REFLEXIONES
1.
-LA SEGUNDA PARTE DE LA CUARESMA
Los domingos tercero, cuarto y quinto forman la segunda parte de la Cuaresma. Cada año, esta segunda parte tiene un tono propio, marcado por los evangelios que se leen: ciclo A, la preparación del bautismo; ciclo B, el camino hacia la cruz; ciclo C, la conversión y la misericordia de Dios. Dentro del tema del ciclo de este año, que es el C, hoy el evangelio presenta, con mucha exigencia, la necesidad de conversión. Y los próximos domingos -el hijo pródigo y la adúltera- nos presentarán, desde distintas perspectivas, la misericordia de Dios y también la nuestra.
-"SI NO OS CONVERTÍS, TODOS PERECERÉIS LO MISMO" CV/EXIGENCIAS: Este evangelio de hoy es duro e incómodo. Es difícil predicar este Jesús amenazante, que parece no conmoverse en absoluto ante el ajusticiamiento de unos galileos por Pilato o ante los desgraciados de la torre de Siloé, y que se limita a aprovechar los hechos para exhortar a los oyentes. Otras veces Jesús no reacciona así, desde luego. Pero hoy esta reacción suya debe servirnos para sacudirnos un poco nuestro habitual adormecimiento cristiano: ¡el proyecto de Jesús es serio, muy serio, y exigente! Y no es posible llamarse su seguidor y no querer estar al mismo tiempo, siempre, en actitud de conversión, de cambio, de búsqueda de mayor fidelidad.
Hoy convendrá invitar a la gente -y hacerlo de modo que se note que también nos lo decimos sinceramente a nosotros mismos- a tomarse en serio la exigencia de conversión: a repasar de verdad la propia vida para ver qué debería cambiar, y qué cosas nuevas deberíamos hacer.
Dos textos pueden ayudar a ver hacia dónde debe ir esto de la conversión. El prefacio de la plegaria I de reconciliación (que hoy se podría utilizar) dice: "Y ahora (...) ofreces a tu pueblo un tiempo de gracia y de reconciliación, (...) para que vuelva a ti (...) y se entregue al servicio de todos los hombres". Se trata de revisar el papel que Dios juega en nuestras vidas, y se trata de ver al mismo tiempo cómo nuestra vida es un "servicio" a "todos" los hombres. Y el otro texto sería la primera lectura, el gran texto en el que Dios manifiesta, como dice el salmo, cuáles son "sus caminos". Los caminos y el estilo de Dios son todo lo contrario del quedarse en casa mirando la tele: él sale de casa, se dirige hacia donde están los líos, se pone al frente de una acción claramente subversiva... actúa allí donde debe actuar para la liberación de la gente.
Con todo esto, podríamos hacer algunas sugerencias de puntos concretos a pensar sobre lo que nos pide Dios a cada uno. A alguien -y eso cada uno debe valorarlo seriamente- quizás Dios le pide una entrega vital más total, irse a ayudar al Tercer Mundo o hacerse sacerdote. A otros, algo más cotidiano: no ir tanto a lo suyo, no querer tener tanto la razón, ser más solidario con los compañeros de trabajo, no murmurar ni fisgonear, apuntarse en algún voluntariado, si uno es empresario dar trabajo y sueldo dignos, dialogar más entre el matrimonio, ser más respetuoso con los hijos, dar más dinero a causas que lo necesiten, esforzarse por leer y culturizarse más (humanamente y cristianamente), meterse en un grupo de revisión de vida o de catequesis, rezar más.
-"VOY A BAJAR A LIBRAR A MI PUEBLO" Ciertamente, la primera lectura es uno de aquellos grandes textos del AT, que uno lee y escucha con una especial veneración. Es el comienzo del Éxodo, el punto de arranque de la historia exaltante y dramática a la vez de aquel pueblo que fue capaz de reconocer al Dios permanentemente presente, permanentemente liberador, permanentemente exigente también. El pueblo de Jesús. Es determinante el hecho de que el pueblo de Jesús tenga su punto de arranque en una acontecimiento como el Éxodo: Dios, el fuego trascendente que arde sin apagarse nunca, se fija en un grupo de esclavos desgraciados, y concreta toda su trascendencia en la liberación de aquellos esclavos. "Yo soy", el Dios trascendente, se le conocerá ahora por esto: el que liberó a un grupo de esclavos del poder del imperio del faraón. Su "ser" será la liberación de aquellos esclavos. Después, lo que Jesús, hijo de este pueblo, anunciará, será mucho más que esto. Pero también será esto.
Varios puntos concretos pueden salir de esta lectura, además de la reflexión más honda sobre cómo Dios se revela. Por ejemplo, el agradecimiento ante nuestro Dios, que no es un Dios del cielo, indiferente a los hombres, sino que es el Dios que baja y actúa (el salmo canta este agradecimiento). También, una llamada a la no resignación ante el mal y la injusticia, ya que Dios no se resignó al mal y a la injusticia: Dios actuó, quiso liberar a su pueblo, y nosotros tampoco debemos resignarnos, sino actuar.
También, la invitación a aprender a mirar la vida a la luz de la fe, a reconocer en nosotros y en el mundo la acción del Dios liberador, a sentirnos llamados a actuar en él (éste es el criterio y el estilo de la revisión de vida y de los movimientos evangelizadores). También podemos hacer un pequeño recuerdo a los sectores de la iglesia latinoamericana vinculados a la teología de la liberación, que valoran especialmente este texto como punto de referencia. Y finalmente, claro está, invitar a ver la liberación de Egipto como un anuncio de la liberación total que es el misterio pascual: en la noche de Pascua leeremos el otro texto clave del Éxodo, el paso del Mar Rojo, el paso de la muerte a la vida.
JOSÉ
LLIGADAS
MISA DOMINICAL 1989, 5
2.
-UNA LLAMADA A LA CONVERSIÓN
En el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos leemos: "El objeto de los escrutinios es purificar las almas y los corazones, proteger contra las tentaciones, rectificar la intención y mover la voluntad, para que los catecúmenos se unan más estrechamente a Cristo y prosigan con mayor decisión en su esfuerzo por amar a Dios.
De los postulantes se espera la voluntad de llegar al sentimiento íntimo de Cristo y de la Iglesia, muy en especial el progreso en el sincero conocimiento de sí mismos, la reflexión seria de la conciencia y la verdadera penitencia" (n 154 y 155).
La liturgia de este tercer domingo de Cuaresma está pensada fundamentalmente desde la óptica del catecumenado. Donde hay catecúmenos, hoy celebran el primer escrutinio. En esa línea, aunque en la inmensa mayoría de nuestras parroquias no haya catecúmenos, la Iglesia hoy nos llama a escuchar la seria advertencia de Cristo: Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera (evangelio). Convertíos, dice el Señor, porque está cerca el Reino de los cielos (aclamación al evangelio).
-DIOS ES EL QUE NOS SALVA
Los textos de hoy nos ayudan a caer en la cuenta de que estamos hundidos bajo el peso de nuestras culpas (oración colecta) y necesitamos que Dios nos restaure con su misericordia. Una acción de Dios en nosotros que no se hará sin nuestra colaboración, con obras de penitencia que expresen nuestra conversión, especialmente el perdón de los que nos ofenden (cf. oración sobre las ofrendas). Esa actitud propiciará el que hoy, la celebración de la eucaristía perdone nuestras ofensas (cfr. ibidem).
El Señor va cumpliendo sus promesas a Abrahán, Isaac y Jacob. Se vislumbra ya la tierra fértil y espaciosa, la tierra que mana leche y miel. Leída en el contexto de la liturgia Cuaresmal la primera lectura, unida a la segunda (La vida del pueblo con Moisés en el desierto se escribió para escarmiento nuestro), nos evoca la Pascua y el Éxodo de Israel como acontecimientos proféticos que anuncian nuestro camino espiritual hacia la Pascua cristiana.
-NO HEMOS FIRMADO UN SEGURO DE SALVACIÓN
SV/INSEGURA:Ser cristiano, mientras caminamos por esta vida, no es equivalente a tener firmada una póliza que nos asegura la salvación, sin que ya tengamos que preocuparnos de nada. No podemos olvidar que el bautismo fue nuestro punto de partida y la eucaristía nuestro alimento para el camino y el Espíritu que Cristo nos ha dado es el agua que nos refresca para poder seguir caminando; pero también es verdad que codiciamos el mal y nos cerramos a descubrir la acción de Dios en las encrucijadas de nuestra existencia y nos rebelamos contra El. Somos pecadores y, viendo que muchos de los que salieron de Egipto no entraron en la tierra prometida por su falta de fe y esperanza, tenemos que convertirnos: Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado! no caiga (segunda lectura). Sin embargo, el cuidado que hemos de tener, nunca puede convertirse en desesperanza, ya que El Señor es compasivo y misericordioso (salmo responsorial).
-CONCRETAR LAS METAS DE NUESTRA CONVERSIÓN
La monición introductoria podría, de manera breve, pero clara, presentar el panorama concreto que el pecado dibuja hoy en el mundo y en el entorno preciso de la comunidad congregada para la eucaristía. Así se ofrecen metas reales de conversión.
En los ritos iniciales de la misa convendrá resaltar de manera especial el acto penitencial que nos ayude a tomar conciencia de que de verdad somos pecadores necesitados de conversión. Donde sea posible que el pueblo cante en gregoriano Kyrie eléison, sería hoy muy apropiado.
En la homilía convendrá delimitar los aspectos que, para la comunidad que celebra, son llamada y objeto de conversión. Si no, se corre el peligro de caer en tópicos y repeticiones abstractas.
-ATENCIÓN A LA ELECCIÓN DE ALGUNOS TEXTOS
Algunas peticiones de la oración universal pueden inspirarse en las que propone el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos para el Escrutinio I. Donde haya gente preparándose para los sacramentos de la Iniciación Cristiana, no olvidar algunas intenciones especiales por ellos.
Donde no se haya optado por leer el evangelio de la Samaritana, el prefacio puede ser el II de Cuaresma, la penitencia espiritual, que enlaza muy bien con la liturgia de hoy. Como monición al Padre nuestro, puede utilizarse la que aparece en cuarto lugar en el Ordinario de la Misa en lengua española, que hace referencia al banquete de la Eucaristía como signo de reconciliación.
Antes de la bendición el sacerdote puede pronunciar la Oración sobre el pueblo n. 21 cuyo tema de purificación y arrepentimiento resume bien la celebración de este tercer domingo de Cuaresma.
A.
GOMEZ
MISA DOMINICAL 1992, 4
3. OBSERVACIONES Y SUGERENCIAS
Alertados por la carta de Pablo, hemos desarrollado nuestra reflexión tratando de leer con ojos modernos una de las páginas más importantes de toda la tradición judeo-cristiana. Casi no hemos nombrado a Jesucristo y, sin embargo, Cristo ha estado permanentemente en esta reflexión.
Lo llamamos «el Salvador» y nos estamos preparando para revivir su gesta salvadora a través de su muerte y resurrección. Pero celebrar la Pascua es bastante más que recordar el pasado de Jesús y participar del culto. No podemos celebrarlas de espaldas a la historia, quiero decir a la historia que ahora se está desarrollando como suceso presente y dinámico.
Preguntas fundamentales -mucho más fundamentales que ciertas cuestiones que inexplicablemente siguen estando en el tapete del cristianismo moderno- deben sacudir a nuestras comunidades: ¿Salva hoy Dios? ¿De qué nos salva y cómo nos salva? ¿Y qué papel jugamos los cristianos en esta salvación?
Sugerimos que, donde sea posible, se organicen grupos de reflexión, para que toda la comunidad se movilice y se cuestione, descubriendo alguna forma concreta de compromiso.
Un importante detalle: no se trata de hacer exégesis del texto ni de apelar a vagas teorías sobre Moisés, el Horeb y los egipcios. Lo que importa es descubrir, como Moisés, ese «fuego» que Dios mantiene encendido, fuego al que aludió en cierta oportunidad el mismo Jesús, y que debe mantenerse encendido. El fuego de la liberación del hombre. Eso es Pascua.
2.- Hubiéramos deseado un texto evangélico más en concordancia con las otras lecturas, particularmente con la primera. De cualquier forma, el pasaje alude a un cambio de mentalidad de la concepción religiosa, cambio que parece ser la temática de toda esta cuaresma.
La parábola de la higuera estéril, en el relato de Lucas, acentúa la misericordia y «paciencia» de Dios ante la pereza humana, en contraposición al relato de Mateo 21,18-22 en que es símbolo del juicio que Dios ejecuta con su pueblo infiel.
SANTOS
BENETTI
CAMINANDO POR EL DESIERTO. Ciclo C.2º
EDICIONES PAULINAS.MADRID 1985.Págs. 50 ss.
4.
-DÍA DEL SEMINARIO
El 19 de marzo es también el día en que la iglesia diocesana tiene presente al Seminario, el plantel de futuros sacerdotes. Ese recuerdo hay que tenerlo presente sobre todo en la oraci6n de los fieles, al pedir la colaboración económica antes de la colecta (que es siempre aportación personal a la Eucaristía), y quizá también al comenzar la celebración. En la homilía, la idea del Seminario se podría enlazar con el de la fructificación de la viña del Reino de Dios. Necesitamos buenos sacerdotes para ser imágenes eficaces del "viñador" Jesucristo, para estimular el crecimiento y el fruto de cada fiel en la Iglesia; trabajadores infatigables que estimulen la conversión y los buenos frutos de sus hermanos.
PERE
LLABRÉS
MISA DOMINICAL 1995, 4
5.
CONVERSIÓN INAPLAZABLE
Jesús nos enfrenta con el realismo de la vida y de la historia. Nos enfrenta a cada uno con sus propias responsabilidades. Nos lleva a reflexionar sobre los acontecimientos, a descubrir el significado de la historia que a cada uno nos toca vivir y el sentido hondo de los hechos colectivos, políticos, en los que todos estamos implicados.
Estos sucesos, nos señala Jesús, son signo de la precariedad del hombre sobre el mundo y de la maldad que nos rodea y amenaza por la culpa que vamos segregando todos. Nos conducen desde la fe, a sentir la solidaridad en la culpa y a comprender la gravedad del momento, por insignificantes que nos puedan parecer nuestras faltas personales. Nos descubren nuestra condición de pecadores y nos reclaman estar prontos para la conversión. Son como invitación de Dios a abrirnos más allá de sí mismos. Son como índices de lo que Dios quiere: que yo pecador me convierta y viva, descubriendo por mí mismo lo que es justo.
Conversión significa estar abiertos al misterio del reino como don de amor y urgencia de un cambio que es posible. Sin este cambio, llegará la muerte como pérdida y fracaso. Si nos convertimos, el mal, el dolor, la muerte serán camino hacia el misterio, hacia la vida de Dios que ya tenemos.
No cabe el pesimismo sombrío; sino la conversión y la esperanza en un cambio fundamental que permita a la persona y a la comunidad humana y eclesial realizar su destino. Si las cosas van mal no cabe resignarse, desmoralizarse o inhibirse, sino ponerse manos a la obra para enderezar el rumbo torcido y colocar la vida, la historia, en su ruta verdadera.
Esta es la llamada a la conversión, propia del tiempo de Cuaresma y de todo tiempo: si no os convertís, todos pereceréis.
Andrés Pardo
6. Para orar con la liturgia
Por
Cristo concedes a tus hijos
anhelar, año tras año,
con el gozo de habernos purificado,
la solemnidad de la Pascua
para que, dedicados con mayor entrega
a la alabanza divina y al amor fraterno,
por la celebración de los misterios
que nos dieron nueva vida
lleguemos a ser con plenitud
hijos de Dios.
Prefacio I Cuaresma
7.
La adhesión a Cristo no es como el inscribirse en un Club, que sólo exige el comportamiento material de unas condiciones. La adhesión a Jesús supone el encuentro con la profundidad de uno mismo y el descubrimiento de todo lo que desafina en mi vida. No hay que irse por las ramas, sino al grano, al fruto: al cambio de nosotros desde el interior y a ser consecuentes, fieles, con este cambio. Estar con esa orientación. No quiere decir haber terminado el trabajo.
Cuando
estén afinadas, Maestro mío,
todas las cuerdas de mi vida,
cada vez que Tú las toques
cantarán amor
R. TAGORE
8. Tiempo fuerte de amor
Este comentario del tercer domingo de Cuaresma lo podemos titular como lo hemos hecho, cerrando la trilogía de las virtudes teologales y presentando la cuaresma como tiempo fuerte de fe, de esperanza y de amor. Y lo podemos hacer sin violentar el sentido de los textos bíblicos de la la liturgia de hoy, como veremos.
La escena del monte Horeb pertenece, con todo derecho, al primer artículo de nuestra fe. Es una de las teofanías a la que los cristianos hemos de recurrir con frecuencia para no perder el norte en nuestra constante búsqueda del rostro de nuestro Dios. Y en ella se presenta a Dios como un misterio de amor.
Es un Dios que llama al hombre por la individualidad de su nombre, ( Moisés, Moisés ), que se presenta como un conocido de la familia ( Yo soy el Dios de tus padres... ) y que vive el amor con dolor y pasión ( he visto la opresión de mi pueblo en Egipto... y que cuenta con el hombre para llevar a cabo su obra de salvación ( envía a Egipto a Moisés). Por tanto es un Dios que ama al hombre e implica al hombre en este amor.
La parábola de la higuera que no da fruto presenta ese saber esperar divino que llamamos misericordia y que lleva consigo la secreta esperanza de que el hombre reaccione y dé la respuesta apropiada: Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto .
La advertencia paulina de el que se cree seguro, cuidado!, no caiga es el contrapunto que tenemos que poner cuando hablamos del amor de Dios pues, con frecuencia, caemos en un cierto laxismo como si el amor de Dios pudiera suplir la respuesta que debe darle nuestra libertad.
Antonio Luis Martínez
9.
-PLENA CUARESMA
Comienzan las catequesis prebautismales.- Es sabido que la Cuaresma servía antiguamente como plataforma a los ritos que preparaban inmediatamente al bautismo. Aun cuando no es necesario introducir ilustraciones históricas ni en la homilía ni en las moniciones, en cambio, sí conviene saber esto y ser conscientes del hecho. Así se comprende por qué en el Leccionario actual se han conservado tres lecturas: la samaritana, el ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro. Estas lecturas pertenecen sucesivamente a los domingos tercero, cuarto y quinto, y aunque son de ciclo A, pueden utilizarse, si conviene, en cualquiera de los tres ciclos. Por eso, donde sea necesario acentuar la dimensión bautismal de la Cuaresma, hoy puede leerse el relato de la Samaritana. De hecho, a ese tema se refiere el prefacio propio asignado a este domingo. Pero ese prefacio sólo debe utilizarse cuando se lee el evangelio de la Samaritana.
J.
M. BERNAL
MISA DOMINICAL 1986, 5