COMENTARIOS AL SALMO 147

 

1. Alabanza a Cristo 

* Este pan -flor de harina- es el Cuerpo de Cristo, que nos nutre de Sí, como grano caído  en tierra.259 "y si, ya aquí abajo, Jesús nos conforta dándonos a comer su propia Carne,  ¿cómo saciará en el Cielo a quienes les desborde con la luz de su Divinidad?"260 

 EU/GENEROSIDAD-D: La Iglesia es la nueva  Jerusalén a quien Cristo exhorta a alabar al Padre por los bienes espirituales que le  concede, entre los cuales el supremo es la Santísima Eucaristía.261 San Agustín,  glosando la generosidad de Dios, decía: 'Plus dare nescivit, plus dare non potuit, plus dare  non habuit' (No supo dar más, no pudo dar más, no tuvo más que dar). Por medio de Ella, el  Señor nos comunica una vida nueva para nuestra prosperidad espiritual y recibimos, a la  vez, el sacramento de la unidad y la caridad fraterna.262 

** La interpretación tipológica que la Liturgia hace de este salmo, por medio de las  antífonas,263 y los comentarios de Agustín,264 constituyen el cauce por donde podría  discurrir este momento meditativo de la salmodia: Dios Padre envía su mensaje, su  Palabra, a la tierra. Es su Hijo que ha sido puesto para caída y resurrección de muchos (Lc  2: 32). 'Aunque había realizado tantos milagros ante ellos, no creían en Él, para que se  cumpliera el oráculo del profeta Isaías que decía: «Les cegó sus ojos y endureció su  corazón, para que no vean con los ojos, ni entiendan con el corazón y se conviertan y los  sane.»' (/Jn/12/40 /Is/06/09) Y Agustín explica las palabras de Juan matizando: 'Sic obdurat  Deus deserendo, non adiuvando' (Dios petrifica el corazón de los malvados abandonándolos  a sí mismos, no concurriendo a su endurecimiento). 

*** La meditación de Gregorio de Nisa265 sobre el texto -en el mismo sentido,  prácticamente, que Agustín-,266 nos descubre el trasfondo cristológico de esta estrofa, a  primera vista algo oscura. "El hombre, paralizado por el frío del paganismo y penetrado por  el calor del Espíritu Santo, se funde bajo los rayos del Verbo para transfigurarse en fuente  que salta hasta la vida eterna" (Jn 4: 14). 

El sentido profundo del enigma tocante a este invierno del que habla el salmo está  relacionado con la libertad de la voluntad humana. La naturaleza del hombre florecía en el  Paraíso, ... pero el invierno de la desobediencia secó su raíz, cayeron sus flores y el hombre  sufrió el expolio de su hermosura inmortal; se secó también la hierba de sus virtudes.  Sin embargo, después de venir Aquel que dijo al mar: '¡Calla!, ¡enmudece!' (Mc 4: 38),  nuestra naturaleza comenzó de nuevo a florecer." 

En este viernes, con el salmo 147, la Iglesia glorifica al Señor que, con su Muerte en la  Cruz, ha rescatado al hombre -la obra maestra de todo el universo- y ha derramado  abundantemente sobre él tales beneficios: ha reforzado los cerrojos de tus puertas, ha  bendecido a tus hijos dentro de ti, ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de  harina (vv. 13-14).

...................... 

* El salmo comienza por el versículo 12 porque, en el texto original hebreo, los salmo 146 y 147 se  encuentran unificados. 

259 S. JERÓNIMO, Breviarium in psalmos, 147, 3; PL 26. 

260 CASIODORO, Expositiones in Psalterium, 147, 3; PL 70. 

261 P. SALMON OSB, Les 'Tituli psalmorum' des manuscrirs latins, Paris, 1959, Serie I (S. Columbano), 147,  p. 74: 'Vox Christi ad Ecclesiam'. 

262 LITURGIA DE LAS HORAS, Sal resp Solemn Cuerpo y Sangre de Cristo; ant I Vísp Solemn Cuerpo y  Sangre de Cristo; P. SALMON OSB, Les 'Tituli psalmorum' des manuscrits latins, París, 1959, Serie V  (Pseudo-Orígenes), 147, p. 148: "Psalmus ostendit quod ipse (Christus) Ecclesiam suam in pace  spiritalis tritici repleat ubertate.'' 

263 LITURGIA DE LAS HORAS, ant 2 Vísp Navidad; I Vísp de la Solemn de la Anunciación del Señor: Envía su  mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz; OLM, Sal resp Dom 2 después de Navidad.

264 S. AGUSTIN, In loannis Evangelium tractatus, 53, 4-6; PL 35, 1775-1777. 

265 S. GREGORiO DE NISA, In Canticum canticorum homiliae, 5, PG 44. 

266 S. AGUSTIN, Enarrationes in psalmos, 147, 16-18. 

FÉLIX AROCENA 1.Págs. 120-122


2.

PRIMERA LECTURA: CON ISRAEL 

* LEY/LUZ: Este salmo, en el texto hebreo, es la segunda parte del salmo 146 y  continuación del mismo tema: Himno de alabanza a Dios Señor de todo y cuya bondad se  manifiesta en toda clase de beneficios. Para los pueblos rurales de otros tiempos, la  "ciudad", rodeada de murallas y protegida por sólidas puertas, era el símbolo de la  seguridad. Para los pueblos flagelados por el hambre, el "pan" en abundancia es símbolo  de la felicidad y de la vida. Para los pueblos de países cálidos, los fenómenos  meteorológicos del invierno (nieve, escarcha, hielo) ocurren raras veces y son símbolos de  lo irreal, de lo sobrenatural, de lo admirable... Maravillas que sólo Dios puede realizar. Pero  Israel no olvida nunca que el mayor beneficio es el maravilloso don de la "Ley", de la  "alianza" de Dios con su pueblo: ningún otro pueblo fue tratado de igual manera, ningún  otro pueblo conoció sus voluntades. Estos dos temas, el de la intervención de Dios en la  historia y el de la intervención de Dios en la naturaleza están estrechamente unidos por el  tema de la "Palabra", del "Verbo" de Dios: es el mismo Dios "que se expresa" en los dos  casos... Y las maravillas del cosmos son como la garantía de la verdad de su ley. El hombre  que conoce la voluntad de Dios tiene la posibilidad de saber "la ley de su ser": es una  seguridad de éxito. Lejos de considerar la ley como una sujeción o un peso, Israel la  considera como liberadora. Se la ama, como la luz que permite caminar sin vacilar. Saber lo  que es "bueno para el hombre", saber "lo que lo destruye", ¡qué beneficio! 

SEGUNDA LECTURA: CON JESÚS 

** La Iglesia nos propone este salmo en la "Fiesta del Corpus Christi", la Fiesta del  "Cuerpo y Sangre" del Señor. Este "pan de trigo que nos sacia" no puede menos de  hacernos pensar en este "pan de vida" del que Jesús habló con frecuencia (Juan 6).

El salmo 147 dice que Dios "envía su palabra a la tierra... y que su Verbo la recorre...".  Se trata de una "palabra" casi personificada, que tiende a ser distinta de quien la profiere.  El autor del salmo no podía pensar en una tal perspectiva, pero nosotros no podemos  olvidar las palabras de San Juan: "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Juan  1,14). Sí, Jesús fue la mejor "expresión" de Dios. Sus hechos, sus gestos, sus palabras,  nos hablan mejor de Dios que todos los estudios que se han hecho sobre El. El es  "verdaderamente la Palabra" de Dios en el mundo.

TERCERA LECTURA: CON NUESTRO TIEMPO 

*** Seguridad material. Alimentos terrenales. Felicidad humana. Hubo una época en  la Iglesia en que aparentemente se despreciaron los goces sencillos de esta tierra. Una  predicación "espiritualista", desencarnada, hizo sospechosos estos goces humanos. La  religión de Israel era más realista y daba gracias a Dios cuando los "barrotes de las puertas  de la ciudad" habían resistido a los asaltos de los agresores... O cuando las provisiones de  la ciudad eran abundantes... O cuando la paz reinaba en las fronteras. ¿Por qué no volver  a los mismos temas para agradecer a Dios de todo lo bueno que hay en nuestras vidas  cotidianas? Gracias, Señor, por la casa que me protege... Gracias, Señor, por la comida y  el alimento que no falta... Gracias, Señor, por la libertad y la paz que tenemos... Pero de inmediato otra oración aflora en nuestros labios: danos, Señor, la seguridad en  estos tiempos de violencia... Sacia, Señor, a los hambrientos... Da, Señor, la paz a los  pueblos que están en guerra, a los perseguidos, a los desdichados.

Eclosión de vida primaveral. Si la metamorfosis del agua en hielo no nos impresiona...  Si el granizo que cae de arriba no impresiona nuestra imaginación, como sucedía con  nuestros antepasados... Sepamos al menos reconocer que estamos muy desamparados  ante estas catástrofes. El autor de los salmos decía acertadamente: "¿Quién podrá no cejar  ante este frío?". A pesar de los proyectiles contra el granizo, el campesino y el viñador  saben muy bien que dependen de la meteorología. Un cultivo "granizado", una viña  "helada", es la ruina, y a veces por varios años. ¡Qué alegría cuando la primavera se  anuncia claramente, cuando viene el "deshielo", cuando "corren las aguas"! Se puede orar  siempre ante las maravillas de la primavera, al borde de un arroyuelo campesino.

Beneficios espirituales. Alimentos espirituales. Dichas espirituales. ¿Por qué armar  contradicciones? ¿Por qué contentarnos con dichas materiales? Israel, admirable una vez  más por su equilibrio, agradece a Dios, en el mismo salmo, por sus logros y por el don de la  Alianza. "Gracias, Señor, por habernos revelado tu Palabra, por habernos dado tu Ley. ¡No  hizo tal con pueblo alguno! Ningún otro conoció sus voluntades". He ahí una alegría plena,  desconocida para los que tienen lleno el vientre y realizan prósperos negocios. Hacer la  voluntad de Dios: íntima satisfacción que cualquier hombre, aun el más pobre, puede  disfrutar. Los hombres ahítos nunca sabrán las alegrías de que se privan, cerrándose a las  perspectivas de lo invisible. El hombre no vive solamente de pan. La promoción del hombre  no es asunto de aumento de salario o de poder de compra, sino también de mayor  participación en la "cultura", en el "arte"... Y también la posibilidad de oración y relación con  Dios. "El aspecto más sublime de la dignidad humana, es esta vocación del hombre para  entrar en comunión con Dios" (Concilio Vaticano II. Gaudium et spes, 19).

El hombre tiene hambre de Dios. Cuando el hombre se hace las preguntas más  radicales, las fundamentales, sólo las puede resolver en Dios. ¿Qué es el hombre? ¿Qué  significan el sufrimiento, el mal, la muerte, que subsisten a pesar de tantos progresos? ¿De  qué sirven estas victorias pagadas a tan alto precio? ¿Qué sucederá después de esta  vida? ¿Por qué el hombre es ilimitado en sus deseos, conociendo muy bien sus límites? A  todas estas preguntas, no hay respuesta en el sistema cerrado sobre el hombre. Pero, ¿por  qué el hombre se encierra en sí mismo? En ciertos momentos, especialmente en los  grandes acontecimientos de la vida, nadie puede evitar este género de interrogantes.  Solamente Dios los puede responder plenamente. "¡Glorifica al Señor, Jerusalén! ¡Alaba a  tu Dios, oh Sión! ¡Qué alegría es la tuya, comparada con aquellos que la ignoran!".

NOEL QUESSON
50 SALMOS PARA TODOS LOS DIAS. Tomo II
PAULINAS, 2ª Edición
BOGOTA-COLOMBIA-1988.Págs. 248-251


3. 

«El Señor envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz; manda la nieve como lana, esparce la escarcha como ceniza; hace caer el hielo como migajas, y con el frío congela las aguas; envía una orden, y se derriten; sopla su aliento, y corren».

La dulce nieve habla el silencio en el paisaje de invierno. Gracia blanca del cielo para cubrir la tierra. El descanso del invierno para frenar la carrera de la vida. Y la promesa de agua para los campos helados cuando la nieve se derrita con los primeros fervores de la primavera. Gracias por la nieve, Señor.

Tu poder está escondido, Señor, en los tiernos copos que se posan suaves sobre los árboles y la tierra. No hay ningún ruido, ni presión, ni violencia; y, sin embargo, todo cede ante la mano invisible del maestro pintor. Imagen de tu acción, Señor, suave y poderosa cuando se encarga del corazón del hombre.

Tu poder es universal, Señor. Nada en toda la tierra se escapa a tu influencia. Todo el paisaje es blanco. Llegas a las altas montañas y a los valles escondidos; cubres las ciudades cerradas y los campos abiertos. Te presentas ante el sabio y ante el ignorante; amas al santo y al pecador. Tu gracia lo cubre todo.

Tu llegada es inesperada, Señor. Me despierto una mañana, me asomo a la ventana y veo que la tierra se ha vuelto blanca de repente, sin que sospechara nada la noche. Tú sabes los tiempos y las horas, tú gobiernas las mareas y las estaciones. Tú haces descender en el momento exacto la bendición refrescante de tu gracia sobre las pasiones de mi corazón. Apaga el fuego, Señor, antes de que me queme.

Señor del sol y las estrellas, Señor de la lluvia y la tormenta, Señor del hielo y la nieve, Señor de la naturaleza que es tu creación y mi casa: me regocijo al verte actuar sobre la tierra y recibo con alegría a los mensajeros atmosféricos que me llegan desde el cielo para confirmarme tu ayuda y recordarme tu amor.

¡Señor de las cuatro estaciones! Te adoro en el templo de la naturaleza.

Carlos G. Vallés
Busco tu rostro
Orar los Salmos
Sal Terrae, Santander-1989, pág. 265


4. CATEQUESIS DEL PAPA en la audiencia general del miércoles,
5 de Junio de 2002

Un cántico en honor de la creación y de la redención

1. El Lauda Ierusalem, que acabamos de proclamar, es frecuente en la liturgia cristiana. A menudo se entona el salmo 147 refiriéndolo a la palabra de Dios, que "corre veloz" sobre la faz de la tierra, pero también a la Eucaristía, verdadera "flor de harina" otorgada por Dios para "saciar" el hambre del hombre (cf. vv. 14-15).

 

Orígenes, en una de sus homilías, traducidas y difundidas en Occidente por san Jerónimo, comentando este salmo, relacionaba precisamente la palabra de Dios y la Eucaristía:  "Leemos las sagradas Escrituras. Pienso que el evangelio es el cuerpo de Cristo; pienso que las sagradas Escrituras son su enseñanza. Y cuando dice:  el que no coma mi carne y no beba mi sangre (Jn 6, 53), aunque estas palabras se puedan entender como referidas también al Misterio (eucarístico), sin embargo, el cuerpo de Cristo y su sangre es verdaderamente la palabra de la Escritura, es la enseñanza de Dios. Cuando acudimos al Misterio (eucarístico), si se nos cae una partícula, nos sentimos perdidos. Y cuando escuchamos la palabra de Dios, y se derrama en nuestros oídos la palabra de Dios, la carne de Cristo y su sangre, y nosotros pensamos en otra cosa, ¿no caemos en un gran peligro?" (74 omelie sul libro dei Salmi, Milán 1993, pp. 543-544).

 

Los estudiosos ponen de relieve que este salmo está vinculado al anterior, constituyendo una única composición, como sucede precisamente en el original hebreo. En efecto, se trata de un único cántico, coherente, en honor de la creación y de la redención realizadas por el Señor. Comienza con una alegre invitación a la alabanza:  "Alabad al Señor, que la música es buena; nuestro Dios merece una alabanza armoniosa" (Sal 146, 1).

 

2. Si fijamos nuestra atención en el pasaje que acabamos de escuchar, podemos descubrir tres momentos de alabanza, introducidos por una invitación dirigida a la ciudad santa, Jerusalén, para que glorifique y alabe a su Señor (cf. Sal 147, 12).

En el primer momento (cf. vv. 13-14) entra en escena la acción histórica de Dios. Se describe mediante una serie de símbolos que representan la obra de protección y ayuda realizada por el Señor con respecto a la ciudad de Sión y a sus hijos. Ante todo se hace referencia a los "cerrojos" que refuerzan y hacen inviolables las puertas de Jerusalén. Tal vez el salmista se refiere a Nehemías, que fortificó la ciudad santa, reconstruida después  de la experiencia amarga del destierro en Babilonia (cf. Ne 3, 3. 6. 13-15; 4, 1-9; 6, 15-16; 12, 27-43). La puerta, por lo demás, es un signo para indicar toda la ciudad con su solidez y tranquilidad. En su interior, representado como un seno seguro, los hijos de Sión, o sea los ciudadanos, gozan de paz y serenidad, envueltos en el manto protector de la bendición divina.

 

La imagen de la ciudad alegre y tranquila queda destacada por el don altísimo y precioso de la paz, que hace seguros sus confines. Pero precisamente porque para la Biblia la paz (shalôm) no es un concepto negativo, es decir, la ausencia de guerra, sino un dato positivo de bienestar y prosperidad, el salmista introduce la saciedad con la "flor de harina", o sea, con el trigo excelente, con las espigas colmadas de granos. Así pues, el Señor ha reforzado las defensas de Jerusalén (cf. Sal 87, 2); ha derramado sobre ella su bendición (cf. Sal 128, 5; 134, 3), extendiéndola a todo el país; ha dado la paz (cf. Sal 122, 6-8); y ha saciado a sus hijos (cf. Sal 132, 15).

 

3. En la segunda parte del salmo (cf. Sal 147, 15-18), Dios se presenta sobre todo como creador. En efecto, dos veces se vincula la obra creadora a la Palabra que había dado inicio al ser:  "Dijo Dios:  "haya luz", y hubo luz. (...) Envía su palabra a la tierra. (...) Envía su palabra" (cf. Gn 1, 3; Sal 147, 15. 18).

 

Con la Palabra divina irrumpen y se abren dos estaciones fundamentales. Por un lado, la orden del Señor hace que descienda sobre la tierra el invierno, representado de forma pintoresca por la nieve blanca como lana, por la escarcha como ceniza, por el granizo comparado a migas de pan y por el frío que congela las aguas (cf. vv. 16-17). Por otro, una segunda orden divina hace soplar el viento caliente que trae el verano y derrite el hielo:  así, las aguas de lluvia y de los torrentes pueden correr libres para regar la tierra y fecundarla.

En efecto, la Palabra de Dios está en el origen del frío y del calor, del ciclo de las estaciones y del fluir de la vida en la naturaleza. La humanidad es invitada a reconocer al Creador y a darle gracias por el don fundamental del universo, que la rodea, le permite respirar, la alimenta y la sostiene.

4. Entonces se pasa al tercer momento, el último, de nuestro himno de alabanza (cf. vv. 19-20). Se vuelve al Señor de la historia, del que se había partido. La Palabra divina trae a Israel un don aún más elevado y valioso, el de la Ley, la Revelación. Se trata de un don específico:  "Con ninguna nación obró así ni les dio a conocer sus mandatos" (v. 20).

Por consiguiente, la Biblia es el tesoro del pueblo elegido, al que debe acudir con amor y adhesión fiel. Es lo que dice Moisés a los judíos  en el Deuteronomio:  "¿Cuál es la gran nación cuyos preceptos y normas sean tan justos como toda esta Ley que yo os expongo hoy?" (Dt 4, 8).

5. Del mismo modo que hay dos acciones gloriosas de Dios, la creación y la historia, así existen dos revelaciones:  una inscrita en la naturaleza misma y abierta a todos; y la otra dada al pueblo elegido, que la deberá testimoniar y comunicar a la humanidad entera, y que se halla contenida en la sagrada Escritura. Aunque son dos revelaciones distintas, Dios es único, como es única su Palabra. Todo ha sido hecho por medio de la Palabra -dirá el Prólogo del evangelio de san Juan- y sin ella no se ha hecho nada de cuanto existe. Sin embargo, la Palabra también se hizo "carne", es decir, entró en la historia y puso su morada entre nosotros (cf. Jn 1, 3. 14).

 


 

5.

 

Las fortificaciones de la unidad:
En medio de los sudores de la reconstrucción, el pueblo recibe una palabra de aliento: "Yo seré para Jerusalén—dice el Señor—como una muralla de fuego alrededor". La presencia de Dios en la ciudad es la mejor fortificación. Nuestro salmista así lo comprende: Dios ha reforzado los cerrojos de las puertas, ha puesto paz en las fronteras; ahora ha de ser glorificado y alabado. La nueva ciudad, la "Cristópolis", sÍ que tiene a Dios en medio; no vacila. Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Aun cuando en el momento presente camine en el claroscuro de la fe, espera que se le confiera la inmunidad de la Jerusalén celeste, a la que nada manchado podrá tocar. Que la Iglesia entone himnos de alabanza al "Dios-con-ella". Dios ha reforzado los cerrojos de sus puertas.

"Voy a crear regocijo y alegria".
La lamentable situación vivida poco ha llega a su ocaso. Vuelven a resonar cantarinas las voces del esposo y de la esposa, las voces alegres de los niños. Dios comienza a crear "regocijo" y "alegría" para una población juvenil. El gozo del esposo por la novia es el que Dios tiene por su pueblo. Es un Dios fecundo que llena las plazas de la ciudad de muchachos y de muchachas. Jerusalén abandonada, vieja madre estéril, genera a numerosos hijos. Son más los hijos de la abandonada que los de la casada. Han venido del judaísmo, han salido de toda nación pagana, hasta completar una muchedumbre incontable. Son fruto de la sementera vertida en el seno de Maria Virgen. El viejo Simeón y la encanecida Ana, hija del rostro de Dios, alaban a Dios y pueden marcharse en paz. Dios ha creado regocijo y alegria, por lo que Sión —Iglesia siempre joven—glorifica y alaba a su Señor.

La Palabra de Dios es fecunda:
La única Palabra de Dios, creadora y reveladora, ha sido anunciada a Jacob, confiada al pueblo de Israel. La Palabra de Dios crea a Israel. Con la peculiaridad de que esa Palabra rebasa las estrechas fronteras de Israel, corre veloz por toda la tierra y se forma un pueblo ingente. Cristo, procedente de Israel según la carne, es la Palabra creadora y reveladora. El judío ortodoxo y heterodoxo, así como también el pagano, están convocados por una misma Palabra. Quien cree en la Palabra venida a nosotros, como los samaritanos, como el funcionario regio con toda su familia, no será condenado. Ha aceptado la LUZ que posibilita llegar a ser hijos de Dios. Con ninguna nación obró Dios como con nosotros. Exultantes, glorificamos al Señor nuestro Dios.

ANGEL APARICIO
LOS SALMOS, ORACIÓN DE LA COMUNIDAD
Ed. Publicaciones Claretianas
Madrid, 1985, pág. 266s.