REFLEXIONES

1. D/ESPOSO  

En la tradición bíblica, el adulterio viene a significar la infidelidad de los componentes del pueblo elegido respecto a su Dios. Sus relaciones son las de un Dios-esposo, loco de amor, que se desvive por un pueblo que, paradójicamente, se comporta como esposa infiel que paga a sus amantes con los regalos del esposo. De esta imagen matrimonial, central y continua en la Biblia, podemos sacar tanto el modelo de relaciones con Dios como el concepto profundo de pecado. El mensaje central del Nuevo Testamento es la presentación de Dios como Amor, como "abba" (papá). Esta realidad, vivida con euforia o con serenidad, más allá de todo legalismo, llama a unas relaciones filiales.

EUCARISTÍA 1992, 16


2.

"Vivir siempre de aquel mismo amor que llevó a Cristo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo" (oración colecta). Y cuando vivamos de ese amor, nos lanzaremos a continuar con ilusión nuestro seguimiento a Cristo. El paso de una vida religiosa adulterada por nuestros esquemas cómodos, seguros, legales, a una vida de verdadera fe que sepa arriesgarse desde el amor, es la obra que el Señor va haciendo en la comunidad cristiana siempre, y especialmente durante la Cuaresma.

Lo hizo con su pueblo en el Antiguo Testamento y ahora lo hace con nosotros por medio de Cristo. Podemos cantar verdaderamente que El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres.

ÁNGEL GOMEZ
MISA DOMINICAL 1992, 5


3.

La eucaristía es el sacramento de ese amor que llevó a Cristo a entregar su Cuerpo por nosotros y a derramar su Sangre para la remisión de los pecados. La comunión hará que nuestra unión con Cristo en vísperas de su Misterio Pascual no sea algo sólo sentimental sino una realidad que nos lleve a ser contados entre los miembros de Cristo (oración después de la comunión). Al fin y al cabo esto es lo que pretendemos con el camino de la conversión cuaresmal. Pero todavía no hemos alcanzado la meta. Tenemos que acompañar a Cristo hasta el final: Corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús (segunda lectura).

Allí donde se mantenga esta costumbre, a partir de hoy se pueden cubrir las imágenes y la cruz. Esta costumbre se justifica si el Viernes Santo se va a hacer el rito de descubrir poco a poco la cruz ante los fieles.

Hoy anunciaremos la programación de pastoral de los días que se acercan. En ella se debería incluir la celebración comunitaria de la Penitencia.

ÁNGEL GOMEZ
MISA DOMINICAL 1992, 5


4. BAU/RENOVACION 

La primera lectura profética de Isaías nos recuerda el paso del mar Rojo (figura tradicional del bautismo, actualmente también presente en la bendición de la fuente bautismal) y nos anuncia "algo nuevo que ya está brotando": es un nuevo Éxodo, un retorno del exilio, que tendrá las maravillas del primero: en el desierto surgirá el agua para que beba el pueblo.

Cada Cuaresma, para el cristiano, es un nuevo Éxodo, una liberación del pecado, una peregrinación hacia la Pascua. En ella los que habían abrazado la fe y querían ser una nueva creatura en Jesucristo, para formar parte de su pueblo santo, eran sumergidos en las aguas bautismales, bebían el agua de la vida y así entraban en la nueva Alianza. El bautizado renueva cada año, en la Pascua, su bautismo. Ritualmente lo hacemos en la Vigilia Pascual: debemos prepararnos para hacer conscientemente esta renovación en la profundidad de nuestro ser de Pueblo de creyentes de la Nueva Alianza. Hay que invitar a los fieles, por tanto, como dice el primer prefacio de Cuaresma (que hoy tendría que recitarse) a renovar "los misterios que nos dieron nueva vida", y en primer lugar el bautismo.

Este sacramento primero nos santifica, no por nuestras buenas obras, sino por "la fe de Cristo". El bautismo es compartir la pasión del Señor, configurarse a su muerte, experimentar el poder de la resurrección. Conviene aquí subrayar la segunda lectura: Cristo se apoderó de nosotros en el bautismo; pero nosotros tenemos que correr para obtener la plenitud del premio, la meta que tenemos en lo alto.

También a nosotros, lavados por el bautismo, Cristo nos dice (cfr. evangelio): "Anda y en adelante no peques más". Liberados por el agua que nos hizo pasar en Cristo de muerte a vida, somos un pueblo peregrino que lucha constantemente contra el pecado y corre, siempre adelante, hacia la meta, reconfortados por el agua viva de la fe que mana en el desierto por donde corremos hacia nuestro encuentro definitivo con Cristo.

PERE LLABRÉS
MISA DOMINICAL 1983, 6


5. J/MIRADA.

Cuando levanta los ojos, la adúltera ve a uno que la mira de una manera distinta a los otros. Jamás había visto a un hombre observándola de aquella manera. Hasta ahora tenía experiencia de dos tipos de mirada. La del deseo, la de la codicia. Y la mirada de la condena. Y, quizás, en la escena evangélica, los... titulares de los dos tipos de mirada eran las mismas personas: sí, aquellos con las piedras en las manos... Ahora sus ojos se cruzan con los de un hombre que "ve" en ella no un objeto de placer ni un blanco para las piedras de una sentencia cruel. (...). Personalmente nunca he tenido dudas: la caridad comienza por la mirada.

Decía Simone Weil: "Una de las verdades fundamentales del cristianismo, verdad con demasiada frecuencia desconocida, es ésta: lo que salva es la mirada". La adúltera, como también Zaqueo, debe la propia salvación a la mirada. La mirada de Cristo es, en cierto sentido, creadora. Llama a una persona a la existencia. Despierta su ser auténtico, real. Liquida al hombre deshonesto, al canalla, y llama al santo. La mirada de Cristo no se resigna al "poco de bueno". Se obstina en sacar a la luz lo mucho bueno, lo mejor que hay en cada persona.

Es, pues, una mirada reveladora. Porque muestra al hombre mismo sus posibilidades, su verdadera dimensión. Me parece muy significativo este testimonio: "Conocí a una persona junto a la que no sólo cada uno se sentía él mismo, sino lo más, lo mejor de sí mismo. Cuando pregunté a aquella persona cuál era su secreto, me respondió con toda sencillez: basta dirigirte a aquel que está ante ti como si no existiese en el mundo nada más que el bien de aquella persona".

Nuestra mirada debe ser, ante todo, libre. Solamente una mirada libre representa una llamada a la libertad. Libre porque ha echado abajo la cárcel del propio egoísmo, de la propia comodidad, de la propia indiferencia, de los propios intereses, para abrirse al otro en actitud de acogida, de simpatía, de discreción, de cordialidad, de delicadeza y benevolencia. Libre de las lentes deformantes de los prejuicios, de las prevenciones, de las sospechas, de la desconfianza.

Libre de cualquier instinto de separación y de discriminación. Este me vale -¡tú no! Este me gusta -¡tú no! Este me interesa -¡tú no! Este me resulta simpático -¡tú no! "Este tú no se revela como un eco maléfico que rebota sobre la tierra excavando abismos de soledades abiertas hacia nosotros como un grito: "Mírame... para que yo sepa que existo" (A. Baggio).

Las personas rechazadas por nuestra mirada serán condenadas, quizás, a llevar durante toda su vida una marca de soledad, de rechazo, de insignificancia.

También una mirada indiferente puede ser "homicida". Su mensaje, en efecto, se puede traducir así: "Para mí tú no existes. Negándote importancia, te niego el derecho a la existencia". Una mirada de indiferencia tiene la capacidad de borrar a una persona.

Una mirada libre es una mirada que no se limita a tocar de soslayo a las personas que encuentra. No es una mirada rápida. No es huidiza. Sabe pararse y acoger. Acoger, pero no forzar.

Es necesario que, cada mañana, purifiquemos nuestra mirada. Se trata, en efecto, de:

-Desvincularla de todo instinto de posesión.

-Desarmarla de los varios elementos de hostilidad, agresividad, malignidad, dureza.

-Rejuvenecerla, restituyéndola la capacidad de sorpresa y de maravilla que hace nuevas las cosas y las devuelve el gusto del descubrimiento del otro.

-Hacerla atenta al otro. O sea capaz de ver al otro como yo quisiera ser visto. Así, la atención se hace expresión de respeto y vehículo de liberación. Solamente la atención que nace del amor declara al otro: "Te reconozco el derecho de ser lo que eres. Deseo que seas todo lo que puedes ser" (A.Baggio). Sí, solamente si conseguimos una mirada purificada, las piedras comenzarán a caer de nuestras manos.

ALESSANDRO PRONZATO
EL PAN DEL DOMINGO CICLO C
EDIT. SIGUEME SALAMANCA 1985.Pág. 57


6. JUZGAR/PO:

Si de tu padre siempre encontraste la mano,
si a tu madre nunca buscaste en vano;
si nunca padeciste hambre,
ni la miseria fue tu compañera..
No tires la primera piedra.

Si nunca sufriste la injusticia
de insultos, condenas y malicias;
si nunca fuiste humillado,
ni en soledad mil veces has llorado..
No tires la primera piedra.

Si nunca has conocida la locura,
ni estuviste sediento de ternura,
ni buscado en el fondo de un vaso
la forma de olvidarte de un fracaso...
No tires la primera piedra.

Si nunca has contenido un sollozo
tumbado en el rincón de un calabozo;
si nunca te tuviste que bajar
sin tan siquiera tener derecho a hablar...
No tires la primera piedra. 

PASTORAL PENITENCIAL FRANCESA


N-8. /SAL/026/PO

El Señor es mi Dios y salvador.

No me salvarán los señores de este mundo,
ningún hombre, ni las instituciones benéficas,
ni la Seguridad del Estado,
ni la ciencia o la revolución tecnológica,
ni me salvará Cáritas o la Cruz Roja.

Me salvará Dios, cuando sea levantado en alto.

Confiaré y no temeré.
No me importan las dificultades ni los peligros,
ni las amenazas o los sufrimientos.
Nada me importa la persecución o la cárcel.

No tengo miedo a la noche
ni a lo desconocido.
Porque mi fuerza es el Señor.

No confío en mis propias fuerzas o talentos,
ni en mi gracia, mi atractivo o mi energía.
No confío en el poder del dinero,
ni en los enchufes y recomendaciones.
Mi fuerza y mi poder están en Dios.
El es mi salvación.

En el fragor de la lucha se pone a mi lado,
en la fatiga del camino me toma en sus brazos,
en la oscuridad de la noche me ilumina,
en la fría noche de invierno 
me prepara una hoguera,
en la aridez del desierto 
me descubre una fuente de agua viva.

¡Qué grande es el Señor!
Mi alma se inunda de alegría,
mi boca se llena de cantares,
mis manos aplauden sus maravillas,
mis pies caminan a su encuentro.

¡Qué grande es el Señor,
qué preciosa su morada, 
nuestra casa para todos los hombres!

EUCARISTÍA 1989, 12


8.OBSERVACIONES Y SUGERENCIAS

1.- Las tres lecturas coinciden en la misma idea, aunque desde ángulos distintos. Isaías, con un lenguaje simbólico al que no hay que atarse. Pablo, con una reflexión teológica. El evangelio, con una actitud concreta que produce la crisis.

De más está decir que cada comunidad y cada creyente tiene la tarea de descubrir a esa mujer adúltera, al chivo expiatorio, sobre quien descargamos nuestras iras para ocultar nuestro propio pecado. ¿En qué medida seguimos actuando como los fariseos? ¿Hay respeto a la persona humana? ¿Se practica la pedagogía liberadora de Jesús?

2.- Para comprender la insólita y revolucionaria actitud de Jesús, es útil recordar que la ley judía castigaba muy severamente el adulterio, ya que ordenaba la pena de muerte para ambas partes si la mujer era casada, o para la mujer sola si era soltera. Generalmente se la apedreaba, y en tal caso, el principal testigo de cargo arrojaba la primera piedra sobre la víctima.

Al mismo tiempo, en el cristianismo primitivo, el adulterio, juntamente con el homicidio y la apostasía, formaba la tríada de pecados gravísimos, cuyo perdón sólo podía obtenerse al final de la vida y luego de una dura penitencia.

Esto nos explica por qué este episodio, inserto en el evangelio de Juan, aunque en realidad no le pertenece, ya que es una página de autor anónimo luego incorporada a este evangelio, fue objeto de polémica y de resistencia por parte de los rigoristas cristianos.

SANTOS BENETTI
CAMINANDO POR EL DESIERTO. Ciclo C.2º
EDICIONES PAULINAS.MADRID 1985.Págs. 82


9.Orientaciones para la celebración

¡RENUEVA NUESTRA VIDA, SEÑOR!

¡Dentro de quince días celebraremos la Pascua! Alcanzaremos la meta de nuestra peregrinación cuaresmal. Eso nos confirma en el optimismo radical de nuestro ser y vivir cristianos.

La primera lectura con su salmo responsorial nos lanzan con entusiasmo hacia la meta que Dios nos promete: un nuevo Éxodo. En el primero, el Señor abrió un camino en medio del mar, en el segundo abrirá un camino en el desierto: en él abundarán los ríos de agua donde el pueblo escogido podrá apagar su sed. Éste proclamará la alabanza del Dios nuevamente liberador. Es el salmo 125: "Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb"; es la súplica de los que "sembraban con lágrimas" y ahora "cosechan entre cantares".

La historia de Israel tiene el cumplimiento pleno en la Pascua de los cristianos. En el Éxodo definitivo, la vida y la creación entera se renovarán: "Mirad que realizo algo nuevo..." (primera lectura). La Palabra de Dios lo proclamará definitivamente en la Pascua de Jesús: "Haré que todo sea nuevo" (Ap 21,5).

Cuaresma es el camino del nuevo Éxodo, del definitivo: con las lágrimas de la conversión hacia la fuente de agua viva (bautismo, renovado en la penitencia), hacia la cosecha gozosa en la plenitud del Reino de Dios.

-"GANAR A CRISTO Y EXISTIR EN ÉL"

Decíamos el domingo primero que bien podría ser éste el slogan de la Cuaresma de este año . Es la meta que se proponía en su carrera el apóstol Pablo, como nos dice la segunda lectura.

Esta es realmente una síntesis admirable del vivir pascual del cristiano, que es alimentado intensamente en las celebraciones de Cuaresma y del Triduo pascual. La comparación de la carrera atlética es sugerente. La carrera, el esfuerzo, se hace en virtud de la fe, no de las buenas obras "de la Ley"; si éstas daban privilegios, Pablo los rechaza como basura. Tiene clara la meta a alcanzar: "Conocer a Cristo y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos". No podemos hallar mejor expresada la vivencia espiritual, profunda, mística incluso podríamos decir, de la Pascua de Jesús por parte del que se ha propuesto "ganar a Cristo y existir en él".

A partir de aquí, este domingo subraya el matiz escatológico de la Cuaresma y de la Pascua: el sprint hacia la meta final "para ganar el premio al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús".

-LA INCORPORACIÓN A CRISTO: MIEMBROS DE SU CUERPO

El dinamismo escatológico de la Palabra de Dios en este domingo encuentra una conclusión magnífica en la poscomunión: "Te pedimos... que nos cuentes siempre entre los miembros de Cristo, en cuyo Cuerpo y Sangre hemos comulgado".

El redescubrimiento de la teología eucarística de los Padres nos hace dar cuenta de que celebramos la Eucaristía para convertirnos en Cuerpo de Cristo. El misterio del Cuerpo del Señor no contiene solamente la Cabeza sino todos los miembros. La "transubstanciación" no es sólo del pan y el vino, quiere comprender también a los participantes, a los que comulgan . Si la primera invocación al Padre para que venga el Espíritu (epíclesis) se refiere a las ofrendas, la segunda pide la transformación de los fieles: "Fortalecidos con el Cuerpo y Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu". Es la petición que repite, sustancialmente, la poscomunión de este domingo.

En la Eucaristía sí realmente Cristo se apodera de nosotros, como decía san Pablo, para hacernos una sola cosa con él: miembros de su Cuerpo. Es la pregustación del término último iniciado en la Pascua.

-JESÚS NO HA VENIDO A CONDENAR SINO A SALVAR

Manteniendo la línea penitencial, de conversión, de la Cuaresma, el evangelio de hoy, de Juan, aunque parezca de Lucas, el evangelista de la misericordia, nos presenta el verdadero rostro de la ternura del Padre, revelada en Jesús. Éste no ha venido a condenar; sino a buscar y a salvar lo que estaba perdido, incluso lo más censurado y condenado por los dirigentes religiosos.

La advertencia de Jesús es contundente: "El que esté sin pecado...". Habría que insistir en esta palabra del Señor sobre todo en las celebraciones penitenciales comunitarias de estos días: somos una comunidad de pecadores, de hombres y mujeres débiles que luchamos para defendernos del pecado y convertirnos con la gracia de Dios: eso ha de hacernos humildes, acogedores de todo el mundo, compasivos en el sentido más profundo y teológico del término. Pensemos que Dios no explica soluciones abstractas sobre el problema del mal: Dios lo com-padece en su Hijo, quien incluso es tratado como pecador por parte de Dios (cf. 2. lectura del domingo pasado). Si Dios, si Jesús com-padece, la comunidad de sus discípulos es llamada a compartir; nunca a condenar; siempre a buscar y salvar la oveja perdida, teniendo presente que también nosotros nos hemos descarriado.

PERE LLABRÉS
MISA DOMINICAL 1995, 4


10. 

EL PERDÓN

Resalta en este día el relato evangélico del perdón a la mujer adúltera. Este texto contrapone dos espíritus y dos actitudes: la de los letrados y fariseos, y la de Cristo. Somos como los letrados y fariseos cuando vivimos para sorprender el pecado de los demás, cuando hacemos preguntas capciosas para comprometer, cuando nos conformamos con ser externos cumplidores de todas las prácticas religiosas, cuando nos constituímos en jueces condenadores de los demás, cuando aplicamos la ley sin descubrir su espíritu. Procedemos igual que ellos si no nos damos cuenta de que estamos cargados de miserias y por lo tanto no podemos juzgar al hermano.

¿Por qué razón suplicamos benevolencia para nosotros y gritamos intransigencia para los demás? ¿Por qué preferimos apedrear a salvar? En el gigantesco patio de vecindad en que hemos convertido el mundo enseguida nos escabullimos y desaparecemos sin dejar rastro cuando somos interpelados y movidos a coherencia: "el que esté limpio de pecado que arroje la primera piedra".

Resalta por contraposición la actitud de Cristo, el inocente que no condena a la mujer pecadora y que morirá condenado en la cruz para pagar por nuestros pecados. La mirada y la palabra limpia de Jesús puso en pie a una mujer que estaba tirada por tierra. Salva a la mujer no tanto de las piedras cuanto de ella misma, de su pasión descontrolada, de su inmadurez afectiva.

Andrés Pardo


11.

Para orar con la liturgia

A ti, pues, Padre, que gobiernas el universo,
te bendecimos por Jesucristo, tu Hijo,
que ha venido en tu nombre.
El es la palabra que nos salva,
la mano que tiendes a los pecadores,
el camino que nos conduce a la paz.

Dios, Padre nuestro,
nos habíamos apartado de ti
y nos has reconciliado por tu Hijo,
a quien entregaste a la muerte
para que nos convirtiéramos a tu amor
y nos amáramos unos a otros.

Plegaria eucarística Reconciliación II


12.

Sugerencias litúrgicas

PREPARANDO LA SEMANA SANTA... ¿QUÉ HACER EL VIERNES SANTO Y EL SÁBADO SANTO?

Es tan importante la Solemnidad de la Pascua, que no podemos menos que celebrarla durante tres días; pero de modo que los dos primeros días de] Santísimo Triduo Pascual son como una preparación intensiva de la última jornada: la Pascua; y sobre todo, de la Noche de la Pascua: la Vigilia Pascual.

Y, ¿qué hacer durante estos dos días previos a la celebración de la Pascua? Además de la asistencia facultativa a los "pasos" profesionales, ejercicios piadosos, la Iglesia durante estos dos días (de la tarde-noche del Jueves Santo a la tarde-noche del Viernes Santo y de la tarde-noche del Viernes Santo hasta el momento de comenzar la Vigilia Pascual) ora, medita, ayuna.

La Celebración en Conmemoración de la Pasión y Muerte del Señor, en la tarde del Viernes Santo, es un anticipo del Misterio, que celebramos en la Solemnidad de la Pascua. No es una celebración dolorista, luctuosa, como pudiera suponerse, sino una celebración gozosa. En ella escuchamos el relato de la Pasión (según San Juan), precedido de la lectura de otros textos bíblicos alusivos a la Pasión de Cristo. Pero ya en las preces y en las mismas lecturas se nos anuncia la victoria de Cristo, victoria, que contemplamos en el desvelamiento y elevación del crucifijo que adoramos y besamos.

A Cristo, Vencedor en el combate de la Pasión, nos dirigimos también como a nuestro Mediador e Intercesor, como nuestras preces en la Oración Solemne de este Día. No hay, sin embargo, celebración eucarística. Comulgamos con el Pan consagrado en la Misa del Jueves Santo en conmemoración de la Cena del Señor y reservado solemnemente hasta el momento de ser consumido.

Además la Iglesia ora en diversos momentos, de estos días: la Liturgia de las horas. Bueno sería hacer algún hueco en estos días para participar en la Oración de alguna que otra Hora, en los lugares donde se celebren.

Y el ayuno del Viernes Santo, prolongable al Sábado Santo. No es un ayuno penitencial, como el de la Cuaresma. Es ayuno Pascual. Es el ayuno de los que permanecen expectantes, aguardando la venida del Señor en la noche de la Pascua, para recibirle gozosos. Y entonces el Señor "les hará sentarse a la mesa y les Ira sirviendo".

Avelino Cayón


13.

 para la Semana

El capítulo 8 de Juan es el capítulo del "conflicto ", respira controversia entre Jesús y los judíos, entre la luz y las tinieblas. El tema de la muerte de Jesús se acentúa a medida que progresa su revelación.

Lunes
Daniel 13,1-9.15-17.19-30.33-62. Ahora tengo que morir siendo inocente. Juan 8,1-11. El que esté sin pecado que tire la primera piedra.

Martes
Número 21,4-9. Los mordidos de serpiente quedarán sanos al mirar la serpiente de bronce. Juan 8,21-30. Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy.

Miércoles
Daniel 3,14-20.91-92.95. Envió un ángel a salvar a sus siervos. Juan 8,31-42. Si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres.

Jueves
Génesis 17,3- Serás padre de muchedumbre de pueblos. Juan 8,51 -59. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día.

Viernes 
Jeremías 20,10-13. El Señor está contigo como fuerte soldado. Juan 10,31-42. Intentaron detenerle, pero se les escabulló de las manos.

Sábado 
Ezequiel 37,21-28. Los haré un solo pueblo. Juan 11,45-47. Jesús debe morir para reunir a los hijos dispersos.


14. Carta del Arzobispo

No como los fariseos

Quinto apunte de Cuaresma

FARISEISMO: Me cuesta escribir sobre ellos, porque sólo Cristo tenía conocimiento, santidad y autoridad para pronunciarse negativamente acerca de los fariseos. Quién de nosotros, al igual que los acusadores de la mujer adúltera, podría sentirse tan libre de pecado como para levantar el dedo acusador y tachar a nadie de fariseo? El mismo Jesús no los acusaba por ser fariseos, sino por su soberbia y arrogancia.

Para dejar las cosas en su sitio y captar como es debido las palabras del Señor, conviene recordar que los fariseos eran un grupo religioso judío, anterior y posterior a los años mesiánicos, cuyo nombre derivaba del hebrero perusin, o sea, separados, porque se consideraban a sí mismos como observantes estrictos de la Ley mosaica y, por ende, distintos y superiores del resto de la comunidad. Se trataba, diríamos hoy, de un colectivo importante, de gentes más bien honorables, con tintes fundamentalistas, aunque sin llegar al rigor de los esenios. Jesús no les negó ni el trato ni la amistad a algunos de ellos (Nicodemo? José de Arimatea?), en tanto que san Pablo confiesa con cierto orgullo su condición de hebreo y "según la Ley, fariseo" (Fl. 3,5).

Algo parecido habría que decir de los "escribas", que ahora traducen los textos litúrgicos como "letrados", esto es, escritores, intérpretes de la Escritura para asuntos concretos; profesionales a su modo, de la teología y del derecho, enseñantes en la sinagoga. Alineados ideológicamente, en tiempos de Cristo, a los fariseos y asociados también a ellos, a lo que parece, en el rechazo de la persona y del mensaje de Jesús. Puestos a averiguar el porqué de tal hostilidad, puede ser su oposición de toda novedad, su apego a la letra más que al espíritu de los libros inspirados y su alergia a la salvación universal que irradiaba la predicación del Reino.

Lo contrario del Evangelio

No cabe entender, empero, la personificación de las diatribas de Jesús contra los escribas y fariseos, como simple reacción ofendida a la enemiga de estos personajes. Intuimos que se trataba de una clase dirigente en el ámbito religioso, minada, en muchos de sus miembros, por una carcoma de falsificación y de mentira, diametralmente opuesta al espíritu de las Bienaventuranzas, a la humilde verdad del Evangelio, al testimonio vivo de Jesús. Contra quienes se indigna Él? Todo habría que condensarlo en esta expresión, sin separar las palabras: Escribas y fariseos hipócritas! Son los intelectuales de salón y a un tiempo los oficialmente buenos, que miran a los demás por encima del hombro criticando la paja en el ojo ajeno desde la viga del propio y están, para colmo, podridos por dentro. Son sepulcros blanqueados.

El fariseísmo falsifica y corrompe las expresiones más puras de la fe y de la religiosidad. Hablando en el Sermón del Monte de los hipócritas, sin nombrar esta vez a los fariseos, Jesús desenmascara el ayuno de los caritristes, para que los hombres lo noten y los aplaudan; la oración de los que rezan en las plazas para ser vistos y aplaudidos; la limosna al son de trompeta, por las calles y las plazas. Ya recibieron esos, dice, su recompensa. Por contra, lo nuestro es orar a solas en el aposento, ayunar bien peinados y con porte impecable, dar con la mano derecha sin que se entere la izquierda. El fariseísmo falsifica el bien y luego reclama cínicamente para sí los honores debidos al otro.

Olvidándonos ya de los fariseos históricos, pero pendientes, eso sí, de los labios de Jesús, sigamos perfilando la silueta del fariseísmo, con retratos tan vivos como el de la Parábola del Fariseo y el Publicano. Es eso, una parábola, no una historia. Jesús tipifica su lección en dos personajes contrapuestos, exagerando sus trazos diferenciales, para que entendamos su mensaje. Quizá la realidad no produce, al menos con frecuencia, tipos tan fatuos como el fariseo, que llega a la desfachatez de dar gracias a Dios por no ser él tan malo como el pobre que tiene a sus espaldas, abatido tras de la columna. Imagen grotesca de la autosuficiencia y del menosprecio por su semejante. El fariseo típico da gracias a Dios, no porque Dios es bueno con él, sino porque él es bueno con Dios. Qué caradura!

Hinchazón, disimulo, menosprecio

Fariseísmo es la autosuficiencia ante sí mismo, ante Dios y ante los hermanos. En todos los exámenes de conciencia repasa uno sus comportamientos ante esas tres instancias. Pues, hala!, el fariseo típico peca por partida triple y, además, miente como un cosaco: porque él no es nadie, ya que todo lo que tiene es de Dios, y porque el pecador de al lado es más grande que él ante los ojos divinos. Uno entiende la cólera de Jesús ante el imperio de la mentira, ante la dureza de corazón, ante la vuelta del revés de la jerarquía de valores, y ante la pretensión de unos ciegos que guían a otros ciegos, erigiéndose en maestros de los demás, imponiendo cargas terribles sobre los hombros de los débiles, escandalizando a los pequeños y pervirtiendo a los prosélitos. Terrible el capítulo 23 de san Mateo, la página más dura, a mi juicio, de los cuatro evangelios! Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!

Ay de nosotros, los "buenos"! Ay de nosotros, también! Porque puede darse entre nosotros un fariseísmo difuso, parcial, ligth, que llena de polvo los recintos sagrados, las conductas correctas, los empeños nobles, las instituciones venerables. El fariseísmo es una patología de la religiosidad, busca su caldo de cultivo en aquellos escenarios y ambientes donde se cultiva la virtud: conventos, parroquias, obispados, asociaciones cristianas, familias creyentes y practicantes.

A quién no le roza el interés por quedar bien, quizá con mayor fuerza que el de hacer las cosas bien? Quién está exento del gusto por los primeros puestos o del malestar porque otros los ocupen? Cuánto importa hoy, incluso en ambientes edificantes, la buena imagen propia con la sutil desestima de los demás? Todo eso es muy humano, Dios lo comprende y perdona, pero deja escapar, a menudo, por nuestra parte, un cierto tufillo de fariseismo. Rara vez se le encuentra en estado químicamente puro, con toda su fealdad y repugnancia. Así los graves escándalos en la Iglesia, que nunca han faltado, pero que son raros, por la gracia de Dios. Bien; pero, y la ambigüedad de tantas actuaciones nuestras? Líbrenos el Señor de la burda mentira de hacer el bien para que nos vean los hombres. Pero qué difícil, decía el Padre Rahner, sacar de nuestras pobres vidas algo, sin la menor escoria de egoísmo, sin la búsqueda de autosatisfacción o de imagen, que suba, limpio y directo, hasta el trono de Dios.

Vaya si nos valen a los cristianos corrientes y a los que intentamos llamarnos comprometidos, los capítulos quinto, sexto y vigesimotercero de san Mateo, donde criba Jesús el trigo de la paja, funde a la vez el oro y la escoria, marca los linderos de la verdad y de la trampa! El fariseísmo no es la tentación de los ateos recalcitrantes ni de los pecadores empedernidos. Aunque sea en sus versiones más benignas, pero siempre perniciosas, me acecha cada mañana desde que suena el despertador y me está acechando ahora mismo cuando escribo contra él para ustedes. Qué corta es la Cuaresma para una conversión a fondo!

ANTONIO MONTERO
Arzobispo de Mérida-Badajoz


15. Camino de libertad

Las tres lecturas coinciden en presentar la salvación como un camino de libertad en tanto que la acción de Dios facilita el vivir según Cristo y libera al hombre de la atadura de su hombre viejo, que tiende instintivamente al pecado. En definitiva, es la experiencia liberadora de la gracia.

La lectura de Isaías recuerda la hazaña de Dios cuando sacó a los israelitas de la esclavitud de Egipto y los llevó con su brazo poderoso entre las aguas del mar Rojo para alentar al pueblo, que está en el destierro de Babilonia, y anunciarle que Dios hará prodigios aún mayores: Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo .

En la escena evangélica encontramos a una pobre mujer, que su pecado y los hombres le habían cerrado todas las salidas. Sólo Jesús fue el que le abrió un camino de libertad acogiéndola y depositando esperanza en ella: Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más .

San Pablo habla de lo mismo, pero desde nuestro lado y lo hace en tres tiempos. Comienza presentado su experiencia espiritual como un camino de libertad que le ha llevado a romper con todas sus antiguas ataduras: Todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él .

Después, nos muestra su corazón liberado y dispuesto a todo: para conocerlo a Él, y la fuerza de su resurrección y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos .

Pon fin, describe la actitud del cristiano que se va sintiendo liberado por la acción de la gracia: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta .

Antonio Luis Martínez