva de orientación y de guía a quien te busque.

EUCARISTÍA 1991, 13


6. OBEDIENCIA/LIBERTAD 

La obediencia no es sometimiento a nadie, sino respeto al otro (a todos los otros); no es renuncia a la libertad, sino responsabilidad; no es abdicar de nuestra razón, sino ejercitarla en diálogo con los otros, que también tienen la suya; no es erosionar nuestra identidad y autonomía, sino, por el contrario, fundarla solidariamente en y con los otros. Porque obedecer es, primero, escuchar y luego, después de considerar bien todas las razones, cumplir o dejar de cumplir. Hay veces que la única obediencia posible es la desobediencia.

Obedecer es escuchar. Por eso no hay obediencia sin información, que es lo que puede mover racionalmente al obediente. La llamada obediencia ciega es sólo una ironía, pues está claro que eso es obcecación. La simple manifestación de una orden no es una invitación a la obediencia, sino una intimidación, que sólo puede conseguir sometimiento, que no obediencia. Y la a veces llamada disciplina de voto no es tal voto, sino coacción. Para obedecer, hay que escuchar. Pero también hay que razonar y juzgar y decidir. Obedecer es, en última instancia, corresponsabilizarse.

La irresponsabilidad nunca será obediencia, sino degradación.

EUCARISTÍA 1990, 14


7. PBRO/MISION-DIFICIL.

Como hace notar el teólogo italiano Severino Dianich, la posición de los sacerdotes en el momento actual no es cómoda.

Se encuentran colocados por la tradición en un puesto público como gestores de una sacralidad que la sociedad secularizada rechaza por una parte, y demanda, por otra. Ante las numerosas peticiones de sacramentos por parte de personas que no manifiestan ningún signo de fe, han de decidir entre la tolerancia y la intransigencia en cada caso concreto. La bondad y el cariño hacia todos les harían concederles todo lo que pidan.

La responsabilidad de malversar el evangelio o los símbolos cristianos les pedirá el negarlos. Cualquier decisión que tomen les dolerá. Su vocación no era la de funcionarios de la religión ritual, sino de evangelizadores de Jesús de Nazaret; sin embargo han de emplear gran parte de su tiempo en ritos, burocracia, clases...

Difícil les resulta imaginarse a un Jesús funcionario. Quieren extender y potenciar la fe, que sin embargo tiene poca demanda. Ya estaban prevenidos y no les asustaban las dificultades, pero esperaban que éstas vinieran "de fuera". No creían en una Iglesia de puros, pero desconocían los entresijos de su realidad cotidiana.

Les ilusionaba ser servidores de una comunidad de personas fundamentalmente corresponsables, pero encuentran que tal situación no existe y han de dirigir el grupo mientras tratan de hacer esa comunidad.

Necesitan libertad para la evangelización y se encuentran atrapados en estructuras de un poder centralizado que fuerzan a la uniformidad en toda circunstancia. Su fe les llama a estar cerca de sus hermanos los hombres, pero su consideración social, sus estudios, su espiritualidad y el modo de vida que impone la disciplina canónica los hacen distintos y los alejan.

No querían ningún poder y, a su pesar, se les concede. Quieren ser solidarios con todos, pero su presencia se interpreta como intromisión eclesiástica en asuntos ajenos.

Y mientras bullen todas estas contradicciones en su interior más profundo, escuchan, aun sin oírlo, aquello de "¡Qué bien viven los curas!". Pero ellos siguen porque, también desde dentro, alguien les dice que deben hacerlo, que la historia es así, que tampoco las ilusiones del Maestro se cumplieron, que también él lloró.

Como es tradicional en el día de San José, se recordará a la comunidad cristiana su responsabilidad en la formación de sus pastores. Se dirá que la vocación nace de una fe madura y que los Seminarios han de prepararse para el ejercicio pastoral de hoy. Pero, tal vez, se siga confundiendo el seminarista santo con el simplemente sumiso, se siga formando sacerdotes más doctores que pastores, se siga pretendiendo dar una preparación para todos los sitios (es decir, para ninguna parte).

Pero, por encima de las tácticas formativas, las deficiencias de todos y de todo, está el hecho de que en el nacimiento y potenciación de nuestra fe personal, los curas, con todas sus carencias y problemas, han tenido un papel fundamental. Gracias a ellos.

EUCARISTÍA 1988, 14


8. 

UN SACERDOTE DEBE SER

Muy grande
y a la vez muy pequeño.
De espíritu noble como si llevara sangre real
y sencillo como un labriego.
Fuente inagotable de santidad
y pecador a quien Dios perdonó.
Señor de sus propios deseos
y servidor de los débiles y vacilantes.
Quien jamás se doblegó ante los poderosos
y se inclina, no obstante, ante los más pequeños,
y es dócil discípulo de su Maestro
y caudillo de valerosos combatientes.
Pordiosero de manos suplicantes
y mensajero que distribuye oro a manos llenas.
Animoso soldado en el campo de batalla
y mano tierna a la cabecera del enfermo.
Anciano por la prudencia de sus consejos
y niño por su confianza en los demás.
Alguien que aspira siempre a lo más alto
y amante de lo mas humilde.
Hecho para la alegría
y acostumbrado al sufrimiento.
Ajeno a toda envidia.
Transparente en sus pensamientos.
Sincero en sus palabras.
Amigo de la paz.
Enemigo de la pereza.
Seguro de sí mismo.

"Completamente distinto de mí",
comenta humildemente el cronista.

(De un manuscrito medieval hallado en Salzburgo)


9. EDUCAR/POEMA 

EDUCAR

Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca...
hay que medir, pesar, equilibrar...
... y poner todo en marcha.

Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino...
un poco de pirata...
un poco de poeta...
y un kilo y medio de paciencia
concentrada.
Pero es consolador sonar
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes, 
hacia islas lejanas.

Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá nuestra
bandera
enarbolada.

Gabriel Celaya


10. SANTO/MODELO:

LOS MODELOS

La sociología ha puesto de manifiesto que la conducta del hombre en sociedad se ajusta a ciertos patrones, esquemas o modelos, que se difunden en la colectividad a partir de las élites. De ahí la importancia, en todos los tiempos, de ciertos personajes, que recuerda la historia y que destacaron en cualquiera de las innumerables facetas de la cultura. Son los clásicos de la literatura, de la escultura, de la pintura, de la música, de la arquitectura, del rock y del pop. Son las estrellas del cine, de la canción, de la danza, de la tele, de la radio, del fútbol, del baloncesto, del toreo. Son los premios Nobel, los Oscares, los Emy, los Cervantes, los de la OTI, los de los festivales, los 40 principales, los diez primeros, los que figuran en el Guiness. Son reyes, inventores, poetas, héroes, hasta ladrones y delincuentes. Primero fueron canonizados por aclamación popular. Luego su consagración está mediada por las Academias. Pero han sido elevados a los altares de la fama, gozan de culto entre sus fans, sus hinchas, sus admiradores, sus incondicionales, sus fieles. Y a ellos se consagran con entusiasmo todos los que profesan los medios de comunicación.

Los santos, desde este interesante punto de vista sociológico, son también patrones -santos patronos- modelos de conducta para los creyentes, que los celebramos y admiramos. También fueron reconocidos en los primeros tiempos por aclamación popular. También media ahora la intervención de la Iglesia. No hay, pues, razón alguna para rasgarse las vestiduras cada vez que la Iglesia canoniza a estos o aquellos santos. Estamos en nuestro derecho.

Hay, con todo, una diferencia notable. En los santos se ve, se celebra y admira, de una parte, la acción de Dios. Son, pues, para los creyentes, huellas, signos de Dios. En ellos vemos al que no se ve y en quien creemos. Pero son también modelos del ejercicio de la libertad y de la responsabilidad humana, como respuesta de fe a la Palabra de Dios. Por eso nos sirven y mucho, para orientarnos y clarificarnos en un mundo, que canoniza casi todo y que silencia lo principal del ser humano, su apertura a la trascendencia, que es la única salida auténtica a la libertad y dignidad humanas.

EUCARISTÍA 1993, 14


11. JOSE/MONICIONES

-Entrada. Hoy es la fiesta de san José. Fue un hombre justo, al decir del evangelio. Puede ser que la distancia de miles de años nos haga pensar que no tiene nada que decimos a los hombres del siglo veinte. Pero sigue siendo, hoy más que nunca, un modelo de honestidad, de honradez, de hombre de bien. El supo estar en su sitio, no en el que hubiera querido, sino en el que le puso la voluntad de Dios. Por eso, por su obediencia y fidelidad a la Palabra de Dios, es un personaje clave en la historia de la salvación y un modelo cabal para cualquier ser humano que se precie de su dignidad y reconozca el don de la fe.

-Primera lectura El profeta Natán anuncia a David que de su descendencia nacerá el Mesías. En José, de la estirpe de David, Jesús será el hijo de David, el Mesías prometido.

-Segunda lectura. Las leyes sólo sirven para no salirnos del camino. Pero lo que nos pone en movimiento, lo que nos hace caminar es la fe en la promesa de Dios. Como hizo Abrahán.

-Evangelio. José es el hombre justo. En aquel tiempo fue elegido por Dios para confiarle a su propio Hijo. Hoy el evangelio nos lo propone como un modelo de fe y de obediencia a Dios.

-Despedida. En este mundo, en el que tanto abundan ídolos y modelos para todos los gustos, se echa en falta un modelo de buen gusto, de hombre cabal, de creyente sincero, de disponibilidad para todos y para Dios. Ese es el mérito y la ejemplaridad de san José.

EUCARISTÍA 1993, 14


12.

-OBEDIENCIA SILENCIOSA DE JOSÉ

En todo el Nuevo Testamento, no se nos refiere ninguna palabra explícita de José. Fue un hombre silencioso, que en silencio se dio cuenta del misterio de la concepción de Jesús, en silencio intentó dar una soluci6n provisional y, en silencio, acept6 finalmente la soluci6n inspirada por Dios mismo. Su silencio, pues, no fue signo de pasividad ni cobardía, sino todo lo contrario, acompañó la obediencia activa y gozosa a la voluntad de Dios. Su colaboración en los inicios de la obra de la salvación consistió6 en una fidelidad absoluta a todos los grandes y pequeños signos de los designios del Señor sobre su esposa y el Hijo que llevaba en las entrañas.

"Fiel en la custodia" del misterio de Cristo. Eso es lo que define mejor la actitud profunda de José, y es eso lo que la oración colecta de hoy pide para toda la Iglesia y todos y cada uno de los cristianos: todos hemos de ser fieles guardianes del misterio de Cristo, y todos lo hemos de llevar a término en una actitud de obediencia silenciosa.

-MISIÓN DE PADRE DE JESÚS

José hizo de padre de Jesús en todos los aspectos de la vida humana de éste. Debía ser un ejercicio de paternidad realmente extraordinario, si tenemos en cuenta el alto concepto que el niño Jesús su fue haciendo de la idea y de la vivencia del "padre", hasta el extremo que este término le sirve, en su actitud de oración y en su predicación, para sugerir el mismo nombre de Dios. Hay que pensar que el nombre de abbá que Jesús nos enseña a dirigir al Padre del cielo, él mismo lo dirigió por primera vez a su padre José. Sor Isabel de Villena, una abadesa valenciana del siglo XV, lo expresa así en su libro Vita Christi: "Y la Señora, queriendo comunicar a José el gran gozo que tenía de que su señor Hijo comenzaba a hablar, le llam6 diciendo: Venid, José, y tendréis mucha alegría, pues oiréis al señor Hijo mío que ya habla. Y él, viniendo con gozo inestimable, se acerca a la Señora y tomó6 al rey del Cielo de los brazos de su señoría, y con gran fervor de amor lo levantaba en alto, y lo mecía diciéndole: Hablad, Señor mío, que os oiga vuestro servidor: suene la dulzura de vuestra voz en mis oídos, y descansaré de todos mis trabajos. Y el Señor, mirándolo a la cara con una sonrisa, poniéndole las manecitas sobre la cabeza, le decía, balbuceando: Papá".

También en eso José nos puede servir de ejemplo, ya que, de algún modo todos los cristianos hemos de ser "padres" de Jesús, en la medida en que contribuimos a su formación, por la fe, en los corazones de nuestros semejantes, de modo parecido a como se expresaba san Ambrosio, al referirse a la maternidad de María: "Si Cristo tiene según la carne una sola madre, según la fe es fruto de todos".

JOAN LLOPIS
MISA DOMINICAL 1994, 4


13. Liturgia griega - Menaion

“...administrador de los misterios de Dios.” (cf 1 Cor 4,1)

José, esposo de María, vio con sus ojos el cumplimiento de las profecías. Escogido para el matrimonio más ilustre, recibió la revelación por la boca de los ángeles que cantaban: Gloria al Señor porque ha dado la paz a la tierra.

¡Anuncia, oh José, a David, padre del Hombre-Dios los prodigios que tus ojos contemplaron! Has contemplado al niño en el regazo de la Virgen; lo has adorado con los magos; has glorificado a Dios con los pastores, según la palabra del ángel. ¡Pide a Cristo Dios para que salve nuestras vidas!

Dios inmenso ante el cual tiemblan las potestades celestiales, tú, oh José, lo has cogido en brazos cuando nació de la Virgen; has sido consagrado por él. Por esto, te veneramos hoy.

Tu alma fue obediente a los preceptos divinos; lleno de una pureza sin igual, mereciste recibir por esposa a aquella que es pura e inmaculada entre las mujeres; tú fuiste el guardián de esta Virgen cuando ella fue elegida tabernáculo del creador...

Aquel que co n una palabra creó el cielo, la tierra y el mar ha sido llamado hijo del carpintero, ¡hijo tuyo, admirable José! Tú fuiste llamado padre de aquel que no tiene principio y que te nombró administrador de un misterio que sobrepasa toda inteligencia... Guardián santo de la Virgen bendita, tú has cantado con ella este cántico: “Que toda criatura bendiga al Señor y lo ensalce por los siglos.” (Dn 3,67)


14.

Reflexión

José pasa desapercibido en la historia, y sin embargo su papel fue sumamente importante no solo como protector de la sagrada familia, sino como un modelo de fe en medio de la más terrible oscuridad. Pensemos que la noticia que se la da es totalmente fuera de la lógica humana: su esposa ha concebido del Espíritu Santo. La Escritura de hoy nos dice que “mientras pensaba en esto”, lo cual nos refleja a un hombre que no se da por vencido… ama a su esposa y busca la manera de conciliar sus pensamiento con la obra de Dios. Ciertamente la concepción virginal de Jesús sobrepasa cualquier razonamiento humano por lo que Dios envía un ángel a explicarle parte de este misterio. Hoy en día los matrimonios a las primeras dificultades (que en nada se comparan a la vivida por esta joven pareja), inmediatamente consideran como primera opción el divorcio. Se nos ha olvidado luchar por lo que amamos; se nos ha olvidando que somos débiles y que podemos pecar, por lo que hay que saber perdonar; se nos ha olvidado que en el matrimonio Dios se compromete bajo “alianza” a sacar adelante, con nuestra cooperación, a la pareja; Finalmente se nos ha olvidado que “todo es posible para aquel que tiene fe” y que al final el amor triunfará.

Que el Señor sea luz y lámpara para tu camino.

Como María, todo por Jesús y para Jesús

Pbro. Ernesto María Caro