EL MIÉRCOLES DE CENIZA

 

-CAMBIA EL AMBIENTE: EMPIEZA EL CAMINO CUARESMAL DE LA PASCUA

Todo debe apuntar hoy al inicio de la Cuaresma como camino hacia la Pascua. Los varios elementos clásicos en esta ambientación -que trataremos de nuevo el domingo próximo- deben estar ya presentes desde hoy: el color morado, la ausencia de las flores y del aleluya, el repertorio propio de cantos...

Al comienzo de la celebración se omite el acto penitencial: se reza o canta, por tanto, el Señor ten piedad, sin intenciones.

Y cosas que si siempre son importantes, lo son más todavía cuando se inicia un tiempo con significado más intenso: proclamar de un modo más expresivo y cuidado las lecturas del día, cantar el salmo responsorial, al menos su antífona entre las varias estrofas, y hacer una breve homilía, ayudando a entrar en el clima de la Cuaresma. La Plegaria puede ser una de las de Reconciliación.

-LA CENIZA, UN GESTO QUE PUEDE SER EXPRESIVO

El gesto simbólico propio de este día es uno de los que ha calado en la comunidad cristiana, y puede resultar muy pedagógico si se hace con autenticidad, sin precipitación; con sobriedad, pero expresivamente. Como ya ha resonado y se ha comentado la Palabra de Dios, la imposición de la ceniza comunica con facilidad su mensaje de humildad y de conversión.

El sacerdote se impone primero él mismo la ceniza en la cabeza -o se la impone el diácono u otro concelebrante, si lo hay- porque también él, hombre débil, necesita convertirse a la Pascua del Señor. Luego la impone sobre la cabeza de los fieles, tal vez en forma de una pequeña señal de la cruz. Si parece más fácil, se podría imponer en la frente, por ejemplo a las religiosas con velo. Es bueno que vaya diciendo en voz clara las dos fórmulas alternativamente, de modo que cada fiel oiga la que se le dice a él y también la del anterior o la del siguiente.

Si no va a resultar complicado, se podría introducir una manera nueva de realizar el gesto.

Una fórmula apunta a la conversión al Evangelio: «Convertíos y creed el Evangelio» (que parecería más propio que se dijera en singular, como la otra es más interpelante). Mientras que la otra alude a nuestra caducidad humana: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». Ahora bien, parece que sería más educador acompañar estas palabras con dos gestos complementarios: el sacerdote impone la ceniza a cada fiel, diciendo la fórmula de la ceniza y el polvo, y a continuación el fiel pasa a otro ministro que está al lado y que le ofrece el evangelio a besar, mientras pronuncia sobre él la fórmula que habla del evangelio. No creo que complique mucho el rito, y podría resultar más expresivo de la doble dimensión de la Cuaresma. Ya se ha experimentado con éxito en algunas comunidades, tanto parroquiales como más homogéneas y reducidas.

-LA CONVERSIÓN Y SUS OBRAS

Las tres lecturas de hoy expresan con claridad el programa de conversión que Dios quiere de nosotros en la Cuaresma: convertíos y creed el Evangelio; convertíos a mí de todo corazón; misericordia, Señor, porque hemos pecado; dejaos reconciliar con Dios; Dios es compasivo y misericordioso...

Cada uno de nosotros, y la comunidad, y la sociedad entera, necesita oír esta llamada urgente al cambio pascual, porque todos somos débiles y pecadores, y porque sin darnos cuenta vamos siendo vencidos por la dejadez y los criterios de este mundo, que no son precisamente los de Cristo.

Es bueno que en la homilía se haga notar la triple dirección de esta conversión que apunta el evangelio:

a) la apertura a los demás: con la obra clásica cuaresmal de la limosna, que es ante todo caridad, comprensión, amabilidad, perdón, aunque también limosna a los más necesitados de cerca o de lejos,

b) la apertura a Dios, que es escucha de la Palabra, oración personal y familiar, participación más activa y frecuente en la Eucaristía y el sacramento de la Reconciliación,

c) y el ayuno, que es autocontrol, búsqueda de un equilibrio en nuestra escala de valores, renuncia a cosas superfluas, sobre todo si su fruto redunda en ayuda a los más necesitados.

Las tres direcciones, que son como el resumen de la vida y la enseñanza de Cristo, nos ayudan a reorientar nuestra vida en clave pascual.

J. ALDAZABAL
MISA DOMINICAL 1993, nº 3


 

-INICI0 DE LA MILICIA CRISTIANA

Cada año la Cuaresma debe ser como un toque de trompeta, la convocación de la comunidad cristiana (cf. Joel en la primera lectura), para que los que se sienten seguidores de Jesús y miembros vivos de la Iglesia emprendan un camino serio de conversión y renovación para celebrar la Pascua anual. Cada parroquia, cada comunidad ha de tener eso muy claro hoy. Decimos: ¡Adelante, emprendamos con ilusión, con pasión, el camino de los cuarenta días que son esfuerzo y lucha, milicia, para hacer, junto con Cristo y con su gracia renovadora, el paso, la Pascua, del hombre viejo al hombre nuevo!

Desde el principio debemos dejar claro qué es la Cuaresma: no es una simple devoción, ni sólo unos días de mortificación, ni mucho menos un tiempo de "tristeza" y aflicción aunque sea por la meditación de la Pasión de Jesús. Cuaresma es un programa, un camino, un esfuerzo y milicia para revisar y renovar nuestro ser cristianos, que consiste radicalmente en vivir la vida de Cristo ya desde ahora, mientras somos peregrinos y testimonios del Reino de Dios.

-CUARESMA BAUTISMAL Y PENITENCIAL

Por tradición sacramental, la Cuaresma es preparación inmediata de los catecúmenos a la iniciación cristiana en la Vigilia pascual y de los penitentes a la reconciliación, que les era concedida inmediatamente antes de la celebración de la Pascua. Esta doble línea debe ser mantenida y propuesta a los creyentes que de verdad quieren entrar en la preparación de la Pascua. Ésta nunca ha de ser considerada como un simple "aniversario" de la Pascua de Jesús, como un recuerdo, una fiesta conmemorativa. La liturgia siempre es actualización, vivencia, mediante los sacramentos que nos injertan en Cristo y nos renuevan esta inserción recibida en la iniciación: bautismo, confirmación y primera eucaristía; el sacramento de la penitencia, como segundo bautismo, nos restituye o renueva y perfecciona nuestro ser Cuerpo de Cristo, estropeado a menudo por el desgaste del pecado.

Si una parroquia o comunidad tiene catecúmenos que han de recibir la iniciación cristiana en las próximas fiestas pascuales, durante la Cuaresma debe acompañarlos, renovando ella misma los pasos del catecumenado: la profundización en la fe y en la conversión por la audición de la Palabra de Dios, por la plegaria, por la revisión de sus actitudes y comportamientos en el mundo.

Pero toda comunidad cristiana, en Cuaresma, es invitada a prepararse a renovar su iniciación (en la Vigilia pascual) y a seguir un camino de conversión para"hacer penitencia" de verdad, es decir, para convertirse de corazón a Dios y a los hermanos. Por eso hoy, y también el domingo pr6ximo, hay que proponer a los fieles el objetivo de la renovación de las promesas bautismales de la Vigilia pascual, que debe ir precedida por un esfuerzo de clarificar qué es ser cristiano hoy en la doble vertiente de la renuncia (conversión) y de la fe, y también por una "programación penitencial", en la que no debe faltar la oferta de la reconciliación personal y la celebración comunitaria penitencial (forma segunda del Ritual), acompañada por otras actividades que demuestren que la comunidad vive la penitencia como conversión.

Se tendría que inculcar a los fieles que ésta sería la mejor respuesta a la pregunta: "¿Cómo forjamos la Cuaresma este año?". Pues profundizando y renovando nuestro ser cristiano (nuestra iniciación) mediante las prácticas que comunitaria y personalmente creamos más adaptadas a este objetivo. Cuaresma catecumenal-bautismal y penitencial, al fin y al cabo.

- LA CENIZA: SIGNO DE CONVERSIÓN Y DE CADUCIDAD

Hoy el signo identificador del inicio de la Cuaresma es la ceniza. En la imposición tenemos dos fórmulas, igualmente tradicionales: "Convertíos y creed el Evangelio", o "Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás". El sentido de la conversión penitencial, ya explicado, y el de la caducidad son igualmente "predicables" al hombre de hoy. Solemos utilizar normalmente la primera, aunque la segunda también es actual: en esta vida breve, hay que ir consumiendo el hombre viejo para alcanzar el fuego y la luz del hombre nuevo, resucitado, en la Pascua.

La bendición e imposición de la ceniza ha de hacerse con dignidad, mostrando el sentido de un rito que abre la Cuaresma, tiempo favorable y día de salvación (cf. 2. Iectura), de un rito que responde a una actitud interior filial ante el Padre, que no tiene nada que ver con una obsesión o tristeza o con una práctica rutinaria y puramente exterior (evangelio). Por eso la ceniza no ha de imponerse sin unas palabras (homilía) que clarifiquen y ayuden a discernir, nunca fuera de una celebración.

Hay que tener presente que este rito sustituye el acto penitencial del principio de la misa. Se podrá optar hoy por celebrar la eucaristía o simplemente por ofrecer una celebración de la Palabra de Dios con el rito de la ceniza; depende de las circunstancias y de la sensibilidad de los fieles. En la eucaristía hay que subrayar que "este sacrificio que inaugura la Cuaresma" (ofrendas), es preparación para la celebración de la Pasión del Señor.

PERE LLABRÉS
MISA DOMINICAL 1995, nº 3