Desde
el artículo de André Dérumaux: "Crise ou évolution dans la Dévotion
des Jeunes pour le Sacré-Coeur" en 1950[24],
varios artículos aparecieron acerca de la crisis en esta devoción en muchos países[25],
y generalmente varios factores contribuyentes se enumeran: la representación
pictorial de mal gusto; las estampas melifluas y sentimentales; el lenguaje
forzado en las oraciones al Sagrado Corazón; el énfasis en el Corazón físico;
la práctica de identificar el Sagrado Corazón con la Persona de Cristo
("Dígnate, oh Corazón divino, de presidir nuestras asambleas...");
la concentración en los pecados que deben expiarse; el uso dudoso de las
promesas hechas a Santa Margarita María; la dificultad de consolar a Jesús
ahora en sus padecimientos de muchos siglos atrás... Ladame piensa que la
dificultad fundamental es la crisis en la vida espiritual en general.
No
se puede negar que muchas prácticas de esta devoción desaparecieron en
muchos lugares Pero, hay también una convicción de muchos que se trata aquí
de una cosa valiosa que no debe perderse. Jamás hubo tantos congresos nacionales
e internacionales acerca del Sagrado Corazón como en los últimos treinta años.
Muchos teólogos y religiosos están de acuerdo que se precisa una renovación,
y en este artículo quisiera resumir las contribuciones a esta renovación. De
nuevo, debo ser selectivo.
El
interés de estos dos hermanos en la teología del Sagrado Corazón ya se
manifestó en el
hecho que los dos escribieron su disertación doctor sobre la teología patrística
del Sagrado Corazón, y aún más, en sus numerosas publicaciones posteriores
sobre el Sagrado Corazón. Hay un gran interés en sus contribuciones, como lo
demuestran, por ejemplo, por lo menos dos disertaciones recientes acerca de la
teología de Karl Rahner sobre el Sagrado Corazón[26].
De hecho, su influencia es profunda, aunque no siempre reconocida.
Ya
he referido a la contribución importante de Hugo Rahner en el campo de la
teología patrística y bíblica (vea la nota 1 al fin de este capítulo, y la
nota 4 del capítulo 4); ha sistematizado el estudio de la teología patrística
sobre este tema, y nos ha dado una nueva lección de Jn. 7,37-38. Esta última
contribución nos ha mostrado la función del Espíritu Santo en esta
espiritualidad. Por consiguiente debo resumir aquí la contribución de Karl
Rahner sobre este tema, una contribución en el campo de la teología
especulativa y espiritual.
La
influencia de los dos teólogos Rahner es tan profunda, en primer lugar,
porque han profundizado el mismo concepto 'corazón'. Hugo ya entendió el término
en su sentido bíblico, y Karl continuó en esta línea por reflexión personal.
Piensa que 'corazón', en primer lugar, no significa el órgano fisiológico;
esto ya es una significación derivada:
'Corazón',
en este
sentido primario, denota aquel centro que es el origen y núcleo de todo en la
persona humana. Aquí toda la concreta "naturaleza del hombre, como nace,
florece, y se entrega con alma, cuerpo, y espíritu,... se cristaliza y se
forma; aquí es donde, por decirlo así, está anclado." (H. Conrad-Martius).
(Stierli, o.c. p. 133)
'Corazón',
en este sentido primario, es una palabra primordial ('Ur-Wort'), como 'faz', o
'puño', denotando realidades que sobrepasan la distinción entre cuerpo y
alma. La representación del corazón físico puede usarse como símbolo de
este centro personal. Debemos recordar, además, que el culto del Sagrado Corazón
se dirige siempre a la persona de Jesús, en este caso: a la persona de Jesús
en sus actitudes más profundas Estas actitudes deben descubrirse, no por deducción
metafísica, sino por experiencia personal. Y nuestro último descubrimiento
es que el Corazón de Jesús se caracteriza por un amor libre e insondable,
amor que unifica todas las actitudes del Señor.
Esta
contribución de los dos padres Rahner da a la devoción una nueva
perspectiva. La teología que distinguió entre objeto material y formal de la
devoción pasa de largo la significación primaria del 'corazón' de una
persona; entiende 'corazón' en primer lugar en el sentido físico, y pasa por
alto el sentido bíblico de 'corazón'. Por eso, dice Karl, esta teología es
inadecuada y anticuada. Para los dos hermanos Rahner, el 'Sagrado Corazón' no
es solamente un símbolo, sino también es el núcleo, el centro personal de
Jesucristo. Es una realidad escondida, que podemos descubrir por contacto
personal. Y el Corazón de Cristo en este sentido es la Fuente de
Vida para nosotros. Los teólogos que reaccionaron negativamente a esta
explicación de Karl Rahner, temieron principalmente que no diese bastante
importancia al Corazón de carne del Señor. Me parece que Karl ha contestado a
esa objeción
a satisfacción[27];
para él, un símbolo real es siempre una parte de la cosa simbolizada, como las
lágrimas simbolizan la tristeza y son parte de la misma. El 'Sagrado Corazón'
se refiere en el mismo tiempo al Corazón físico de Jesús y al núcleo de su
personalidad. En el pasado, el símbolo y el simbolizado se vieron demasiado
como dos cosas distintas, y eso induce varias dificultades. Lo que veneramos es
el núcleo de la Persona, junto con el símbolo real del Corazón; veneramos a
Jesús en su Corazón.
Además
es importante distinguir entre la espiritualidad del Corazón y las prácticas
tradicionales de la devoción. K. Rahner no se interesa en primer lugar en las
prácticas tradicionales de la devoción, sino que dirige nuestra atención a
la Persona de Jesús. Reconoce la importancia de Paray-leMonial, pero acentúa
que las visiones de Paray no deben entenderse como dirigidas contra el
Jansenismo, sino que deben insertarse en el contexto moderno de la
secularización. Y visto que la secularización parece haber culminado en
nuestro tiempo, esta espiritualidad no es anticuada de ninguna manera.
Aunque
Karl Rahner dirige nuestra atención hacia la persona de Jesús, piensa que el
contexto trinitario faltó en la devoción como practicada desde Santa
Margarita María. Cristo no se vio como Mediador con el Padre, de modo que faltó
el movimiento característico de nuestra religión: no tanto a Cristo, sino más
bien con El y en El al Padre. Hugo Rahner adjuntaría: debemos ver el Corazón
de Jesús como fuente del Espíritu Santo, que nos hace amar como Jesús,
participando en su amor del Padre y de nuestros hermanos. Con Jesús y por
Jesús, en el Espíritu, al Padre; así es nuestra religión.
Este
contexto trinitario es importante también para entender la significación de
reparación. Karl ha explicado este tema en su artículo importante
"Algunas tesis sobre la teología de la devoción", (Stierli o.c.
131-155).
Visto
que en este culto veneramos al Señor en el aspecto de su amor redentor, esta
devoción tiene que incluir la reparación, dice Karl, porque la reparación
es una participación en su amor redentor, y en su destino.
¿Qué
significa la reparación en la economía actual de salvación? El pecado ha sido
superado de la Cruz de Cristo, en la cual nuestro
Señor logró su victoria sufriendo, de un modo amoroso y obediente, las
consecuencias del pecado, a saber separación de Dios y la muerte. Reparación
para los pecados del mundo, tanto para los nuestros propios como para los de
otros, debe constar en primer lugar y esencialmente de una participación
libremente aceptada en el destino del Señor, y de la tolerancia, en fe,
amor y obediencia, de las manifestaciones del pecado en el mundo: sufrimientos,
oscuridad, persecución, separación de Dios, y la muerte. (Stierli,
o.c.
147)
La
reparación de Cristo como hombre, y de los hombres en Cristo, se ofrece al
Padre. Nuestra reparación se ofrece con Cristo y por Cristo, más bien que a
Cristo. Es una participación en su sufrimiento redentor, y Karl ve este
sufrimiento más en el contexto de redención que de expiación y satisfacción.
No acentúa el aspecto de consolar a Jesús; piensa que esto no es un aspecto
esencial de la devoción, aunque cree en la importancia de meditar sobre la pasión
de Jesús. La Hora Santa, por ejemplo, la ve como un ensayo del creyente a participar
en el destino del Señor; allá descubrimos las actitudes de Jesús hacia la
cruz como la ley de nuestra actitud hacia la cruz en nuestra vida. En sus últimos
escritos dirige nuestra atención hacia el servicio desinteresado del prójimo,
y hacia la participación en su batalla por la justicia. El aspecto social empezó
a hacerse importante, pero no lo integró en sus artículos sobre el Sagrado
Corazón. Lo trató en su artículo sobre la unidad del amor de Dios y del amor
del prójimo[28].
He
mencionado esta encíclica en el período precedente, porque es el documento
culminante sobre la devoción al Sagrado Corazón que explica su naturaleza como
fue siempre entendida. Pero este documento realmente pertenece a este período
de renovación, porque abre varias puertas[29].
En
primer lugar, explica el objeto de la devoción de una manera más completa. El
Sagrado Corazón se presenta como el símbolo principal del triple amor de Jesús:
de su amor divino, de su amor humano hacia el Padre y hacia nosotros, y también
de sus afecciones emocionales exquisitas (art. 25-26). En la descripción de los
actos del amor de Jesús, se menciona que se guiaron por su conocimiento
perfecto (art. 27>. Así es como se describe todo el centro de la
personalidad de Jesús. Donde la encíclica trata del amor de Jesús, los
regalos del Sagrado Corazón se incluyen: la Eucaristía y el sacerdocio (art.
36); el regalo de su Madre (art. 37); el regalo de su vida (art. 38); el regalo
de la Iglesia (art. 39); el regalo del Espíritu Santo (art. 41); su oración
continúa por nosotros (art. 44). Así se incluye la teología 'objetiva' de los
Padres; pero, los regalos se presentan explícitamente como regalos de amor.
En
segundo lugar debemos mencionar que la encíclica inserta la devoción en la
Sagrada Escritura y la tradición: "Porque creemos que, cuando los
elementos fundamentales de esta forma de piedad se ven en esta clara luz que
viene de las Escrituras y de la Tradición, los cristianos serán capaces de
'sacar agua con gozo de las fuentes del Salvador." (art. 11). El Antiguo y
el Nuevo Testamento y los padres se citan extensamente; los grandes santos del
Sagrado Corazón se mencionan (art. 51); el lugar principal entre ellos se
adjudica a Santa Margarita María. Porque ahora la devoción está insertada
en las fuentes auténticas de la revelación cristiana, ha madurado, y se
muestra como perteneciendo a la revelación como su corazón.
Unos
acentos particulares: importantes son la referencia a la función del Espíritu
Santo en esta devoción (art. 41); las referencias, de paso, a la Santísima
Trinidad (por ejemplo en art. 11>; el hecho que la devoción se presenta como
respondiendo al materialismo de nuestra edad, una edad en que "en el
corazón de muchos la caridad se vuelve fría." (art. 38). Después, las
referencias al Reino de Cristo (art. 72 + 75), y, finalmente, la referencia al
Corazón Inmaculado de Maria, al que el mismo Papa Pío XII consagró el mundo
en 1942 (art. 73>.
Las
contribuciones de Hugo Rahner se han integrado en la encíclica; por lo general,
las de Karl Rahner no fueron integradas. Pero, nada sugiere que el segundo
fuera condenado; de hecho, su doctrina puede conciliarse con la encíclica, aunque
va más lejos.
El
Concilio Vaticano II no habla a menudo del Sagrado Corazón. Se menciona explícitamente
en Gaudium et Spes art. 22, donde se dice que Jesús amó con un corazón
humano; en la Declaración sobre la Libertad Religiosa art. 11, donde
se cita Mt. 11 ,29: "En efecto, Cristo, que es Maestro y Señor nuestro,
manso y humilde de corazón, atrajo pacientemente e invitó a los discípulos."
y en Ad Gentes art. 24, donde Mt. 11 ,29 se cita de nuevo. En dos
lugares, el concilio se refiere al Costado herido de Cristo: en la Constitución
sobre la Sagrada Liturgia art. 5, y en Lumen Gentium art. 3. Ambos
textos se refieren al origen de la Iglesia. Estos cinco textos expresan la
doctrina tradicional.
Lo
que es nuevo en los documentos conciliares referente a nuestro tema es la manera
como se habla de nuestro corazón. El término 'corazón' se usa 119 veces:
cinco veces referente al Corazón de Cristo; 113 veces con relación a nuestro
corazón. Se citan muchos textos bíblicos acerca del corazón humano: Rom. 5,5
acerca del amor de Dios, derramado en nuestros corazones por el Espíritu que
nos ha sido dado: cinco veces; Is. 61 ,1: "a vendar los corazones
rotos": tres veces; Hechos 4,32: "cor unum et anima una": tres
veces. Pero, quisiera llamar la atención a lo que el mismo Concilio dice
sobre el corazón humano.
En
primer lugar, hay el texto hermoso que habla de la vuelta al corazón:
Pues
en su misma interioridad supera a la
universalidad de las cosas: llega a este profundo conocimiento cuando se vuelve
a su corazón, en donde le espera Dios, que escudriña los corazones, y en
donde él mismo, bajo la mirada de Dios, juzga de su propia suerte. (GS 14)
Gaudium
et Spes menciona
el corazón humano 34 veces, y nos da un mensaje importante acerca de ello. Lo
quisiera resumir aquí'. En el art. 10 la Constitución dice:
De
hecho los desequilibrios que afectan al mundo moderno están conectados con el
desequilibrio más fundamental que radica en el corazón del hombre. (Documentos
del Concilio Vaticano II, ed.
Sal Terrae,
Santander 1966, p. 552).
Este
artículo 10
continúa en describir cómo las discordias en la sociedad se radican en la
división que el hombre sufre en si mismo. Así, para sanar la sociedad, se
requiere la sanación del corazón. Esto se hace posible por el regalo del Espíritu
Santo:
El
hombre puede aproximarse por don del Espíritu Santo a la contemplación y gusto
en la fe del oculto designio de Dios. (GS 15, última frase).
Después,
el artículo 16
continúa:
En
las profundidades de su conciencia el hombre descubre la ley que él mismo no se
la da a sí mismo, pero a la que debe obedecer y cuya voz llamándole a hacer
el bien y evitar el mal dice en los oídos de su corazón cuando conviene: haz
esto, evita aquello. Pues el hombre tiene en su corazón una ley inscrita, de
manera que su dignidad consiste en obedecerla y conforme a ella se le juzgará.
La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que
está a solas con Dios, cuya voz resuena en sus intimidades. Aquella ley
aparece clara de un modo admirable por la conciencia, que se cumple con el
amor a Dios y al prójimo. Por la fidelidad a la conciencia los cristianos se
juntan con los demás hombres, para buscar la verdad y resolver con verdad
tantos problemas morales como surgen así en la vi-da de cada uno como en la
comunidad social.
Cuando
escuchamos la voz de nuestra conciencia, que re-suena en nuestro corazón,
podemos hallar la solución de nuestros problemas personales y sociales. Pero,
eso requiere una corrección de nuestras actitudes, una renovación del corazón:
El
orden social hay que desarrollarlo día a día, debe fundarse en la verdad,
edificarse sobre la justicia, estar vivificado por la caridad; en la libertad ha
de encontrar un equilibrio cada vez más humano. Para realizar todas estas cosas
es preciso proceder a una renovación de las mentalidades y de amplias transformaciones
de la sociedad.
El
Espíritu de Dios, que dirige el correr de los tiempos con admirable providencia
y renueva la faz de la tierra, está presente a esta renovación. Y a la vez
el fermento evangélico ha despertado y sigue despertando en el corazón del
hombre una irrefrenable exigencia de dignidad. (GS art. 26).
El
articulo 30 especifica un aspecto
de la corrección de nuestras
actitudes que se requiere: no podemos contentarnos con una ética
individualista; tenemos que aprender a ver la importancia de los deberes
sociales. El mundo de hoy lo requiere:
Hay
quienes profesando amplias y generosas opiniones, sin embargo, en realidad
viven de tal manera como si no les preocuparan las necesidades de la sociedad.
Es más, muchos, en diversas regiones, menosprecian las leyes y las normas
sociales. No Pocos, con variados fraudes y engaños, no tienen reparo en
eximir-se de los justos impuestos o de otros deberes para con la sociedad.
Otros tienen en poco ciertas normas de vida social, 'por ejemplo, para cuidar la
salud o referentes a la prudente conducción de vehículos, sin caer en la
cuenta de que con tal negligencia ponen en peligro su vida y la de los demás.
Sea considerado con todos, es deber sagrado, y entre las principales obligaciones el observar las relaciones sociales. Pues cuanto más se unifica el mundo, tanto más los deberes del hombre sobrepasan los limites de los grupos particulares y se extienden paulatinamente a todo el mundo. Esto no se logrará si cada uno de los hombres y de las asociaciones no cultivan en sí mismos y difunden en la sociedad las virtudes morales y sociales, de forma que se conviertan verdaderamente en hombres nuevos y artífices de la nueva humanidad con el necesario auxilio de la divina gracia. (GS art. 30).
El
Concilio descubre una urgencia especial de las virtudes sociales en este tiempo,
porque el mundo se unifica siempre más. Para descubrir lo que significa la
renovación del corazón, tenemos que considerar también las necesidades de la
situación: ¡Un corazón nuevo para un mundo nuevo! Tenemos que escuchar
también el corazón del mundo.
Después,
la constitución se refiere al plan salvífico de
Dios: Jesús instituyó una nueva comunión fraternal, y su grande ley
para la familia de Dios es el amor fraternal (art. 32>.
La Iglesia, a su vez, vuelve a ser el sacramento de la unidad de todo el género
humano (art. 42), y esto tiene implicaciones para nosotros. Los gobiernos
tienen una responsbilidad grave de promover la paz nacional e internacional;
pero, los Jefes de Estado dependen muchísimo de los ciudadanos. Esta
consideración conduce a la conclusión que quisiera acentuar:
Sin
embargo guárdense bien los hombres de confiar sólo en los esfuerzos de unos
pocos sin preocuparse de la propia mentalidad. Pues los Jefes de Estado que
son los responsables del bien común de su propia nación y al mismo tiempo
promotores del bien universal, dependen muchísimo de las opiniones de la masa y
del sentir universal. De nada sirven sus desvelos por edificar la paz si
sentimientos de hostilidad, desprecio y desconfianza, odios raciales e ideologías
obstinadas, dividen a los hombres enfrentándolos entre sí. De ahí una
necesidad absoluta de educar las mentes y de hallar un criterio nuevo que
inspire la opinión pública. Los que se dedican a la educación, especialmente
de los jóvenes o forman la opinión pública, tomen como un deber gravísimo
el dirigir las mentes de todos hacia una nueva atmósfera de paz. Conviene que
todos nosotros a una cambiemos nuestros corazones teniendo ante la vista el
mundo entero y aquellas empresas que nosotros a una podemos realizar para que
nuestra sociedad se perfeccione en el bien.
No
nos engañen falsas esperanzas. Porque si, dejadas a un la-do enemistades y
odios, no se concluyen en el futuro tratados de paz firmes y honrados, la
humanidad, que se halla en una grave crisis, pese a las maravillosas ciencias
que posee, quizás se vea arrastrada hacia una situación en la que no
experimente más paz que la de una muerte horrible. La Iglesia de Cristo al
exponer estas realidades, situada en medio de la angustia de nuestros días, no
cesa sin embargo de anhelar esa paz. A nuestra generación una y otra vez, a
tiempo a destiempo, se afana en proponer el mensaje del Apóstol: "he aquí
ahora el tiempo oportuno" para que se cambien los corazones, "he aquí
ahora el día de salvación." (GS art. 82).
El
Concilio nos llama con gran urgencia a la renovación de nuestro corazón. La
necesidad especial de nuestro tiempo y la fraternidad internacional lo
requieren. Esto es el aspecto más importante del 'aggiornamento', de la
renovación promovida por el Concilio, la renovación del corazón. Las
estructuras de la Iglesia se han renovado, como la estructura colegial de los
obispos; la liturgia se ha renovado; la vida religiosa se ha renovado... Pero,
todos estos cambios deben promover el cambio más profundo: el cambio de nuestro
corazón. La promesa de Dios de darnos un corazón nuevo se vuelve una necesidad
urgente.
La
misma conclusión se halla en el decreto sobre el Ecumenismo: la conversión
del corazón es como el alma de todo el movimiento ecuménico (UR art. 7 +
8>. La unidad y la fraternidad de la Iglesia requieren un amor más grande,
una comunión y comunicación más profundas. Quisiera concluir esta sección
sobre el Vaticano II con dos citaciones muy a propósito del papa Pablo VI:
Saludos
y paz a todas las otras comunidades Cristianas... Un saludo cordial mandamos...
a los que creen en Dios...
Después,
en este momento, pensamos en toda la humanidad, movido por el amor del que tanto
amó al mundo que dio su vida por él. El corazón asume dimensiones mundiales;
ojalá asuma las dimensiones infinitas del Corazón de Cristo[30].
Quitar
a la Iglesia su calificación de católica significa cambiar su faz, la cual el
Señor quería y amó; significa ofender la intención inefable de Dios que quería
hacer de la Iglesia la expresión de su amor ilimitado de la humanidad. Tenemos
que comprender bien la novedad sicológica y moral que un tal nombre implica:
...
el corazón del hombre es pequeño, es egoísta, no tiene lugar sino para sí
mismo y para pocas personas, los de la propia familia y de la propia casta. Y
cuando, después de nobles esfuerzos largos y fatigosos, se dilata un poco,
llega a comprender la propia patria y la propia clase social, pero siempre
busca barricadas y fronteras, entre las cuales pueda limitarse y refugiarse.
Hasta hoy, el corazón del hombre moderno sufre fatiga al trascender estos
confines interiores, y, a la invitación que el progreso civil le hace de
dilatar la capacidad del amor para el mundo, responde con incertitud y a condición,
todavía egoísta, de hallar en eso su propia ventaja. La utilidad, el
prestigio, aunque no sea la manía de dominar y de subyugar a los demás para sí,
gobiernan el corazón del hombre.
Pero,
si está penetrado verdaderamente de su condición de católico, todo egoísmo
está superado, todo clasismo está elevado a la plena solidaridad social,
todo nacionalismo se compagina con el bien de la comunidad mundial; entonces
todo racismo está condenado, como todo totalitarismo está manifestado en su
inhumanidad; el corazón pequeño se rompe o, mejor, adquiere una nueva
capacidad de dilatarse. Palabra de San Agustín:"Dilatentur
spatia caritatis."
Un
corazón católico significa un corazón de dimensiones universales. Un corazón
que ha superado el egoísmo, la angustia radical que excluye al hombre de la
vocación al Amor supremo. Significa un corazón magnánimo, un corazón ecuménico,
un corazón capaz de abrazar al mundo entero dentro de sí. Pero, eso no lo hará
un corazón indiferente a la verdad de las cosas y a la sinceridad de las
palabras; no confundirá la debilidad con la bondad, no colocará la paz en la
maldad y en la apatía. Sino sabrá pulsar en la maravillosa síntesis de San
Pablo: "veritatem facientes in caritate." (Ef. 4,15; 31)[31].
Más
que nunca, nuestro corazón tiene que abrirse a todos. La universalidad del
Reino de Cristo, la universalidad de su mandamiento de amor lo requieren; el
mundo lo requiere; la unidad de las iglesias lo requiere. Nuestro corazón debe
volverse 'católico', debe ser como la Iglesia, nacida del corazón de Cristo.
Notaron
muchos las palabras solemnes del Concilio Vaticano II acerca de la necesidad
del corazón nuevo. Desde entonces, se divulgó lo que sucede en muchos
lugares: en América Latina, en las Filipinas, en África del Sur... La
necesidad del nuevo corazón se hizo más evidente. En este contexto, se empezó
a guardar el Corazón de Cristo de una manera nueva: ¿No hallamos aquí el
corazón nuevo que Dios nos prometió? ¿Cómo se puede presentar el Corazón de
Cristo de manera que de nuevo signifique 'vida' para el mundo? ¿Cómo se renuevan
nuestros corazones por el suyo? ¿Cuál es la relación entre un mundo nuevo y
el Reino?
Es
difícil saber lo que acaeció en las más de 200 congregaciones religiosas
dedicadas al Sagrado Corazón; pero, como ejemplo, quisiera mencionar lo que
ocurrió en mi propia congregación. En 1972, el consejo general de los
Misioneros del Sagrado Corazón publicó una carta en la cual se recomendó una
'espiritualidad del corazón' como una manera característica de vivir la fe
en nuestra comunidad apostólica. La carta hace la sugestión de tomar 'corazón'
en el sentido bíblico, y de considerar tanto el corazón de Dios como el del
hombre. El superior general de este tiempo, el padre (ahora Obispo) E. T.
Cuskelly, contribuyó mucho a esta espiritualidad. En primer lugar, definió la
palabra 'espiritualidad': hay que distinguirla de la práctica devocional. Una
persona puede tener varias devociones; pero, hablamos de espiritualidad
"cuando la intuición central de una persona entra en su vida, y a su luz especial
transforma todas las demás cosas que constituyen la totalidad de su vida
espiritual."[32]
En
segundo lugar, Cuskelly nos dio un resumen de la manera como él ve la
espiritualidad del corazón:
Esta
terminología sugiere varios elementos; sugiere que nuestra religión del corazón'
se ha hecho interior y habitual. Además indica
que:
a.
Tenemos que descender a lo profundo de nuestra alma para realizar
nuestras profundas necesidades de vida, de amor, de sentido.
b.
Mediante la fe y la reflexión, tenemos que hallar la contestación a
nuestras preguntas en el Corazón de Cristo, o sea en lo profundo de su
personalidad, donde el afán del hombre y la gracia de Dios convergen en la
encarnación redentora.
c.
Después, afianzado por estas fuerzas, nuestro corazón será un corazón
acogedor, abierto, sensible, y dadivoso para con nuestros hermanos y hermanas en
Cristo.
d.
No seremos 'descorazonados' frente a las dificultades. Seguimos a
Cristo que "amó con un corazón humano" como nos recuerda el Vaticano
II; participó en nuestra humanidad, para que supiéramos que sobre todos
nosotros hay el amor eterno del Padre. Cuando Dios lo quiere, su amor
todopoderoso lo dispondrá todo según su placer. En este amor es como hemos
aprendido a creer.[33]
La
siguiente administración general continuó en la misma línea. Empezaron a
publicar un periódico para circulación privada,
llamado Cor Novum, y
en el primer número uno de los
asistentes generales, el padre Denis Murphy MSC, escribió:
Cuando
Jesús empezó a predicar, llamó a la conversión, a una transformación del
corazón. Lo mismo hace en nuestros días. Su llamada a una transformación del
corazón se basa en el advenimiento de Dios hacia nosotros como de un Padre
que nos ama.
Este amor se
revela, no solamente en las palabras y hechos de Jesús, sino también y
especialmente en sus más profundas actitudes y valores, es decir, en su corazón.
Estos dos movimientos de revelación y de conversión se efectúan en el corazón
de un individuo, pero necesariamente se expanden más allá del individuo,
porque cambian las relaciones entre los hombres, y, después, deberían crear
una nueva forma de sociedad. Así, hay un tercer movimiento en la enseñanza de
Jesús: misión en el corazón del mundo.
Estos
tres movimientos (revelación, conversión y misión) no ocurren en orden cronológico;
cada uno implica los otros, y se influyen mutuamente. Si se descuidara alguno de
ellos, no viviríamos según la enseñanza de Jesús. Resumen también lo que el
Padre Chevalier vio en el Corazón de Cristo, y lo que nosotros ahora llamamos
la 'espiritualidad del corazón'. (Prólogo p. 8-9).
Además,
se organizó un congreso del Sagrado Corazón en la provincia Australiana de los
MSC en 1985, sobre el tema "Un corazón nuevo para un mundo nuevo." El
texto de las conferencias se halla en un libro con este mismo título, publicado
en 1986[34].
En la Introducción, el organizador del congreso, el padre Brian Gallagher MSC,
dice:
El
punto de partida para el congreso fue el amor entrañable de Dios para nuestro
mundo, un amor ya "derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo
que nos ha sido dado", (Rom. 5,5) de modo que hallamos en nuestros
corazones un deseo y un afán de salvar el mundo más grande que nuestros
corazones. Todo afán humano, la búsqueda de Dios, las experiencias de sufrimientos
y de opresión social, el clamar por la justicia... esas son las preocupaciones
de una espiritualidad del corazón. Las conferencias y 'workshops' del congreso
se esfuerzan por revelar y acrecentar estos deseos fundamentales del corazón,
creyendo de veras que por ellos conoceremos los deseos de Dios.
El
hombre que conoció mejor el deseo de Dios fue, desde luego, Jesús. Con Jesús,
que amó con un corazón humano, creemos en la posibilidad de un mundo nuevo;
un mundo nuevo ya presente, pero, también, todavía por venir." (p. 7-8)
El
método del congreso, pues, era la escucha de los deseos fundamentales del corazón:
la escucha del Corazón de Cristo, y del corazón del mundo, porque creemos que
el Espíritu de Dios habla a nosotros también de esta manera. Esto es claramente
conforme a Gaudium et Spes. Debemos analizar el afán del corazón del
hombre de hoy, y el afán del corazón de Dios: su plan de crear cielos nuevos y
una tierra nueva; su plan de darnos un corazón nuevo; la revelación del Corazón
de su Hijo,
y de su Reino. En este libro he analizado sólo la revelación
bíblica. Pero, el análisis del corazón del mundo y el estudio bíblico deben
ir juntos; tenemos que escuchar el afán del corazón humano en la luz del afán
del Corazón de Cristo, para descubrir qué significa un corazón nuevo para un
mundo nuevo.
En
el mismo tiempo, muchas cosas acaecieron en otra parte. Durante algunos años se
ofreció un curso en la universidad Gregoriana en Roma, sobre el tema "El
Corazón de Cristo
- El Corazón del hombre." Este curso consistió principalmente en un
estudio del 'corazón' en las Escrituras. R. Faricy S. J. publicó un libro
sobre Teilhard de Chardin[35],
para quien el Corazón de Cristo no es sólo el centro de todos los corazones
humanos, sino también el corazón personal del cosmos, "un fuego capaz de
penetrar todas las cosas." Según Teilhard,
el Corazón de Cristo energiza y personaliza todos los corazones humanos y, en
el sacramento de la Eucaristía, Cristo
hace del mundo su Cuerpo, por medio de una transubstanciación universal.
Lo
más importante es que el papa Juan Pablo II habló con frecuencia del corazón
humano como el centro de la persona de donde nace todo lo que una persona es y
hace. Toma el 'corazón' en un sentido profundo. En su primera encíclica, Redemptor
Hominis art.
9, se lee:
La
redención del mundo - este misterio tremendo de amor en el cual la creación se
renueva - es, en su raíz más profunda, la plenitud de la justicia en un
corazón humano - el Corazón del Hijo primogénito - para que se vuelva la
justicia en los corazones de muchos hombres, predestinados desde la eternidad en
el Hijo primogénito a ser hijos de Dios, y llamados a la gracia llamados al
amor.[36]
En
su mensaje a los jóvenes de Francia durante su encuentro con ellos en 1980,
hallamos un buen ejemplo de la 'espiritualidad del Corazón':
Valéis
también cuanto vale vuestro corazón... Cualquier uso los hombres hagan de
ello, el corazón - el símbolo de amistad y de amor - tiene también sus
normas, su ética El dejar lugar para el corazón en la construcción armónica
de vuestra personalidad no tiene nada que ver con sensiblería, o hasta con
sentimentalismo. El corazón es la apertura de todo el ser hacia la existencia
de otros, la capacidad de adivinarlos, de comprenderlos. Tal sensibilidad,
verdadera y profunda, nos hace vulnerables. Por eso algunos tienen la tentación
de rehuirla, endureciendo su corazón.36
En
este mismo año el papa escribió la encíclica Dives ¡n Misericordia, en
la cual presenta a Jesús como la encarnación de la misericordia. El amor de Dios
es un amor misericordioso, y es la misión de la
Iglesia el traerlo a la humanidad doliente. La Iglesia será capaz de hacer
esto sólo volviéndose al misterio del Corazón de Cristo.
En
1986, el papa Juan Pablo II escribió en su carta de Paray-le-Monial al superior
general de los Jesuitas, en un pasaje sobre la civilización del amor:
En
contacto con el Corazón de Cristo, el corazón del hombre aprende a conocer la
significación verdadera y única de la vida y de su destinación, a comprender
el valor de una vida verdaderamente cristiana; cómo guardarlo contra ciertas
perversiones del corazón humano, y cómo hermanar el amor de Dios y el del prójimo.
De esta manera - y esto es la verdadera reparación requerida por el Corazón
del Salvador - será posible construir en las ruinas acumuladas por el odio y la
violencia, la civilización del Corazón de Cristo.
La
construcción del mundo nuevo
se presenta aquí como una
obra de reparación, aún como 'la verdadera reparación requerida por el Corazón
del Salvador.' El misticismo contemplativo de los santos del Sagrado Corazón
se vuelve una espiritualidad apropiada a los pastores y a los hombres que
viven en el mundo. Por siglos, los teólogos hablaron de la 'natura lapsa et
reparata' del hombre. El mundo participaba profundamente en la caída; es
urgente que participe también en la 'reparación'. El Reino de
Cristo requiere una civilización del amor.
En contacto con el Corazón de Cristo, en contacto con nuestros hermanos y
hermanas dolientes, nuestro corazón aprende las implicaciones antes señaladas.
En
este estudio he investigado dos tradiciones: 1) el uso
del termino 'corazón' en la
tradición bíblica y post-bíblica, lapurificación
del corazón, la custodia del corazón, la iluminación del corazón, la
transformación del corazón por el amor; y 2> la tradición del Sagrado
Corazón: el Corazón de Jesús, manso y humilde; fuente de agua viva,
traspasado por la lanza, fuente de sabiduría y amor compasivo, fuente de la
Iglesia; el Corazón que transforma el mundo por el Espíritu Santo.
Las
dos tradiciones se juntan en las narraciones conmovedoras de los místicos que
experimentaron 'el cambio de corazones', una experiencia que expresa de una
manera mística una cosa que debe acaecer en cada uno de nosotros, en un proceso
continuo de conversión. No se requiere acentuar que no
se trata aquí' de una 'transplantación de corazón', sino de un desarrollo
personal auténtico. Los teólogos siempre acentuaron que la gracia no
destruye la naturaleza, sino que la eleva.
He
insertado la teología del Sagrado Corazón en el contexto más amplio de la
promesa del nuevo corazón, y del énfasis del Concilio Vaticano II en la
necesidad de la renovación de
nuestro corazón, en vista de la situación mundial: se precisa un corazón
abierto para nuestros hermanos y hermanas de todas las naciones, para nuestros
hermanos separados, para los dolientes y los pobres... La integración de estas
dos tradiciones conduce a 'la espiritualidad del corazón'.
En
esta espiritualidad, 'el corazón' se toma como el centro de la persona.
Sugiero que el corazón de Cristo también se tome en este sentido´ La
respuesta a la cuestión: ¿Qué veneramos en el culto del Sagrado Corazón?"
Es fácil: veneramos a Jesucristo en el misterio de su Corazón. Y si alguno,
en línea con la tradición escolástica, quiere una clarificación sobre el
objeto material y formal, digo que en este culto Jesucristo es la Persona que
veneramos; el misterio de su Corazón es el aspecto específico de este culto.
Cuando
empezamos a conocer este Corazón, descubrimos sus riquezas: las actitudes de
Jesús, su celo para el Reino, su amor ardiente hacia el Padre y hacia nosotros;
el regalo del Espíritu por quien renueva nuestros corazones. El Sagrado Corazón
puede simbolizarse, y
el símbolo se refiere al Corazón de Jesús en todas sus profundidades. Pero
el símbolo no es
un objeto distinto. El corazón del hombre es un corazón encarnado.
El
culto del Sagrado Corazón forma parte de la liturgia de la Iglesia. La
espiritualidad del corazón como presentada en
este estudio, va más lejos. Los que quieren vivir tal espiritualidad empiezan
por su propio corazón, con sus afanes y la exigencia de conversión y de
realización. El Sagrado Corazón
es la respuesta, y, renovados por Cristo y su Espíritu, participamos en su
misión. Para los que quieren vivir una espiritualidad
del corazón, el misterio del Sagrado Corazón se vuelve central.
La
espiritualidad del Corazón es una verdadera espiritualidad: incluye la oración,
la conversión, el mirar al que traspasaron; la escucha del Espíritu. Incluye
el amor, el cuidado para
nuestros hermanos y hermanas, la compasión, la entrega según el estado de
vida. Es una espiritualidad de la gracia: no podemos darnos nosotros mismos un
corazón nuevo, no podemos transformar el mundo solos. Nos precisa Cristo; nos
precisa su Espíritu. Cristo se afana por revelarnos el plan de su Padre; se
afana por efundir su Espíritu sobre nosotros; quiere
que nosotros participemos en su misión, porque quiere que todos tengan la vida.
En la Eucaristía nos enseña a compartir el pan, y por medio de este
sacramento nos deja entrar en el regalo de sí mismo, en su amor. Tenemos que
compartir el pan, y compartir nuestras personas.
El
verdadero programa de renovación es el iniciado por Cristo.
Su programa es universal pero empieza con el corazón del hombre; lo demás
tiene que seguir. Nuevo vino en pellejos nuevos: las estructuras deben cuadrarse
con la vida nueva; tienen
que servir la fraternidad, la unidad y la paz, entre todas las
naciones.
La
espiritualidad del corazón conduce al respeto para la gente; el Espíritu habla
también a sus corazones. Para descubrir
lo que deben hacer, tenemos que escuchar, para aprender de ellos el camino que
deben seguir. Su camino, tal vez, no es el nuestro. Ninguno tiene un monopolio
del Espíritu. Jesús convida a la gente al Reino; no los impele.
La
lucha para la renovación de las estructuras puede ser dura.
Deben hacerse leyes justas, y
no todos están dispuestos para
leyes justas. Las leyes justas, hay que observarlas, y no todos están
dispuestos a observarlas. Me sentí conmovido cuando escuché en América Latina
este canto:
Danos
un corazón
grande
para amar.
Danos
un corazón
fuerte
para luchar.
El
amor sabe también cómo luchar.
Que nuestras luchas se inspiren siempre por el amor, el amor de todos. Que la
fortaleza, necesaria para la lucha, sea siempre este vigor que es un
regalo del Espíritu.
[1]
Hugo
Rahner S. J. desarrollá estas ideas en su disertación doctoral: Fons
Vitae: Eine Untersuchung zur Geschichte der Christusfrömmigkeit in der Urkirche.
Doss-Innsbruck 1930.
Algunas
publicaciones posteriores:
Id.
- "Flumina de Ventre Christi. Die patristische Auslegung von jo
7,37-38." en Bíblica, 22 (¹94¹) pp. 269-302; 367-403.
íd.
- "The beginnings of the Devotion
en J Stierli Heart of the Saviour pp. 15-35.
[2]
Tractatus
Origenis 15 (ed
Batiffol Paris 1900) p 165 Esta obra fue es crita probablemente por el
Obispo español Gregorio de Elvira
[3]
Textos acerca de este tema fueron recogidos por S. Tromp S J en
De Nativitate Ecclesiae ex Corde Jesu in Cruce
Gregoranum 12 (1932> 489 527 y
después, por Karl Rahner en su disertacion doctoral E Latere Chrst, Der
Ursprung der Kirche aIs zweite Eva aus der Seite Christi des zweiten Adam. Eine
Untersuchung über den tvpologischen Sinn von jo 19,34. Diss.
Innsbruck 1936.
[4]
Giulio
Giacometti - Piero S.essa, Cuore Nuovo. OR (Milano 1974>, pp. 616i
Este libro recoge textos de la tradición Cristiana
acerca del corazón humano, añadiendo introducciones breves. Es una
fuente muy u·til· Para el período patrístico véase PP. 70-128.
[5]
Para la filosofía
del corazón de San Agustín véase Anton Maxseiñ, Philosophia Cordis
bei Augustinus. Augustinus Magister I (Paris 1954) y Pedro de la Noi
Pbro, "San Agustín filosofo cristiano del corazón de Jesus
en Roger Ve kemans S. J. ed., Cristología en la Perspectiva del
corazón de Jesus Instituto International del corazón de Jesus Bogota
1982 PP 457 469
Para
la espiritualidad del corazón en San Agustín vease Andre Godbout A A Reviens
à ton Coeur ed A R T Quebec 1987.
[6]
Philip Mulhern O P Devotion
to the Sacred Heart in the Fathers of the Church"· en Jordan Aumann O
P Philip Mulhern O P y Timothy
O Donneil S·T·D·, Devotion to the Heart of Jesus Institute of
Spirituality Pontifical Univer sity of St. Thomas Aquino, Rome 1982. Un
buen libro, con muchas citaciones de toda la historia de la devoción. La
sección patrística ·'Sentiments of the Heart of Jesus" se halla en
PP. 17-24. En adelante citaré este libro como Aumann, Devotion
[7]
·Véase Phjilp Mulhern O. P· en Aumann, Devotion, pp. 24-26.
[8]
Josef Stierli, "Devotion to the Sacred Heart from the end of Patr¡st¡c
times dowm to St. Margaret Mary." en J. Stierli, Heart of the
Saviour 59-107. Aumann, Devotion, 49-¹27: "Evolution of
the Devotion to the Heart of Jesus." Giacometti-Sessa,
cuore Nuovo, 205-245: "II Medioevo."
[9]
EI texto del poema "Summi Regis Cor, aveto" se halla en A. Llamon
S.J., Histoire de la Dévotion au Sacré-coeur, vol. II
¹ 190-1 92.
[10]
K· Richstätter, lllustrious Friends of the Sacred Heart
(London 1930) p. 44.
[11]
Raymundo de Capua, The Life of St. Catherine. <Dublin
¹980) 174-175, citado por Aumann, Devotion 83-84
[12]
Véase Julio Terán S. J., "El Culto al Corazán de Jesucristo en la
Evangelizacián Latino-americana" en R. Vekemans S. J. Ed., Cristología
en la Perspectiva del Corazón de Jesús. Bogotá ¹982, 470494.
[13]
Se escogiá el año 1672 como el principio de este período porque en este año
San Juan Eudes celebró la primera Misa del Sagrado Corazón en sus comunidades.
Se escogió el año 1941 porque en este año Hugo Rahner publicó sus artículos
en Bíblica sobre la explicación patrística de Jn. 7,37-38.
[14]
Algunos libros característicos de este período, en orden de publicación:
Jean
Croiset S. J·, La Dévotion au Sacré-Coeur de Notre-Seigneur JésusChrist.
Lyon
1691. Este libro fue escrito con la recomendación de Santa Margarita María.
J.
de Gallifet S.J., De Cultu Sacrosancti Cordis Dei ac Domini
Nostri Jesu Christi. Apud
Joannem Mariam Salvioni, 1726. La
primera edición francesa de 1733: L 'Excellence de la dévotion au Coeur
Adorable de Jésus-Christ. Editio princeps: 1743.
J.
Languet, La Vie de la Vénérable Mère Marguerite Marie. Paris
1 729.
J.
Perone S. J., Praelectiones Theologicae... De Incarnatione. ed·
2, Romae 1842, 536-565. Perone fue el primer teólogo en tratar la teología
del Sagrado Corazón en De Verbo lncarnato· Habla todavía del corazón físico
como si fuese el órgano del amor.
P·
Ramiére S. J. L'Apostolat de la Prière. Lyon-Paris
1861. Ramiére juntó el Apostolado de la Oración y la devoción al Sagrado
Corazón, con gran éxito. Estableció también El Mensalero del Sagrado
Corazón, que aparece en 30 lenguas.
Jules
Chevalier M·S.C., Le Sacré-Coeur de Jésus dans ses rapports avec
Marie,
ètudié
au point de vue de la théologie et de la science moderne. Paris
1883.
pp.
801.
íd.: Le Sacré-Coeur de Jésus, 4
ed.
rev· et considér. augm., Paris 1900,
PP.
512.
A.
Vermeersch S. J. Pratique et Doctrine de la Dévotion au Sacré-Coeur
de Jésus. Tournai·Bruxelles (1906>.
J.
V. Bainvel, La Dévotion au Sacré-Coeur de Jésus.
Doctrine-Histoire. Paris, Beauchesne, ¹916;4me éd· 1917.
L·
Garriguet, Le Sacré-Coeur de Jésus. Paris 1920.
Paul
Gal tier S.J., Le Sacré-Coeur Textes Pon ti ficaux, traduits et commentés.
Paris 1936.
A.
Hamon S. J., Histoire de la Dévotion au Sacré-Coeur, 5 vol. Paris
1923-1940.
[15]
St· John Eudes, The Sacred Heart of Jesus. Tr. R. Flower. New York
1946, p. 51.
[16]
Vincent Kerns, ed. and transí., TheAutobiography of St. Margaret Mary. London,
1976, 3-5. Como biografía, el primer volumen de A. Hamon es probablemente
todavía el mejor. Como estudio crítico de la espiritualidad de la santa,
recomiendo Jean Ladame, Les Faits de Paray-le-Monial. Ed.
St. Paul, Paris 1970. Véase
también J. V. Bainvel, La Dévotion au Sacré-Coeur de Jésus, 4me éd.
5-90; J. Stierli ed. Heart of the Saviaur 109-122; Vie et Oeuvres
de la BienheureuseMarguerite-Marie Alacoque. 2 vols. Paray-le-Monial
1878; troisiéme éd. de Mons. Gauthey,
3 vols., 191 S.
[17]
·J. Nouwens M.S.C., Le Sacré-Coeur et le Jansénisme", en Nuove
Ricerche Storiche sul Giansenísmo, Anal ecta Gregoriana, Roma 1954.
[18]
En 1882 la "Société du Régne Social de Jésus-Christ" fue
establecida en Paray-le-Monial. Este
movimiento condujo a la consagración del mundo a Cristo Rey por el papa León
XIII
[19]
Emile Bergh S. J., "La vie religieuse au service du Sacré-Coeur."
en Cor Jesu. Commentationes
in L itteras Encyclicas Pii PP. XII 'Haurietis Aquas.' (Herder,
Roma 1959> vol. II 459498. En este artículo, Berg enumera 111 congregaciones
de derecho Pontificial, fundadas desde la Revolución francesa, que mencionan
el Sagrado Corazón en su nombre; además 86 congregaciones de derecho
diocesano, y 6 institutos seculares. Desde 1959 estos números han crecido
considerablemente.
[20]
La enseñanza magisterial sobre esta devoción fue tratada por Galtier (véase
nota 14) y por Timothy O'Donnell en Aumann, Devotion, 165-227.
[21]
Pensées de Pascal. Texte de
l'édition Brunschvicg, Paris (1930). Traducción
personal.
[22]
Para un comentario más extensivo sobre Pascal véase Giacometti-Sessa, Cuore
Nuovo, 318-327. Los autores se refieren a dos libros de Romano Guardini:Pascal,
y La Conversión de San Agustín. Guardini ha comparado la noción
'corazón' en San Agustín y en Pascal. Acentúa que el corazón percibe
valores. El valor es el precio de las cosas que no es evidente a la mente teórica.
El corazón es el órgano del 'esprit de finesse'.
[23]
Sobre Newman ver Giacometti-Sessa, Cuore Nuovo 318-327.
[24]
André Dérumaux, "Crise ou évolution dans la dévotion des Jeunes
pour le Sacré-Coeur," en Le Coeur. Etudes Carmélitaines 1950,
296, 326.
[25]
Ver,
por ejemplo, Richard Gutzwiller, "The opposition." en J. Stierli, Heart
of the Saviour 1-14; Jean Ladame, "Une dévotion contestée: La
raison profonde de cette crise." en Ladame, Ce Coeur si Passionné.
L'Esprit véritable d'un Culte. Ed.
Saint-Paul, París 1974, Capítulo 1.
[26]
Dos disertaciones
escritas recientemente sobre la teología de Karl Rahner acerca del Sagrado
Corazón:
Michael
J. Walsh, The Heart of Christ in the Wrítings of Karl Rahner: An Investigation
of íts Christological Foundation as an Example of the Reiationship between
Theology and Spirituality. Rome, Gregorian U niversi ty Press, 1977.
Annice
Callahan R 5 C T Karl Rahners Sp,rituality of the Pierced Heart A
Reinterpretation of Devotion to the Sacred Heart. University Press of
Ameri-ca, 1985.
Otras
obras de K. Rahner sobre este tema:
"Sorne
theses for a Theology of Devotion to the Sacred Heart·" en J. Stierli,
o.c. 131-155, y en Theological lnvestigations 3,331-352.
"The
Theological Meaning of the Veneration of the Sacred Heart." en Theological
lnvestigations 7, 21 7-228.
"The
Theology of the Sym bol." en Theological Investigations 4,
221-252.
"The
Man with the Pierced Heart." en Servants of the Lord. Herder and
Herder, New York 1968, 107-119.
[27]
K. Rahner explica el lugar del Corazón físico de Jesús en la devoción en
Cor Jesu I, 461-505, y en su conferencia en el congreso de Barcelona
en 1961, contenida
en II Cuore di Gesú e la Teología Cattolica. Ed. Dehoniane 1965,
85-108, donde
desarrolla también su visión de la significación de los símbolos.
[28]
K.
Rahner, "Reflections on the Unity of the Love of Neighbor and the Love
of God." en Theological lnvestigations 5, 439-459.
[29]
Un comentario importante sobre Haurietis es: Cor Jesu. Commentationes
in Litteras Encycíicas Pii PP. XII 'Haurietis Aquas', quas peritis
collaborantibus ediderunt Augustinus Bea S. J. Hugo Rahner S.J,; Henri
Rondet S.J. Friedr. Schwendimann
S.J. Herder, Roma 1959, 2 vol.
[30]
Alocución
del papa Pablo Vi del Jueves Santo, en lnsegnamenti di Paolo VI, Poliglotta
Vaticano 1975, vol. II,
210. Traducción personal.
[31]
EI papa Pablo VI,
anunciando la Secretaría para los no-cristianos. Pentecostés
1966, en lnsegnamentidiPaolo VI, vol. II,
340. Traducción personal.
[32]
32·
E.J. Cuskelly M.S.C., Jules Chevalier, Man with a Mission. Casa
Generalizia, Missionari del Sacro Cuore, Roma 1975, 104.
[33]
E.J.
Cuskelly M.S.C. ed., With a Human Heart. Chevalier Press, Kensington,
Australia, 1981,40. Ver también su libro A New Heart and a New Spirit. Reflections
on MSC Spirituality. Casa
Generalizia, Missionari del Sacro Cuore, Roma
1978.
[34]
A
New Heart for a New World. An Exploration of the desires of God's Heart. St.
Paul Publications, Homebush N.S.W. 1986.
[35]
Robert
Faricy S.J.,AII Things in Christ. Teilhard de Chardin's Spirituality. Collins,
Fount Paperback 1981.
[36]
T. T. O'Donnell
tiene una sección sobre el Papa Juan Pablo II en J. Aumann, Dev'otion,
PP. 215-22