COMENTARIOS AL SALMO 90

 

1. 

Este es uno de los salmos más típicos de la Cuaresma. El tentador cita a Jesús, en el evangelio de la "tentación en el desierto", del primer domingo de Cuaresma. Es un salmo de peregrinación, que hace entrar en escena un rey, comprometido en una guerra a la vez nacional y religiosa, contra naciones paganas, y por ellas, contra los poderes del mal desencadenados... Sube en peregrinación al templo para pasar allí la noche, y ser favorecido con una revelación divina, un oráculo en medio de su oración. La naturaleza de la lucha, supuesta en juego, son "escatológicos" Es la lucha del rey-Mesías contra todas las fuerzas que nos oprimen. ¡Es el combate de Jesús!

PRIMERA LECTURA: CON ISRAEL

* En hebreo, el verbo "reposar" del segundo versículo, significa "pasar la noche a la sombra del Altísimo". Como Salomón cuando venía a pasar la noche en Gabaón (I Reyes 3,4-15), como Saúl que solicitaba un oráculo (1 Samuel 28, 5-6), antes de dar una batalla decisiva, el Rey de Israel viene a pasar una noche en oración en el Templo. El cambio de "personas", en el texto, indica los diversos personajes que intervienen: el rey, primeramente llega ante el Templo y expresa su intención. Los sacerdotes del lugar sagrado lo reciben de inmediato diciéndole cuánta confianza debe poner en la protección de Dios. Y hacia el final de la noche de oración, Dios toma la palabra para pronunciar un oráculo solemne y anunciar al rey la victoria. Ya puede partir a realizar el combate. Tal es el "revestimiento midráshico" de este salmo admirable.

SEGUNDA LECTURA: CON JESÚS

* * Después de 40 días de oración y de ayuno pasados en el desierto cerca de Dios, justo antes de emprender su gran combate escatológico, Jesús es tentado por el mal. Satanás le cita este salmo: "Échate de lo alto del Templo, porque Dios prometió que enviaría a sus ángeles para llevarte en sus manos y que tu pie no tropiece contra ninguna piedra". ¡Jesús "oró" realmente este salmo! Y esto es poco decir: El lo "vivió".

El Oráculo final (leer el salmo en esta perspectiva), asume toda su dimensión sólo en el caso de Jesús: se trata, de un gran combate de Jesús contra el pecado y la muerte (el dragón, la antigua serpiente, el diablo, satanás) (Apocalipsis 20,2). Las fuerzas del mal pierden su tiempo desplegándose. La promesa de victoria ya está dada: "¡Tú aplastarás el dragón!" quiero salvarte, protegerte, permanezco contigo, quiero liberarte, glorificarte, darte larga vida, revelarte mi salvación", ¡Se trata, ni más ni menos, de la Resurrección! Este salmo es el canto de victoria de Jesucristo.

TERCERA LECTURA: CON NUESTRO TIEMPO

*** El mal se despliega, pero Dios está presente en el corazón de la historia, y el mal será un día definitivamente vencido: certeza de la victoria de Dios a la que estamos asociados. La abundancia de "imágenes" sucesivas nos da idea de la amplitud de la contienda: "la red del cazador"... "El mal pernicioso"... "Los terrores de la noche"... "Las flechas que vuelan en pleno día"... "El mal que ronda en la oscuridad"... (es el más peligroso, que no dice su nombre, el mal solapado; la trampa nocturna) "Las calamidades del medio día"... "La desgracia"... "El peligro"... "La víbora, el escorpión, el león, el dragón"... ¡Esta última palabra denomina eminentemente al mal! Sabemos que no salón. ¡Se trata de un combate entre Dios y el adversario! El mundo moderno sabe que el mal es multiforme, abundante, hábil, solapado y violento. Cada uno de nosotros puede descubrir bajo las palabras de este salmo, realidades muy concretas.

La Cuaresma podría convertirse para cada uno de nosotros, en esta "noche", tiempo propicio para el recogimiento, pasado "al abrigo del Altísimo, bajo su sombra". ¡Una noche de vigilia antes del combate! Como aquella que Jesús vivió antes de entrar "en la contienda". ¿Qué lugar damos a la oración íntima en estos 40 días? ¿Para qué orar? Dirán ciertos espíritus modernos. Hay que luchar, esto es todo. ¡Sí! Hay que luchar, Toda oración que evade la confrontación directa sería una oración "perezosa"? como lo dijo Peguy. Todos hemos tenido la experiencia de nuestras debilidades e incapacidades: el primer objetivo de la oración, es retomar fuerzas "cerca de Dios".

Nuestro combate no es contra un adversario cualquiera, sino contra el Adversario (con mayúscula), contra el dragón del Apocalipsis. ¡Hay que ver en el castillo de Angers la tapicería de Nicolás Bataille! Colocarse ante el dragón de las siete cabezas. ¡Hay que ver la bestia del Apocalipsis traducida por Jean Lurcat! Si nuestra imaginación es capaz de leer las imágenes, comprenderemos lo que está en juego en este salmo. Ante las fuerzas "sobrenaturales" que combaten contra nosotros no está por demás que los "ángeles" intervengan: "El dio a sus ángeles la misión de guardarte en todos los caminos". El hombre de hoy es poco sensible a la evocación que el hombre del medioevo hacía de las brujerías.

Pero sabe muy bien, que es juguete de fuerzas verdaderamente cósmicas que lo superan totalmente... Que es incapaz de dominar mediante las solas fuerzas naturales. La oración, entonces, viene a ser la fuerza misma de Dios en nosotros: no nos dispensa de la lucha... ¡Simplemente nos sitúa en el verdadero nivel!

¿Cuál es la victoria de Dios? Es la victoria escatológica, es decir aquella que ya se realizó en Jesucristo: ¡ya se hizo en El! Pero para nosotros, prosigue en tanto prosigue la historia de la humanidad. El oráculo final pronunciado por Dios nos da la explicación: se trata ante todo de la intimidad con Dios (Tengo su amor... El sabe mi nombre... Le respondo si me llama.,. Permanezco con El en la prueba.. "Palabras de amor"... que nos dirige el mismo Dios).

Participación en su gloria (¡quiero glorificarlo!). Es también una liberación (yo lo protejo... Quiero liberarlo... Revelarle mi salvación...). Es finalmente una misteriosa promesa de vida perdurable (¡quiero darle larga vida!) ¡He ahí lo que está en juego en el combate!

Oración de la tarde. Este salmo 90 se utiliza tradicionalmente como oración de "Completas". Se trata efectivamente de una bella oración de la tarde, que prepara a "reposar bajo la sombra protectora del Todopoderoso"... Para ser liberado "de los terrores nocturnos y del mal que ronda en la oscuridad"... La vida moderna es trepidante, agobiadora. Muchas personas se quejan de no tener tiempo para orar a lo largo de su jornada. Debemos hacer de "la tarde" un "tiempo de relax". Pero esto, no es algo automático: hace falta quererlo y preverlo, teniendo por ejemplo en la mesa de noche un libro espiritual (¿por qué no el libro de los Salmos?), que nos recuerde oportunamente que debemos "culminar" nuestra jornada mediante algunos minutos de plenitud interior, con Dios. Este salmo 90 será particularmente útil para prepararnos a un sueño realmente reparador: pedimos a Dios la tranquilidad, la calma, la esperanza. Cuánta gente, por el contrario, envenena sus noches con preocupaciones y angustias, que turbarán su inconsciente, y su reposo. Qué útiles resultan estas frases de confianza: "Digo al Señor: Tú eres mi refugio, mi fortaleza, mi Dios en quien confío... Su fidelidad es una armadura y un escudo... No tiene nada que temer... Descansa a la sombra del Altísimo... La desgracia no puede alcanzarte... Dios te protege"...

NOEL QUESSON
150 SALMOS PARA TODOS LOS DIAS. Tomo I
PAULINAS, 2ª Edición
BOGOTA-COLOMBIA-1988.Págs. 162-165


2.

DIOS SE CUIDA DE MI

«El te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás, su brazo es escudo y armadura».

Mi vida entera está bajo tu protección, Señor, y quiero acordarme de ello cada hora y cada minuto, según vivo mi vida en la plenitud de mi actividad y el descanso de tu cuidado.

«No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía».

De día y de noche, en la luz y en la oscuridad, tú estás a mi lado, Señor. Necesito esa confianza para enfrentarme a los peligros que me acechan por todas partes. Este mundo no es sitio seguro ni para el alma ni para el cuerpo, y no puedo aventurarme solo en terreno enemigo. Quiero escuchar una y otra vez las palabras que me aseguran tu protección cuando empiezo un nuevo día al levantarme y cuando entrego mi cuerpo al sueño por la noche, para sentirme así seguro en el trabajo y en el descanso bajo el cariño de tu providencia.

«No se te acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra».

Hermosas palabras llenas de consuelo. Hermoso pensamiento de ángeles que vigilan mis pasos para que no tropiece en ninguna piedra. Hermosa imagen de tu providencia que se hace alas y revolotea sobre mi cabeza con mensaje de protección y amor. Gracias por tus ángeles, Señor. Gracias por el cuidado que tienes de mí. Gracias por tu amor.

Y ahora quiero escuchar de tus propios labios las palabras más bellas que he oído en mi vida, que me traen el mensaje de tu providencia diaria como signo eficaz de la plenitud de la salvación que en ellas se encierra. Dilas despacio, Señor, que las escucho con el corazón abierto.

«Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré, porque conoce mi nombre; me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días, y le haré ver mi salvación».

Gracias, Señor.

CARLOS G. VALLÉS
BUSCO TU ROSTRO
Orar los Salmos
Sal Terrae, Santander-1989, págs. 174 s.